“Se hace necesario hacer un esfuerzo conceptual, que permita destacar y profundizar sobre los procesos claves de la estructuración social, económica, política y cultural, nacional, regional y urbana que se han desarrollado históricamente en Colombia, especialmente los del modelo de privatización de la gestión pública tanto nacional como regional y urbana que ha predominado durante las últimas décadas, pero también las particularidades históricas de Colombia derivadas de ser un pais cuya independencia fue consolidada de espaldas al pueblo, una nación construida artificiosamente por una elite socioeconómica específica cuyo propósito era el de mantener un orden limitado de propiedad y producción y un régimen político represivo y violento, no el de emancipar realmente a todos los miembros de la comunidad que pretendían crear y que nunca ha construido un proyecto social, común y nacional realmente independiente, autónomo, democrático y popular, de modo que no solo se cimentara una república independiente, sino también una república popular”.
https://www.sur.org.co/la-disputa-de-significados-y-la-configuracion-del-campo-de-la-politica/
El tema histórico de la cuestión regional o el del centralismo versus federalismo o el del desarrollo social y regional desigual, excluyente y desequilibrado, que ha estado presente y ligado muchas veces de manera funesta al de la violencia, ha tenido desde siempre la connotación del fortalecimiento de los clanes que dominan en las regiones que buscan acentuar el asedio y la rapiña a los recursos del erario público central. Clanes que nunca han sido capaces ni han estado interesados en la construcción de un proyecto social, común y nacional realmente independiente, autónomo, democrático y popular, por el contrario, desde siempre han impulsado el fraccionamiento del territorio que polariza regiones y que siempre han utilizado la violencia como mecanismo principal de su dominación. Como se plantea en artículo del “periódico desde abajo”: “La violencia colombiana, lo sabemos todos, es un fenómeno estructural que está asociado al control territorial, que en las últimas elecciones regionales mostró seguir en manos de los mismos gamonales que no han escatimado el terror como mecanismo de dominio”[i].
1. El fraccionamiento del territorio que polariza regiones, es emulado por el neoliberalismo que se ha posicionado en Colombia en las últimas décadas y viceversa.
Sobre este tema, es importante empezar por destacar acá el esclarecedor escrito de Marcelo Torres B, secretario General del Partido del Trabajo-PTC-, integrante del Pacto Histórico:
“La propuesta de federalismo hoy no es más que una consigna para fortalecer los clanes que dominan en las regiones y acentuar el asedio contra el Gobierno central, contra el proceso de cambio. El federalismo en Colombia ha sido una experiencia funesta. Entre 1810-1815, fue la divisa de los clanes regionales de criollos integrados por grandes hacendados y comerciantes con la vocería de Camilo Torres, opuesta a la justa propuesta del Estado unitario de Antonio Nariño, la mejor herramienta para la independencia nacional. Convirtió el 20 de julio en la Patria Boba y condujo directamente a la reconquista española del sanguinario pacificador Morillo.
En la segunda mitad del siglo XIX, como obsesión del Olimpo Radical, desarticuló el país en absurdos Estados federales soberanos, debilitó el poder central de las fuerzas democráticas representado por Tomás Cipriano de Mosquera, y fortaleció la contraofensiva bélica de los añejos clanes regionales terratenientes y esclavistas. Ese federalismo insensato posibilitó que lo que era una tarea de los sectores más avanzados, la república unitaria del Estado nacional en formación, tuviera el liderazgo retrógrado de Rafael Núñez, que desembocó en la dictadura clerical conservadora de 1886.
En el comienzo del gran retroceso global que significó la generalización del neoliberalismo en el mundo, en Colombia, que se bautizó como apertura económica, César Gaviria coqueteó con esa misma consigna federal para fragmentar al país frente a la acometida de las multinacionales”.
El análisis de Marcelo Torres muestra que con respecto a este tema del federalismo hoy autonomismo también se manifiesta el proceso de sinergia que se ha dado en Colombia entre los fenómenos degradantes, históricos y en cierta forma estructurales y el modelo de privatización de la gestión pública o de implantación del neoliberalismo que se inició en la década de los setentas y se profundizo y consolido desde el inicio de la década del noventa. En efecto, los procesos que desde siempre han impulsado el fraccionamiento del territorio que polariza regiones, son emulados y conjuntados con y por el proceso fundamentalista neoliberal del capitalismo que se ha posicionado en Colombia en las últimas décadas y viceversa.
La reforma del Estado que fue acometida por gobiernos dominados por un fundamentalismo neoliberal condujo primero a la satanización del Estado y luego a su lisa y llana destrucción en sus funciones: social, planeadora, reguladora e inversora[ii].
Realmente la reorientación del Estado se dio hacia una intensa intervención a favor de los grandes capitales. Reorientación que alegremente se dio a la tarea de desmantelarlo en sus funciones: social, planeadora, reguladora e inversora, mientras se fortalecía su arista autoritaria y policíaca. De esta manera, hoy los Estados responden a las exigencias del capital y no pueden absorber las demandas populares, cumpliendo un rol más policíaco que político. Acogiendo como su propósito principal el de garantizar ganancias y acumulación del capital sin ninguna restricción, respondiendo así a la voracidad de la concentración del capital y la oligopolización de la economía global.
Esta reorientación neoliberal lleva al debilitamiento del Estado-nación como nivel de gobierno económico, la emergencia de la ciudad o ciudad-región como el nivel espacial clave en la economía globalizada, y la “competitividad” como el eje principal del desarrollo económico.
Esta situación se puede describir de forma sintética, como lo hace Jaime Ornelas Delgado en su artículo “Impacto de la globalización neoliberal en el ordenamiento urbano y territorial” de la siguiente manera:
- Ni más ni menos que la nación y su gobierno puestos al servicio de la inversión, el mercado y la ganancia. Nación y gobierno sometidos al capital sin necesidad de un, estorboso, proyecto nacional capaz de articular y potenciar los esfuerzos individuales y colectivos en pos de objetivos y metas comunes[iii].
- Esta situación de supuesta competencia extrema, donde se carece de un proyecto nacional compartido y el país se considera apenas un mercado sin fronteras, significa acrecentar el riesgo de pérdida del concepto de nación en tanto se alienta el fraccionamiento del territorio que polarizan regiones, que muchas veces pretenden separarse de la unidad nacional, más preocupadas siempre por lograr su viabilidad como región, que contribuir al logro de objetivos nacionales que muchas veces ya ni siquiera existen[1].
- En este nuevo esquema, las desigualdades entre las ciudades y regiones se convierten en las diferencias que alientan la localización territorial del capital; de la misma manera, la infraestructura física, las condiciones generales de la producción, que abaten la inversión privada en capital constante, se convierten en las ventajas competitivas de una ciudad o de una región sobre otras: “En este contexto, los regionalismos son parte de las desigualdades y, por ende, bienvenidos al nuevo modelo”[iv], que por cierto puede conducir a la pérdida del concepto de nación y, a la vez, participa del fraccionamiento del territorio en pequeñas unidades más preocupadas por lograr su viabilidad como ciudad o región que por contribuir al logro de objetivos nacionales.[v].
- Nadie mejor para expresar esta situación con mayor claridad y fuerza que el Director de Estudios Económicos del ya desaparecido Grupo Financiero BanamexAccival, Alberto Gómez Alcalá, quien en la V Reunión Plenaria de Consejeros de esa institución señaló: La inversión en infraestructura y los incentivos locales para el crecimiento pueden complementarse; la inversión en infraestructura es más rentable si el ambiente de negocios local mejora simultáneamente […] En los ambientes locales tenemos que trabajar con mayor intensidad […] Debemos transparentar las agendas locales e impulsar su difusión, ligar recursos, ayudas y entidades […] Es necesario fomentar la competencia entre Estados, que será sana si ocurre bajo el principio de ver dónde existen los mejores incentivos para invertir[vi].
2. El modelo de planeación tradicional y sus limitaciones.
“Sin saber nada del viento y las corrientes, sin algún sentido de un propósito, los hombres y las sociedades no se mantienen a flote durante largo tiempo, moral o económicamente, limitándose a achicar agua.”.
Richard Titmuss.
El tema histórico de la cuestión regional o el del centralismo versus federalismo, que ha sido usado para encubrir las desigualdades regionales excluyentes y el asedio y la rapiña al erario público nacional por parte de los clanes locales, se refleja en la degradación de dos conceptos fundamentales para cualquier nación: el de los planes de desarrollo y en definitiva el de la planeación.
Lo anterior nos remite, principalmente para los países del tercer mundo, al tema de los planes de desarrollo tan mencionados en las campañas electorales y entonces ante las circunstancias catastróficas actuales, surge el imperativo de que los planes de desarrollo que se propongan deben incorporar de manera explícita una visión integradora y sostenible de largo plazo y la estrategia para alcanzarla.
El tema de la visión en la planeación estratégica está íntimamente relacionado con el del desarrollo, con respecto al cual una evaluación general de las alternativas propuestas en el pasado revela que no ha habido grandes avances en la búsqueda de soluciones definitivas, ni tampoco novedosas en Colombia, pese a la importante evolución del pensamiento mundial.
Los “planes de Desarrollo” tradicionales en Colombia no han contenido verdaderas visiones unificadoras, ni objetivos de largo plazo, ni estrategias para alcanzar esos objetivos y esa visión, ni un modelo democrático y participativo, estructurador de la planeación y de la gestión estratégicas, que permitan asegurar la escogencia, toma de decisiones e implementación eficientes de políticas, medidas y proyectos y en ultimas el logro de los objetivos planteados.
En estos planes se ha presentado tradicionalmente una orientación preconcebida hacia proyectos determinados y medidas particulares, que se convierten en un propósito en sí mismas (respondiendo muchas veces a intereses particulares), perdiéndose de vista los problemas a ser solucionados y los objetivos y estrategias correspondientes a una visión de largo plazo.
Los planes tradicionales son realmente una sumatoria de partidas presupuestarias, originadas en un pulso regional o zonal y clientelistas, por su asignación, sin mucha coherencia, diseñadas en un marco financiero de corto plazo y sin una ligazón clara con objetivos de largo plazo.
Sobre estos planes tradicionales se puede generalizar lo planteado por Guillermo Perry el 30 de marzo 2019 a propósito del plan de desarrollo del gobierno de Iván Duque:
“La ley del Plan de Desarrollo prevista en la Constitución de 1991 pretendía permitir a cada gobierno poner en práctica, en pocos meses, aquellas estrategias centrales de su programa económico y social que requirieran reformas de carácter legal. Se esperaba, por tanto, que se concentrara en dos o tres temas en los cuales el nuevo gobierno propusiera reformas de alguna envergadura. Lo que ha ido pasando es todo lo contrario. La ley del plan en curso toca temas de todos los ministerios y está llena de minucias y micos. Lo que ha ocurrido es lo opuesto de los procesos de planeación estratégica periódica que practican hoy las empresas modernas o cualquier ONG medianamente seria.”
Con respecto a responder a las necesidades ineludibles que se les plantean a las sociedades del mundo entero en la actualidad, entre ellos y en especial el enfrentar el cambio climático, estos gobiernos y planes tradicionales no presentan ni objetivos, ni metas, ni estrategias ni acciones trascendentes y cuando hablan del tema no pasan de la retórica y de manifestaciones generales sin ningún propósito serio. Por otra parte, estos planes tradicionales no consideran que en la actualidad se ha puesto de relieve la necesidad de ver los conceptos de lucha contra el cambio climático, de crecimiento verde, economía verde, nuevo acuerdo verde global etc., en consonancia con otro concepto más antiguo y amplio: el desarrollo sostenible.
Las limitaciones de los planes tradicionales de desarrollo en Colombia, se pueden resumir en los puntos siguientes:
- Los “planes de Desarrollo” tradicionales no contienen verdaderas visiones unificadoras, ni objetivos de largo plazo, ni estrategias para alcanzar esos objetivos y esa visión, ni un modelo democrático y participativo, estructurador de la planeación y de la gestión estratégicas, que permitan asegurar la escogencia, toma de decisiones e implementación eficientes de políticas, medidas y proyectos y en ultimas el logro de los objetivos planteados.
- Se presenta una orientación preconcebida hacia proyectos determinados y medidas particulares, que se convierten en un propósito en sí mismas (respondiendo muchas veces a intereses particulares), perdiéndose de vista los problemas a ser solucionados y los objetivos y estrategias correspondientes a una visión de largo plazo.
- Los planes tradicionales son realmente una sumatoria de partidas presupuestarias, originadas en un pulso regional o zonal por su asignación, sin mucha coherencia, diseñadas en un marco financiero de corto plazo y sin una ligazón clara con objetivos de largo plazo.
- Existe un divorcio entre el programa de campaña, el plan de desarrollo finalmente aprobado y el presupuesto.
- Cuando existe algo de estrategia, la mayoría de las personas no la conocen.
- Muchos de los Gobiernos y de las organizaciones cuando acogen una estrategia, fallan al ejecutarla.
- La mayoría de los Gobiernos y de las organizaciones no alinean las acciones, recursos, presupuestos y la organización misma con la estrategia.
- La mayoría de los funcionarios y de los ejecutivos nunca discuten acerca de la estrategia.
- En definitiva, existe un divorcio entre los planes, los programas o proyectos y las operaciones regulares de las Administraciones.
3. Debilitamiento de la Planeación.
En consonancia con lo anterior, es necesario resaltar que, con respecto a la planificación integral se ha dado un proceso permanente de debilitamiento, siendo sustituida por la sumatoria de acciones atomizadas en todas las escalas, desde los grandes hasta los pequeños proyectos. Frente a lo cual, es necesario rescatar el papel prioritario y fundamental de la planeación integral y sostenible en el desarrollo de la Nación.
Las limitaciones de los esquemas tradicionales de planeación en Colombia, se pueden resumir en los puntos siguientes:
- Con respecto a la planificación integral, se ha dado un proceso permanente de debilitamiento, siendo sustituida por la sumatoria de acciones atomizadas en todas las escalas, desde los grandes hasta los pequeños proyectos.
- Esta forma de intervención esencialmente fragmentada, va de la mano con un estilo ecléctico de planeación (no concentrada en los problemas a ser solucionados y en los objetivos y estrategias correspondientes a una visión de conjunto y de largo plazo, sino en el proyecto en sí).
- El debilitamiento de la planeación está en concordancia con el ataque maniqueo y brutal que desde los grandes centros de poder a nivel internacional y nacional se desato contra el Estado del bienestar, contra el esquema solidario y de concertación y contra toda forma de gestión colectiva de los ciudadanos en busca de sus reivindicaciones, (que durante mucho tiempo permitieron contrarrestar en alguna medida los efectos de las desigualdades económicas, sociales y políticas presentes en la sociedad).
- Frente al proceso permanente de debilitamiento de la planeación, es necesario rescatar el papel prioritario y fundamental de la planeación integral y sostenible en el desarrollo de la nación, debilitada por el modelo económico – social y político que ha predominado en Colombia durante las últimas décadas.
Para lograr este propósito, es necesario identificar en primer lugar una serie de tendencias negativas presentes hoy en día en los debilitados esquemas de planeación, derivadas de la aplicación del modelo económico – social y político que ha predominado en Colombia durante las últimas décadas, las cuales se presentan a continuación:
- Una falta de estímulo a la participación y compromiso de los ciudadanos por parte de los “dirigentes”, en todas las fases de planear – desde el análisis del problema y definición de objetivos, hasta la evaluación de las medidas tomadas – y por consiguiente existe una base de legitimidad muy débil de los planes y proyectos.
- Una falta de pensamiento interdisciplinario y de entendimiento mutuo entre los sectores esenciales a cargo de las políticas correspondientes y una verdadera separación entre las prácticas y políticas de planificación sectoriales.
- Fragmentación del ejercicio planificador.
- Pobre o nula coordinación y cooperación entre las administraciones colindantes, así como entre las autoridades en sus distintos niveles.
- Una orientación fuerte y preconcebida hacia proyectos y medidas particulares, que se convierten en un propósito en sí mismas, perdiéndose de vista los problemas a ser solucionados y los objetivos y estrategias correspondientes a una visión de largo plazo.
- Una actitud limitada o de rechazo con respecto a considerar diferentes políticas, opciones y medidas posibles.
- Una falta de herramientas y prácticas para verificar si se ha avanzado efectivamente y hasta qué grado en la solución de los problemas.
EN DEFINITIVA: “SE FALLA EN LA PLANEACION QUE EN EL FONDO ES PLANEAR PARA FALLAR”
4. Una nota final.
Lo expuesto anteriormente, pretende mostrar como con respecto a la discusión que se ha vuelto a introducir en el debate nacional sobre tema del federalismo y ahora autonomismo, se trata de imponer la visión tradicional simplista que busca explicar los fenómenos por la superficie y no por el fondo, por los efectos y no por las causas, que expresa realmente la ausencia o mejor degradación de la política y la prevalencia de lo fútil, en la cual ha imperado una mirada incrustada dentro del mismo sistema de circulación y lavado de discursos, que llevan una mirada parcial y muchas veces interesada que anteponen simplistamente lo regional a lo nacional, dejando de lado una perspectiva que permita ver su real relación con nuestro sistema social, económico, político y cultural y evadiendo y distrayendo sobre la crisis profunda y degradante que ha soportado esta sociedad desde su inicio como una “posible república” y en el fondo evadiendo y distrayendo del tema político central y fundamental, que ha estado pendiente desde siempre en Colombia, el de la necesidad de promover y consolidar un proyecto social, común y nacional realmente independiente, autónomo, democrático y popular, de modo que no solo se cimente una república independiente, sino también una república popular.
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[1] Recientemente, Guayaquil, la mayor ciudad y polo económico de Ecuador acentuó su demanda de autonomía (incluso de ha planteado declarar a Guayaquil república autónoma) y en Bolivia cuatro departamentos, encabezadas por Santa Cruz (una de las regiones más ricas del país), reiniciaron un movimiento separatista mediante el cual enfrentan al gobierno de Evo Morales.
[i] https://www.desdeabajo.info/rotador-incio/item/el-acuerdo-nacional-vientos-encontrados.html
[ii] Las “reformas del estado” en América Latina: sus negativas consecuencias sobre la inclusión social y la participación democrática. Atilio Boron.
[iii] Jaime Ornelas Delgado. “Impacto de la globalización neoliberal en el ordenamiento urbano y territorial”.
[iv] Hiernaux Nicolás, Daniel (1993). “En la búsqueda de un nuevo paradigma regional”, en Blanca Ramírez (compiladora). Nuevas tendencias en el análisis regional, Universidad Autónoma Metropolitana–X, México, pp. 33/48.
[v] Jaime Ornelas Delgado. “Impacto de la globalización neoliberal en el ordenamiento urbano y territorial”.
[vi] Ibid.
Jorge Alberto Morales Rodríguez.
Foto tomada de: Gobernación del Magdalena
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