Porque la verdad es que no puede haber peor consejero e instructor militar en el mundo que el Ejercito israelí. Nada bueno pueden esperar nuestros ejércitos, en materia de derechos humanos y de respeto a la legalidad internacional e incluso de las leyes de la guerra, de una fuerzas armadas como las israelíes que el mismo 7 de octubre, el día del ataque de Hamas, inició una letal operación de castigo indiscriminado a la población civil de Gaza, que hasta la fecha ha causado + de 19.000 muertos, la mayoría mujeres y niños, 51.000 heridos y 8.000 desaparecidos bajos los escombros de miles de edificios y viviendas civiles destruidas. Muerte y destrucción causada por unos bombardeos que han arrojado más de 25.000 toneladas de bombas, cuyo poder explosivo sumado es equivalente al de la bomba atómica arrojada sobre Hiroshima. “Son los bombardeos aéreos más intensos de los que se tenga noticia”, ha declarado Josep Borrell el Alto comisionado de relaciones exteriores de la Unión Europea. Quién añadió: “ciertamente estamos siendo testigos de una atroz falta de distinción, en la operación militar de Israel en Gaza (…) demasiados civiles han muerto”. Es probable que precipitaran estas declaraciones suyas la noticia de que militares israelíes habían matado a tiros a tres rehenes judíos que, huyendo de Hamas, se acercaron a ellos portando una bandera blanca. Noticia a la que pronto se sumó la de un francotirador israelí había asesinado a una mujer católica y a su hija cuando salían de la iglesia de la Sagrada Familia, la única de su género en Gaza.
Pero el jefe de la diplomacia europea no es el único líder occidental que se ha pronunciado en contra del “uso desproporcionado de la fuerza”, por parte de las fuerzas armadas israelíes. La lista de dichos lideres la encabeza Antonio Guterres, el secretario de las Naciones Unidas, seguido por el presidente Joe Biden y por Antony Blinken y Lloyd Austin, sus secretarios de Estado y de Defensa respectivamente. Y por Kamala Harris, su vicepresidenta, quien, además, se ha opuesto públicamente al plan israelí de “reubicación forzosa de los palestinos de Gaza y Cisjordania” en Egipto y otros países vecinos. Un plan, de vieja data, que sin embargo ha sido ratificado recientemente por el estratega Omer Destri, en su artículo The End of the Deterrence Strategy in Gaza, publicado el 7 de noviembre pasado en Military Review de las Fuerzas armadas de Israel. En él describe el objetivo de la actual campaña militar de Gaza en estos términos: “la ocupación de los territorios, (Gaza y Cisjordania) la creación de nuevos asentamientos israelíes y la reubicación voluntaria (sic) de cientos de miles de palestinos en Egipto, sin opción de retorno, fortalecerá en gran medida la disuasión de israelí y proyectará su influencia en todo el Medio Oriente”. Refiriéndose a la lucha antiterrorista, no ha tenido el más mínimo empacho en suscribir estas palabras: “apoderarse y asegurar tierras constituye un más golpe sustancial a los grupos terroristas islámicos radicales, que la eliminación de agentes terroristas y militares de alto rango”.
Es inadmisible que nuestras Fuerzas armadas continúen sus programas de asesoría y entrenamiento con unas fuerzas armadas como las israelíes, tan comprometidas con el genocidio y la limpieza étnica.
Carlos Jiménez
Foto tomada de: Anadolu Ajansi
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