Por ello se dijo durante el Gobierno Santos, de manera parcialmente equivocada, que se estaba terminando el conflicto armado colombiano con el acuerdo que se logró construir con la insurgencia de las FARC, porque evidentemente quedaba una parte del problema por resolver, construir un acuerdo con el ELN, que se intentó de manera un poco retrasada y que finalmente no logró avanzar mucho más allá de acordar una ‘agenda’ para el mismo y unos avances muy tímidos en el punto de participación, incluyendo un cese bilateral de fuego de ciento un días (101) propiciado por la visita del Papa Francisco a Colombia.
Antes se había hecho igualmente un esfuerzo importante durante el gobierno de Álvaro Uribe, en las conversaciones que se llevaron a cabo en La Habana y al final en Caracas, que incluyeron la creación de la figura de ‘Casa de Paz’ como un espacio para dialogar con sectores de la sociedad, que propició en ese momento, la visita a la misma en la ciudad de Medellín de Antonio García, en ese entonces responsable militar del ELN y segundo comandante de esa insurgencia –lo que significó una muestra evidente de confianza mutua- y rondas de conversaciones durante cerca de dos años en Cuba, incluyendo el traslado hasta allí de delegaciones importantes de líderes de diversos sectores de la sociedad. Acercamientos similares se habían realizado durante el gobierno de Andrés Pastrana, incluyendo la realización de un gran evento en Ginebra (Suiza) con la asistencia de un grupo de más de cien líderes de diversos sectores, así como una ‘Cumbre’ en La Habana de características similares. Igual debemos mencionar la reunión conocida como de ‘Puerta del Cielo’ en Maguncia (Alemania), durante el gobierno de Ernesto Samper –donde por primera vez el ELN planteó la necesidad de la financiación de sus combatientes si se quería llegar a un cese del fuego y en cierta medida de las hostilidades; ese es un aspecto que sigue gravitando el actual cese del fuego.
Lo anterior, para destacar como igualmente lo ha resaltado el actual comandante del ELN, Antonio García, que colocar en el centro de la solución del conflicto armado la participación de la sociedad, ha sido un proceso progresivo y acumulativo, que se inicia con la comunicación del ELN a la sociedad colombiana, en medio de la crisis del llamado ‘Proceso 8000’, de convocar a una Convención Nacional para encontrarle una salida a la crisis nacional que en ese momento se estaba viviendo.
Por ello el inicio de las conversaciones con el gobierno Petro, después de la crisis vivida durante el período de Iván Duque y la instalación formal el 3 de agosto anterior del Comité Nacional de Participación en Bogotá, junto con el inicio de un período de ciento ochenta días (180) de cese bilateral de enfrentamientos entre las fuerzas del ELN y la Fuerza Pública, debe verse y entenderse en esa progresividad.
Al respecto debe decirse que fue un avance positivo que las partes hubieran acordado ese cese al fuego bilateral, dentro de un proceso de conversaciones muy recientemente iniciado, pero al tiempo hay que destacar que el Gobierno Petro ha mostrado no sólo una clara disposición a colocar el tema de la llamada ‘Paz Total’ como uno de los ejes centrales de su gobierno, sino igualmente nombrar un equipo negociador con gran disposición a buscar salidas en la Mesa a las complejidades propias de estos ejercicios.
Pero, no hay duda que el principal estímulo, considero, fue el manejo que se la dado en la Mesa de Conversaciones al punto de ‘Participación de la Sociedad’, que como es evidente está en el centro de estas conversaciones. Por ello la creación e instalación del Comité Nacional de Participación y las tareas que se le asignaron inicialmente son un paso adelante en la idea que siempre ha expresado el ELN en ese sentido, pero al tiempo hay que decir, es un punto de gran convergencia con las prioridades planteadas por el Gobierno Petro –recordemos el ejercicio participativo adelantado para la elaboración del Plan Nacional de Desarrollo-, independiente de que este tema de Participación de la Sociedad genera una gran cantidad de interrogantes y desafíos.
Porque si bien estoy de acuerdo que esa participación social debe ser central y estratégica en las definiciones de política pública, no es ni sencillo, ni fácil lograr acuerdos acerca de los mecanismos, procedimientos y formas de toma de decisión, así como los procedimientos de implementación de las mismas, que dejen satisfechos a la mayoría de los miembros de una sociedad. Esto coloca en la agenda de prioridades del Gobierno Petro y por supuesto, también del ELN, la propuesta de un ‘Acuerdo Nacional’ o un ‘Pacto Nacional’ –que en estos momentos es de gran prioridad nacional-, porque es evidente que si no se da la materialización de una iniciativa de ese tipo, la posibilidad de hacer viable muchas de las decisiones que se deriven de los procesos de participación social, pueden quedar en el tintero, como se dice coloquialmente o andar a ritmos muy lentos que vuelven esas respuestas poco viables.
Hemos reiterado y reitero, que el reto más grande que tiene en lo inmediato este proceso no se centra en el cese del fuego, que más allá de eventuales problemas que pueda tener –ya se están conociendo denuncias de lado y lado y eso es normal, especialmente en la fase inicial-, pero los Mecanismos de Monitoreo y Verificación –de los cuales forman parte la Misión de la ONU, el Gobierno, el ELN, la Iglesia Católica y apoyada por la veeduría social- deben contribuir a superarlos, pero en el tema de participación social, están un conjunto de expectativas y demandas sociales que esperan tener respuesta allí y de ello va a depender en buena medida el nivel de apoyo que logre este proceso y de allí mismo, el compromiso y decisión tanto del ELN como del gobierno de seguir avanzando.
Adicional a este tema, pero relacionado con el mismo, está el otro gran tema que debería ya el equipo negociador del Gobierno estar pensando en alternativas de solución, es el tema de la llamada ‘entrega de armas’ y la desmovilización de la insurgencia del ELN. Al respecto hay que decir que históricamente en el ELN ha existido una especie de ‘culto’ por las armas; algunos dicen que se asocia a su consigna castro-guevarista fundacional, Nupalom –Ni un Paso Atrás, Liberación o Muerte-, pero más allá de sus eventuales orígenes debemos señalar que ese tema de las armas va a ser una dificultad compleja, sino se logra encontrar fórmulas para darle salida, que sin duda se pueden construir.
Por ello podemos decir que este período del Cese Bilateral del Fuego y de inicio del proceso de ‘Participación de la Sociedad’, puede convertirse en el paso inicial –y un paso firme, sin duda- para la terminación del conflicto armado, si se logra respetar las temporalidades acordadas en la Mesa y no pretender atropellar los tiempos y adicionalmente si se consigue que la Participación Social efectivamente logre entusiasmar a los territorios y a los sectores sociales y vean en esa posibilidad un camino cierto de empezar a encontrar respuesta a las demandas sociales no atendidas por generaciones, pero adicionalmente unos mecanismos para lograr que los excluidos -¿los nadie?- sean tenidos en cuenta en las decisiones del desarrollo que los afecta. Y en eso tanto Gobierno como el ELN encuentran una gran coincidencia.
Pero lograr esto no es tarea fácil y por ello, si bien debemos mirar con optimismo el período que inicia este proceso de conversaciones, también es necesario que no perdamos el polo a tierra y estar seguros que hay grandes desafíos y de la capacidad que haya de superarlos va a depender el resultado final.
Finalmente queda un gran interrogante sobre el cual no se ha hablado, pero seguramente tiene una gran incidencia en el éxito de estas conversaciones y tiene que ver con la situación política de Venezuela, no sólo porque este país ha sido por razones geográficas y también políticas, una retaguardia estratégica para las insurgencias colombianas y la duda es si el mantenerse la situación política interna en el vecino país será un escenario que facilite un proceso exitoso final con el ELN y seguramente con otras organizaciones guerrilleras. Sobre esto valdrá la pena regresar en otra reflexión a profundidad, pero por el momento quiero señalarlo como un factor de gran incidencia.
Alejo Vargas Velásquez, Fundador y Director Centro de Pensamiento y Seguimiento al Diálogo de Paz – UN
Foto tomada de: El Espacio Digital
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