“Mientras todas las demás ciencias progresaron, la de gobernar marcó el paso: hoy es practicada apenas un poco mejor que hace tres o cuatro milenios”
John Adams, 2º Presidente de los Estados Unidos.
La forma como terminó el explosivo Consejo de ministros del pasado martes 4 de febrero, marca un quiebre en la gobernabilidad del presidente Petro. La audaz decisión de transmitir por TV una sesión del Consejo de ministros generó una cadena de reacciones y cuestionamientos que puso en la primera plana mediatica las fricciones internas del Gobierno y la falta de una agenda para conducir y enfrentar los problemas que agobian al país.
Los primeros sorprendidos -con lo que para algunos fue un acto de transparencia y para otros medios un reality show- fueron los propios ministros que acudieron a la intempestiva cita al Palacio de Nariño sin conocer y, menos áun, preparar la agenda para responder a los reclamos del presidente por la baja ejecución y el incumplimiento de varios compromisos de gobierno.
En medio del desconcierto generalizado salieron a flote los reparos de varios ministros cercanos al presidente sobre los nombramientos de Laura Sarabia y Armando Benedetti, lo que el exministro del Interior Cristo calificó asertivamente como una situación “insostenible” y llamó a sus colegas a presentar su renuncia para dejar en libertad al presidente de reorganizar su equipo de gobierno y resolver la crisis política.
Luego del explosivo episodio se produjó una cascada de renuncias, la mayoría protocolarias y algunas irrevocables, que han dejado en interinidad algunos de los cargos más importantes del Gobierno. Y tal vez lo más grave, el quiebre de la necesaria confianza entre el Jefe y su “Estado Mayor”.
La “Jaula de Cristal” que aprisiona, aisla y, a su vez, proteje al Jefe de Estado de las presiones y asedios permantes de los sus aliados y enemigos se quebró dejando desnudo el malestar y las molestias de un líder que se siente solo y agobiado por los obstáculos y las enormes dificultades para llevar a cabo las reformas y transformaciones requeridas para hacer de Colombia un país más justo, equitativo, digno y sostenible. ¡Es un líder sin Estado Mayor!
Este desencuentro tiene su origen en varias circunstancias. El pie forzado de un triunfo electoral muy precario, donde no solo la mitad del electorado voto en contra, sino que la incapacidad del Progresismo para conformar un “bloque histórico” de fuerzas populares y democrática, lo obligó a co-gobernar -durante el primer año- con sectores de la Alianza Verde y del liberalismo reformista globalizante y neoliberal, que limitaron fuertemente sus espacios de gobernabilidad para tramitar las reformas sociales del Programa de la Transición Democrática.
Se logró la aprobación de la Reforma Tributaria progresiva, la Reforma al régimen de Pensiones, el Plan Nacional de Desarrollo (PND 2022-2026) “Colombia Potencia Mundial de la Vida”, la sanción de la Ley Marco de la Paz Total, la creación del Ministerio de la Igualdad y Equidad Social, y la Jurisdicción Agraria. Sin embargo, los proyectos de reforma a la Salud (Ley 100 de 1993), Laboral y Educativa se convirtieron en la manzana de la discordía que marcaron el distanciamiento y, al final, la salida del gobierno de los ministros pertenencientes a esos sectores.
Luego de esta ruptura, el Gobierno ha intentado conformar coalisiones parciales con sectores de las bancadas verde, liberales y conservadores independientes, que han tenido muchas fracturas y no le ofrecen garantías para el trámite de sus iniciativas. Tal como ocurrió con el hundimiento del proyecto de Ley de Financiamiento, la Ley General del Presupuesto y el primer proyecto de reforma a la salud.
Buena parte del equipo de gobierno, como quedo demostrado en esta crisis, tiene serias limitaciones en sus capacidades para responder a los desafíos que implica un proyecto de gobierno que busca realizar grandes transformaciones sociales y económicas. La gobernabilidad del proyecto progresista se ve afectada por las limitaciones en la capacidad del equipo de gobierno para llevar a cabo los cambios y lograr alcanzar los resultados y las metas propuestas en el PND. A su vez, la correlación de fuerzas políticas favorable a las reformas se gesta en torno a la gestión y la ejecución del equipo de gobierno. Lo cual justifica el reclamo del Presidente a sus ministros en los Consejos de Gobierno por la baja ejecuión y el escaso avance en el cumplimiento de los compromisos y el logro de las metas del Plan.
Uno de los factores que más afecta la capacidad de gobierno es la existencia de reglas del juego político institucional de baja responsabilidad, que son el resultado del debilitamiento y la reducción del Estado que trajo consigo la globalización y los ajustes estructurales promovidos por el Consenso de Washington a finales de los años 90 y durante las últimas décadas de gobiernos neoliberales en Colombia. Particularmente, la intronización del clientelismo, la corrupción y el copamiento de las instituciones y las prácticas de los partidos políticos tradicionales por parte del narcotráfico, provocarán el desbarajuste institucional que hoy padece nuestro país en todas las ramas y esferas del poder.
La baja capacidad de gobierno es un factor severamente limitante en sistemas de baja responsabilidad, como el nuestro, y donde la escasez de recursos financieros y tecnologicos debilita la capacidad para afrontar los grandes problemas sociales, económicos y ambientales que se han venido acumulando bajo los mandatos anteriores de gobiernos neoliberales.
Igualmente, el estilo y el carácter del liderazgo que ejerce el presidente afectan la capacidad de gobierno en aspectos como: i) la carencia de métodos y técnicas para conformar las agenda de gobierno favorecen la improvisación y el predominio de la intuición en el análisis y enfrentamiento de los complejos problemas de gobierno; ii) la excesiva confianza en la experiencia personal del presidente lo lleva a sobrevalorar sus destrezas personales y a desvalorizar el trabajo en equipo, en lo que se conoce como el “síndrome del vencedor”, que crea una confianza excesiva, a veces sin fundamento, en la superioridad de sus capacidades; iii) la tendencia al mal uso del tiempo y la dispersión en los temas que aborda en sus intervenciones presidenciales, le impiden concentrar el foco de atención en los asuntos estratégicos de la gestión de gobierno, como quedo demostrado en el fallido Consejo de ministros del 4 de febrero donde no se tomó ninguna decisión importante relacionada con la conmoción interior del Catatumbo; iv) la limitada capacidad para discernir con acierto las cualidades y deficiencias del equipo de gobierno y así poder generar y profundizar la confianza en el trabajo en equipo; y v) la dificultad para trabajar en equipo y propiciar un diálogo cordial con sus ministros y subalternos del gobierno.
Por el éxito y continuidad del proyecto político del Cambio confiemos en la audacia y capacidad de resiliencia del presidente Petro para corregir el rumbo y encaminar su gestión en la realización y logro de los resultados y metas del PND.
Luis Alfredo Muñoz Wilches
Foto tomada de: El Heraldo
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