La gran mayoría de trabajadores gana menos de 2 salarios mínimos y cerca de la tercera parte menos de 1 salario mínimo, lo cual indica que obtiene una retribución absoluta muy reducida. En términos porcentuales los cerca de 21 millones de trabajadores, que representan el 97% del total de la población ocupada, obtienen el 65% del valor agregado, quedando al 3%, los patronos, el 35% restante. Si se examina solamente la producción capitalista, los datos del DANE muestran que cerca de 11 millones de asalariados obtienen la mitad del PIB, una magnitud igual a la recibida por los patronos.
La gran mayoría de la población vive en situación de pobreza y miseria y otro porcentaje importante en vulnerabilidad. El límite para determinar que alguien es pobre se fija muy bajo. Si la sociedad asumiera un valor más alto para una canasta de bienes y servicios medianamente digna, tendríamos que el 73% de la población es pobre (esto resulta de sumar la población en pobreza más la población vulnerable).
En el medio hay un segmento de “clase media” que representa el 25% de la población, conformada por asalariados de altos ingresos, que ocupan lugares directivos en las empresas, profesionales especializados y pequeños patronos. Esta población ocupa también un lugar subordinado con respecto al gran capital, pero obtiene ingresos muy superiores al salario mínimo y por tanto se distancian en cuanto a sus condiciones materiales de vida de sus hermanos y primos de clase que se encuentran en la base de la pirámide. En el extremo superior un pequeño grupo de personas obtiene ingresos muy elevados (principalmente proveniente de sus ganancias) lo cual les permite tener un nivel material de vida muy alto. De acuerdo con el DANE solamente 1,7% de la población se encuentra en la clase alta (unas 850.000 personas).
El modelo económico predominante en Colombia consiste en una relación social de producción entre clases en la cual la clase capitalista obtiene la mayor parte de la torta, seguida por una capa de asalariados de ingresos altos que cumplen en su gran mayoría funciones al servicio de sus patronos, y una gran masa de trabajadores asalariados y por cuenta propia que en promedio apenas consiguen un ingreso para subsistir pobremente. Es un modelo de concentración de la riqueza y del ingreso fundamentado en la explotación de una gran masa de trabajadores que a duras penas tienen para vivir. La producción está al servicio de unos pocos.
El poder económico de estos pocos permite que dominen a los trabajadores en la esfera del trabajo, pero también en la política y las ideas. La clase política está fundamentalmente al servicio de los capitalistas, quienes financian sus campañas y de este modo ponen sus fichas en todas las instancias del Estado. Igualmente controlan los medios de comunicación y buena parte de la educación en todos sus niveles.
El dominio es económico, político, militar y policial. Pero también y principalmente ideológico. El 99% de los trabajadores asalariados en Colombia no considera que el capitalismo es la fuente de todos sus males; cree que su mala situación se debe a la corrupción, a la politiquería y a la negligencia de los gobiernos que no garantizan los derechos establecidos en la Constitución.
No hay ningún cambio de fondo
Muchos analistas insisten en que los dos candidatos presidenciales que pasaron a segunda vuelta, Petro y Hernández, son una expresión del deseo de cambio de la mayoría de la población. Incluso, superficialmente, consideran que Hernández es un candidato anti-establecimiento. Pero no se profundiza mucho en el contenido del supuesto cambio.
En mi opinión, en el debate político actual no se pone en cuestión el capitalismo. No hay ninguna propuesta de cambiar el sistema hacia el socialismo o el comunismo, a pesar de todas las advertencias y acusaciones de Uribe y el Centro Democrático. Todos los candidatos son partidarios del capitalismo. El Pacto Histórico se promueve como un movimiento liberal que busca hacer las reformas históricas que el liberalismo no pudo hacer. Hernández se ufana de su carácter de capitalista y de su capacidad de enriquecerse a costa de los trabajadores: “hombrecitos” que le pagan intereses.
El triunfo del modelo social capitalista es rotundo: gana todas las elecciones y la actual no es la excepción. El debate entre los partidos y candidatos se centra en ciertos aspectos de la gestión de la sociedad capitalista lo cual es relevante pero no lo fundamental. Se planten algunas alternativas para hacer la esclavitud capitalista más tolerable para los trabajadores, o para mitigar el daño a la naturaleza, pero no una modificación de las causas. Se actúa sobre las consecuencias sin criticar las premisas. La lucha es intensa, pero dentro de los límites del capitalismo. Obviamente los capitalistas no quieren un candidato como Petro que promueve medidas para redistribuir el ingreso en favor de los trabajadores, lo cual puede reducir sus ganancias.
La gran mayoría de los 11 millones de trabajadores asalariados y 10 millones de trabajadores por cuenta propia; o de los 21 millones de personas en pobreza votan por candidatos que representan los intereses del sistema capitalista. Además, dentro de los límites del sistema, votan usualmente por aquellos candidatos que claramente favorecen a los capitalistas en detrimento de los trabajadores. Esto quizá tiene alguna explicación en la existencia de una proporción importante de la población que por su posición económica se identifica con la lógica de la producción capitalista y el mercado: pequeños productores en el campo y las ciudades, pequeños comerciantes, trabajadores por cuenta propia, etc., que se consideran empresarios y sueñan con convertirse en grandes empresarios y volverse ricos.
Muy posiblemente las supuestas expectativas de cambio consisten en la ilusión de tener unas mejores condiciones de vida. En esta perspectiva, como es apenas natural, se quiere un gobierno que genere empleo digno para todos, que garantice mayores ingresos para los trabajadores de forma tal que puedan satisfacer sus necesidades adecuadamente: alimentación, vivienda, etc. Simplemente se trata de hacer cumplir la Constitución Política. Parte de la población considera que es un asunto de voluntad política y que un gobierno como el de Petro más comprometido con los trabajadores podrá lograr estos resultados; otros piensan que el problema fundamental se encuentra en la corrupción de funcionarios y políticos que se apropian de los recursos públicos destinados a satisfacer ciertas necesidades (educación, salud, vivienda, etc.).
Desde que hay capitalismo en Colombia también existen estas expectativas nunca satisfechas. Se trata de ilusiones, dado que el desempleo, los bajos salarios, la concentración de la riqueza y la desigualdad de ingresos son consecuencias inevitables del capitalismo. La gran mayoría de trabajadores quiere un cambio consistente en eliminar las consecuencias del capitalismo sin modificarlo, sin tocar las causas. Los candidatos y partidos políticos interpretan adecuadamente el sentir popular y le ofrecen la ilusión de resolver sus problemas.
Legitimar el capitalismo
Con cierta frecuencia algunos analistas de derecha, como por ejemplo Mauricio Botero, se quejan de una campaña ideológica en contra del capitalismo y sus instituciones. Muchos empresarios se resienten de que su abnegada labor en favor del desarrollo y el progreso no es reconocida por amplios sectores de la población. Héctor Riveros en un video señala la necesidad de hacer énfasis en adelantar campañas para “legitimar el capitalismo” (no es usual que se use el término capitalismo). Dice Riveros: “fuimos dejando crecer una especie de ilegitimidad del sistema capitalista como sistema de producción de bienes y servicios que generen bienestar a la mayoría de la población.” Y menciona que le recomendó a un amigo dirigente gremial que enfocara su trabajo en “relegitimar el capitalismo.”[2].
Riveros considera que el capitalismo es un modo de producción cuya finalidad es producir bienes y servicios para generar bienestar a la mayoría de la población. Efectivamente, el capitalismo es un modo de producción, pero su objetivo esencial es producir plusvalor, ganancias en diferentes modalidades (industriales, comerciales, financieras); un capitalista no produce si no puede vender con ganancia y puede haber millones de personas que no consiguen los alimentos suficientes, pero el capitalista no les entregara sus productos por amor a la humanidad. La lógica del sistema capitalista conduce a una enorme capacidad de producción, a una gran riqueza en medio de la pobreza de la gran mayoría de trabajadores.
Anexo
El DANE presenta las siguientes cifras sobre población ocupada, pobreza y “clases sociales”.
Solamente 850.000 personas (1,7% del total) son clase alta; 12,7 millones (25,4%) son clase media, y 36,5 millones (72,9%) son clase vulnerable y pobre (dentro de la cual a su vez 7,5 millones viven en condiciones miserables porque no tienen ingresos suficientes para alimentarse bien). Aunque el concepto de clase utilizado por el DANE es incorrecto, estas cifras dan una clara idea de la creación de una isla de riqueza en medio de un mar de pobreza.
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: Desde abajo
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[1] Utilizo datos de 2020..
[2] https://www.youtube.com/watch?v=izTU1GZKZBQ. A partir de 1 hora: 01 minutos de grabación.
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