Es tan fuerte el dominio ideológico del capitalismo en Colombia que se considera a Petro de izquierda radical, incluso un comunista, cuando lo que propone son unas simples reformas tímidas y unas propuestas tibias en materia de profundización de la democracia. Los capitalistas no están dispuestos a ceder un ápice de sus beneficios. En el fondo, lo que propone Petro es simplemente que se cumpla la Constitución Política, es decir, que se garanticen los derechos básicos escritos. Los capitalistas por su parte también quieren que se cumpla la Constitución, es decir, que se garanticen los derechos, pero solamente si hay dinero, es decir en un futuro remoto e incierto. La propia Constitución ofrece unas cosas en unos artículos y los niega en otros al establecer el criterio de la regla fiscal.
En lo fundamental, estas situaciones ocurren desde los comienzos de los gobiernos republicanos bajo el modo de producción capitalista. En El 18 brumario de Luis Bonaparte, escrito por Marx en 1852, en el cual analiza el proceso político que condujo a la república inicialmente y posteriormente a la dictadura de Luis Bonaparte, se afirma, entre otras cosas, lo siguiente:
- Todas las reformas, aún las más básicas, son vistas como socialismo o comunismo.
- La Constitución ofrece libertades y derechos al tiempo que los restringe
- La república burguesa es un peligro para la propia burguesía
- Los demócratas y socialdemócratas buscan unir lo que es imposible.
- Los demócratas se creen representantes del pueblo, aunque esto no les responda.
- La república burguesa es una máquina al servicio de los capitalistas.
Conviene recordar algunas de las afirmaciones textuales de Marx que, aunque escritas hace más de 170 años, parecen referirse a la situación política colombiana.
Todas las reformas, aún las más básicas, son vistas como socialismo o comunismo.
“Durante las jornadas de junio, todas las clases y todos los partidos se había unido en un partido del orden frente a la clase proletaria, como partido de la anarquía, del socialismo, del comunismo. Habían salvado a la sociedad de los “enemigos de la sociedad”. Habían dado a su ejército como santo y seña los tópicos de la vieja sociedad: “Propiedad, familia, religión y orden” y gritado a la cruzada contrarrevolucionaria: “!Bajo este signo vencerás!” Desde este instante, tan pronto como uno cualquiera de los numerosos partidos que se habían agrupado bajo aquel signo contra los insurrectos de junio, intenta situarse en el palenque revolucionario en su propio interés de clase, sucumbe al grito de “!Propiedad, familia, religión y orden!”. La sociedad es salvada cuantas veces se va restringiendo el círculo de sus dominadores y un interés más exclusivo se impone al más amplio. Toda reivindicación, aún de la más elemental reforma financiera burguesa, del liberalismo más vulgar, del más formal republicanismo, de la más trivial democracia, es castigada en el acto como “un atentado contra la sociedad y estigmatizada como “socialismo”” (pp. 102-103).
“Ya se trate del derecho de petición o del impuesto sobre el vino, de la libertad de prensa o de la libertad de comercio, de los clubs o del reglamento municipal, de la protección de la libertad personal o de la regulación del presupuesto del Estado, la consigna se repite siempre, el tema es siempre el mismo, el fallo está siempre preparado y reza invariablemente “!Socialismo!”. Se presenta como socialista hasta el liberalismo burgués, como socialista la ilustración burguesa, como socialista la reforma financiera burguesa. Era socialista construir un ferrocarril donde había ya un canal y socialista defenderse con el palo cuando le atacaban a uno con la espada.” (p. 130).
- La Constitución ofrece libertades y derechos al tiempo que los restringe
“El inevitable Estado Mayor de las libertades de 1848, la libertad personal, de prensa, de palabra, de asociación, de reunión, de enseñanza, de culto, etc., recibió un uniforme constitucional, que hacía a éstas invulnerables. En efecto, cada una de estas libertades es proclamada como un derecho absoluto del ciudadano francés, pero con un comentario adicional de que estas libertades son ilimitadas en tanto en cuanto no son limitadas por los “derechos iguales de otros y por la seguridad pública”, o bien por leyes llamadas a armonizar estas libertades individuales entre sí y con la seguridad pública.” “En lo sucesivo, ambas partes invocan, por tanto, con pleno derecho, la Constitución: los amigos del orden al anular todas esas libertades, y los demócratas al reivindicarlas todas. Cada artículo de la Constitución contiene, en efecto, su propia antítesis, su propia cámara alta y su propia cámara baja. En la frase general, la libertad; en el comentario adicional, la anulación de la libertad. Por tanto, mientas se respetase el nombre de la libertad y sólo se impidiese su aplicación real y efectiva -por la vía legal se entiende- la existencia constitucional de la libertad permanecía íntegra, intacta, por mucho que se asesinase su existencia común y corriente.” (pp. 105-106)
La república burguesa es un peligro para la propia burguesía
“Y esto no era una mera retórica, moda, táctica de partido. La burguesía tenía la conciencia exacta de que todas las armas forjadas por ella contra el feudalismo se volvían contra ella misma, de que todos los medios de cultura alumbrados por ella se rebelaban contra su propia civilización, de que todos los dioses que había creado la abandonaban. Comprendía que todas las llamadas libertades civiles y los organismos de progreso atacaban y amenazaban al mismo tiempo, en la base social y en la cúspide política a su dominación de clase, y por tanto se habían convertido en “socialistas”. En esta amenaza y en este ataque veía con razón el secreto del socialismo, cuyo sentido y cuya tendencia juzgaba ella más exactamente que se sabe juzgar a sí mismo el llamado socialismo, el cual no puede comprender por ello cómo la burguesía se cierra a cal y canto contra él, ya gima sentimentalmente sobre los dolores de la humanidad, ya anuncie cristianamente el reino milenario y la fraternidad universal, ya chochee humanísticamente hablando de ingenio, cultura, libertad o cavile doctrinalmente un sistema de conciliación y bienestar de todas las clases sociales. Lo que no comprendía la burguesía era la consecuencia de que su mismo régimen parlamentario, de que su dominación política en general tenía que caer también bajo la condenación general como socialista. Mientras la dominación de la clase burguesa no se hubiese organizado íntegramente, no hubiese adquirido su verdadera expresión política, no podía destacarse tampoco de un modo puro el antagonismo de las otras clases, ni podía, allí donde se destacaba, tomar el giro peligroso que convierte toda lucha contra el poder del Estado en una lucha contra el capital.” (p. 130).
“Por tanto, cuando la burguesía excomulga como “socialista” lo que antes ensalzaba como “liberal”, confiesa que su propio interés le ordena esquivar el peligro de su Gobierno propio, que para poder imponer la tranquilidad en el país tiene que imponérsela ante todo a su parlamento burgués, que para mantener intacto su poder social tiene que quebrantar su poder político; que los individuos burgueses solo pueden seguir explotando a otras clases y disfrutando apaciblemente de la propiedad, la familia, la religión y el orden bajo la condición de que su clase sea condenada con las otras clases a la misma nulidad política; que, para salvar la bolsa, hay que renunciar a la corona, y que la espada que había de protegerla tiene que pender al mismo tiempo sobre su propia cabeza como la espada de Damocles.” (p. 131).
- Los demócratas y socialdemócratas buscan unir lo que es imposible.
“Pero, en el trascurso del proceso habían cambiado, con la clase que representaba. El carácter peculiar de la socialdemocracia consiste en exigir instituciones democráticos-republicanas, no para abolir a la par los dos extremos, capital y trabajo asalariado, sino para atenuar su antítesis y convertirla en armonía. Por mucho que difieran las medidas propuestas para alcanzar este fin, por mucho que se adorne con concepciones más o menos revolucionarias, el contenido es siempre el mismo. Este contenido es la transformación de la sociedad por vía democrática, pero una transformación dentro del marco de la pequeña burguesía.”
Los demócratas se creen representantes del pueblo, aunque esto no les responda:
“Pero el demócrata, como representa a la pequeña burguesía, es decir, a una clase en transición, en la que los intereses de dos clases se embotan el uno contra el otro, cree estar por encima del antagonismo de clases en general. Los demócratas reconocen que tienen enfrente a una clase privilegiada, pero ellos, con todo el resto de la nación que los circunda, forman el pueblo. Lo que ellos representan es el interés del pueblo. Por eso, cuando se prepara una lucha, no necesitan examinar los intereses y las posiciones de las distintas clases. No necesitan ponderar con demasiada escrupulosidad sus propios medios. No tienen más que dar la señal, para que el pueblo, con todos sus recursos inagotables, caiga sobre los opresores. Y si, al poner en práctica la cosa, sus intereses resultan no interesar y su poder ser impotencia, la culpa la tienen los sofistas perniciosos, que escinden al pueblo indivisible en varios campos enemigos, o el ejército, demasiado embrutecido y cegado para ver en los fines puros de la democracia lo mejor para él, o bien ha fracasado todo por un detalle de ejecución, o ha surgido una casualidad imprevista que ha malogrado la partida por esta vez. En todo caso, el demócrata sale de la derrota más ignominiosa tan inmaculado como inocente entró en ella, con la convicción readquirida de que tiene necesariamente que vencer, no de que él mismo y su partido tienen que abandonar la vieja posición, sino de que, por el contrario, son las condiciones las que tienen que madurar para ponerse a tono con él.” (p. 122).
- La república burguesa es una máquina al servicio de los capitalistas.
“Ciertamente, la derrota de los insurrectos de junio había preparado, allanado, el terreno en que podía cimentarse y erigirse la república burguesa; pero, al mismo tiempo, había puesto de manifiesto que en Europa se ventilaban otras cuestiones que la de “república o monarquía”. Había revelado que aquí república burguesa equivalía a despotismo ilimitado de una clase sobre otras.” (p. 102).
El estudio de Marx sobre la Francia de mitad del siglo XIX nos habla de la Colombia de 2023. La república burguesa colombiana se presenta como un régimen democrático que ofrece toda suerte de libertades y derechos a todos los trabajadores. Pero tan pronto como se elige un presidente que pretende hacer que se cumplan, parcial y tímidamente, algunos de dichos derechos y se mejore la condición de los trabajadores, la burguesía se opone firmemente. Los derechos están bien en la Constitución, pero no tanto en la realidad. Pretender garantizar todo lo que la propia república burguesa ofrece es socialismo y comunismo. El gobierno de Petro, por su parte, pretende hablar en nombre del pueblo, pero buena parte del pueblo no responde a su convocatoria a defender los derechos.
El sistema político dominante llega hasta a aceptar que gane la presidencia un antiguo guerrillero con ideas de izquierda. Lo que no tolera, es que intente llevar dichas ideas a la práctica, así no sean revolucionarias; basta con que amenacen con afectar la bolsa de los dueños del país.
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: El País
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