Es conveniente leer con cuidado frase por frase para no perderse un ápice de la sabiduría pastelera.
“El pastelero representa a los millones de empresarios, tanto formales como informales, que han ido forjando durante los dos últimos siglos el país que tenemos”. Los sujetos a defender son los empresarios, categoría imprecisa y muy amplia que incluye tanto a los formales como a los informales. No precisa si incluye solamente a los empresarios que trabajan en sus empresas o también a aquellos propietarios que no lo hacen. De acuerdo con el DANE en la encuesta de hogares solamente hay en el país alrededor de 800.000 patronos y Confecámaras registra cerca de 1,6 millones de empresas, de las cuales 1,2 millones son microempresas, luego no es claro de donde saca Botero el dato de 3 millones de empresarios.
Y además incluye en el mismo grupo a empresarios de grandes conglomerados empresariales como el grupo AVAL o el grupo antioqueño, hasta el tendero de la esquina, el vendedor ambulante de dulces o el campesino que tiene menos de una hectárea. Con esto borra de tajo las diferencias fundamentales existentes, no solo en la dimensión cuantitativa sino también cualitativa, dado que buena parte de esos millones de empresarios son apenas unos trabajadores por cuenta propia en condiciones muy precarias.
Pero lo que si reconoce el pastelero es que los empresarios son los responsables del país que tenemos: uno de los países más desiguales del mundo, un país donde el 37% de la población no obtiene ingresos suficientes para comprar la canasta básica y un 10% ni siquiera puede comprar los alimentos para estar mínimamente alimentado, un país donde un porcentaje grande de personas no tiene tres comidas al día, un país con más de 7 millones de desplazados, un país donde asesinan impunemente a los líderes sociales, etc., etc. Es un maravilloso país el que han forjado los pasteleros.
“El pastelero sabe elaborar un ponqué, al igual que todos los que le suministran los ingredientes saben cómo hacerlos y suministrarlos”. Según esta frase, parece que está pensando en los empresarios que elaboran los productos con sus propias manos, lo cual puede ser cierto en el caso de los trabajadores por cuenta propia de pequeña escala pero no en las empresas grandes y medianas. En estos casos, quienes elaboran los pasteles son trabajadores de diversas categorías, desde profesionales especializados (ingenieros, químicos, físicos, biólogos, etc.) hasta trabajadores manuales pero no propiamente los empresarios. Es posible que el pastelero Botero sepa hacer pasteles, pero con seguridad solo los preparará en su casa como diversión. En la mayoría de empresas capitalistas quienes saben hacer los pasteles y además los hacen, no son propiamente los empresarios. Se podrá decir que saben cómo organizar, dirigir y controlar a los trabajadores que hacen los pasteles, pero esto es claramente otro asunto.
“En Colombia, gracias al pastelero hemos tenido la fortuna de que el ponqué ha crecido casi todos los años, no al ritmo que nos hubiera gustado, pero si sacando de la pobreza a decenas de millones de compatriotas”. Efectivamente el ponqué, el producto nacional y el producto interno bruto ha crecido en Colombia todos los años y como bien lo dice, a unas tasas más bien mediocres. Pero no ha sido solamente gracias al pastelero, sino que es un resultado de 11 millones de trabajadores asalariados que hacen los pasteles, así no se les reconozca. Y eso de sacar de la pobreza a millones de compatriotas pues también hay que mirarlo con cuidado. Resulta que una enorme proporción de los pasteleros reales (trabajadores asalariados y por cuenta propia) son pobres y como señalamos la tercera parte de la población lo es. Pero si lo miramos además en perspectiva histórica en un plazo de dos siglos, como le gusta observar al pastelero Botero. En 1825 el Censo arrojó una población en la Nueva Granada de 1.229.259 personas[2]; asumiendo una tasa de pobreza, de 86% daría 1.057.163 pobres; casi 200 años después de la independencia de España, la instauración de la república democrática y el desarrollo del capitalismo, el resultado es 17 millones de pobres de los cuales cerca de 5 millones no logran siquiera alimentarse bien. No es el mejor resultado para defender nuestro vilipendiado sistema capitalista y sus pasteleros.
“El progre representa a los millones de izquierdistas que, más que crear riqueza, lo que buscan es repartirla”. “El progre por el contrario, no tiene la menor idea -y poco le importa- de cómo hacer un ponqué y mucho menos cómo proveer sus ingredientes” “El progre solo sabe repartir”. Aquí insiste Botero en el papel de los capitalistas como creadores de riqueza adoptando un enfoque que es común entre los economistas oficiales y defensores del sistema, consistente en ver solamente un aspecto, la producción de valores de uso. Efectivamente las empresas capitalistas producen objetos y servicios útiles pero no lo hacen porque quieran crear riqueza en abstracto o aumentar el ponqué nacional, lo hacen simplemente para obtener ganancias. Su finalidad en la sociedad no es tan filantrópica como quieren hacernos creer. Y además ignora que dentro de los “progres” que quieren un mejor reparto del ponqué hay millones que efectivamente hacen con sus manos los pasteles.
“Las huestes de los “progres” se han encargado de patearnos, incluyendo varios medios e incontables ONG”. Botero no precisa en que consisten los ataques de los progres pero resulta risible escuchar estos lamentos. Los pasteleros tienen a su servicio los grandes medios de comunicación y el Estado que no hacen sino destacar y glorificar su papel destacado en la sociedad, así que no resulta claro el por qué de las quejas. Las críticas provenientes de la izquierda son marginales y tienen poca acogida en dichos medios de comunicación. Pero es interesante ver que les fastidia la critica que señala el carácter explotador del capitalismo. Alvaro Uribe menciona también las campañas de descrédito de empresarios por parte de los socialistas.[3]
“Es hora de que los empresarios demos la cara y con orgullo defendamos y comuniquemos nuestros honroso y vital papel dentro de una sociedad libre y demócrata”. El mensaje es claro y define de paso el objetivo de los socialistas: es necesario explicar y comunicar cuál es el papel de los capitalistas y la naturaleza del capitalismo, hay que dejar de ser solapados como dice Uribe, hay que hablar de socialización de los medios de producción.
La argumentación de Botero es tan elemental que da vergüenza. El conocimiento técnico en las distintas ramas de producción así como las capacidades de planeación y de administración son también necesarias en una sociedad socialista. En una sociedad capitalista la producción está en manos de los capitalistas y por tanto, es una obviedad decir que son quienes se encargan de coordinar y dirigir la producción. Pero la lógica de esta sociedad es la ganancia y no la satisfacción de las necesidades sociales, por lo cual resulta muy difícil defender esto como un papel muy honroso. El capitalismo colombiano es la causa de la miseria y pobreza de millones de colombianos y de la explotación de la gran mayoría.
La crítica socialista se enfoca básicamente en el modo de producción existente; no es, en lo fundamental, un ataque personal o moral contra los capitalistas que personifican el capital y son también criaturas del sistema que se mueven dentro de sus condiciones. La critica no es además al reparto de los ingresos sino a una forma de organización social. El problema es que la gran mayoría de pasteleros reales, es decir, de quienes elaboran el ponqué nacional, son trabajadores asalariados que aunque producen todo el ponqué solo se quedan con la mitad de él; de acuerdo con el DANE los verdaderos pasteleros que son 11 millones se quedan con la mitad y 800.000 falsos pasteleros, los patronos se quedan con la otra mitad. Esto hace que la tajada de ponqué promedio de los capitalistas sea de 350 millones al año y la de los pasteleros reales sea de apenas 26 millones. Este es el verdadero papel vital de los pasteleros.
Si el ponqué nacional se distribuyera por partes iguales, a pesar de que no es tan grande como el de los países más desarrollados, sería suficiente para garantizar a cada colombiano una vida mucho más decente, en promedio, que la actual. La economía colombiana tiene la capacidad productiva para ofrecer una canasta de bienes adecuada a todas las personas. Pero la economía bajo el mando de los actuales pasteleros consiste en que unos pocos concentren y concentren cada vez más riqueza. Es apenas comprensible que los progres los quieran patear.
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[1] https://www.elespectador.com/opinion/el-progre-patea-al-pastelero/
[2] Miguel Urrutia y Mario Arrubla, Compendio de estadísticas históricas de Colombia, Dirección de Divulgación Cultural, Universidad Nacional de Colombia, 1970.
[3] “El viejo socialismo era más franco, los nuevos son solapados. En el viejo socialismo se hablaba de socialización y medios de producción; ahora lo que hacen es desacreditar empresarios” https://www.eltiempo.com/politica/partidos-politicos/expresidente-alvaro-uribe-habla-de-elecciones-en-2022-referendo-y-votaciones-en-estados-unidos-548268
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: https://www.las2orillas.co/
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