La propuesta que hizo Gustavo Petro para unificar a las distintas fuerzas del Pacto Histórico (PH) en un solo partido la planteó como un paso imprescindible para encarar las elecciones del año 2026. Por otro lado reiteró la necesidad de un Frente Amplio con fuerzas dispuestas a apoyar las principales reformas y a impulsar una coalición de gobierno.
La construcción de un partido unificado, según el planteamiento de Petro, tiene que ver con la necesidad de contar con una columna vertebral que así sea desde una posición minoritaria en el Congreso, como le sucede ahora al PH, mantenga un apoyo irrestricto a los proyectos del gobierno y, lo más importante, que aspire a ser mayoría para asegurar la elección de un próximo gobierno que dé continuidad al proyecto progresista.
Hay factores de índole legal que impiden que la coalición del PH, que alcanzó más del 15 por ciento de los votos al Congreso, se vuelva a presentar en la misma forma a las próximas elecciones parlamentarias. Por otra parte, el precario desempeño del PH y de la misma Colombia Humana (CH) durante las últimas elecciones regionales había llevado al exsenador Gustavo Bolívar a plantear la necesidad de una fusión de grupos en torno a CH como principal partido del Pacto.
La pregunta que surge es la de cómo una fusión partidaria por sí misma puede ser un impulso hacia la mayoría. Petro planteó un congreso – el Congreso Progresista – de 1500 delegados provenientes del PH. Esto conduce a otra pregunta. ¿No será necesario ampliar los interlocutores con progresistas que aunque apoyan al PH no lo hacen militando en uno de sus partidos? ¿No será necesario un diálogo con organizaciones sociales para ajustar temas programáticos y la misma acción política?
Por el momento se puede interpretar como una respuesta a estos interrogantes la declaración del 25 de enero del Comité Político del PH que habla de interlocutar con “procesos” y organizaciones sociales sobre el tema del partido. Casi paralelamente la ANUC emitió un llamamiento a la movilización para conmemorar 53 años de las tomas de tierra del 21 de febrero 1971 al tiempo que expresaba un respaldo decidido al gobierno, independiente de críticas a la lentitud de la reforma agraria y al funcionamiento de las instituciones responsables de ella. Por otra parte, surgió un debate que involucra a FECODE por el apoyo por 500 millones de pesos a Colombia Humana y/o a la campaña presidencial. Las implicaciones jurídicas que se le atribuyen a esta donación no son insignificantes pero aquí cabe llamar la atención sobre el papel que han jugado las organizaciones sociales en el apoyo a los procesos políticos de izquierda. Algunos apoyos se pueden cuantificar como aporte financiero pero lo más notorio es que los sindicatos y asociaciones han sido escuelas de preparación de liderazgos políticos progresistas. Más de una vez se han elegido a cuerpos colegiados candidatos provenientes del mundo gremial y asociativo. Estos relacionamientos entre partidos y organizaciones de la sociedad civil de ninguna manera han alcanzado el nivel de una interlocución para consensuar políticas públicas. Es posible que una interlocución como la aquí sugerida redunde en fortalecimiento de los partidos de izquierda y de las mismas asociaciones gremiales. Y en el caso de un Congreso Progresista a la vista podría aportarle energías extras al mismo.
La propuesta de unificación partidaria es un tema nuevo en la agenda de Petro que a lo largo de su carrera política había preferidos trabajar con movimientos o grupos de trabajo pero no con una estructura de partido. El hecho de invitar al PH en su conjunto a resolver el tema partidario es un gesto de tratamiento igualitario que puede servir para mejorar las relaciones entre las distintas fuerzas. Es evidente que por un tiempo dentro de Colombia Humana se hacían sentir algunas voces que, desde una posición de superioridad, proclamaban la obsolescencia del PH. En otros casos y concretamente en la elaboración de listas regionales fueron sectores del Polo los que ejercieron posiciones hegemónicas contra los socios de la coalición progresista. Ahora se da la paradoja de que legalmente la sigla PH debe ser sustituida pero el sustituto debe ser discutido entre todos sus partidos integrantes, casi todos además con personerías jurídicas recién concedidas.
Por las primeras reacciones dentro del PH se puede afirmar que un sector, en el cual estaría CH y al menos una parte importante del Polo, entre otros, estaría de acuerdo en fusionarse en un partido con un único programa que puede ser el que ya tiene el PH, con principios organizativos democráticos que incluyan una relativa libertad de tendencias y dispuesto a gobernar con fuerzas de centro si fuera necesario.
Otra parte del actual PH no está de acuerdo en fusionarse en un partido y quiere mantener sus identidades partidarias de izquierda y construir un frente o coalición dado que electoralmente no se puede actuar más como Pacto Histórico. Dentro de algunos de estos sectores circula la prevención contra practicas hegemonistas y excluyentes que ya se han vivido en el PH. El hecho es que desde el punto de vista legal la escisión del PH es inevitable y se traducirá en listas parlamentarias separadas aunque la candidatura presidencial y otras candidaturas uninominales sean unificadas.
Por un lado un partido fusionado y por otro una coalición de los partidos restantes. Sin embargo, a la luz de la situación nacional y la correlación de fuerzas, las formaciones resultantes, para evitar el suicidio político, tendrían que cooperar políticamente.
Activistas y dirigentes de organizaciones sociales así como intelectuales del entorno del PH, si quieren aumentar su incidencia política, tienen que redefinir su papel en esta coyuntura de disolución del PH y a la vez de reagrupamientos políticos. Tres opciones principales tienen que ser consideradas. Una, la vinculación individual y dispersa a fuerzas ya constituidas. Dos, la entrada en bloque a uno de los partidos del PH o de sus formaciones resultantes. Tres, la constitución de nuevos agrupamientos y vocerías para interlocutar con las fuerzas del PH o las estructuras resultantes de su disolución.
Hasta aquí hemos visto la escisión del PH como algo derivado de la normatividad vigente y al mismo tiempo anotado que ya hay un acumulado en materia de programa. No se arranca de cero dado que para construir el PH se había avanzado en ese terreno. Sin embargo, la táctica para estos dos años venideros y las líneas gruesas de un programa de gobierno que apunte a la paz y a la continuidad del progresismo no es algo que se puede dar por definido. Aquí pueden surgir motivos de divergencia.
El resultado más probable de este proceso de redefiniciones es un enriquecimiento de la cultura política en la medida en que se desarrollará de cara a todo el país y en condiciones de mucha mayor libertad política que la que fue posible en gobiernos anteriores. La actividad política tradicional, cargada de lastres y que con razón es despreciada por muchos, puede contrastarse ahora con un debate desde la izquierda que toca el tema partidario pero entrelazado a la tarea de la transformación nacional democrática.
José Miguel Gamboa
Foto tomada de: Pulzo
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