El palo sí está pa´ cucharas. Adagio popular colombiano.
El proceso actual de designación de rector de la Universidad Nacional probó, con todos sus ribetes, y especificidad, la realidad de la democracia en Colombia, que es todavía una sociedad heterónoma a todas luces [1].
Ahora bien, La Nacho[2] es una suerte de espejo y laboratorio de la crisis nacional, producto, en lo fundamental, de la presente transformación lenta casi imperceptible del sentido común dominante, que fue agrietándose desde los más cercanos acontecimientos de rebeldía estudiantil de alcance nacional que aparecen en el año 2010.
Aquella transformación acompaña el deslumbrante, contradictorio devenir de la MANE que movilizó a miles de jóvenes en Bogotá. Movilización replicada en un conjunto de capitales del país durante varias jornadas.
La MANE, autoproclamada heredera de las luchas de 1971, en particular, de su Programa Mínimo, no solo probó en la práctica la vigencia, la no realización de varias reivindicaciones puestas en la agenda in illo tempore. Entonces ella puso al día, elaboró en el papel también su propia carta de navegación en 2010. Pero sucumbió en su misión práctica reformista, aunque contuvo, movilizada en las calles y deliberante en los campus, la contrarreforma educativa neoliberal del gobierno de Juan Manuel Santos.[3]
De ese modo, la MANE estableció un primer muro de contención al voraz apetito neoliberal desatado contra los vestigios de lo común sobreviviente en los estrechos espacios de educación pública.[4]
Concurso de resistencias subalternas
Al estallido universitario se sumó una segunda trinchera de resistencia construida desde la sociedad civil rural: la acción del campesinado protestante, atacado por la apertura neoliberal en su corazón productivo. Desembocó en el Paro agrario nacional, con destacada vocería de César Jerez, quien desde la dirección colectiva de la movilización sobre Bogotá contrastó otra mentira presidencial mayúscula por boca de Juan Manuel Santos.[5]
De momento, ambas acciones de la multitud subalterna aplazaron la catarata de fake news como tácticas de la derecha liberal y la reacción política coaligadas, durante dos turnos presidenciales[6]. No es así ahora, cuando son la comidilla altisonante actual de la reacción, que descarada difunde el evangelio de las fake news con apoyo cínico de los media mainstream, bajo tutela del gran capital financiero.
Ahora el descrédito mediático en redes, prensa hablada y escrita es la palabra de orden contra la oposición progre y de izquierda que juntándose se hizo al gobierno de Colombia en la segunda vuelta después de doscientos años.
La nueva Oposición, derecha y reacción unidas, en respuesta a la insurgencia social subalterna busca contener la permanencia del Pacto Histórico, desarticular lo que queda del Frente Amplio, como bloque histórico en construcción; y aplastar con el filibusterismo legislativo sus prometidas reformas sociales. Una de las cuales, la menos publicitada y conocida es la doble reforma a la educación pública, cuyos primeros borradores ya circulan.
Volviendo con la praxis de la MANE, sus críticos señalan que la afectó de muerte un miope ejercicio centralizador, una inveterada manía burocrática que arrastró los defectos de una trasnochada cultura política de la izquierda universitaria.
En todo caso, dispuesta a las manipulaciones, a la exclusión de rivales y adversarios, y, en últimas, presa de ejercicios de recortada autonomía, la MANE reprodujo en su seno una conciencia política económico corporativa.
La precuela de la universidad de y para la guerra
“La policía mató anoche al estudiante Gonzalo Bravo.” El Fígaro. Bogotá, 8 de junio de 1929.
La conciencia política corporativa, chata, bajo control liberal, todavía permanece enquistada en la perversa táctica contra-reformista de la universidad de y para la guerra.[7] La exitosa estrategia reaccionaria en el campo de la educación superior y de la cultura que reproduce los privilegios en la guerra social cultural es el complemento de la dominación sin hegemonía de larga duración del bloque en el poder que implementó al comando servil, dependiente y neocolonial, desde la década de los veinte del capitalismo estadounidense en expansión en Colombia.[8]
En 1930, recordemos, la llamada República Liberal produjo un respiro en términos de cultura y educación nacional. Porque entonces condujo la restauración de la Universidad Nacional, construyendo su propio campus, en un terreno cruzado de humedales. Bajo la presidencia de Alfonso López Pumarejo con la asesoría de Germán Arciniegas, el publicista de la reforma de Córdoba,[9]y el diseño urbanístico de Leopoldo Richter,[10] un discípulo heterodoxo del Bauhaus.
Aquel interregno civilista lo hundió la oposición acérrima del conservatismo, pero, sobre todo, la división inconciliable al interior de la conducción del partido liberal. Conflicto producto de la inconsecuencia liberal gobernante en el impulso de las reformas sociales, en particular, la agraria que ajustara cuentas, por fin, con el orden semifeudal.[11]
El liberalismo dividido entre Turbay y Gaitán, perdió la presidencia siendo mayoría. Ganó Mariano Ospina Pérez, en minoría, bajo la amenaza de su rival Laureano Gómez de clara estirpe falangista, defensor de los terratenientes, de los fueros de la Iglesia católica, la familia monogámica. Dispuesto, ante todo, a reconquistar el poder político en el campo, afectado por el agrarismo reivindicador, para el partido Conservador.
Con todo, sin estar sujeta a “la ley de los caballos”, la clase media baja liberal modernizante, con estudios universitarios, se animó al ensayo de proyectos de oposición de izquierda, al lado de nuevas manifestaciones literarias, artísticas y culturales. Las universidades liberales, creadas por los masones fueron el foco principal de agitación, organización y propaganda de las ciencias, las artes y la filosofía moderna. Por ejemplo, la Universidad Libre[12] prohijó la UNIR que duró poco, disuelta cuando Gaitán regresó al partido Liberal, dizque para concretar su programa reformista.
A raíz de su asesinato, quien era rector de la U. Nacional, Gerardo Molina, junto a destacados jóvenes dirigentes del gaitanismo protagonizaron un connato de insurrección, una junta revolucionaria convocada desde la radio Nacional. Al no prosperar tuvieron que exiliarse, y se impuso rector militar a la Universidad Nacional. Este estado de cosas se prolongó hasta el pacto excluyente del Frente Nacional (1958).
A la UNIR la siguió un nuevo intento político de oposición por fuera de la hegemonía bipartidista, la Liga de Acción Política (1943) con la animación de Antonio García Nossa.[13] Este nuevo experimento sirvió de base para que en 1951, fundara el Movimiento Socialista Colombiano con el apoyo de Luis Emiro Valencia, Mauro Torres, Armando Suescún, el exrector Gerardo Molina, que había regresado del exilio, entre otros.
Dominación sin Hegemonía
“…En este sentido la dirección política se ha convertido en un aspecto de la función de dominio, porque la absorción de las elites de los grupos enemigos lleva a la decapitación de estos y a su aniquilación por un periodo a menudo muy largo…” El problema de la dirección política, en: Antología Gramsci.Ediciones Akal, Madrid, 2013, p. 434.
Estos brotes de oposición política en Colombia, que tuvo intentos primigenios desde el siglo XIX, volvió a experimentar la contención brutal del despertar democrático de los subalternos, cuando un nuevo grupo de intelectuales, liberales, anarquistas y comunistas se articuló al ciclo de las luchas campesinas contra el latifundio cafetero en los años treinta y cuarenta del siglo XX.[14]
El país político cortó este segundo avance de la revolución democrática,[15] cuando juntos campo y ciudad en un nuevo sujeto identificado e interpelado como pueblo demanda la paz para Colombia a través de un caudillo de multitudes, Jorge Eliécer Gaitán. La respuesta contundente fue el magnicidio de un dirigente civil que desestimó el riesgo de la eliminación física en la coyuntura marcada por los albores de la guerra civil que se vivía[16].
Segundo, la legitimación del orden contra-reformado, a raíz de la exclusión de las terceras fuerzas, la potencial oposición civil preexistente de cuño democrático, tuvo que acudir al uso de la excepcionalidad como herramienta de orden después de 1958. Fórmula en la que insistió torpemente hasta la asamblea constituyente de 1991. La ejerció hasta el abuso, cuando perdió la elección presidencial enfrentada a una fuerza popular, Anapo.[17]
Durante ese largo periplo se impuso una dominación sin hegemonía, con cortísimos paréntesis de legitimidad que agotaban las tácticas de cooptación, transformismo o liquidación de las direcciones subalternas, cuando se salían o cuestionaban los libretos del bipartidismo creador del Frente Nacional en procura de una autonomía política y social.
Durante la restauración reaccionaria tuvimos el periodo paralelo de la universidad condicionado por el pacto pro-paz bipartidista que buscó “reformar” la universidad pública con la cotutela del gobierno estadounidense de la guerra fría, amenazado por la revolución cubana que pronto se proclamó socialista. Pero, aquella modernización sin democracia explotó con las protestas y movilizaciones universitarias y estudiantiles que lideraron primero Camilo Torres y el proyecto del Frente Unido[18]. Audesa, la organización estudiantil de la UIS, marcó una agitación masiva, cuando organizó una marcha nacional para denunciar la injerencia imperialista y el gobierno autoritario de los claustros.
Con estos antecedentes de los años sesenta y setenta,[19] la MANE probó no ser apta para llevar la reforma democrática de la Nacho, al luchar en dos frentes: la nación, y el gobierno universitario autoritario. Eso sí, enfiló baterías para lograr la solidaridad de otros sectores sociales en conflicto, pero encalló con ejercicios sectarios en los espacios regionales que dieran alas definitivas a una reforma democrática que conquistara el derecho fundamental a la educación pública. Sí contribuyó como escuela de autonomía que propición y propulsó la confluencia de fuerzas subalternas plurales en los movimientos Social y Político Marcha Patriótica,[20] y Congreso de los Pueblos.[21]
Aquella lucha subalterna universitaria para nada demerita sus alcances, y los intentos de forjar alianzas por fuera del sistema, que construyen valiosos mojones de hegemonía en la sociedad civil. La movilidad de las clases medias le ofreció los sectores intelectuales, que sirvieron de levadura que articuló otros sectores sociales movilizados nacional y regionalmente.
Su politización y radicalización en las periferias urbanas de Bogotá, Cali, Pasto, nutren el fortalecimiento de una tercera fuerza con presencia sostenida que primero hace posible el triunfo del Pacto Social en la alcaldía de Bogotá, y, en simultánea, aporta cuadros a la construcción del Polo Democrático Alternativo que levanta la candidatura de Carlos Gaviria contra Álvaro Uribe Vélez.[22] En su devenir hace posible la existencia de un tercer partido con raíces fundacionales en el despertar político de los grupos y clases subalternas, quienes luchan por alcanzar la autonomía integral en su hacerse Estado.
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[1] Expresión del pensador greco-francés Cornelius Castoriadis, vocero de la nueva primavera de las autonomías en Europa, con uno de los epicentros a París en la década de los 60.
[2] Apelativo cariñoso para la Universidad Nacional de Colombia, así renombrada antes de llamarse Universidad de la República de los Estados Unidos de Colombia, por el general Santos Acosta al triunfo del Radicalismo. Fue, previamente, Universidad Central como parte de la trilogía formada junto a Quito y Caracas. Creada por voluntad de Francisco de Paula Santander, sien presidente encargado, en medio de las guerras de Independencia.
[3] La propuesta de reforma a la Ley 30 de 1992 la engavetaron en el Congreso. No había legisladores suficientes con interés de apoyarla. Aquella sobrevive como un documento de referencia para las luchas posteriores.
[4] Lo común tiene al menos una doble historia, la que recuperó el matrimonio Ostrom, en clave liberal socializante, y la que puso a circular la trilogía Imperio, de Hardt &Negri. Revisar también de Christian Laval y Pierre Dardot, La nueva razón del mundo (2013). Un revelador ensayo sobre la llamada sociedad neoliberal que había empezado a auscultar el último Michel Foucault.
[5] De la primera fue protagonista Álvaro Uribe Vélez, quien al reclamo de las madres de Soacha negó más de una vez, la existencia de “falsos positivos” perpetrados por el ejército contra civiles, 6402 asesinatos, entre los años 2002-2008. Probados por la JEP en informe que hizo público en febrero de 2021. Corresponde al macrocaso 03, Asesinatos y desapariciones forzadas presentadas como bajas en combate por agentes del Estado.
[6] Santos y su sucesor Iván Duque, toda vez que la reacción pasó al comando del bloque en el poder, para oponerse con “alma, vida y sombrero” a la paz pactada con la insurgencia subalterna de las Farc-Ep (2016).
[7] El segundo episodio de guerra social larvada contra la universidad en rebeldía lo protagonizaron unidades del recién llegado Batallón Colombia, que reprimieron las protestas estudiantiles, durante la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla. La masacre se produjo el 8 de junio de 1954, al conmemorarse los 25 años del asesinato del estudiante de derecho Gonzalo Bravo Pérez, cuando transitaba por carrera octava con calle novena en Bogotá. Se dirigía al Café Capitolio, cuando la policía apostada en el palacio de San Carlos, disparó a un comité de manifestantes, a las diez y media de la noche del 7 de junio de 1929. Ver: Carlos Medina Gallego, 8 y 9 de junio. Día del estudiante caído. Crónicas. Facultad de Derecho y Ciencias Políticas. Universidad Nacional. Bogotá, 2013, pp. 44-45. Había una peregrinación a su tumba, que el ministerio de gobierno no autorizó el día 7 de junio. Los organizadores dijeron que no era una manifestación sino una peregrinación al Cementerio Central que nunca requirió de permiso. El desfile desde la Nacho llegó a las puertas del campo santo, presidido por las candidatas al reinado estudiantil con ofrendas florales. El presidente ordenó el retiro de la policía.
[8]El comienzo de esta estrategia coincidió con la crisis de la hegemonía conservadora arrodillada a la penetración imperialista en Colombia, que impuso enclaves de explotación del banano y del petróleo. Ello condujo a la huelga obrera en las bananeras que fue reprimida en diciembre de 1928. El gobierno de Abadía Méndez dio la orden al ministro de guerra Rengifo, y éste al general Cortés Vargas de atacar a los manifestantes con el ejército en armas produciendo una cantidad de muertes aún no establecida.
Al final de la II Guerra Mundial, y bajo el nuevo reparto del mundo, Colombia, socia de la Unión Panamericana, aliada de los Estados Unidos, dispuso con el general Marshall, un procónsul de la reconstrucción, la creación de un nuevo organismo internacional para preservar a América Latina de la influencia de la URSS.
Previamente, se había firmado el TIAR, Tratado interamericano de Asistencia Recíproca, en Río de Janeiro, el 2 de septiembre de 1947. Un desarrollo de la doctrina Monroe, un pacto, en apariencia, para la defensa mutua, que incluye también la región entre Alaska, y Groenlandia, en el norte, y en la zona ártica hasta las islas Aleutianas. Es el primero de los tratados, que antecedió a la OTAN, firmada en 1949.
Con tal antecedente político militar, nació la OEA, en Bogotá, cuyo primer secretario fue el colombiano Alberto Lleras Camargo, cuando el canciller era el conservador Laureano Gómez. Por aquellos días coincidieron también la presencia de Fidel Castro, en acción de protesta antiimperialista, y el asesinato de J.E. Gaitán, a quien se había vetado participar de las deliberaciones de la conferencia fundacional, cuando era el jefe del liberalismo, la fuerza mayoritaria en el Congreso del país anfitrión.
[9] Con la revista Universidad, ejerció influencia sobre Los nuevos, la generación liberal modernizante, cuyos extremos eran Alberto Lleras y Jorge E. Gaitán, con dos figuras intermediadoras, Darío Echandía y Gabriel Turbay.
[10] Visto desde el cielo, aún hoy, con los recortes territoriales sufridos, el trazo, la silueta del búho de Minerva da unidad al campus que permitía la circulación del transporte público por sus predios. Hasta que se produzco el encerramiento de la llamada Ciudad Blanca.
[11] Operación imposible con el hijo de Pedro López el dueño del Banco López, quien vivió las subidas y bajadas de la comercialización del café en los mercados internacionales de los años veinte hasta la quiebra definitiva.
[12] Fundada en 1923 por la dupla del general Benjamín Herrera y el pedagogo Cesar Julio Rodríguez, gerente del proyecto, mandatados por la Convención de Ibagué, quienes se dieron la maña para conseguir los fondos iniciales que la hicieran plausible. El punto de partida fue la llamada Universidad Republicana.
[13] Profesor de la U. Libre y Nacional. En esta García Nossa fundó el Instituto de Economía (1943). Con ocasión del levantamiento popular en Bogotá (1948), fue perseguido y destituido como profesor de la U. Nacional por el gobierno de Laureano Gómez en 1950.
[14]Hubo epicentros principales en los departamentos de Cundinamarca y Santander. En el primero ensayó su fuerza orgánica la UNIR dirigida por Jorge Eliécer Gaitán. Ganó las elecciones municipales de Fusagasugá, Pandi e Icononzo en 1934.
El último episodio independiente de la UNIR, cuando logró elegir dos representantes a la Cámara, y a Diego Luis Córdoba del Socialismo independiente, aconteció en 1935. Gaitán, en cambio, participó en la lista liberal. En la primera, el centro fue la hacienda del Chocho que tenía 23.850 fanegadas, primera productora mundial de café, entre los municipios de Tibacuy, Fusagasugá y Soacha. Se desarrolló un conflicto agrario con una cosecha sangrienta, cuando se reprimió la protesta campesina.
Las luchas agraristas destacaron los liderazgos de los hermanos Germán y Andrés Velásquez, Raúl y Roberto Acosta, con la orientación gremial de Erasmo Valencia y el Partido Agrario Nacional, y política de Gaitán desde la recién creada UNIR. El gobierno liberal de Enrique Olaya Herrera compró la hacienda a los hermanos Caballero, Manuel, Carlos y Ángel, para parcelarla y entregarla a los campesinos. Es la marca de un remedo de precaria reforma agraria que continuó Alfonso López Pumarejo en la llamada “revolución en marcha.”
[15] El primer ensayo democrático fue aplastado militarmente en 1854, por una primera alianza bipartidista, a cuya cabeza estuvo otro general bolivariano, el caucano Tomás Cipriano de Mosquera.
[16] En notas del Risorgimento, Antonio Gramsci acuñó la expresión revolución pasiva para aprehender los procesos políticos tardíos, desde arriba, de imposición del desarrollo capitalista en formaciones sociales con rasgos premodernos cuantitativamente mayoritarios.
Describió cómo las direcciones intelectuales de oposición, liberales, como el partido de la Acción de Mazzini y Garibaldi, fueron objeto de prácticas de cooptación, transformismo y liquidación física por los Moderados del príncipe de Cavour, para quebrar la autonomía potencial de los grupos subalternos fundamentales. Ver al respecto de Antonio Gramsci, El problema de la dirección política en la formación y el desarrollo de la nación y del estado moderno en Italia. En: Antología. Selección, traducción y notas de Manuel Sacristán. Editorial Akal, Madrid, 2013, pp: 433-35.
[17] La Alianza Nacional Popular, junto con fuerzas disidentes liberales y conservadoras, y contingentes socialistas e independientes construyeron una plataforma populista que interpeló de manera preferente a las populosas barriadas de las grandes ciudades, donde se aclimataban miríadas de campesinos expulsados de los campos por la violencia y el hambre juntas.
[18]Tenía una influencia clandestina de la insurgencia subalterna del ELN, la cual se probó con la marcha de parte destacada de su dirigencia que se enmontó. Episodios conflictivos y mortales, que quedan en parte consignados en el escrito de Jaime Arenas, el más notable dirigente de Audesa, activo en la plataforma de Frente Unido, quien desertó de la guerrilla. Aceptó trabajar como asesor de su paisano, Luis Carlos Galán Sarmiento, el más joven ministro de educación, y fue asesinado por un comando urbano del ELN en las calles de Bogotá.
[19] La etapa de los rectores policía, y la disciplina militar dentro de los campus. La Nacho en Bogotá fue el modelo para garantizar la disciplina en las aulas.
[20] El origen se remonta al 20 de julio de 2010, cuando en Bogotá se hizo la “La marcha patriótica y cabildo abierto por la independencia, contra las políticas reaccionarias de Álvaro Uribe Vélez, pero se funda el 21 de abril de 2012.
[21] Tuvo su lanzamiento entre el 8 y 12 de octubre de 2010, en la Universidad Nacional. Con la propuesta de “país para la vida digna y con justicia social en Colombia”, y la construcción de siete mandatos como forma de ejercicio del poder popular. Es una tendencia nacionalista de izquierda que ha tenido varios encuentros y movilizaciones en Cali, 2011, Bogotá, 2013, en impulso al Congreso para la paz que aprobó una declaración final el 22 de abril.
[22] Procesos electores que marcan la consolidación de una tercera fuerza civil distinta del bipartidismo. Fuerza que tuvo su bautismo en el extraordinario resultado obtenido al convocarse la asamblea constituyente de 1991.
Miguel Ángel Herrera Zgaib, PhD, Profesor asociado, Ciencia Política, U. Nacional, Director Grupo Presidencialismo y Participación.
Foto tomada de: Cambio Colombia
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