La decisión de un fiscal norteamericano de abrir un proceso judicial contra miembros del gobierno de Venezuela y la oferta por parte Estados Unidos de 15 millones de dólares de recompensa por el mandatario de Venezuela, Nicolás Maduro, y 10 millones por otros altos dirigentes de ese gobierno –al estilo del viejo oeste norteamericano-, muestra el agravamiento de la tensión y algunos lo ven como la antesala de una intervención militar –recordando el caso panameño del General Manuel Antonio Noriega-, pero otros como una jugada geopolítica, dentro de las tensiones de USA con Rusia en el manejo del mercado petrolero.
Lo primero a recordar es que este tipo de recompensas por parte de Estados Unidos solo habían sido ofrecidas por personajes como Osama Bin Laden, Sadam Hussein o Abou Bakr al-Baghdadi, lo cual demostraría el impacto que tiene en la agenda pública de USA el tema de Venezuela y Nicolás Maduro. No obstante, es una herramienta osada y desatinada por parte de los Estados Unidos, pues si bien es de uso recurrente, en este caso puede generar desacuerdos políticos alrededor de la misma. La excusa oficial por parte del gobierno estadounidense es una supuesta alianza que sostiene la cúpula chavista con la ilegalidad para el transporte de drogas hacia el norte -el denominado ‘Cartel de los Soles’-; siendo esto cuestionable en la medida que aún no se conoce evidencia fehaciente de tales nexos.
Entonces, ¿Qué se encuentra detrás de esta recompensa? La respuesta apunta a un panorama electoral complejo en disputa en los Estados Unidos. Nicolás Maduro resultaría ser un buen ‘chivo expiatorio’ para la administración Trump al momento que se aproxima una crisis de salud pública en el conjunto de los Estados Unidos, hay una amplia preocupación por quién va a ser el candidato demócrata que se enfrente al actual presidente en las elecciones y se vislumbra, también una recesión a nivel internacional que puede afectar la imagen del actual mandatario y el aumento de la importancia del voto latino -grupo cuyas mayorías se encuentran en contra de gobiernos como el cubano o el venezolano.
Asimismo, esto buscaría ejercer una presión al interior de la cúpula chavista, dada la alta suma de dinero que se ofrece. La intención, sería estimular la descomposición del gobierno venezolano desde sus mismos implicados. Algunos consideran que un ejemplo de los resultados de estas dinámicas lo evidencia la entrega a la DEA en Colombia del general® venezolano Cliver Alcalá, quien además señaló que ya habría resquebrajamientos al interior de la institucionalidad -incluyendo la militar, la cual ha sido fundamental para sostener el actual gobierno-. Sin embargo, sus declaraciones aún deben ser verificadas por el mismo transcurso de los hechos y adicionalmente hay que recordar que este oficial retirado se encontraba en Colombia desde hace más de dos años, según dicen fuentes periodísticas, luego no dice nada de lo que esté ocurriendo recientemente en el vecino país; igual se puede afirmar del caso del general® Carvajal quien igualmente está por fuera del país desde hace varios años.
Lo importante del caso de Cliver Alcalá -quien era uno de los generales que aparecía en el organigrama del denominado cartel de los soles diseñado por Estados Unidos- es que una vez se conoce la apertura del proceso judicial en USA, manifestó que las armas incautadas -16 fusiles de asalto- en un retén policial en la costa colombiana eran suyas y que se encontraba desarrollando un plan para la “liberación de Venezuela”. Según él, en esta operación se encontraban implicados militares, exmilitares, Juan Guaidó y algunos estadounidenses. Cualquier analista serio tiene claro que esos fusiles no son suficientes para ninguna acción eficiente de ‘liberación’, en cambio sí, eventualmente serían útiles para realizar un atentado personal. Este general retirado señaló, igualmente, que el gobierno de Colombia no tenía conocimiento de lo que estaba ocurriendo en el país vecino en referencia al tema.
La realidad, empero, muestra que este pequeño cargamento de armas no significa nada en comparación con la capacidad de movilización de fuerzas que tiene Venezuela. Este realmente es insignificante en términos del impacto que podría lograr en el país vecino. Para poder realizar cualquier tipo de intervención o alentar una oposición armada se necesitan amplias capacidades de flujo de capital o de producción de armas con la que no cuenta Colombia. Por lo cual, al menos de forma directa en suministrar algún tipo de armamento hacia los disidentes del gobierno de Maduro, la participación colombiana (de existir) seria irrelevante.
Pero lo anterior hay que cruzarlo con las declaraciones del Secretario de Estado norteamericano Mike Pompeo, quien propone una ‘salida política’ para Venezuela, que implica un gobierno de transición y elecciones con participación de todos los actores políticos, incluido el chavismo, claro sin Maduro. Esto mostraría la combinación clásica entre ‘garrote y zanahoria’ por parte de USA y parece darle fuerza a la otra versión que circula en Estados Unidos y es que todo está dirigido es a ‘ablandar’ la posición de Rusia en el tema del petróleo. Es decir, que ante la caída de los precios del petróleo por el pulso entre Arabia Saudita y Rusia, que parece haber afectado las finanzas de las empresas que realizan fracking en Estados Unidos, el gobierno Trump aparentemente querría ‘chantajear’ a Putin con afectar a su aliado, sino ablanda su posición frente al tema petrolero.
Claro que la crisis que está viviendo Venezuela requiere una salida concertada entre sus fuerzas políticas internas, pero esto no puede ser impuesto por un poder externo, que además tiene los ojos puestos sobre el petróleo venezolano. Es necesario que la comunidad internacional contribuya a construir esta salida, no a imponerla y debe ser una participación que reconozca las realidades plurales del mundo actual.
Las intenciones norteamericanas si bien son difusas (por las implicaciones que esto conlleva) se pueden rastrear en el panorama, la pregunta acerca de ¿cuál es el papel de Colombia en esto?, teniendo en cuenta que las armas señaladas por Alcalá se movilizaban por el país hacia Venezuela y fueron incautadas por la Policía colombiana, pero especialmente porque la única política exterior del Gobierno Duque parece orientarse a tratar de derribar el Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela.
Ahora bien, la amenaza de intervención militar por parte de USA, que esto conllevaría no es fácilmente viable en la geopolítica actual, donde dos de las grandes potencias globales, China y Rusia son aliados del gobierno venezolano, además de potencias regionales como Irán y Turquía; es decir, Venezuela no es el Panamá de la época del general Noriega. Ni USA puede actuar con la lógica del ‘gran garrote’ de comienzos del Siglo XX. La comunidad internacional actual, incluidos críticos del Gobierno Maduro como la Unión Europea, estarían totalmente en contra de una intervención de USA como lo hacía en el pasado en su ‘patio trasero’.
Sumado a lo anterior, se sitúa en el marco de la mayor pandemia de los últimos tiempos con la crisis global que esto está conllevando, en la economía global, en los sistemas de salud de gran cantidad de países y en el número de víctimas mortales, incluido los Estados Unidos que, si bien tiene un sistema de salud con mayor capacidad, debe afrontar el mayor número de contagiados hasta el momento registrado en el mundo. Esto dificulta cualquier tipo de foco alterno de atención por fuera de su territorio. Adicionalmente, una distribución de militares alrededor del mundo, cuya movilización a Norteamérica o sostenimiento en sus territorios de acción significa un importante gasto y riesgo en el personal.
Las afirmaciones por parte del gobierno venezolano respecto a las acciones que puede estar haciendo su homologo en Colombia para desestabilizarlo no dejan de ser estimaciones descontextualizadas. No existen ni la capacidad ni los medios para armar la oposición. El gobierno colombiano se encuentra ocupado poniendo toda sus recursos en la atención de a los problemas generados por el virus que en el largo plazo desgastará toda la institucionalidad.
No hay duda que esto es un acto reprochable de Estados Unidos por las implicaciones que puede tener a nivel de la región. Latinoamérica debe prestar atención a los hechos que ocurran en Venezuela, dado que dependiendo de ellos se modulará la estabilidad regional. No obstante, esta es una estrategia que busca minar de forma interna el régimen y no constituye de manera inmediata un complot internacional para poner fin al actual régimen venezolano; especialmente teniendo en cuenta que ésta se produce en un momento crítico del proceso electoral norteamericano.
No podemos olvidar que de la consolidación de la democracia en el país vecino dependerá la misma estabilidad colombiana, pero esto debe ser resultado de diálogos –complejos y difíciles, sí, pero indispensables- de las diversas fuerzas políticas venezolanas.
Alejo Vargas Velásquez, Profesor Titular de la Universidad Nacional y Director del Grupo de Investigación en Seguridad y Defensa
Farid Camilo Rondón Raigoza, Politólogo y estudiante de la maestría en Estudios Políticos de la Universidad Nacional y miembro del Grupo de Investigación en Seguridad y Defensa
Foto tomada de: Granma
Deja un comentario