Esa sociedad que tristemente ha sido manipulada en todo momento por ideologías de derecha y de izquierda, que han convertido en lugares comunes, la solución política al conflicto, donde el hastío y el desinterés de la sociedad civil del país, que se manifiesta en ya no acompañar por ejemplo a la guerrilla del ELN, porque son muchos años, sentados en la mesa de negociaciones, donde la obstinación y la terquedad de no reconocer que el ELN, no tiene la más mínima posibilidad de acceder a un cambio de la sociedad por la vía de las Armas.
Los elenos no contemplan la solución política negociada, tantos años repitiendo el mismo relato de “ser vanguardia colectiva de la “revolución” ratificada en sus Congresos donde la estrategia del “vuelo del águila”, no contempla la posibilidad de una negociación política, que establezca como propósito final, la dejación de las armas y la renuncia a la violencia, el ELN no reconocen que en el país se presentó una ruptura del régimen establecido, manifestado en el estallido social que superó con creces las gestas de movilización social de la nación, estallido social que fue la cuota inicial que una propuesta de cambio, que permitió con la voluntad del constituyente primario que más de 11 millones de almas que la dieron al país un gobierno progresista que accedió al control de una parte del Estado.
Un gobierno que se fundamenta en la búsqueda de la paz y la reconciliación, eliminando la violencia como opción de transformación política y social del Estado colombiano con énfasis en que el gobierno sea por primera vez de todos los colombianos, proponerle al país esa transformación le ha significado al gobierno de la potencia de la vida, todo suerte de conspiraciones de quienes siempre han ostentado el control del Estado con sus múltiples privilegios a los que no renuncian y por ello fraguan golpes blandos todos los días y el proceso de trasformación que propone el presidente Gustavo Petro no tiene la respuesta de esos sectores privilegiados y al parecer con el beneplácito del ELN, quien con su práctica dilatoria pareciera concentrarse con la desestabilización, porque como como una bicicleta estática no responde al clamor de cesar la guerra en el país, su constante violación al DIH, con la práctica del secuestro, con el eufemismo del sostenimiento de esta guerrilla, que se nutre del narcotráfico, la minería ilegal, la
extorsión y toda práctica de conductas que agreden a la sociedad colombiana, olímpicamente “reconocen como error” el secuestro del padre del futbolista Luis Díaz, así como en el pasado lo hicieron con la masacre de machuca en 1998 o el vil asesinato del obispo de Arauca monseñor Jesús Emilio Jaramillo Monsalve en 1989.
El ELN pareciera que asumieron cómo práctica de vida, la violencia y la guerra interminable, no miran el espejo positivo que dejó la negociación política con las extintas FARC, que desmovilizaron a más de 15 mil combatientes, quien hoy contribuyen a pesar de las dificultades a construir una nación en paz.
No reconoce el ELN, que tiene al frente a tres luchadores sociales que hicieron parte de una guerrilla que trasformó de manera intrépida la lucha guerrillera sobretodo urbana y cómo muchos otros transitó por la negociación política, el presidente Gustavo Petro, los compañeros Otty Patiño y la nueva jefe de la delegación del gobierno nacional Verá Grabe, no representa al régimen establecido, son la verdadera expresión del sentimiento de cambio que reclama la nación.
Se nota el cansancio de la comunidad internacional y la iglesia, quienes siempre han acompañado el bien supremo de la paz total, que propone el presidente Gustavo Petro, propuesta que busca la pacificación del país, para transitar por los caminos de la justicia social con equidad, el ELN debe ser consciente de que el tiempo se les agota, el País no acepta el secuestro, el narcotráfico, y toda práctica criminal que alimenta a sectores recalcitrante que pareciera que el ELN coincide para dejar su camino de violencia y le corresponde asumir el reto supremo de contribuir a la pacificación de la nación quien reclama su derecho a vivir en paz.
Harold Ruiz Moreno
Foto tomada de: Isegoria
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