En África, la agricultura intensiva, el exceso de ganadería, las actividades mineras y el calentamiento han generado una deforestación que ha provocado la degradación de unos 500.000 km2 de tierra (aproximadamente la superficie de España)1. La consecuencia más terrible es que la subsistencia de casi un 70% de habitantes depende de unos medios naturales saludables que se están perdiendo. Si progresa dicha situación, a finales del siglo XXI, habrá desaparecido más de la mitad de un hábitat natural sano, con lo que conlleva de pérdida de bienes de primera necesidad para sobrevivir. En consecuencia, aquellos que no perezcan directamente, lo harán en conflictos bélicos por la posesión de los escasos bienes que queden o emigrarán a regiones del planeta con más medios.
En la región asiática del Pacífico la situación es también muy angustiosa, porque la biodiversidad está en peligro a causa de fenómenos meteorológicos extremos, aumento del nivel del mar, llegada de especies exóticas invasoras, intensificación de la agricultura, la sobrepesca y el aumento de residuos y contaminación2.
Más de la mitad de las praderas de Asia están amenazadas y el 80% de sus ríos son los más contaminados del mundo por residuos de plástico. Si las prácticas pesqueras tradicionales no cambian —y nadie informa a los pescadores de sus errores—, en 30 años se quedarán sin peces. Por otro lado, si no se producen cambios radicales, más del 90% de corales estarán degradados en menos de 30 años y más de un millón de especies animales y vegetales asociadas a ellos —que acogen a más del 25% de las especies de toda la vida marina— desaparecerán3.
En el continente americano, los efectos del cambio climático en la biodiversidad se intensificarán los próximos 30 años si no se hace nada. Una de las primeras consecuencias será una inmensa e intensa modificación en cuanto al destino de sus tierras. Así, quedarán muy negativamente afectadas por el negativo influjo del ser humano la casi totalidad de las praderas de hierba alta de América del Norte, la mitad de la sabana tropical y el 20% de la selva amazónica. En consecuencia, se alterarán los intercambios planetarios y el impacto sobre la economía será inevitable con lo que implica de empobrecimiento agudo de la población mundial. Un ejemplo revelador es la política de Bolsonaro en la Amazonia.
En Europa y Asia Central, un 42% de la flora y la fauna terrestre y la flora, un 71% de los peces y un 60% de anfibios han disminuido desde 2008. Esta hecatombe es debida a la intensificación de la agricultura y la explotación forestal. El resultado es que la región consume más recursos renovables de los que produce y se ve obligada a importarlos masivamente de otras regiones del mundo.
Por todo ello, podemos concluir que la Tierra está sufriendo su sexta extinción en masa, ya que las desapariciones de especies se han multiplicado por cien desde 1900; es decir, a un ritmo equivalente al de la extinción de los dinosaurios hace 66 millones de años. Es, por tanto, más abominable aún que Japón haya reanudado la caza de ballenas en esas condiciones.
De dicha extinción masiva, los únicos culpables somos los seres humanos, embrutecidos y desinformados. A pesar de ello, los científicos aún creen que es posible actuar para erradicar el declive. Apelan para ello, pero sin un plan perfectamente regulado, a desarrollar las áreas protegidas, restaurar los ecosistemas degradados, limitar las subvenciones a la agricultura y explotación forestal intensivas, integrar la protección de la biodiversidad en todas las políticas públicas y sensibilizar al gran público para que se esfuerce en conservar lo que queda. ¿Existe alguna posibilidad de que lo logren?
Si bien quienes lean este escrito pueden llegar a sentir temor y ansiedad, decirles que todavía hay esperanza, aunque no será suficiente con evitar los recipientes de plástico… Solo mediante una lucha directa contra el cambio climático y la contaminación tiene posibilidades de éxito. Y ¿cómo se lucha directamente?, se preguntarán. Pues atacando a los lobbies industriales y comerciales que los causan. ¿Y cómo se les puede atacar?, pueden sentir la tentación de preguntar ahora. Pues con las muchas y muy efectivas armas que poseemos. Ahora bien, debemos emplearlas todas, todos juntos y sin demora. Si lo hacemos, nos convertiremos en ejemplo y el mundo entero nos seguirá. Pero hay que darse mucha prisa y, repito, centrar nuestras acciones en los lobbies, que son quienes ponen trabas a la implantación y desarrollo de verdaderas políticas ecológicas —cruciales para nuestro planeta— y se niegan a revertir un modelo económico —el capitalista— que es el causante de todas nuestras desgracias.
No obstante, no lo olvidemos tampoco: nuestra máxima obligación es actuar solidariamente con el planeta si no queremos desaparecer.
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1 https://www.lemonde.fr/planete/article/2018/03/23/sur-tous-les-continents-la-nature-et-le-bien-etre-humain-sont-en-danger_5275433_3244.html – 30/01/19. Datos tomados de los expertos mundiales de la IPBES (Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas) y del IPCC de la biodiversidad.
2 Ibid.
3 https:// www.coralguardian.ort/les-coraux-importants/
Pepa Úbeda
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