Por el contrario, gobiernos basados en la gobernanza territorial, que aumentan su capacidad de encontrar soluciones concertadas, con diferentes actores para la solución de problemas de la gestión pública, logran una mayor construcción de confianza y búsquedas conjuntas que permitan darle una mayor eficacia y eficiencia a la acción estatal, garantizando la legitimidad del Estado (Velásquez). Como lo menciona Fukuyama[1], los gobiernos que logren señalar con claridad las metas y objetivos sociales conjuntos, serán más eficaces en mitigar los efectos de las crisis. La confianza con la ciudadanía es fundamental para garantizar la corresponsabilidad. Los ciudadanos deben saber a qué se enfrentan, cuál es su rol y que hace el gobierno, si no, es imposible actuar colectivamente.
La crisis puede ayudar a los gobiernos territoriales a reenfocar sus prioridades y modelos de actuación gubernamental, sintonizándolos con una nueva visión democrática del territorio. Como vamos, seguiremos reproduciendo un modelo de ciudad incompleto para las profundas necesidades de la emergencia, que en el caso de Barranquilla representa la inercia de 12 años de fuerte interdependencia con el gobierno nacional y escaza construcción de ciudadanía.
Gestión pública dependiente y la oportunidad de un nuevo modelo en el marco del Covid-19
Barranquilla es la ciudad con más inversión per cápita en el país. Según datos de Barranquilla como vamos, para el 2019 esta inversión rondó el $1.800.000 por persona. Gran parte de esta inversión ha sido en infraestructura y gestionada con recursos del orden nacional. Un desarrollismo ligado a la infraestructura, que ha permitido mostrar obras de importante impacto social y mediático; el éxito de estas ejecutorias, mantiene la continuidad de los gobiernos desde hace ya 12 años. La inercia de esta gestión, hace que no exista una visión del gasto social no asociado a obras como prioridad del gobierno, lo cual impide el abordaje de la pandemia desde otras perspectivas, que no implican infraestructura. También han generado cierta dependencia con el gobierno nacional en la medida que el modelo imperante requiere de los fondos nacionales para su prevalencia. La gobernabilidad de la ciudad con el gobierno nacional es asimétrica, en cuanto va a requerir recursos nacionales para profundizar su modelo de gobierno.
¿Podría sacrificarse parte de estos recursos destinados a la infraestructura hacia la atención de la emergencia? Bogotá ya hace un esfuerzo importante, está garantizando un mínimo vital ciudadano para las familias menos favorecidas: las familias pobres recibirán $423.000 y las vulnerables $178.000 mensuales, mientras dure el aislamiento. ¿Barranquilla podría ir en la misma dirección?
Al parecer no. Más de lo mismo, podríamos resumir los Barranquilleros después de vivir la experiencia de un mes de medidas distritales alrededor de la pandemia por el COVID-19, estamos atrapados por un modelo de ciudad que ofrece poco, teniendo en cuenta los retos que como sociedad nos impone una de las peores amenazas mundiales de las últimas décadas: la pandemia por el Coronavirus.
Barranquilla se ha ido quedando sin iniciativa propia y con una baja efectividad en una las principales responsabilidades locales: promover el aislamiento. Parecemos ser unos operadores de las dinámicas nacionales, con poco éxito y con fuertes restricciones en la consolidación de una hoja de ruta propia. La dependencia con lo nacional es total, en una emergencia en donde el rol de los gobiernos locales es fundamental.
En lo poco de capacidad de gestión que se ha tenido, las repuestas han estado carentes de un modelo de gestión pública moderno (Bresser): poca gobernanza, medidas sociales no integrales y una visión de una ciudadanía asistida[2]. En doce años de un desarrollismo de la infraestructura, el gobierno se especializó en pegar ladrillos y hacer contratos; pero no, para emprender acciones sociales de envergadura conjuntamente con la ciudadanía.
La Falta de Gobernanza.
Es palpable la falta de gobernanza en la casi nula articulación de Barraquilla con su área metropolitana (Barranquilla, Soledad, Malambo, Galapa y Puerto Colombia). Lo que debería ser una ventaja dada la existencia de una oficina especializada en los asuntos metropolitanos, ha sido un total descontrol. Desde el comienzo hemos vivido una total desconexión en las medidas: mientras gran parte del área metropolitana optó por el toque de queda y el vecino municipio de Soledad se sumó al simulacro de cuarentena (Bogotá), Barranquilla acogió el modelo nacional en contravía de los demás municipios. Más recientemente, a raíz de las últimas medidas de reapertura de algunos sectores económicos, los persistentes aumentos de contagios han generado preocupaciones y recriminaciones a Soledad, pero ha develado una total falta de capacidad de liderazgo del espacio metropolitano[3].
También hay una grave crisis de la participación ciudadana y una profunda debilidad institucional, prácticamente los espacios son nulos, y no se reconocen las instancias previstas para el acompañamiento y control de la gestión. Llama la atención que aun el Concejo de la ciudad no haya sido convocado para para rodear las estrategias y directrices emanadas por el alcalde, que, al parecer, solo son compartidas con su equipo de colaboradores más cercano. Los ediles, y los Alcaldes Locales, que pudieran ser un instrumento fundamental para la concientización ciudadana, pedagogía y el manejo de ayudas, no han sido convocados para participar de la estrategia del gobierno frente al virus. La articulación institucional y social es escasa.
“líderes de Junta de Acción Comunal (JAC) consultados: Recalcan que la administración tampoco ha generado algún tipo espacio de coordinación o articulación formal con los comunales, la información sobre los horarios y días de entrega de las ayudas en los barrios no es socializada previamente, ni se ha coordinado algún canal de comunicación para intercambiar propuestas y articular estrategias de promoción y prevención comunitaria para evitar la propagación de la pandemia”[4].
La misma actitud se vive con otras expresiones comunitarias y grupos sociales, “No se cuenta con un certificado oficial que nos acredite como voluntarios y nos permita cumplir con las tareas de apoyo sin que esto nos genere multas o llamados de atención de la Policía. En la Alcaldía deben entender que las organizaciones sociales somos un respaldo y que no todo el tiempo requerimos de recursos, a veces sólo necesitamos que nos apoyen brindándonos información o a través de gestiones como las del certificado o que se impulsen iniciativas de articulación entre las mismas organizaciones, con el sector privado y con los líderes en las localidades y barrios”[5]
El asistencialismo: la caridad como política pública
En cuanto a las medidas sociales estas han sido insuficientes y carentes de mínimos de integralidad. La principal respuesta a la crisis social han sido los “mercaditos”, lo cual ha representado un fuerte desgaste en la imagen del gobierno -por los ruidos de corrupción- y un excesivo esfuerzo gubernamental comparado con su efectividad. Es muy complejo entender como la tercera parte del valor de los contratos de los “mercaditos” representan los gastos indirectos. En Barranquilla, según las explicaciones del alcalde, cada mercadito cuesta $60.000 de los cuáles se destinan a gastos logísticos $ 20.000; por lo que el valor real de la cesta de bienes es en promedio de $40.000. Según las explicaciones, los $20.000 (la tercera parte del costo total) se destinan a logística e impuestos sobre los contratos. Queda la duda sobre el margen de ganancia del operador como agente privado. Tremendo esfuerzo financiero para llevar un mercado a todas luces muy precario, constituye una total ineficiencia en el gasto.
Lo más trágico de los mercados, es la fuerte asimetría con las necesidades de la gente; como hace una persona que sufre de una enfermedad especial como la diabetes, con el alto contenido de carbohidratos que contienen las ayudas, ¿no come?; o un hogar en donde la familia esté compuesta por la madre, el padre y tres hijas, como hacen para obtener los elementos para la higiene normal de las 4 mujeres ¿Se aguantan?; o un ciudadano en situación de discapacidad que en su cesta básica normal requiere de sondas, ¿Deja de comprarlas?.
“La atención humanitaria no ha tenido un enfoque diferencial ni ha habido priorización, a pesar de que nosotros tenemos un listado de personas que requieren apoyo. Los mercados que le llegan a las personas con discapacidad son los mismos que reciben todos los ciudadanos. La única medida que se tomó fue permitir a las personas con autismo salir esporádicamente del aislamiento y se hizo porque nosotros enviamos un video a la primera dama, mostrándole el caso de un niño con esa condición, ya que ellos no pueden estar encerrados mucho tiempo[6]”
Pensar que con solo mercaditos se va a enfrentar la grave crisis social es perder de vista la gravedad del asunto. Aunque la ciudad es una de las zonas de Colombia con menor desempleo, es una de las de mayor informalidad; casi el 60% de los barranquilleros dependen del trabajo informal, el rebusque. De 931.000 personas empleadas, 528.000 las hacen de manera informal. En una cuarentena prolongada, la pauperización de las condiciones sociales de esos ciudadanos sería brutal. Las ayudas estatales nacionales cubren a una parte de la población super focalizada, pero excluyen a una gran cantidad de personas que no se encuentran en las bases de datos del DNP y mucho menos a los empleados formales golpeados por la crisis. ¿Qué haremos con esas personas que comenzaran a deambular por las calles buscando suplir sus carencias fundamentales?
Referencias.
Bresser Pereira, Luiz Carlos (1998) Una Nueva Gestión Pública para América Latina. Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo CLAD
Participación ciudadana para la gestión de la pandemia en Barranquilla: Observaciones y recomendaciones. Análisis de Coyuntura Fundación Foro Costa Atlántica. Abril, 2020
Barranquilla Como Vamos, encuesta de percepción ciudadana 2019. https://www.barranquillacomovamos.org/EPC-2019-BAQ.pdf
Glaeser, Edward (2011), El triunfo de las Ciudades.
Sabato Hilda (2012), Political Citizenship, Equality, and Inequalities in the Formation of the Spanish American Republics. Working Paper, No. 16, 2012
Velásquez, Fabio (2014). Programa Dialogo Democrático para la seguridad ambiental (PDDSA) 20142-2016.
Zubiria Blas, Democracia y ciudadanía en América Latina: Dos procesos, dos conceptos claves en permanente construcción. Clío América. Julio – Diciembre 2009, Año 3 No. 6, p.p. 139 – 151
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[1] https://www.theatlantic.com/ideas/archive/2020/03/thing-determines-how-well-countries-respond-coronavirus/609025/
[2] Zubiria, Blas (2009) Clío América. Julio – diciembre 2009, Año 3 No. 6, p.p. 139 – 151
[3] https://www.elheraldo.co/atlantico/preocupante-expansion-del-contagio-en-soledad-721916
[4] Participación ciudadana para la gestión de la pandemia en Barranquilla: Observaciones y recomendaciones. Análisis de Coyuntura Fundación Foro Costa Atlántica. Abril, 2020 https://drive.google.com/file/d/1hprR6_u750WH4SVHACoua8-b1rnIFmbJ/view
[5] IDEM
[6] IDEM
Diógenes Rosero Durango
Foto tomada de: El Tiempo
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