Durante los dos días que duró el conclave bajo el liderazgo del presidente Iván Duque, en el que participaron su gabinete ministerial y sus consejeros, se definieron seis ejes para trabajar a lo largo del año: De este modo se fijaron como metas:
- Lograr la vacunación masiva de 35 millones de colombianos, para lo que se ha estado trabajando en la logística y la participación de la sociedad, particularmente de las autoridades locales.
- Asegurar la reactivación de la economía mediante proyectos de inversión que permitirán generar dos millones de empleos en dos años.
- Acciones para la protección a los más vulnerables, particularmente las familias más pobres, y el fortalecimiento de mecanismos que garanticen la permanencia de los jóvenes en el sistema educativo.
- Fortalecimiento de la seguridad, por lo que el Gobierno dará instrucciones concretas para la protección de líderes sociales en las zonas más apartadas con el fin de acelerar la erradicación de cultivos ilícitos y la eliminación de factores ligados al narcotráfico.
- Reconstrucción de la isla de Providencia, de modo que sus habitantes tengan una vivienda y se restablezcan los servicios sociales que se vieron afectados tras el paso del Huracán Iota el año pasado.
- Énfasis en la innovación y la sostenibilidad para desarrollar la economía digital, lograr la transición energética mediante la introducción de mecanismos de movilidad limpia, la lucha contra la deforestación y el fomento de la cultura como eje de un crecimiento económico diferente.
Tal como se desprende de lo expuesto por Diego Molano, encargado de dar a conocer los resultados del encuentro, en ese entonces director del Departamento Administrativo de la Presidencia (DAPRE), hoy ministro de Defensa, la prioridad es lograr una “reactivación segura” cuidando de garantizar “mecanismos de equidad” e involucrando a toda la sociedad.
Considerando que cada eje de la hoja de ruta trazada puede ser considerado como una agrupación de objetivos estratégicos con los que se pretende cumplir con lo establecido en el Plan Nacional de Desarrollo, es de esperar que cada una de las líneas presentadas a la opinión pública funcionen como guías que se convierten en piezas de un engranaje complejo concebido para conducir a resultados reales. ¿Será ello posible en este año que se prepara para elegir nuevos representantes, expuesto a sobreofertas y a promesas que pueden dar lugar a desequilibrios en un plan, en principio bien diseñado?
Rubén Sánchez David, Profesor Universidad del Rosario
Foto tomada de: El Espectador
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