Entra a manejar los destinos de la potencia militar, un hombre maduro, decente y aplomado, sin que ello signifique que dejará de gobernar como todo presidente de la Unión Americana: con la intención de someter al mundo a sus designios, a pesar de la resistencia de otros países que al gravitar en las relaciones Norte-Sur, están en la misma búsqueda.
Deja la Casa Blanca un vulgar, infantil, peligroso, negacionista, temerario, precipitado, xenófobo e irresponsable empresario-político, que manejó los destinos de los Estados Unidos como si se tratara de su propia tienda. Donald Trump representó y representa aún a un pueblo conservador, ignorante y poco leído, que se mira al ombligo y solo ve un solo país en la pequeña aldea global.
Trump es el mejor ejemplo de cómo un ególatra es capaz de debilitar las instituciones y someterlas a sus infantiles caprichos. Su condición de megalómano lo llevó a fracturar, ideológica y políticamente, a la Unión Americana, sumida de tiempo atrás en un anacrónico bipartidismo, pero funcional a la lógica del rico Mac Pato.
Ególatras como Trump pululan en el mundo. Baste con mirar hacia América Latina y encontramos parecidos razonables en Machos cabríos como Bolsonaro, negacionista del Covid 19 y enemigo de la naturaleza y de los indígenas; y hay otro Macho Cabrío, que es <<capaz de dar en la cara…>>. Se trata del vulgar, caballista, latifundista y expresidiario 1087986 que comparte con el expresidente Trump, su capacidad de debilitar las instituciones y de reducir la operación del Estado, exclusivamente a los intereses corporativos y por esa vía, convertirlo en una tienda o para el caso de Colombia, en una platanal con bandera, o como una República Bananera, fruto del hincamiento de las garras de la Águila Calva en el territorio nacional, ante la sumisa actitud asumida por los jefes del Establecimiento colombiano, frente al poderoso Tío Sam.
Ojalá el triunfo de Biden sirva para que tanto los ciudadanos americanos, brasileños y colombianos aprendan a votar y no vuelvan a elegir a personajes funestos como Trump, Bolsonaro y Uribe. Analizar los daños dejados por estos tres reyezuelos en cada uno de sus países, debe servir para hacer pedagogía política de lo peligroso e inconveniente que resulta elegir a megalómanos que buscan concentrar poder, para darle manejo a sus problemas y carencias, en especial aquellas derivadas de una vida infantil llena de excesos y privaciones de todo tipo.
Sí, se aplauden la derrota de Trump y la llega de Biden. Como se aplaudió en Colombia cuando la Corte Constitucional frenó, con ponencia negativa del magistrado Sierra Porto, la posibilidad de un tercer periodo del Hijo de Salgar. Ya les llegará la oportunidad a los brasileños de celebrar la salida del ladino y prosaico del Bolsonaro.
El regreso al gran acuerdo climático de París es un punto a favor de Biden y una esperanza para esta humanidad del Antropoceno. Pero no perdamos de vista que se trata de los Estados Unidos, conocido de marras por sus actos de terrorismo y de intervención militar, para imponer la democracia.
Eso sí, espero que el partido demócrata recomiende a Biden presionar al gobierno de Duque-Uribe, para que respete lo acordado en La Habana. Y que haga lo mismo con el gobierno que llegue en el 2022. Se fue Trump, y no precisamente gracias a Dios.
Germán Ayala Osorio, comunicador social-periodista y politólogo
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