El índice de miseria propuesto por Arthur Okun se calcula sumando la tasa de desempleo a la tasa de inflación.
Ahora bien, con base en la metodología de López-Calva y Ortíz-Juárez, se clasificó la información de la Gran Encuesta Integrada de Hogares del año 2019 y 2020, en cuatro categorías, con base en los siguientes umbrales: i) Los pobres son aquellos ciudadanos con un ingreso per cápita inferior a la línea de pobreza monetaria (11 mil pesos diarios); ii) Los vulnerables corresponden con ingreso per cápita entre la línea de pobreza y $22 mil pesos al día; iii) La clase media está compuesta por aquéllos ciudadanos a quienes corresponde como ingreso per cápita al interior del hogar entre $22.000 y $117.000 al día; y, iv) La clase alta está conformada por personas cuyo ingreso per cápita al interior del hogar corresponde con más de $117.000 diarios.
Con las cifras del Dane, al tener clasificada la canasta familiar para cada uno de estos niveles de ingreso, es posible calcularles su tasa de inflación.
El índice de miseria, en el marco de la pandemia, creció un 22.4%, al pasar de 14.30% en 2019 a 17.51% en 2020, explicado por el aumento de la tasa de desempleo, dado que la inflación se redujo. Por clase de ingreso, se observó que mientras el índice de miseria de los ciudadanos que se encuentran en pobreza aumento en un 33.6%, el indicador para los de la clase alta disminuyó en un 26.8% (Gráfico 1).
De igual manera, los cálculos muestran que para el año 2020, el indicador de los ciudadanos en clase media y vulnerable fue de 10.25% y 10.78%, respectivamente. Cabe señalar que el valor del indicador de quienes se encuentran en pobreza es 6 veces superior al de la clase alta, el triple del de la clase media y el doble de quienes están en vulnerabilidad.
Esto refleja dos hechos. De un lado, el impacto que tiene el desempleo en los ciudadanos en vulnerabilidad y en pobreza y las diferencias respecto a los de la clase alta; y del otro, que la inflación impacta más a los hogares pobres que los de las capas altas de la sociedad (Gráfico 2).
Lo anterior es el reflejo de la disparidad de oportunidades que tienen los jóvenes, así como las mujeres, en las cabeceras como en las áreas rurales, como la profundización de las desigualdades que se vienen presentando con la pandemia (Gráfico 3).
Respecto a la tasa de desempleo, se observa que existen diferencias sustanciales entre rangos de edad como entre clases de ingreso. Por ejemplo, la tasa de desempleo para los jóvenes de 20 años a nivel nacional fue del 25%, en las clases de altos ingresos alcanzó un valor del 7% mientras que en los de pobreza alcanzó un 37%.
En el año 2020, la tasa de desempleo a nivel nacional para los jóvenes fue del 30.1% para aquellos que se encuentran entre los 16 y los 20 años (24.1% hombres y 39.1% mujeres) y del 24.9% entre los 21 y los 25 años (19.5% hombres y 32.0% mujeres). De igual manera, existen diferencias sustanciales entre hombres y mujeres, así como entre cabecera y resto (Cuadro 1).
Lo anterior muestra la necesidad que existe a ampliar el horizonte de posibilidades para los jóvenes y las mujeres de los hogares vulnerables y pobres en diferentes aspectos de la vida nacional, como son la educación y el empleo; así como la necesidad de la renta básica de emergencia para que puedan atender necesidades básicas como la alimentación y la vivienda.
Jorge Enrique Espitia
Foto tomada de: https://www.elnuevosiglo.com.co/
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