Béjar me contó todo esto con el mismo entusiasmo juvenil con el que seguramente había emprendido la aventura guerrillera que acabó en desastre y que auguraba lo que sucedió poco después: que él, junto con sus compañeros, fue amnistiado e incorporado al área juvenil de SINAMOS, el sistema nacional de apoyo a la movilización nacional, que tenía como objetivo organizar y movilizar a las masas en apoyo de lo que era de hecho una “revolución desde arriba”, que sorprendió tanto a la rancia oligarquía limeña como a las propias mayorías populares que no se esperaban algo así de parte de unas fuerzas armadas que históricamente se habían dedicado a reprimir sus protestas. Por lo que no sorprende que Velasco Alvarado, debilitado por graves enfermedades sumadas a la crisis económica, fuera víctima en agosto de 1975 de un contra golpe militar que puso fin a su gobierno y abrió las puertas a un turbulento período político protagonizado por Alan García, Sendero Luminoso, Alberto Fujimori y el regreso del Perú a la órbita de los Estados Unidos de América, consenso de Washington incluido.
Como bien se sabe el pasado 6 de junio ganó las elecciones Pedro Castillo, un maestro de pueblo surgido de las entrañas de ese campesinado al que con su reforma agraria Velasco Alvarado intentó redimir. Y el 29 de julio pasado nombró ministro de relaciones exteriores a un Héctor Béjar que en el ínterin se había doctorado en sociología y convertido en destacado profesor de la Universidad de San Marcos y de la Pontificia Universidad Católica de Lima. Y quién ya en su primera comparecencia pública definió las líneas maestras de la nueva política exterior de su país: respeto a la autodeterminación de los pueblos, condena de los bloqueos y las sanciones unilaterales, retiro del Perú del Grupo de Lima, reincorporación a Unasur e incorporación al Celac en una perspectiva de integración latinoamericana, concebida como la única manera de lograr que el continente abandone su posición subalterna y haga oír su propia voz y defienda sus intereses en el escenario mundial. La historia, como dijo alguien, nunca pasa en vano.
Carlos Jiménez, Este texto fue escrito por Carlos Jiménez antes de conocerse este 17 de agosto la renuncia de Héctor Bejar, a la cancillería peruana, como producto de la campaña de desprestigio orquestada contra el gobierno de Pedro Castillo que de esta manera prescinde de un gran demócrata y que augura tiempos convulsos en este país. (Nota del Editor).
Foto tomada de: Voces en lucha
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