Lo anterior, obvio ante la mirada de cualquiera, hizo que los políticos, y los intereses que están atrás de los mismos, inventaran el arte de solaparse para ocultar su verdadera identidad, el marketing político, lo cual realizan cada período de tiempo en una especie de halloween electoral, donde disfrazados de lo que no son, reparten dulces (o tamales) a un pueblo infantilizado. Hombres y mujeres que deslumbrados por el mecato y los disfraces festivos, avanzan como zombis hacia las urnas a lapidar la suerte de sus ciudades y de sus hijos.
Este 27 de octubre lo que está en juego en Bogotá y en Colombia es la democracia social, socavada por la creciente mercantilización de aspectos esenciales para la vida y la cosificación del ser humano llamada neoliberalismo. Culto a la avaricia y al egoísmo que en su afán de lucro privatiza derechos y garantías sociales, trasladando las lógicas mercantiles de la economía a las relaciones humanas, en un sistema donde todo tiene precio: el medio ambiente, la memoria, la salud, la educación, la seguridad, el agua y hasta el voto.
Por eso, en este nuevo halloween electoral 2019, tenga mucho cuidado con dejarse deslumbrar con esos disfraces de chaqueta roja (cuidadosamente escogida para parecer modesta), de blue jeans y sonrisa de “buena gente”, y más vale preocúpese por revisar, primero que todo el plan de gobierno, segundo la historia, y tercero las compañías de quien le habla atrás de esa máscara.
Primero, en el Plan de Gobierno “Bogotá para la Gente”, de Carlos Fernando Galán, de entrada (página 9) nos dice: “Proponemos cultivar nuestro capital humano”; en materia educativa (página 40) propone una especialización que priorice “las necesidades de capital humano”; y remata (página 44) con una propuesta de política migratoria que busque: “el óptimo aprovechamiento del capital humano de los migrantes”; esto es, siendo exactos con las palabras y su significado, capitalizar al ser humano, volverlo rentable para el beneficio particular o propio. De ahí que su plan de gobierno sea la continuidad del “gran gerente” que el ayudó a elegir, Enrique Peñalosa, y sus negocios particulares como son los buses diesel que envenenan el aire de la Sabana; imponer transmilenio por la Carrera Séptima; revivir la Avenida Longitudinal de Occidente (ALO), que acabaría con los humedales de la Conejera, Torca, Guaymaral y Tibabuyes; y acabar la reserva Van der Hammen con las vías que anuncia construir sobre este sistema vital de Bogotá. Por esto, suena bastante sarcástica la promesa que hace de sembrar un millón de árboles en sus cuatro años de gobierno, la misma propuesta que hizo hace cuatro años Enrique Peñalosa y que incumplió descaradamente a punta de motosierra.
Segundo, si algo nos muestra la historia de Carlos Fernando Galán es que para nada se parece a la de los millones de habitantes de las 20 localidades de la ciudad de Bogotá. Para empezar, el gran mérito de Carlos Fernando es ser el hijo menor del asesinado líder político Luis Carlos Galán, lamentable magnicidio que además ha tenido como resultado el nepotista privilegio de llenar de cargos y dignidades a Carlos Fernando y sus hermanos, o si no pensemos, qué familia se da el lujo de tener al tiempo a dos de sus hijos, Juan Manuel y Carlos Fernando, senadores de la República (uno por el gavirismo y otro por el vargas llerismo) y al tercero, Claudio, cónsul en París. Esto sin contar los cargos y dignidades de sus tíos, primos y familia política, y sin mencionar los multimillonarios contratos de la fundación familiar, recientemente privilegiada por el gerente Peñalosa, con más de diez mil millones de pesos en plena campaña a la alcaldía.
Carlos Fernando con orgullo dice ser egresado de Georgetown University, centro de educación considerado un tanque de pensamiento neoliberal, y cuyos costos semestrales superan los 50.000 dólares, esto es más de 170 millones de pesos. Políticamente Carlos Fernando duró 11 años en uno de los partidos más corruptos del país, Cambio Radical, donde fue acusado por el propio Rodrigo Lara Restrepo de entregar avales a políticos mafiosos, donde se codeó con parapolíticos, con saqueadores del erario público de la salud, la educación y hasta de la alimentación escolar de los niños más vulnerables.
Y tercero, las compañías de Carlos Fernando son lo que más preocupa. Vargas Lleras y su horda de contratistas y empresarios esperan el triunfo del delfín para volver a Bogotá el centro de sus negocios y futuras aspiraciones políticas, combo dentro del cual ocupa primera fila el ex fiscal más corrupto de la historia del país, Nestor Humberto Martínez, amigo íntimo del menor de los Galán. César Gaviria reencauchara a Simón el bobito para que firme decretos distritales sin leerlos, Peñalosa mantendrá más lucrativo que nunca su negocio de llenar de buses Volvo la ciudad y Uribe mantendrá a la Conchi Araujo al frente de la “política social” del Distrito.
Por eso mi voto este 27 de octubre es contra todo lo que represente, lo que no nos representa como bogotanos y colombianos. Mi voto será por una mujer, que vivió como millones de ciudadanos en una localidad como Ciudad Bolívar; que le duele el drama del transporte público, porque sabe lo que es coger un bus de la periferia hacia el centro; que sabe realmente la problemática de la educación, porque pasó por la Universidad Distrital y con sacrificio llegó a estudiar en las mejores universidades privadas; que sabe la angustia de no tener empleo y la alegría de conseguirlo y por eso valora a profesionales, meseros, taxistas o payasos por igual; porque sabe lo que cuesta salir adelante por méritos y no por apellidos o padrinos politicos; porque ha sido coherente en su lucha contra la corrupción y la parapolítica; que sabe la importancia de una democracia constitucional que defienda a las minorías excluídas y humilladas, porque ella ha sido blanco de ataques machistas, misóginos y homofóbicos. Mi voto no será por un disfraz de halloween, mi voto será por alguien auténtica, que no tenga miedo de gritar que Bogotá y Colombia están muy mal y que es hora de corregir el rumbo. Mi voto será por Claudia López.
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Archivaldo Moreno
Foto obtenida de: https://www.semana.com/
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