Esta fórmula de gobierno de coalición nacional fracaso por dos razones: la primera ideológicamente los personajes estaban en la otra orilla, por lo tanto, no compartían temas esenciales de las reformas y lo segundo esta coalición no tenía fuerza parlamentaria que ayudara a inclinar la balanza. Por eso, este camino fue el equivocado, así lo evidencian los resultados precarios que llevaron al gobierno nacional a un callejón sin salida. Es decir, se nos cruzaron los caminos.
Al gobierno nacional bajo esta coalición, le aprobaron una reforma tributaria muy bien peluqueada con cuchilla No. 1, inicialmente la meta del gobierno era recaudar por esta vía 50 billones para la inversión social; pero finalmente fue recortada a 20 billones por el Congreso de la República, y las demás reformas pasaron al congelador. Así que, la gran apuesta del gobierno nacional de hacer aprobar en el Congreso de la República sus principales reformas estructurales en el primer año, no sucedió.
En la última entrevista al periodista Daniel Coronel, el Presidente reconoció que se equivocó de camino y lo calificó como “un error histórico” de su parte. Lo cierto es que los parlamentarios utilizaron la vieja táctica del engaño y se salieron con las suyas y neutralizaron al gobierno del cambio que, fue sometido a un año de desgaste con una agenda legislativa atascada.
Este primer año, ha sido el año de las dificultades con el trámite de las reformas engavetadas, más la férrea oposición de la clase política tradicional, la guerra mediática de los medios de comunicación tradicionales y la guerra blanda de la elite contra el gobierno del cambio. Y en medio de esta guerra híbrida, el gobierno toma la decisión de aumentar el costo del combustible, da la impresión que el gobierno nacional le compro la idea a Ocampo, Ministro de Hacienda, de incrementar el precio de la gasolina para tapar el hueco fiscal por 32 billones que había dejado el Gobierno de Duque, un plan de ajuste de precio de la gasolina agresivo, que ha puesto en aprieto al gobierno en medio de un mal momento de la economía en particular por una inflación disparada y una crisis social que también heredamos del anterior gobierno. Aquí surge una duda respecto al ajuste del precio de la gasolina ¿era necesario esa medida tan impopular y drástica en el primer año de gobierno y en un año electoral?
Desconozco cuál sea la valoración del gobierno nacional de cara a las elecciones de octubre de 2023 pero no tengo duda que son unas elecciones territoriales estratégicas para el cambio, un resultado favorable para las fuerzas alternativas es deseable en los municipios y departamentos porque oxigenaría la política en las regiones y ayudaría muchísimo al gobierno del cambio en la implementación de las políticas del plan nacional de desarrollo y la gobernabilidad en los territorios.
Otra situación que se percibe como critica que no se tuvo en cuenta en este primer año de camino del gobierno nacional fue el campo en disputa con el poder tradicional y el poder burocrático que, ante la derrota electoral, rápidamente ponen en marcha su estrategia de confrontación y desgaste a través de las distintas ramas del poder público. El país institucional estaba acostumbrado a la rotación del poder nacional entre políticos tradicionales. Así que, el aparato burocrático está diseñado para este tipo de giro. Por consiguiente, el triunfo de Gustavo Petro significó la derrota de la rotación del poder político tradicional pero no el desbarajuste de la burocracia estatal que, necesariamente nos conlleva a un nuevo campo de batalla política contra el poder burocrático o el poder de los mandos medios, como lo llamaba el ex presidente López Michelsen.
Esta situación política del gobierno del cambio implicaba tener una estrategia robusta para enfrentar a los oponentes y a los agentes del establecimiento que, desde el primer día no aceptaron la derrota y mostraron los colmillos. Ha pasado un año desde entonces en medio de tormentas mediáticas que sin duda han afectado el ejercicio del gobierno del Presidente. Y mientras tanto, la derecha desatada en una guerra feroz, pero hay que reconocer que los fuertes golpes que ha recibido el gobierno nacional son también consecuencias de sus propios errores.
Por otro lado, las reformas políticas, económicas y sociales que presentó el gobierno del cambio generaron un fuerte pulso político en el Congreso de la República que a la fecha ha dificultado el trámite de las reformas, y que aún sigue siendo incierta la aprobación de estas iniciativas de cambio.
Pues bien, estamos ante la encrucijada del cruce de caminos, que exige ser asertivo y audaces para no caer en el modelo trampa que implica la incertidumbre total de seguir apostándole a la vía de las reformas por el Congreso, o seguir apostando a un nuevo consenso nacional incierto. Desde esta perspectiva el gobierno nacional debe salir del modelo trampa y tomar un camino distinto para no verse sometido a la estrategia parlamentaria de la dilatación y el camino tortuoso del menudeo para sacar provecho y exprimir al gobierno nacional.
Ahora bien, entramos en el segundo año del cambio con grandes retos y desafíos de cara a la nación, hay que romper el cerco mediático, político y judicial que tendieron los agentes neoliberales del establecimiento. No hay que dejar pasar por alto que enfrentamos un poder invisible anclado en la institucionalidad, esa burocracia neoliberal que lleva más de tres décadas al servicio de los poderes económicos y la corrupción.
Así las cosas, hay que buscar una vía alterna distinta a la ruta parlamentaria para implementar las políticas del cambio y concretar un plan de choque en materia económica y social. Y en este sentido, se hace necesario controlar el aparato burocrático para lograr implementar con eficacia el Plan Nacional de Desarrollo y ejecutar con eficiencia la política de inversión social.
Ricardo Rosania
Foto tomada de: El Colombiano
Jorge Albeiro Gil says
Ahora ó nunca…