A estos últimos, les preocupa que los resultados de varias firmas encuestadoras han venido coincidiendo en que el viejo régimen político no contaría en las próximas elecciones con el respaldo suficiente en materia electoral para garantizar su subsistencia.
Las encuestas muestran, entre otros resultados, que el potencial electoral de los ciudadanos del Pacifico colombiano, y la nueva ciudadanía juvenil de la constitución de 1991 que está en capacidad de votar a nivel nacional, complementan otros territorios electorales del centro, oriente y norte del país, en donde se está incubando una nueva rebeldía electoral que podría poner fin a los 20 años de régimen uribista.
Estas encuestas se constituyen en una gran preocupación para las diferentes elites que soportan el régimen político. De ahí, que la estrategia de inocular nuevamente el miedo, aquella misma que mostro sus virtudes en la campaña del plebiscito por la paz, será utilizada nuevamente ahora, tratando de vincular las nuevas tribus urbanas de los vándalos que han protagonizado destrucción y caos con la propuesta política de cambio que propone la izquierda electoral.
Los defensores del régimen imperante, alimentados por la antigua doctrina del jefe de la propaganda nazi Joseph Goebbels, mano derecha de Hitler y ministro de propaganda del tercer Reich, hoy reeditan sus tesis en Colombia con la doctrina de la Revolución Molecular Disipada, según la cual, las protestas ciudadanas deben ser manejadas como un asunto de seguridad nacional y sus manifestantes deben ser considerados objetivo militar.
El Uribismo, quien otrora trajo a Colombia al mercenario coronel Israelí Yair Klein para adoctrinar las estructuras del paramilitarismo, hoy invita al país al neonazi chileno Alexis López Tapia, ideólogo e instructor, para que ilustre en universidades, y círculos políticos y militares a nuestros avezados estudiantes de la ultraderecha en las tesis de la Revolución Molecular Disipada, y cumplir así su cometido de generar terror y miedo en la población a fin de deslegitimar la protesta cívica y ciudadana.
En el marco de esta doctrina creen haber encontrado en las acciones y la gramática de los vándalos, los discursos necesarios para afirmar que Petro y todos los sectores alternativos y progresistas están detrás del paro alimentando los grupos de anarquistas y sus desordenes.
Con esas tretas de meter miedo a la población haciendo responsable a los sectores políticos alternativos de la violencia que se ha venido observando en el marco de las protestas ciudadanas, pretenden detener el avance que en materia electoral muestran las encuestas en favor de esos grupos en esta región, y preparar el camino de la próxima contienda electoral para que esta se desarrolle con agresividad verbal y violencia directa; y no en un ambiente de paz como lo reclama la inmensa mayoría del pueblo colombiano.
Al régimen político le preocupa que Petro en la pasada contienda electoral en Cali duplicó sus votos, al pasar de 485.943 sufragios en la primera vuelta a contabilizar 884.853 votos en la segunda. Es decir, que aumentó los sufragios en un 82%. Mientras que el incremento de Duque entre la primera y segunda vuelta presidencial fue del 42%.
De tal manera, que los perpetuadores del régimen político le apuestan al discurso de que lo que hay en Cali es una confrontación entre pobres y ricos, blancos e indios, vendiendo una falsa e insensata idea de lucha de clases, como si las diferencias producto de la inequidad, la exclusión y la pobreza, no fueran ya elementos suficientes para diferenciar que la ciudad está dividida en un sector que todos los días es más favorecido por las políticas de los que ostentan el poder, y otro sector, de capas medias y sectores populares, que acrecientan a diario su pobreza; y para los cuales, la única esperanza esta puesta en un gobierno nacional alternativo que pueda resolver parte de sus dolores y sus miserias.
El Sur Occidente del país hace parte de un potencial electoral no despreciable que puede determinar el rumbo del poder político en favor de sectores alternativos en los próximos años. La razón es sencilla. Petro triunfó en ocho departamentos y, de estos, cinco están ubicados en el suroeste colombiano: Chocó, Valle del Cauca, Cauca, Nariño y Putumayo. Los tres restantes fueron Sucre, Atlántico y Vaupés.
Así como Iván Duque obtuvo el 24.5 por ciento de sus votos en Antioquia y el Eje cafetero, Petro consiguió el 25 por ciento de los 8.035.000 votos en el Suroccidente. Solo en esa región sumó 2.049.101 votos, casi que duplicando la cifra que obtuvo en la primera vuelta presidencial: 1.184.875 sufragios
En carta blanca, En Cali, Petro casi duplicó sus votos, al pasar de 485.943 sufragios en la primera vuelta a contabilizar 884.853 votos. Es decir, que aumentó los sufragios en un 82%. Mientras que el incremento de Duque entre la primera y segunda vuelta presidencial fue del 42% por ciento.
Petro se mantuvo en las 7 comunas en las que ganó en primera vuelta el 27 de mayo (7, 12, 13, 14, 15, 16 y 21) y conquistó en segunda vuelta 8 de las 9 que eran de Fajardo (1, 4, 5, 6, 8, 9, 10 y 11). Incluso logró voltear a su favor y duplicar sus votos de primera vuelta en la comuna 3, al noroccidente, y la 18 y 20 al sur de la ciudad en las que había ganado el uribismo por menos de 2.000 votos. El resultado final: Petro se quedó con 18 de las 22 comunas de Cali.
De tal manera que, escalar el conflicto en el marco de la doctrina de la revolución molecular disipada para meter miedo parece ser la tarea en la que coinciden vándalos y sectores del militarismo y del gobierno. La dirección del paro nacional no puede permitir que en algunos puntos de la resistencia vándalos provocadores alejados de la dirección política y social de paro, que actúan en ocasiones en connivencia con sectores de las fuerzas armadas, generen desordenes al final de los masivas y ordenadas marchas, y de esta manera sigan haciéndole el juego a deslegitimar las reivindicaciones democráticas que animan al paro nacional.
Hay lugares de resistencia que están en manos de sectores desclasados, de pandillas, de sectores del llamado lumpen proletariado. La dirección del paro y su conducción política y social se perdido en algunos de esos sectores. Es preciso de manera urgente recuperar la conducción política del paro y centrar su dirección en las centrales obreras, y en las organizaciones legitimas del movimiento juvenil, campesino, popular y social, que hoy asiste unido al proceso de negociación con el gobierno nacional.
Es hora de replantear el modelo de bloqueo de la población, no se puede permitir que sectores anarquistas impidan el abastecimiento de alimentos, gasolina e insumos para la salubridad, y que con sus acciones vandálicas legitimen las estrategias de los halcones de la muerte que están en pleno funcionamiento animados por su nueva doctrina del enemigo interno que los anima a desarrollar la campaña electoral en medio del miedo y la violencia. En la paz ganan los sectores alternativos, en la guerra se afianza el dominio del viejo régimen político.
Al panorama anterior, se suma el desprestigió del gobierno de Jorge Iván Ospina, odiado por amplios sectores populares y juveniles de Cali por su falta de compromiso con las causas populares y sociales, calificado en las encuestas como el peor de los alcaldes del país, quien, a nombre de una propuesta alternativa, se alió con los sectores mas corruptos de la política regional del Valle para obtener el poder local y parcelarlo entre la vieja clase política; gobierno que ha permitido que actos de corrupción y despilfarro de recursos públicos se constituyan hoy como el símbolo de la administración. El gobierno de Ospina es una vergüenza política que ha hecho mucho daño, y de seguro contribuirá a hacer mas dura la disputa electoral en favor de las fuerzas alternativa en el Sur Occidente Colombiano.
Hector Alonso Moreno, Politólogo
Foto tomada de: Marca Claro Colombia
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