En efecto, hay países que dilapidan sus recursos naturales mientras que otros —los menos— los suplen o los protegen.
Despilfarrar en el presente lo que necesitaremos en el futuro
De acuerdo con el Banco Mundial (BM), el derroche de los recursos no renovables —combustibles fósiles y minerales— y la sobreexplotación de los bosques conducen a la liquidación del capital social de un país. Y ocurre cuando estimulamos con ellos el consumo presente en vez de invertir en un capital nuevo que reemplace lo que se consume. Es decir, tomando prestado del futuro del planeta para despilfarrar en el presente.
Los recursos minerales
La producción minera y sus materias primas han dependido siempre de las tecnologías preponderantes en un momento determinado. En el pasado, lo fueron el hierro, el acero, el níquel, el aluminio, el oro y el cobre. En el presente digital, las “tierras raras” (REE2), el litio y el cobalto.
“Tierras raras”
China es su principal productor —70% del total mundial y 40% de las reservas. Le siguen a gran distancia Vietnam, Brasil y Rusia. Indudablemente, la guerra comercial entre EEUU y China es consecuencia de la necesidad de compra del primero en el “patio” del segundo… Ahora bien, el auténtico problema es que hay un gran desequilibrio entre la localización de la oferta y de la demanda de tierras raras y de la mayoría de minerales. Aunque el otro gran problema es que parte de dichas riquezas está en países corruptos, nada transparentes y muy frágiles. Potencian economías ilegales e incontroladas donde se originan conflictos para hacerse con el control de esas riquezas. Tenemos ejemplos bien conocidos en África y Asia.
Zambia, República Democrática del Congo y Chile exportan algún mineral perteneciente al grupo citado, como el cobre o el cobalto. Si un país depende de uno o dos minerales, queda muy debilitado económica y socialmente. Solo la diversificación exportadora le puede dar un cierto grado de autonomía.
Producción y comercio del sector minero
Anualmente, vende entre 650.000 y 700.000 millones de dólares. En 2021, las 50 primeras empresas mineras tenían un capital de 1,4 billones de dólares. Los países que dominan la minería son China, Reino Unido, Australia, Canadá, Sudáfrica y EEUU. China es el mayor productor, consumidor y comercializador minero del mundo. La principal empresa minera es la anglo-suiza Glencore, que facturó 142.000 millones de dólares en 2021. Muy por encima de las siguientes —las australiano-británicas BHP y Río Tinto—, que facturaron entre 44.000 y 46.000 millones de dólares.
China destaca en la producción de oro, plomo, molibdeno, zinc, estaño y hierro. EEUU, en molibdeno, oro, plomo, cobre y zinc. Rusia, en oro, plata, hierro, cobre y plomo. India, en zinc y hierro. Australia también es una potencia minera de primer orden.
El uranio
Alimenta las centrales nucleares y su control es esencial. Lo necesitan, sobre todo, EEUU, Francia, China, Rusia, Japón, Corea del Sur e India. De forma harto cínica, la Unión Europea (UE) decidió considerar la energía nuclear como una “energía de transición”, es decir, “verde”. La consecuencia fundamental es que volverán a construirse centrales nucleares y el uranio será más buscado y cotizado. En 2020, se produjeron 47.731 toneladas de uranio en las minas de 15 países.
Kazajstán produjo el 41% del suministro mundial en 2019, lo cual convierte el país en ficha estratégica rusa, que no tolera ningún problema sociopolítico. Se trata de un “patio trasero” de Rusia caracterizado por la corrupción política. Su principal empresa productora es la estatal Kazatomprom (10.736 Tm en 2020). A continuación, aparecen la francesa Orano (4.453 Tm) —en la que el Gobierno francés tiene una participación del 45%—, la rusa Uranium One (4.276 Tm), la británica CGN (3.671 Tm), la uzbeca Navoi Mining (3.500 Tm), la china CNNG (3.333 Tm), la anglo-australiana BHJP (3.062 Tm), la canadiense Cameco (3.021 Tm) y la rusa ARMZ (2.846 Tm).
En cuanto a las reservas, hay 6,1 millones de Tm. El 28% en Australia, el 15% en Kazajstán, el 9% en Canadá, el 8% en Rusia y el 7% en Namibia.
Incidencia de las tecnologías en países con minerales necesarios
Los rápidos cambios tecnológicos influyen en el interés que las empresas tienen en los países que los poseen. El resultado es la enorme especulación que rodea el ámbito minero. También los conflictos armados que surgen del intento de dominar el territorio que los posee por parte de las grandes potencias. Un buen ejemplo es Afganistán, que posee reservas de bauxita, cobre, hierro, litio y tierras raras. Primero, fue ansiada por la antigua URSS. Después, por EEUU.
Los “países buitre”
Aquellos que están al acecho de las circunstancias políticas de los países en conflicto que son ricos en recursos naturales. Ocurrió con la rápida aceptación de los talibanes afganos por EEUU, aunque ningún país —o, mejor, empresa— arriesga grandes inversiones en territorios tan inestables políticamente.
La expropiación del Ártico
Zona situada al norte del círculo polar ártico (66º 33’N) que afecta a ocho países: Canadá, Dinamarca (Groenlandia), EEUU (Alaska), Finlandia, Islandia, Noruega, Rusia y Suecia. Finlandia, Suecia e Islandia o no tienen territorio o muy poco, por lo que no pueden disputarse el control de la criosfera ártica.
En 2008, Canadá, Dinamarca, EEUU, Noruega y Rusia se manifestaron en contra de cualquier regulación ártica que no fuera de su iniciativa y competencia exclusiva. No querían que ningún país interfiriese en sus intereses. Si bien han cooperado entre ellos, no parecen conscientes de que los resultados de su extracción afectan a todo el planeta.
“Intereses árticos” de Rusia, China y EEUU
El deshielo del Ártico ha creado grandes expectativas en varias empresas mundiales, como acortar las rutas marítimas de sus cargueros por la Ruta del Norte, la Ruta del Noroeste y la Ruta Central.
Según el Instituto Geológico Nacional de los EEUU, la zona ártica alberga mucho oro, platino, diamantes, petróleo y gas natural. También bastante paladio, cobalto, níquel, tungsteno y zinc, además de otros minerales.
La zona, pues, es muy apetecible para las empresas extractivas, también porque ya escasean las materias primas. Por eso, en 2012, se creó el consorcio Circum-Arctic Mineral Resources Project, en el que participan Canadá, Dinamarca, Finlandia, Noruega, Rusia, Suecia y EEUU.
Además de petróleo y minerales, Groenlandia tiene una décima parte de “tierras raras”, de gran interés para China. Su brutal deshielo la ha convertido en la “tierra prometida” de las industrias mineras mundiales a partir de 2003. El expolio promovido por su Gobierno ha tenido consecuencias brutales sobre la población autóctona y el medio ambiente.
Alaska vive de petróleo y gas, lo cual le proporciona el 80% de sus ingresos, por lo que es muy vulnerable a los cambios de precios. En 2013, la Administración Obama aprobó el documento National Strategy for the Arctic Region, que combinaba la protección medioambiental con las nuevas oportunidades económicas de la región en un clima de cooperación con los restantes países. En 2017, Trump ordenó abrir pozos en alta mar para extraer gas y petróleo a pesar del devastador impacto en las personas, la fauna y el clima en el Ártico. En 2021, la Administración Biden decretó la protección y promoción de los intereses de los EEUU en la zona. Su objetivo, hacer frente al cambio climático, mejorar la seguridad nacional y económica de los EEUU y fomentar la coordinación en la región, sobre todo con los pueblos indígenas.
Rusia es el país con más territorio en la zona. La mitad de los 4 millones que allí viven son rusos. También es la de mayor presencia militar y mayor proporción de recursos minerales e hidrocarburos. Es, por tanto, el país con más intereses, aunque está dispuesto a compartirlos combinando cooperación, competición y nacionalismo. A partir de 2014, intensificó su relación con China para explotar más el Ártico. Además, creó la Zona Ártica de la Federación Rusa, con un Programa de Desarrollo Económico y Social para el Ártico que abarcaría hasta 2020.
China es miembro observador del Consejo Ártico porque tiene allí muchos intereses: rutas marítimas y necesidad de todo tipo de minerales y suministros energéticos. Su aliado es el Gobierno ruso.
El lobby energético y las dependencias de las importaciones
La economía actual depende de la energía y hay sectores que “devoran” energía.
Desde hace años, hay dinámicas de consumo energético insostenibles porque inciden en el calentamiento del planeta y el consiguiente cambio climático. La necesaria y urgente transición de energías fósiles a renovables es una tarea difícil de controlar por el inmenso poder de las grandes empresas energéticas, tanto públicas como privadas. El desafío es lograr que los países emergentes con mayor crecimiento económico no sigan los pasos de las grandes economías.
Según la Agencia Internacional de la Energía (IEA), el 36,6% es consumido por la industria (acería, química, cementera), el 30% por residencia y comercios, y el 28% por transportes (fundamentalmente, de carretera).
El carbón es el principal contaminante; sin embargo, los gigantes de la inversión mundial siguen apostando por él. Las cuatro entidades más potentes están en EEUU: BlackRock, Vanguard, Capital Group y State Street. Además, desde el Acuerdo Climático de París (2016-2020), el BM ha proporcionado 12.000 millones de dólares en financiación directa a proyectos de combustibles fósiles a más de 35 países.
Los tres países que concentran la mayor parte de la producción energética mundial son China, EEUU y Rusia. En los dos primeros, predomina el consumo interno; en Rusia, el mercado exterior. Ninguna de ellas depende de importaciones, pero Rusia sí que depende de sus exportaciones.
Emisiones contaminantes
El carbón es el responsable del 41% de las emisiones de CO2 a la atmósfera; el petróleo, del 31,5%; y el gas natural, del 20,2%.
Hay 20 c0mpañías —la mayoría petroleras— responsables de los dos tercios de emisiones de carbono. Son las más contaminantes del planeta y constituyen un lobby muy poderoso, con amplias ramificaciones financieras y políticas.
El sector energético es responsable de las tres cuartas partes de las emisiones que están elevando las temperaturas medias mundiales más de 1.1ºC desde la era preindustrial.
El negocio energético
Según la IEA, los patrones comerciales, las políticas de producción y la geopolítica son fundamentales para la energía, a pesar de un viraje hacia la electrificada y las renovables.
En parte, está vinculado a la forma en que se realiza la transición energética, que afecta al petróleo y al gas a medida que los suministros se van concentrando en un grupo más reducido de países ricos en recursos. Los precios más altos o más volátiles de minerales críticos —litio, níquel, cobre, tierras raras…— podrían ralentizar el paso a una energía limpia o hacerlo más caro.
El negocio energético mueve billones de dólares al año a través de más de diez empresas que facturaron más de 100.000 millones de dólares en 2019.
Dificultades para conseguir la transición energética
Su objetivo es disminuir el calentamiento global del planeta y el cambio climático. Buscan reducir radicalmente el petróleo y el gas, pero, por ser elementos centrales de la economía, no está ocurriendo. A dichos obstáculos, se suma su tradicional alianza con la industria química, la petroquímica y la adicción de los consumidores a los plásticos y los fertilizantes, elaborados a partir del petróleo.
La mayor parte de los complejos petroquímicos mundiales están en Asia: India, Corea del Sur, Singapur. También hay alianzas entre ese sector y las grandes compañías petrolíferas. La petrolera saudí Aramco es un paradigma.
La mayor parte del consumo de productos petroquímicos está en la zona Asia-Pacífico.
Las empresas más importantes del sector son: BASF (Alemania), Down Chemical (EEUU), ExxonMobil Chemical (EEUU), Reliance Group (India), LyondellBasell Industries (Países Bajos), Total (Francia), BP (Reino Unido), Royal Dutch Shell (Países Bajos y Reino Unido), Chevron (EEUU), Corporación Nacional de Petróleos de China (CNPC), Saudi Aramco (Arabia), Corporación Petroquímica de China (SINOPEC) e Ineos (Reino Unido).
La UE depende de las importaciones de energía procedentes de países no miembros. Sobre todo de Rusia y de petróleo y gas natural. Es una de sus máximas preocupaciones políticas, relacionadas con la seguridad del abastecimiento energético. En 2020, el 57.5% de la energía bruta procedía de fuera. Las principales economías europeas dependen en gran medida del exterior.
Incidencia medioambiental de petróleo y gas
Según la IEA, la producción de petróleo es la responsable del 40% de las emisiones de metano, con fugas en toda la cadena de valor del gas natural, que representa el 60% restante.
Los tres países con mayor producción petrolera en 2020 fueron EEUU, Arabia Saudí y Rusia, con un 43% del total mundial. El máximo consumo está concentrado en EEUU y China. Rusia es autosuficiente en petróleo. EEEUU produce tanto como consume.
EEUU y Rusia son los mayores países productores de gas, seguidos de Irán, China, Qatar y Canadá. Las diez principales compañías de gas natural del mundo son EEUU, Rusia, Arabia Saudí, Países Bajos, China, Reino Unido y Francia. Cinco de las diez grandes economías mundiales tienen empresas que son propietarias de la explotación del gas. La compañía de petróleo y gas más grande del mundo es la China National Petroleum (PetroChina). Las principales empresas de China, Arabia Saudí y Rusia son estatales.
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1 El presente artículo ha tomado los datos de Hegemonías, bloques y potencias en el siglo XXI, de Vicenç Fisas. Editorial Catarata.
2 Formadas, sobre todo, por lantánidos. Son necesarias para la fabricación de armamentos y algunas tecnologías punteras (móviles, equipos médicos, electrónica, turbinas eólicas, baterías de coches híbridos…). Se llaman “raras” porque los 17 elementos que los componen no se encuentran en altas concentraciones en la naturaleza, por lo que su explotación es más dificultosa y de elevado impacto ambiental.
Pepa Úbeda
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