Otros Estados fallidos no quiere decir Venezuela, ni Nicaragua. Se refiere a Honduras, a Haití, a El Congo, a Angola, y a otros países con los que el uribismo ha llevado a Colombia a disputar el campeonato mundial de pobreza.
A la selección nacional de fútbol se le pide un imposible, que se mantenga unida y eficiente, mientras al país lo desbaratan a punta de violencia, corrupción, e ineficiencia administrativa. La selección no podía pasar de ahí, cualquiera que fuera el técnico, y cualesquiera que fueran los convocados. Los triunfos deportivos internacionales de Colombia llegan por cuenta de gestas individuales, ya que como proyecto colectivo aún no nos hemos encontrado, en los deportes de equipo siempre nos queda faltando cinco para el peso.
Pretende la derecha política usar la selección de fútbol para exaltadamente hablar de patria, pero entiende por ella un trapo de colores, mientras cifra su gloria en matar y despojar compatriotas. Para ellos compatriota es un enemigo, y patria el botín.
Ya no hay el circo que promovió Duque de candidato que, a falta de ideas, le daba cabezazos a una pelota, mientras recitaba babosadas. Hay hambre en un país donde la alegoría de presidente es un cerdo cebado. El mismo que ensancha la tripa sin parar, y que ha escamoteado a los colombianos el pan de cada día.
No hace poco las bancadas cómplices del régimen negaron, entre risas y festejos, la asignación que propusieron las bancadas alternativas de una renta básica universal, para entregar a cada colombiano el monto elemental para desterrar el hambre. En lugar de eso, le obsequiaron 21 billones de pesos del erario a los banqueros.
Así como hubo rasgado de vestiduras por el fracaso de la selección, el gobierno protestó el informe de la FAO. La señora vicepresidenta, emblema de la corrupción, rechazó el informe, pidiendo que se saque a Colombia y se incluya a Venezuela, que hoy está abastecida.
¡Cómo negar lo evidente! Si hay ciudadanos que no ven la hambruna colombiana no es porque no exista, sino porque se han familiarizado con ella, y ya hace parte del paisaje. Por eso mismo se puede señalar con el dedo. Durante el confinamiento por la pandemia Covid se erigió un trapo rojo como señal de que en una casa se pasa hambre, y las imágenes de calles y más calles del país con las residencias engalanadas con trapo rojo circularon profusamente, hasta los escolares terminaron por afirmar que el rojo de la bandera representa el hambre del pueblo. No por ello acudió en ayuda el régimen, sino que compró equipos para reforzar a los sicarios del ESMAD de la Policía, con licencia para matar, como plan para tratar el hambre de la población.
También engatusaron a venezolanos prometiéndoles ríos de leche, y los han puesto a aguantar hambre a la colombiana, mientras el verdugo los va diezmando.
En las capitales de departamento son paisaje las comunidades emberas, desplazadas con violencia, mendigando y recogiendo sobrados; Guajira se ha hecho notoria por la sumatoria de niños, y adultos que perecen por inanición, luego de que despojaran a la comunidad Wayú del río Ranchería que fue desviado, para que tres multinacionales ensancharan la mina del Cerrejón, e hicieran una represa privada; también es proverbial la situación de hambruna en Chocó, y las cifras de los estragos letales en las poblaciones aborígenes y raizales; las imágenes en Puerto Carreño, Vichada, de los indígenas comiendo basura han dado la vuelta al mundo; también se observa la situación a la que redujeron al único pueblo nómada colombiano, los Nukak Makú, que terminó como una horda de indigentes en Guainía… igual en Cauca, Nariño, Putumayo, Antioquia, y en toda la geografía nacional donde a los pueblos originarios se les despojó de la tierra, confinándolos a suelos pedregosos, o zonas de reserva ambiental, donde se les imposibilita la agricultura. Así como avanza una estrategia de exterminio violento de los indígenas colombianos, también existe otra, más antigua, del genocidio por hambre.
Paradójicamente, durante la pandemia, y también en ocasión de la minga indígena, las comunidades del Cauca llegaron a Cali a repartir alimentos, mientras una autoridad interrogada sobre acciones para los indígenas comiendo basura en el Vichada, respondió que pensaban cercar el basurero.
Quien no tiene ojos para esta realidad que se atenga a las estadísticas oficiales, DANE, que señalan cómo la pobreza abarcó el año anterior a 21 millones de colombianos y el 30% de los hogares no pueden comer tres veces diarias. También hay gente que se acostumbró a comer un día sí y otro no, y está tan normalizado que reportan no pasar hambre.
No se trata de un error, sino que corresponde a un modelo. La estrategia contrainsurgente que tiene a Duque Uribe gobernando se fundó en despoblar de campesinos a Colombia, reemplazarlos con vacas y palma, mientras se hacía de los países vecinos, especialmente de Ecuador, una despensa para la nación. Plomo y hambre para despojar tierras.
Los TLC firmados por la nación van en la misma dirección: desmantelar el campo, y fortalecer la agricultura foránea. Por la misma razón no se cumple el punto uno de los acuerdos de paz. Así como la paz del régimen es la violencia, su pan es el hambre.
Si alguien tiene hambre tampoco tiene patria. Si llega la inanición también hubo despojo de nacionalidad: No hay comunidad que lo acoja y sostenga la dignidad del humano, y aunque recuerde un nombre es un nadie, la estadística que mide un fracaso.
Alega Duque, siempre mendaz, que el informe FAO tiene problemas metodológicos, porque pone casos agudos, transitorios, con crónicos, permanentes. Tal vez tenga razón, ya que el hambre en Colombia es efecto del paso del uribismo por el gobierno y, una vez se desaloje a esa pandilla, con el cambio de modelo social y económico se supere tal estado de cosas.
José Darío Castrillón Orozco
El terrible, cierta y obscena la imagen de Duque tragando viandas y presupuesto en medio del hambre de colombianos.
De continuar este estilo de gobierno sanguinario, corrupto e irracional, el hambre asolará a toda la población honrada de Colombia.
Un retrato de la situación de Colombia. Una derecha sin propuestas para solucionar los grandes problemas de la población. Despojo, explotación, represión y humillación, acciones de un gobierno indolente.
Solo les interesa el poder, lo demás poco importa. Y quieren más…