Cuando se creó la FGN la estadística de impunidad se encontraba en el 99%, según Planeación Nacional, hoy, billones gastados después, miles de contratos, y ríos de babas en declaraciones, la impunidad sigue rondando la misma cifra. El que no llora no mama, y el que no afana es un gil. Las escasas ocasiones en que esos indicadores han ido a la baja, es tras procesos de paz, como con las FARC, o las desmovilizaciones de los paramilitares. Es de aclarar que el porcentaje de la supuesta eficacia está compuesto por vencimiento de términos, principios de oportunidad, condenas burlescas, casas por cárcel, y beneficios para los corruptos. La inoperancia de la Fiscalía es el mayor aliciente para la corrupción, y el delito, en Colombia, es el motor que la mantiene. Desde este organismo se ha consentido la más sistemática y masiva violación de Derechos Humanos del hemisferio occidental en los últimos años, el terror paramilitar. Desde los inicios de este ente se dio la cooptación mafiosa. Fiscales de tenebrosa recordación por haber perseguido a funcionarios honestos, muchos de los cuales terminaron asesinados, o por nombrar a agentes de las bandas paramilitares como fiscales, como prenda de impunidad. Se recuerda el nefasto Luis Camilo Osorio, o Mario Iguarán, alias Zucaritas, o el tenebroso Néstor Humberto Martínez, todos hacen parte de la misma patraña, del mismo favorecimiento a criminales, y de la misma ineptitud para poner a funcionar la justicia, que cada vez alarga más los procesos penales. Todo es igual, nada es mejor.
Son los campeones del vencimiento de términos, del truquito y la maroma, de expedientes que se desaparecen, del traslado de fiscales honestos adonde los puedan matar, de la desaparición de pruebas, del poner sobreaviso a los delincuentes, de poner la capacidad de investigación de la fiscalía al servicio del crimen organizado. A pesar de tener una de las mayores nóminas del país (más de 23.000 funcionarios), así como de las más costosas, sus niveles de desempeño son paupérrimos, no justifican los más de cinco billones anuales gastados para que la justicia no funcione, y después salir a pedir coimas a los que debería investigar. Sería interesante conocer la dimensión de la riqueza de los pasados fiscales generales.
Tras los vendidos a la mafia, los ineptos, y los abiertamente criminales llegó Barbosa, uno que vive en la impostura y afana en su ambición, que conjuga a los anteriores. Dos descripciones lo exponen de cuerpo entero: La de Margarita Rosa de Francisco, que dijo que él es “un bobo con poder”, y la del periodista Gonzalo Guillén, que lo define como “un idiota altanero”. Personaje con escasas luces, elegido por su compinche de juerga universitaria Iván Duque, y por una Corte Suprema obsecuente a ese ejecutivo, cuyos magistrados terminaron con su parentela ocupando altos cargos en la Fiscalía de Barbosa, y en la Procuraduría de Cabello. Lo mismo un burro que un gran profesor. Coincidencias, dirán los ahora defensores de la separación de poderes, que resultó no ser para garantizar los fines del Estado, sino los intereses de funcionarios. Da lo mismo que sea cura, caradura, colchonero, rey de bastos, o polizón.
La gestión del fiscalillo Barbosa es un surtidor de declaraciones vacías, el uso de los bienes de la entidad para su regocijo privado, un avión de la FGN para sus vacaciones o sus escoltas para pasear los perritos domésticos, y el dejar pasar a la criminalidad de la extrema derecha: Complaciente con la alianza mafiosa en la campaña presidencial que él apoyó como activista, y que luego precluyó como Fiscal; miró para otro lado con los emprendimientos cocaineros de su copartidario Sanclemente, con los vuelos Azcárate, o las vacas cargadas de perico, en las exportaciones de Fadegán. Ocultó las masacres de Duque, las de Margarita Cabello, o las de los psicópatas Diego Molano, Zapateiro, Vargas; tiene en libertad al paramilitar Andrés Escobar, el que disparó contra los manifestantes del Paro Nacional, y a la corrupta Caren Abudinén. Sigue sin responder por la corrupción de los bienes de la SAE, pasa de agache con las indelicadezas de su esposa… ¡No tiene logros en gestión contra el crimen!
Llamativo que invoquen la dignidad de la justicia los mismos que se han cartelizado para elegirse entre sí, y repartirse nóminas. Si hay claridad sobre la corrupción que ronda el Congreso de la República, se debe colegir que la corruptela de la rama judicial es semejante, ya que los primeros eligen a los segundos.
La FGN es una entidad cuyo desprestigio entre los ciudadanos ha sido muy bien ganado, bandidaje a bandidaje, más del 90% no confía en ella, y el hablantinoso Barbosa ha aumentado el rango. El colombiano no tiene ninguna razón para sentirse protegido por esta entidad, dado que no resuelve sus casos judiciales, y termina, de ñapa, amparando a criminales. Si es lo mismo el que labura noche y día como un buey, que el que vive de las mujeres, el que mata, el que cura, o está fuera de la ley. Acaso la FGN sea la institución más inepta del Estado, para lo cual existe suma competencia, pero, de lejos el fiscalillo Pachito Barbosa sí es el más incompetente de todos los funcionarios, y el menos trasparente. Pretende ahora soslayar su fracaso institucional convirtiendo a la FGN en una oficina de oposición al presidente Gustavo Petro, ¡como si tuviera mucha credibilidad, cuando sólo dispone del agradecimiento de los corruptos impunes! ¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!
Acaso la única ganancia en este cruce con el presidente es que la incompetencia de Barbosa, y la corruptela de la FGN se han hecho más visibles, que es un despliegue de maldad insolente no hay quien lo niegue, posibilitando el ambiente para que Naciones Unidas nombre una comisión contra la impunidad en Colombia, donde vivimos revolca’os en un merengue, y en el mismo lodo todos manosea’os, que aclare y juzgue los casos en que la Fiscalía, problemática y febril, deniega justicia.
José Darío Castrillón Orozco
Foto tomada de: La Silla Vacía
Álvaro says
Es una descripción descarnada y real de lo que ha sido la institucionalidad del estado al servicio del poder de los corruptos y de los tramposos politiqueros… Estos títeres y lacayos del poder real que es una minoría con sintonía de la hegemonia universal del gran capital…
Un mundo unipolar que está en crisis
Darío Muñetón says
Como lo que menos importa es la verdad para la oposición, desde esa orilla las Babosadas agrandan los alcances cinicos de la estupidez y se finge víctima.