La economía colombiana opera mediante la competencia entre unidades privadas autónomas y formalmente independientes que buscan cada una su propio interés; no es una comunidad de seres humanos que deciden conjuntamente qué producir y cómo producirlo, y distribuyen conscientemente el trabajo, las empresas y el producto entre sus miembros.
De acuerdo con cifras de Confecámaras, en 2018 había un poco más de 1,6 millones de empresas, que se distribuyen entre las distintas actividades productivas, como se ve en la tabla anexa. Por ejemplo, hay 285.000 empresas en el sector comercio, 135.000 en la industria manufacturera, etc. Dentro de cada rama de actividades se dividen las empresas a su vez en actividades específicas; por ejemplo, en la agricultura en la producción de café, de banano, de arroz, de papa, de zanahoria, etc.; o en la industria manufacturera en la producción de alimentos, de bebidas, de textiles, de motos, de muebles, etc.
Existe, por tanto, una división del trabajo entre las empresas, pero no es resultado de una decisión consciente y acordada; no hay ninguna institución que determine cuáles son las necesidades de los miembros de la sociedad y distribuya el trabajo necesario entre las distintas ramas productivas y empresas. Es decir, no existe una distribución intencional y coordinada de la producción y el trabajo. La división es resultado de la interacción en el mercado de las empresas, cada una buscando su interés privado.
Cada empresa toma sus decisiones autónomamente. Su propósito es elaborar un bien o servicio (o comercializarlo) para llevarlo al mercado, venderlo y obtener a cambio el dinero que le permita obtener las mercancías que necesita para seguir produciendo y para consumir. Si una empresa no logra vender su producto habrá perdido el tiempo gastado y no se habrá vinculado a la economía nacional. Las empresas compiten entre ellas buscando conseguir una parte del mercado. En este proceso no saben suficientemente -aunque en el caso de las empresas más grandes intentan generar la información mediante estudios de mercado-, el tamaño y tendencias de la demanda; tampoco conocen suficientemente la técnica y formas de organización de sus competidores y los costos resultantes, lo que puede conducir a que al llegar al mercado algunos productores tengan costos muy superiores al precio de mercado y no puedan vender su producto o tengan que hacerlo a precios que no les permite cubrir adecuadamente sus costos. Por tanto, este tipo de organización de la economía genera la posibilidad permanente de desequilibrios, crisis y despilfarro de recursos.
La sociedad colombiana, por tanto, no es una sociedad cooperativa sino competitiva. Está fundamentada en la guerra de la competencia entre productores, guerra en la cual los más débiles perecen. En Colombia se crean todos los años miles de empresas y desaparecen también otras tantas; es un fenómeno corriente el cierre de empresas debido tanto a la competencia interna como la externa.
Las empresas que compiten se diferencian en muchos aspectos. Por una parte, existen empresas capitalistas (es decir empresas donde el capital contrata trabajadores asalariados), y empresas no capitalistas (es decir donde no hay relaciones asalariadas). Dentro de las empresas capitalistas hay empresas privadas, empresas de capital público (por ejemplo, Ecopetrol); dentro de las empresas no capitalistas hay empresas cooperativas, productores campesinos, artesanos, pequeños productores urbanos, tenderos, vendedores ambulantes. Adicionalmente, hay formas de producción indígena que llevan al mercado solamente una parte de su producto. Finalmente, hay cierta producción que se realiza para el autoconsumo, por ejemplo, por parte de los campesinos o el trabajo doméstico en el hogar.
De otra parte, las empresas se diferencian según su tamaño, según su forma de organización jurídica, según su origen nacional o extranjero, según su grado de formalidad. De 1.600.000 empresas, apenas 6.793 son grandes empresas, 21.459 medianas y 87.761 pequeñas; el resto, cerca de 1.504.320 son microempresas, es decir empresas con menos de 10 empleados, la mayoría de las cuales son de una sola persona. Según su organización jurídica pueden ser desde sociedades anónimas hasta unidades informales sin cumplimiento de los requisitos legales. Adicionalmente, la gran mayoría de empresas son de origen nacional, pero algunas de ellas, en ciertos casos de gran tamaño, son de capital extranjero, por ejemplo, las petroleras y mineras, o aquellas que invierten en el sector bancario.
Dentro de este universo de empresas, como veremos en siguiente artículo, la producción es realizada en su gran mayoría por empresas capitalistas y se concentra en las empresas más grandes. Aunque existe un enorme número de empresas, unas pocas realizan la mayor parte de la producción y se quedan con una proporción enorme de las ganancias. Un pequeño grupo de empresas controla la producción del país.
La división del trabajo entre las empresas se manifiesta también en la división del personal ocupado por ramas de actividad económica, como se ve en la siguiente tabla:
Esta distribución de los trabajadores tampoco es resultado de una decisión consciente de la sociedad que distribuye a las personas entre las distintas actividades requeridas para elaborar los bienes y servicios que necesitan. Es resultado de la competencia entre las unidades productivas, un resultado que mide el DANE, pero no fue un objetivo definido por la sociedad en su conjunto a través de mecanismos democráticos.
La relación entre los productores se realiza mediante el intercambio de mercancías
En este tipo de organización económica los productores se vinculan a través de la venta y la compra de sus mercancías, se relacionan por medio de cosas y del dinero. La relación social común a todas las personas es, fundamentalmente, como vendedores y compradores; todos tenemos que vender y comprar con el fin de obtener los objetos que necesitamos para vivir, no tenemos otra opción debido a la estructura dentro de la cual estamos inmersos.
Aunque son los propios colombianos los que han creado históricamente estas relaciones de producción y de cambio, terminan sometidos a los designios del mercado y sujetos a vaivenes y fluctuaciones que en determinadas circunstancias llevan a la quiebra o afectan seriamente las condiciones de vida. Por ejemplo, cuando los productores de papa o cebolla encuentran, al llevar sus productos al mercado, precios que no alcanzan siquiera para cubrir sus costos. O cuando los trabajadores no encuentran quien compre su fuerza de trabajo en el mercado.
Los defensores del capitalismo consideran que el mecanismo del mercado, la oferta y la demanda, son el mejor instrumento para decidir qué producir, cómo producir y cómo distribuirlo. Señalan que es un mecanismo descentralizado basado en la libertad de los productores de realizar autónomamente su producción y buscar sus intereses, y critican a las formas de organización planificadas que califican de sistemas autoritarios y centralizados. Insisten en que el mercado realiza un trabajo muy eficiente.
Sin embargo, a pesar de esta defensa del supuesto libre mercado, los propios defensores del capitalismo observan que éste presenta varias fallas[2], dentro de las cuales destacan: la aparición de monopolios y oligopolios que restringen la libre competencia; los efectos negativos de las empresas que contaminan el aire y el agua, y destruyen los bosques y selvas; la existencia de ciertos bienes y servicios que no son producidos por los capitalistas dado que su uso es colectivo; las extremas desigualdades en la propiedad y los ingresos; los bajos niveles de crecimiento, las crisis, recesiones, estancamientos, los altos niveles de desempleo. Es decir, el supuesto extraordinario mecanismo del mercado genera una serie de efectos graves que afectan las condiciones de vida especialmente de los trabajadores con menores ingresos y destruyen la naturaleza.
Debido a esto, los defensores del capitalismo sostienen que es necesario que el Estado intervenga en ciertas circunstancias para corregir dichas deficiencias mediante diversas acciones y programas.
Sin embargo, dichas situaciones no son fallas del mercado. Son rasgos inherentes del capitalismo colombiano. La propia competencia que se da mediante el desarrollo de la capacidad productiva, más otras prácticas tendientes a destruir a los competidores, conduce a la aparición de los oligopolios y monopolios en las ramas económicas más importantes; igualmente, la búsqueda de ganancias está por encima de la gente y de la naturaleza.
De otra parte, en el capitalismo existe la tendencia a la concentración de ingresos y por tanto a la desigualdad. Finalmente, las crisis y recesiones son resultado de la propia estructura y dinámica del sistema. Además, algunos de los rasgos que se ven como fallas, son elementos inherentes muy útiles para los capitalistas. El desempleo, por ejemplo, es una tragedia para los trabajadores cesantes, pero la existencia de una oferta excesiva permanente genera un mercado de trabajo favorable siempre a los capitalistas, que pueden por tanto imponer salarios menores.
Planificación al interior de las empresas, pero anarquía en la producción social
La gran mayoría de la producción en Colombia no es planificada ni coordinada socialmente, pero dentro de determinadas esferas la planificación y la división intencional del trabajo es relevante. Por ejemplo, en el caso del Estado y sus distintas organizaciones es muy importante la planificación y la organización, lo cual se expresa desde la propia Constitución donde se establecen los planes de desarrollo en todos los niveles de gobierno y entidades, y se definen mecanismos para la distribución del trabajo y la organización del personal.
Igualmente, en las empresas privadas y especialmente en las grandes organizaciones son muy importantes las funciones administrativas, especialmente la planificación. Al interior de dichas grandes organizaciones el proceso de producción se realiza en forma consciente, se definen objetivos y metas, se establece una estructura organizativa apropiada para alcanzarlos y se distribuyen expresamente las tareas entre todos los trabajadores; la división del trabajo entre ellos es clara y conocida por todas. Adicionalmente se establecen mecanismos de supervisión, control y evaluación. Al interior de las organizaciones no aplica el libre mercado ni la competencia entre las distintas unidades, opera la dirección central, la coordinación y cooperación entre las distintas áreas y trabajadores.
Resulta entonces que en la sociedad colombiana los capitalistas promueven la planificación al interior de sus empresas, lo mismo que en el Estado, pero defienden a ultranza la anarquía y la competencia en el conjunto de la sociedad y critican fuertemente toda idea de una producción social planificada y coordinada. Esta contradicción se observa claramente en las universidades en las cuales se encuentra que mientras en la facultad de administración se enseña a los futuros gerentes la racionalidad administrativa y las técnicas de la planeación estratégica y operativa (lo mismo que en la ESAP a los futuros gerentes públicos), en la vecina facultad de economía se les enseña que la mejor forma de organización social es aquella en la cual millones de unidades compiten entre ellas, tratando de hacer quebrar a los demás. Por un lado, defienden la planificación, por el otro la anarquía.
En su defensa de la sociedad de mercado los capitalistas y los economistas ponen el énfasis en la supuesta libertad de competencia y en la igualdad de todas las personas en su calidad de vendedores y compradores de mercancías. En esta dimensión social tanto Luis Carlos Sarmiento Angulo como el cajero de uno de sus bancos son consumidores y pueden encontrarse en el mismo local comprando una hamburguesa. Se hace énfasis en esta dimensión de la sociedad, el mercado, con la finalidad de no profundizar en la estructura de la producción donde hay lugares claramente diferenciados en cuanto a la propiedad y al papel desempeñado por las personas. Los economistas y capitalistas hablan de economía de mercado o economía competitiva y hacen todo lo posible por no hablar claramente sobre el capitalismo.
Es necesario por tanto complementar este primer rasgo de la economía colombiana, una economía de mercado, con un segundo rasgo esencial: la sociedad colombiana se fundamenta en una economía en la cual una clase social concentra los medios de producción y otra solamente tiene su fuerza de trabajo para vender y obtener los medios de vida necesarios.
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[1] La defensa del mercado es uno de los principios centrales de la economía dominante. Samuelson, premio nobel de economía y autor de una de las introducciones a la economía más conocidas, considera que es el mejor mecanismo de asignación de recursos, pero reconoce que tiene fallas. Pero no se pregunta ni cuestiona nunca sobre el origen de este tipo de organización particular de la producción, la considera como algo natural
[2] https://www.sur.org.co/el-modelo-economico-en-colombia-caracteristicas-generales/
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: Colombia Indignado
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