Junto con Vickrey, también el presidente de la Andi, Bruce Mac Master, acaba de lanzar su propio manifiesto transkeynesiano. Propuso que el Banco de la República le hiciera un préstamo directo al gobierno. Su monto, agregó, podría oscilar entre entre 30 y 50 billones de pesos. Este rango tan amplio muestra que el principal propósito de la Andi es el de enviar un mensaje general, más que el de proponer alternativas de inversión específicas.
Este anuncio es importante por tres razones. Primero, porque invita a superar las limitaciones de los métodos de equilibrio lineales, que son el principal instrumento del Ministerio de Hacienda. Segundo, porque es un llamado a la heterodoxia monetaria. Tercero, porque abre la discusión sobre el destino de los recursos, y las modalidades de intervención.
Superando las limitaciones del método lineal y predictivo
Frente al futuro, dice Keynes, “no sabemos”. Leer la economía actual con los lentes de Keynes significa reconocer la incertidumbre, y renunciar a cualquier pretensión de concebir un futuro cierto y predecible.
El gobierno, que niega la incertidumbre, se atreve a decir que el crecimiento de la economía será en V. En realidad, no hay ninguna razón que justifique esta afirmación. Por el contrario, y con cierto optimismo, hay más argumentos para pensar que podría ser tipo “Nike” – . Se trataría, entonces, de una recuperación lenta. Incluso, y con mayor realismo, el comportamiento futuro podría ser en L.
Heterodoxia monetaria
Tiene razón la Andi. Es el momento de la heterodoxia monetaria porque, sin duda, la situación es crítica. A pesar de las dificultades por las que atraviesa la economía, el gobierno todavía considera que no se ha llegado al punto extremo, y que la situación actual no amerita una intervención agresiva del Banco de la República. En contra de la opinión del gobierno, hoy no es posible saber si ya se llegó al fondo de la recesión. Este juicio solamente se podrá realizar ex-post. Aunque para el gobierno todavía no ha llegado el momento de recurrir a la emisión del banco central, hay tres hechos que sí justifican la toma de medidas heterodoxas.
El primero es la gravedad de la situación. La caída del PIB de -15,7% no tiene precedentes. Y, por tanto, se requieren acciones inmediatas.
El segundo hecho es el comportamiento de otros bancos centrales del mundo. En Estados Unidos la Reserva Federal ha tenido políticas expansivas cuando la economía lo exige. Durante la administración Obama las operaciones de flexibilización cuantitativa fueron significativas. Y estas emisiones permitieron la recuperación del aparato productivo. Recientemente, el Banco Central Europeo decidió inyectar 600 mil millones de euros. De los cuales, 390 mil se le entregará a los países sin ninguna condición. Además, los gobiernos de Japón, China y Rusia, nunca han aceptado el discurso de la banca central independientes. Allí la política monetaria ha estado al servicio de las prioridades de los respectivos gobiernos. La indisciplina se ha generalizado, y la mejor prueba de que no se respeta la llamada independencia de los bancos centrales, es el aumento sostenido, en la mayoría de los países, del saldo de la deuda pública con respecto al PIB.
Y el tercer hecho que invita a la heterodoxia es el llamado que hace el Banco de Pagos Internacionales (BPI)[2], para que los bancos centrales realicen operaciones de fomento agresivas, de tal manera que contribuyan al cambio de la matriz energética. Para el BPI, que es el papá de los bancos centrales, es necesario que éstos modifiquen sus objetivos de manera radical. Es el momento del desarrollo verde.
El destino de los recursos
Suponiendo que el Banco de la República acepte la proposición de Mac Master, y que le haga un préstamo directo al gobierno por una suma entre los 30 y los 50 billones de pesos. El paso siguiente es cómo invertirlos mejor, de tal manera que contribuyan a la reactivación de la economía. Además, se debe tener presente que el monto del gasto público y la forma como se distribuye es una clara expresión del tipo de Estado por el que ha optado la sociedad.
El presidente de la Andi se equivoca en el destino que deberían tener los recursos. En su opinión se les deberían transferir a las empresas como crédito blando, pagaderos a largo plazo. Esta mirada supone que el principal problema es de oferta. Pero Mac Master se equivoca, y su keynesianismo comienza a debilitarse. El mal estructural no es de oferta sino de demanda. Por tanto, los recursos no se le deberían entregar a las empresas, sino que se tendrían que destinar a obra pública, haciendo énfasis en la que se puede contratar de manera inmediata (corte y siembra de árboles, arreglo de andenes y de calles barriales, vías terciarias, etc.). Las obras más complejas, como el metro, toman tiempo, y no favorecen la recuperación inmediata de la actividad económica. En este contexto, es fundamental, por ejemplo, que el Concejo apruebe el cupo de endeudamiento de Bogotá, cercano a los 11 billones de pesos.
La inversión pública (ciudades, departamentos y Nación) es un potente motor de crecimiento. Ha llegado el momento de la heterodoxia monetaria. Y, además, es fundamental diseñar un programa de obra pública, en que se prioricen las inversiones que contribuyen a la reactivación del empleo en el corto plazo.
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[1] VICKREY William., 1997. “A Trans-Keynesian Manifesto (Thoughts about an Asset-Based Macroeconomics)”, Journal of Post Keynesian Economics, vol. 19, no. 4, pp. 495-510.
[2] BANK FOR INTERNATIONAL SETTLEMENTS, BIS., 2020. The Green Swan. Central Banking and Financial Stability in the Age of Climate Change, BIS, Basle.
Jorge Iván González
Foto tomada de: El Heraldo
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