Una tesis que ya habían defendido pensadores tan destacados como Cornelius Castoriadis o Charles Bettelheim, aunque con otros argumentos, a mi juicio, más sofisticados que los presentados por Jappe en esta oportunidad. Pero no es este el motivo principal de mi desacuerdo con Jappe y en definitiva con la mayoría de quienes se han ocupado de releer y reinterpretar la experiencia soviética. Lo que les reprocho es que hayan atado de modo tan inextricable el comunismo y su historia al comunismo soviético y su historia que resulta prácticamente imposible separar las unas de las otras. Cuando es un hecho incontrovertible que el comunismo – si lo entendemos como la defensa de la comunidad de los bienes como fundamento de la vida en común – tiene una historia tan larga por lo menos como la del cristianismo, que emergió de las comunidades de esclavos y manumisos que bajo el imperio Roma todo lo compartían. Por no citar a ese <<comunismo primitivo>> que Engels (re) descubrió en las sociedades tribales.
Cierto: esta objeción puede sonar a pedantería académica y desde luego a fuera de lugar por estar referida a una conferencia que no podía hacer más que ocuparse del tema asignado o elegido: el comunismo soviético. Pero bien mirada no lo es tanto porque la consideración comprensiva y no reduccionista de la historia del comunismo permite preguntar por las razones por las cuales regresa una y otra vez como ideal o como práctica a lo largo de la historia, con aparente o real independencia de las diferencias enormes que separan cada uno de los momentos históricos en los que de hecho ha irrumpido. Enfoque que no carece sin embargo antecedentes. Cito de nuevo a Engels, quién no solo se ocupó del comunismo de las sociedades tribales y de la organización comunal de los antiguos pueblos germanos, sino que reivindicó a Thomas Müntzer, el guía de las << Guerras campesinas>> de la Alemania del siglo XVI y el fundador de la Nueva Jerusalén, experimento comunista a gran escala en los albores de la modernidad. Y cito también a Alain Badiou porque elaboró su concepto de la <<Idea comunista>> a partir de la experiencia histórica de la revolución francesa, la revolución rusa y la china y en especial de la que él rememora con orgullo bajo el título de la Gran Revolución Cultural Proletaria. Un refinado trabajo de elaboración teórica que obliga a pensar que, incluso el comunismo entendido en términos económicos y políticos estrictamente modernos, no puede reducirse al imaginado y puesto en práctica por los bolcheviques.
Una mirada así de amplia permite evitar el Adanismo y en cualquier caso entender mejor porqué el comunismo resurge ahora no solo como preocupación de las clases medias occidentales, asediadas por el fantasma de la proletarización, sino como ideal regulador en las heterogéneas movilizaciones de masas en Francia de las últimas décadas, a cuyo esclarecimiento e inteligencia dedicó Kristin Krauss << La larga década de 1960 y < el viento del Oeste>>, la conferencia con la que intervino en el mencionado seminario. Recogida, al igual que la de Alain Jappe y de otros cinco participantes, en el libro Comunismos por venir editado por el Macba en 2019.
Carlos Jiménez
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