Un número importante de columnistas de opinión enfoca su análisis de la elección presidencial principalmente en las características de los candidatos y no de los intereses de clase que representan. Su mirada se concentra en aspectos individuales y no en la estructura dentro de la cual se inscriben dichos individuos.
En la sección de opinión de El Espectador del domingo 12 de junio se observa esto con claridad. Héctor Abad Faciolince afirma que en los próximos cuatro años viviremos en un “régimen populista”, ya sea de izquierda, Gustavo Petro, o de derecha, Rodolfo Hernández. Rodrigo Uprimny se enfoca también en las características de los candidatos y afirma que “ambos, por su talante populista y por algunas de sus propuestas, representan riesgos para el Estado de derecho”. Sin embargo, considera que Hernández es más riesgoso y expone cinco factores para sustentar su posición. Para Abad Faciolince y Uprimny en el fondo son la misma cosa: populistas. Una generalización que oculta las diferencias específicas.
Mauricio García también se fija en la personalidad y comportamientos de los candidatos. Afirma que el candidato Hernández “desconoce la función social de la cortesía y por eso insulta (sobre todo a las mujeres, a los pobres que compran sus casas y a sus subordinados) con la grosería de un matón de telenovela mafiosa; además le parece que está mal preparado y es ignorante. Con relación a Petro manifiesta que tiene profundas diferencias por su “dogmatismo, su arrogancia, su falta de honestidad intelectual y su incapacidad para trabajar en equipo”. Ramiro Bejarano afirma que el candidato Hernández “con su desdén por la justicia y quienes la administran, es un peligro para el país.” Felipe Zuleta Lleras afirma que “el ingeniero y Petro son una muestra clara de la locura misma”.
Escapa a este enfoque Mauricio Botero Caicedo quien afirma que “más que las diferencias entre sus trayectorias, visiones y personas que los “roydean”, lo que coloca en orillas opuestas al ingeniero y a Petro es el modelo económico, social y político que prometen imponer”. Parecería que Botero a diferencia de la mayoría aborda lo principal: el modelo de sociedad. Esto amerita una lectura más detallada.
Enfocarse en las características personales de los candidatos es una manera sutil de eludir lo fundamental: los intereses de clase. De este modo se deja de lado la discusión sobre los elementos fundamentales del modo de producción y especialmente de su modalidad política de dominación. Los analistas no abordan el fondo del asunto.
Mauricio Botero habla de modelo económico, social y político, pero tampoco va muy al fondo. Se enfoca en la corrupción como principal problema del país y lo relaciona con la burocracia y el tamaño del Estado. Se queda también en la superficie. Considera que el principal problema del país es la corrupción con lo cual reitera una práctica continua de referirse al país en su conjunto sin especificar las diferencias de clase. Por ningún lado aparece en su columna una referencia a los “problemas” que afectan negativamente a la clase trabajadora (desempleo, bajos ingresos, carencia de propiedad, etc.) y positivamente a los capitalistas (concentración del ingreso y la riqueza en unas pocas manos). Para Botero el capitalismo no tiene responsabilidad alguna en las pésimas condiciones de vida de los trabajadores.
De otra parte, se encuentran varias perlas de mistificación y ocultamiento en las columnas de opinión. Menciono algunas
Ocultar el capitalismo. Héctor Abad Faciolince considera que las causas de “problemas del país” son resultado de la gestión de los distintos gobiernos. Señala que, aunque durante un siglo no ha habido gobiernos populistas y durante 200 años de vida republicana se han obtenido algunos progresos, los resultados no son los mejores: “…los niveles de pobreza son vergonzosos; la desnutrición infantil, inaceptable; la calidad de la educación pública, desastrosa.” Por ningún lado en su columna aparece el capitalismo, las instituciones políticas flotan en el aire, no hay fundamento económico que explique dichas consecuencias terribles para millones de personas.
Armando Montenegro se refiere al dominio y aplastamiento de unos grupos sobre otros sin mencionar al capitalismo, toda una proeza: “Los individuos, además, se involucran profundamente en las luchas y competencias de los grupos a los que pertenecen.” Y “La preponderancia de los rasgos evolutivos en la vida social se aprecia también el llamado tribalismo: el impulso de los grupos a dominar y aplastar permanentemente a los demás. Según Pinker, el tribalismo lleva a las sociedades al patriotismo, la polarización, el fanatismo, el racismo y el desprecio por los otros.” Ni una mención a la existencia de clases y lucha entre ellas; ni una palabra sobre la polarización económica y social consustancial al capitalismo. No mencionar al capitalismo es la consigna. Todo parece reducirse a condiciones naturales y universales de los seres humanos.
Juan Carlos Echeverry[1], analizando los dos candidatos para segunda vuelta, se pregunta: “¿La economía de mercado y la democracia liberal son lo mejor a lo que podemos aspirar?, se preguntan. ¿Si son tan buenas, por qué la estamos pasando tan mal?” Y afirma a continuación que: “Colombia, Panamá, Paraguay y ahora Ecuador son los últimos bastiones de fe en la economía de mercado y la democracia liberal.” Echeverry considera que en Colombia funciona una economía de mercado sin apellido: como si no supiera que es una economía de mercado “capitalista”; además, mezcla economía de mercado y democracia liberal, como si lo segundo fuera un rasgo inherente a lo primero.
Olga González nos informa que es una persona de izquierda: “Desde que me conozco he sido de izquierda.” Pero no precisa que es de izquierda dentro del capitalismo, Más aún, que es partidaria del capitalismo pero quisiera que no existiera una de sus consecuencias inevitables: la desigualdad. Esto es común en muchos analistas y opinadores, que no reconocen el conflicto entre capitalismo y comunismo, y cuyo espectro político se limita a las diferencias en la forma de administrar el capitalismo.
Piedad Bonnet considera que William Ospina “se equivoca al asociarse con un personaje tan primario y violento” como Rodolfo Hernández. Señala que Ospina “desde hace años reflexiona con pasión sobre el destino del país”, en lo cual tiene toda la razón: Ospina se apasiona pero razona poco y mal. Aprovecha su comentario sobre Ospina para hacer unas reflexiones sobre las relaciones entre los intelectuales y el poder. Con base en Edward Said afirma que: “El intelectual está ahí “para plantear públicamente cuestiones embarazosas , contrastar ortodoxia y dogma”, e incomodar con verdades que nadie dice. No para contradecir por oficio, ni para convertirse en un predicador desde una superioridad moralizante sino para estar siempre alerta, señalar lo manido o lo falso…” Y con base en Václav Havel el intelectual debe “rebelarse contra las presiones ocultas y abiertas, ser el primer escéptico respecto de los sistemas, del poder y las seducciones, atestiguar sobre todas sus mendacidades.”
Hay intelectuales de intelectuales. La gran mayoría en Colombia no tiene intención alguna en buscar la verdad e incomodar con ella; puede que critiquen algunos aspectos del poder político, pero rara vez se meten con el poder económico. Esto ocurre también con los periodistas: Julio de la W o Néstor Morales pueden juzgar implacablemente a un alcalde o a un político y destrozarlo al aire, pero cuando entrevistan a un capitalista poderoso se derriten en zalamerías y no se atreven a hacer pregunta alguna que pueda fastidiar a su entrevistado. Pero además tienen el descaro de auto declarar su honestidad y amor por la verdad. La cortinilla de Blu Radio dice todos los días: El periodismo es siempre honesto, independiente y comprometido con la verdad. El periodismo no es amigo del poder, lo vigila.” El nivel de cinismo es extraordinario.
Parece ser que estas frases de cajón las enseñan en las facultades de periodismo y se las creen también los mejores periodistas.
Escriben Daniel Samper Pizano y Laura Restrepo en su columna en Los Danieles[2] lo siguiente: “No militamos en ningún grupo ni partido. Somos dos periodistas independientes vinculados a Los Danieles. Al confrontar la terca aritmética electoral y la realidad de pobreza y marginación del pueblo colombiano, reaccionamos como ciudadanos con poder de comunicación y formulamos algunas cuestiones sobre el duelo del que saldrá el próximo presidente de Colombia.” “No formamos parte de movimiento alguno y no tenemos jefes ni capitanes. Nuestros patrones son quienes nos ven, oyen y leen. Pensando en ellos y dirigido a ellos escribimos este mensaje. Al margen de nuestras inclinaciones políticas, seguiremos cumpliendo la misión que reserva una democracia al periodismo: informar con independencia y verdad, fiscalizar sin descanso al poder y defender la libertad de prensa como derecho indispensable de la sociedad.”
Repiten un punto común entre los mejores periodistas del país (Coronell y Guillén han dicho cosas similares). Es cierto seguramente que no militan formalmente en un partido político. Pero, ¿significa esto qué no tienen partido? En lo fundamental no son críticos del capitalismo lo que implica que implícitamente son partidarios del sistema.
Un elemento en común entre los periodistas es que consideran que su labor se enfoca en informar con independencia y verdad y fiscalizar sin descanso al poder. Pero, son todos partidarios del capitalismo, así critiquen algunas de sus consecuencias y el comportamiento de algunos capitalistas en particular. Y su noción de poder es muy limitada, se enfoca en el gobierno. Nunca o casi nunca critican a la fuente del poder real. Son supuestamente neutros pero realmente toman partido.
A propósito de la neutralidad de los periodistas vale la pena escuchar el programa dedicado al tema por Pablo Iglesias y su equipo: “La base #73- Periodismo neutral y otros animales mitológicos” (https://www.youtube.com/watch?v=Bdri6mazEyw).
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[1] https://www.lasillavacia.com/la-silla-vacia/opinion/articulos-columna/decir-lo-que-duele/
[2] https://cambiocolombia.com/opinion/los-danieles/no-es-por-nada
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: Pulzo
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