El discurso de la economía predominante se fundamenta en el ocultamiento de las causas de fondo. Por una parte, se presenta la economía en términos generales, independientemente de sus condiciones sociales particulares, escondiendo el hecho de que se trata de una economía capitalista que está primordialmente al servicio de los capitalistas y de su búsqueda de ganancias. Por el otro, se trata de generar la impresión de que el Estado capitalista controla la economía, tanto que se puede fijar metas a alcanzar en materia de crecimiento económico y empleo.
En el debate sobre el estancamiento económico que se produjo a raíz de las declaraciones del director del Banco de la República aparecieron diversos artículos, a favor o en contra, pero casi todos ellos enmarcados dentro del enfoque tradicional sobre el crecimiento económico[2]. Dentro de estos artículos hay uno publicado por Juan Esteban Jacobo[3], profesor de la Universidad Externado de Colombia, que en mi opinión formula un conjunto de reflexiones muy interesantes que vale la pena examinar.
“La economía colombiana no pasa por un buen momento” comienza diciendo Jacobo, enmarcándose dentro de la corriente que considera que se puede hablar de la economía en su conjunto, como si existiera un objetivo común compartido. Parecía un mal comienzo, dado que además sustenta esta afirmación en el aumento de la tasa de desempleo, el menor ritmo de crecimiento económico y el desequilibrio en la balanza de pagos. Pero luego afirma que estas situaciones se atribuyen a un gobierno débil y a la polarización política, factores que a juicio de Jacobo pueden tener alguna incidencia pero marginal: en su opinión, lo que está ocurriendo no depende de Duque.
“Nada de lo que está pasando en Colombia debería verse como algo raro”, afirma a continuación. El desempleo pocas veces ha estado por debajo del 10% y alcanzó a finales de los noventa el 14%, relacionado con los ciclos económicos que tienen una duración entre doce y dieciocho años. Los ciclos, nos dice, son un fenómeno común y por tanto es apenas normal que el desempleo suba y baje de acuerdo con los ciclos.
“El desempleo es malo para la gente, pero también es esencial para el “buen” funcionamiento de los mercados”, afirma, con lo cual señala que el desempleo no es en sí un problema general, sino particular: es una tragedia o un drama para las personas desempleadas, pero para los mercados (¿Será esto lo mismo que la economía?) es algo bueno, algo útil. ¿Por qué? Responde Jacobo que si aumentan los salarios en términos reales “la rentabilidad del capital tiende a disminuir”, lo que conduce a que baje la inversión y suba el desempleo; al subir el desempleo, baja la presión salarial y los mercados toman un aire, es decir el capital, es decir, los capitalistas. Según esto, el desempleo es necesario y útil para que los capitalistas logren mantener e incrementar sus ganancias. Esta respuesta, nos dice “puede ser desconcertante”.
El desempleo: mala noticia para unos buena noticia para otros. Continúa Jacobo diciendo que es “mala noticia para los trabajadores, que ahora ganan menos y no tienen mucho espacio para buscarse otro empleo”. “Pero buena noticia para la economía”, dado que de seguir así la situación en los próximos años se va a acelerar el crecimiento y el desempleo volverá a reducirse. Nótese cómo Jacobo habla de buena noticia para la economía en algún momento y en otro momento dice que es esencial para el buen funcionamiento de los mercados. Pero resulta que en la economía y en los mercados hay capitalistas y trabajadores: el lenguaje general oculta estos “detalles”. Jacobo sabe que realmente está hablando del capital, de los capitalistas: de hecho, como señalamos antes dijo claramente que el aumento de los salarios disminuye la rentabilidad.
Pero resulta que a pesar de las fluctuaciones, la tasa de desempleo, ni siquiera en los mejores momentos de crecimiento económico, cae por debajo de un 8 por ciento. Los ciclos hacen que haya oscilado en un rango entre 8% y 14%, pero la economía, los mercados y los gobiernos no han logrado que baje del 8% y esto sin incluir el subempleo y el trabajo informal, que en buena medida son un desempleo disfrazado.
Critica Jacobo la respuesta facilista de afirmar que siempre hay desempleo porque los salarios son demasiado altos, lo que no incentiva una mayor contratación, especialmente contratación formal. No niega que este argumento tenga algo de verdad, porque si se reducen los salarios va a aumentar la rentabilidad de las empresas, esto hará aumentar la inversión y esto el crecimiento.
Pero resulta que los salarios absolutos pueden parecer altos, pero los salarios relativos son bajos; Jacobo señala que la participación de los salarios en el valor agregado ha estado históricamente alrededor del 40 por ciento, mientras que en países como Estados Unidos, Inglaterra, Portugal, Alemania, España e Italia, esta participación es de alrededor de 60%, es decir, en Colombia son ridículamente altos. Desde esta perspectiva no le parece sensato reducir los salarios de los “colombianos”. Este es un punto muy importante a destacar en la discusión sobre los salarios.
Se pregunta luego Jacobo: “si tanto los trabajadores como las empresas se encuentran en una mala situación, ¿quiénes son los beneficiados de la economía colombiana?” Alto aquí. Hasta el momento Jacobo habló del mal momento de la economía, pero en ningún momento dijo que estaban en mala situación las empresas, esto aparece aquí sin sustentación. Pero, dejando de lado esto, aparecen aquí varias cosas interesantes: a) “la baja participación de los salarios en el valor agregado significa automáticamente que las utilidades o el retorno a la inversión que reciben los dueños del capital, son demasiado elevadas”; y b) hay diferencias en el reparto de las utilidades entre los dueños del capital, unos están ganando más que otros, por ejemplo el sector financiero que se encuentra en constante bonanza.
Lecciones que se pueden extraer de la exposición de Jacobo
- La economía capitalista se caracteriza por ser una economía no planificada ni organizada conscientemente, que se fundamenta en la competencia entre productores privados autónomos y formalmente independientes. Debido a este carácter anárquico el capitalismo se caracteriza por fenómenos de desequilibrios, exceso de producción, exceso de capacidad instalada, crisis, ciclos económicos, etc. En este contexto los Estados capitalistas pueden intervenir para tratar de corregir algunas fallas pero las decisiones fundamentales de la economía no están en sus manos.
- La economía capitalista se caracteriza por la distribución en dos grandes clases, los trabajadores asalariados y los capitalistas. Los asalariados elaboran el producto pero se quedan solamente con una parte de él (el 40% según los datos de Jacobo). Si aumenta la parte de los asalariados se reduce la parte de los capitalistas
- En la economía capitalista el desarrollo técnico y de las capacidades de producción hace que se produzca siempre un exceso de fuerza de trabajo con relación a las necesidades rentables de inversión; este exceso de fuerza de trabajo (el desempleo y el subempleo) varía, pero rara vez baja de un determinado límite (el 8% en Colombia, según los datos de Jacobo, sin mencionar el subempleo y el trabajo informal). Por esto no es raro que siempre exista desempleo y además que el desempleo no es un problema en general, por el contrario es beneficioso para los capitalistas.
- El desempleo es una “mala noticia” para los trabajadores, pero una buena noticia para los capitalistas (el mercado, la economía) en la medida en que les da una posición dominante en el mercado laboral y restringe el incremento de los salarios.
- La economía capitalista se caracteriza también por la competencia entre los capitalistas, no solamente en cuanto a la venta de sus productos, sino en cuanto al reparto del valor agregado y específicamente del excedente bruto de explotación; algunos sectores capitalistas como los banqueros y propietarios de la tierra sin producir bienes y servicios reales se las ingenian para quedarse con una buena tajada del valor agregado, en detrimento de sectores más productivos; pero también dentro de los sectores productivos, las empresas industriales, agrícolas, de construcción, de transporte, etc., de mayor tamaño se quedan con una tajada mayor del valor agregado.
Jacobo se aproxima bastante a explicar el funcionamiento de la economía colombiana en términos más apropiados a la realidad, en comparación con la mayoría de analistas. Nos muestra con claridad que en el capitalismo hay conflictos distributivos entre los capitalistas y los asalariados, por una parte, y entre los propios capitalistas, por la otra. La economía no es una sola, no es homogénea: decir que la apuesta es el crecimiento es ocultar que realmente el objetivo es la captura creciente de ganancias. Recae Jacobo en varias partes en el lenguaje ocultador (“el mal momento de la economía”, “buena noticias para los mercados”, etc.), pero en su conjunto me parece que hace un análisis revelador, el cual ratifica con una frase al final de su artículo: “Pero la economía colombiana seguirá igual, es decir, con altos niveles de desempleo, de pobreza y de desigualdad”, es decir, la economía capitalista colombiana.
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Alberto Maldonado Copello
Foto obtenida de: Caracol Radio
[1] http://www.minhacienda.gov.co/HomeMinhacienda/ShowProperty?nodeId=%2FOCS%2FP_MHCP_WCC-148025%2F%2FidcPrimaryFile&revision=latestreleased
[2] Ver por ejemplo Jorge Iván González, [2] https://www.sur.org.co/la-economia-esta-estancada/;
https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/aurelio-suarez-montoya/estancada-y-vulnerable-columna-de-aurelio-suarez-montoya-384876; https://www.larepublica.co/analisis/amylkar-d-acosta-m-557896/estancamiento-o-rebote-2882028
[3] https://razonpublica.com/index.php/econom-y-sociedad-temas-29/12078-el-mal-momento-de-la-economia-culpa-de-duque.html
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