Haití es un pequeño país caribeño que tiene más de once millones de habitantes, lo que constituye un importante segmento poblacional que vive hoy un drama social, económico, ambiental y político derivado de un desajuste estructural y sistémico de notables características históricas. La crisis que enfrenta este jirón de las Antillas es imposible comprenderla sin eso que el ilustre historiador Fernán Braudel llama en su célebre y aclamado libro El Mediterráneo y el mundo Mediterráneo en la época de Felipe II, la longe Durée – larga duración. A efectos de este escrito, entendemos la larga duración como aquellos acontecimientos históricos que tienen la irreductible capacidad de perdurar en el tiempo bajo el principio de continuidad y cambio. De hecho, el fenómeno de permanencia y cambio en este país en los términos de inestabilidad y “desorden” se sucede en él desde los orígenes mismos de la república, hecho que se produce a principio del siglo XIX (1804), lo que convierte a este espacio de las Antillas y el Caribe en el primer lugar del mundo en donde una población negra esclavizadas fue capaz de vencer al colonialismo francés – inglés y español– y convertirse así en la primera experiencia triunfante de Estado y gobierno antiesclavista.
Pese a tener una historia prolífica y llena de singulares e inéditos hitos históricos y políticos, Haití aparece en los grandes medios de información mundial — New York Times, Washington Post, New Herald, La CNN, El País o el Financial Time– solo cuando las diferentes catástrofes naturales — ciclones, deslizamientos de tierra–, las epidemias — cólera, VIH— o las desestabilizaciones sociales y políticas se producen y causan gran afectación a su medio natural y biosocial con grandes consecuencias de pérdidas de vidas humanas.
Dado que el racismo epistémico imperante impide comprender la importancia histórica de Haití como proceso revolucionario dentro de la gran cartografía de los grandes acontecimientos mundiales, es urgente y necesario realizar un rápido recorrido por diferentes aspectos históricos, políticos, económicos, sociales y culturales de dicha nación para entender la magnitud de lo que representa este país en la historia de los cambios y las transformaciones a escala global. Hacerlo es importante para analizar que la tragedia multisistémica y estructural que en la actualidad enfrenta, sin duda, no es el resultado de un infortunio del destino sino de las consagradas formas en que se han configurado las fuerzas históricas y geopolíticas en el tablero mundial, regional y nacional, hecho este que ha posibilitado que la inmensa mayoría de la población haitiana sufra, mientras, por el otro el lado, una minoría interna opulenta, corrupta y violenta junto a una plutocracia global se lucran de ese sufrimiento social acumulado. De este modo, el empobrecimiento acelerado y complejo que vive el grueso de su población, así como la violencia generalizada, la desinstitucionalización y la desestructuración económica tienen acreditados móviles. Veamos algunos.
El azúcar y la esclavización nutrieron al capitalismo en Europa.
La corona española en su afán de ampliar la gloria y la base de su expansión colonial, así como el poder del capitalismo mercantilista que impulsaba, la condujo a emprender vastas empresas colonizadoras hacia distintos lugares del poco inventariado mundo de finales del siglo XV. En esa búsqueda imperiosa de nuevas rutas comerciales para establecer contacto con oriente dado el bloqueo impuesto por los turcos al Mediterráneo, los Reyes Católicos y un número importante de banqueros de Flandes, Florencia, Génova, Venecia y otros activos centros comerciales financiaron expediciones que buscaban habilitar el comercio de las especias y al mismo tiempo encontrar oro con el que darle soporte a las actividades productivas que se desarrollaban en distintos lugares de la vieja Europa. Así, buscando a Oriente – Cipango (Japón), Catay (China)— Cristóbal Colón se encontró con un territorio que no dudó en denominar como la Hispaniola –Española–, lo cual no puede interpretarse de otro modo como no sea un abierto ejercicio de colonialismo toda vez que ese lugar tenía un nombre previo y era Ayiti. Con esta referencia fue que los tainos, primeros pobladores y auténticos descubridores de esa isla, denominaron al territorio que en la actualidad constituye la República Dominicana y Haití.
En su cruzada colonial disfrazada de empresa civilizatoria, queda acreditado que Colón y la Corona española se abrogaron el derecho de darle un nombre nuevo a un territorio que ya existía y de paso definir de modo genérico a la población taina como indios, mecanismo psicolíngüistico de pura y dura catadura colonial. De este especial modo y siguiendo al perspicaz filósofo camerunés Achile Mbembe, podemos decir que la capacidad de nombrar del invasor y su cultura se impuso al invadido, de lo que se deriva no solo un memoricidio sino la explotación de sus recursos y un sometimiento y una explotación sistemática y organizada de esa población invadida a gran escala.
Dicho lo anterior, una vez se impuso la fuerza de ocupación de la Corona sobre la población taina teniendo como base el diferencial tecno-militar que exhibía una realidad socio-política e histórica sobre la otra, el paso siguiente del invasor fue someter a los/as invadidos/as a la explotación de los pocos yacimientos de oro existentes en el territorio. La poca vocación aurífera de las islas de las Antillas y del Caribe no eximió, no obstante, a la población originaria del trabajo forzado, un hecho devastador para la integridad del grupo. Si bien las luchas de resistencia y la explotación de los integrantes de la cultura taina expuso a los mismos a un descenso pronunciado, cabe anotar, con Crosby (1986)[1], que sería el imperialismo ecológico representado en las enfermedades transmitida por el invasor una de las poderosas causas que terminó por diezmar a la población originaria.
La escasez de oro en las tierras de Ayiti contrastó con las especiales condiciones naturales, climáticas y edafológicas para el cultivo de la caña de azúcar, hecho que produjo una rápida conversión de la actividad productiva de dicho territorio. A raíz de esto, la isla se convirtió en un centro de producción azucarera, lo que terminó por reducir a su población originaria. Ante este descenso, los primeros productores de azúcar no dudaron en sustituir la mano de obra nativa por la población negra en condiciones de esclavización que empezaron a traer traficantes españoles, portugueses, ingleses, holandeses y franceses en condiciones deplorables desde las costas occidentales de África. Como corolario de esto, bámbaras, ashantis, wolof, yorubas, dahomeyanos, igbos y miembros de otros pueblos, algunos practicantes de la religión Yoruba, terminaron en lo que hoy se conoce como Haití.
Así, el rápido despoblamiento de la población propia de las islas del caribe implicó su repoblamiento con un inhumano e intenso tráfico de seres humanos en donde África llevo la peor parte como quiera que al menos 12 millones de personas serían desterradas de distintos puntos del continente negro para mayor gloria del colonialismo y el desarrollo del capitalismo en su primera gran globalización con rasgos modernos. Y decimos una primera globalización dado que el mal llamado “descubrimiento de las Indias” supuso conectar a partir del azúcar tres continentes: África, Europa y –lo que después se empezaría a llamar— América.
De este modo, la democratización del consumo de azúcar en Europa implicó el destierro y la esclavización de modo intenso de millones de mujeres y hombres negros, quienes serían decisivos en la acumulación originaria de capitales que con el tiempo alimentaria la revolución industrial en Europa. Acerca de la importancia de cómo el azúcar juntó lo disperso y cambio el curso de los acontecimientos para facilitar el desarrollo del capitalismo a partir del comercio triangular teniendo como base la mano de obra esclava y la manera en que esta contribuyó a hacer efectiva la revolución industrial, el profuso intelectual Eric Williams nos dice:
El comercio triangular …supuso un triple estímulo para la industria británica. Los negros eran comprados con manufacturas británicas; una vez transportados a las plantaciones, producían azúcar, algodón, añil, melaza y otros productos tropicales, el procesamiento de los cuales creó nuevas industrias en Inglaterra; mientras el mantenimiento de los negros y sus dueños en las plantaciones proporcionó otro mercado para la industria británica, la agricultura de Nueva Inglaterra y las pesquerías de Terranova. Hacia 1750 apenas había una ciudad comercial o industrial en Inglaterra que no estuviera de algún modo relacionada con el comercio colonial triangular o directo. Las ganancias obtenidas proporcionaban una de las corrientes principales de la acumulación de capital en Inglaterra que financió la Revolución Industrial (2011.p.52)[2]
Sin reserva de ninguna naturaleza debemos decir que el azúcar ocupa un destacado lugar en la historia que configuró el desarrollo del capitalismo y la sociedad moderna, hecho que se produjo teniendo como base el sufrimiento de millones de personas tanto en África como en América. El gran antropólogo Sydney Mintz en su aclamado libro y Dulzura Poder, recoge con gran acierto el planteamiento de J.H. Bernardín de Saint Pierre, quien al respecto retrata la felicidad de Europa y la tragedia de África y América ligada al comercio del azúcar. Sobre el particular señala:
No sé si el café y el azúcar son esenciales para la felicidad de Europa; lo que si sé es que estos dos productos han sido responsables de la infelicidad de dos grandes regiones del mundo; se despobló América para disponer de tierras en qué plantarlos; se despobló África para tener gente con qué cultivarlos. (Mintz citando a J.H. Bernardin de Saint Pierre 1773)[3]
De esta particular manera Haití ingresa a las páginas dolorosas y al mismo tiempo gloriosa de la historia, pues si bien su territorio se convirtió en la fosa común de la cultura taina y después de cientos de personas de diferentes culturas africanas que dejaron sus vidas en los cañaverales, no menos cierto fue que allí surgieron pueblos nuevos como diría Darcy Ribeiro[4] -1969- producto del mestizaje y la hibridación etno-cultural. Estos pueblos nuevos representado en una nueva y vibrante cultura afroamericana y movidos por una especie de incipiente comunidad imaginada a finales del siglo XVIII y principio del XIX no dudarían en plantar cara al colonialismo y al imperio francés de Napoleón Bonaparte hasta derrotarlo y de paso también abolir la esclavitud y la plantación como sistema económico y social de producción como lo veremos más adelante. Por ahora sigamos analizando cómo se configuró Haití como la tumba de la cultura taina, de muchos africanos pero también de no pocos franceses para, luego, en esa síntesis de vida-muerte, muerte- vida, horror-placer, placer-horror, construcción-destrucción y destrucción-construcción, determinar los elementos que le han permitido construir su plano socio-histórico y político y en donde aparecen conjugados de modo diestro lo real horroroso y lo real maravilloso, es decir, eso que condensa lo que se ha llamado en la historia del arte como el surrealismo. Por este entendemos con un grupo Surrealista de Chicago[5]:
(..) es la exaltación de la libertad, la rebelión, la imaginación y el amor. (…) Es sobre todo un movimiento revolucionario. Su objetivo básico es menguar y finalmente resolver por completo la contradicción entre la vida y nuestros sueños más salvajes. (…) comenzando por la abolición de la esclavitud imaginativa, avanza hacia la creación de una sociedad libre.
En línea con lo antes considerado, la disputa geopolítica entre Francia, Inglaterra y Holanda por el territorio en mención adquirió un ribete importante dado que bucaneros, filibusteros y piratas de aquellas tres realidades geográficas e históricas disputaban la hegemonía al reino de Castilla. En el caso de Francia el Rey Luis XIV alentó desde 1625 a través de los bucaneros y filibusteros operaciones de asalto inicialmente a la Isla de la Tortuga y desde aquí consolidó la posición hasta colonizar la parte occidental de la isla, zona por cierto en donde la presencia de las autoridades de la corona española era apenas anecdótica. Las incursiones de los bucaneros y filibusteros a las Islas de la Tortuga fue un motivo de agrios enfrentamientos con las tropas españolas, situación que finalmente se salda de modo oficial con el Acuerdo sobre las Tortugas en 1659. A partir de aquí el dominio y el control del territorio se hizo patente, sobre todo porque para 1665 en la Isla de la Tortuga y el Oeste de la Española, Francia impuso un régimen esclavista de producción de café, Caña de Azúcar y ganadería sustentado en la plantación y el trabajo esclavo.
Producto de estos hechos consumados, Francia le reclamó derechos a España y como consecuencia denominó su posesión Saint Domíngue. Por el tratado de Ryswick de 1697, España cede a Francia algo más de un tercio de Ayiti, conservando si en la parte oriental de este un pequeño territorio. Los colonos franceses ávidos de tierras para ampliar la producción de caña de azúcar hicieron que entre finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX todo el territorio de Haití quedará en manos francesa. Haití ya sea en el periodo colonial francés o durante la postcolonia ha mantenido un contencioso con la actual República Dominicana por algunos territorios que esta última reclama como suyos– Hincha y Las Calbas– así se haya ratificado entre uno y otro país en 1929 la vigente delimitación. Acompaña la animosidad, el hecho que Haití ha invadido en varias ocasiones a su país vecino.
La implantación por parte de Francia del régimen de la plantación sustentado en la esclavitud que algunos ilustrados del Siglo de las Luces llegaron a justificar, terminó por convertir a Saint-Domingue en un verdadero emporio económico para sus absentistas productores de caña de azúcar. Refiriéndose a la plantación y su funcionalidad para el gran teatro económico mundial, el prolífico etnólogo y sociólogo cubano, Fernando Ortiz, llegó a afirmar que ella se convirtió “en el hijo predilecto del capitalismo” (Ortiz, F citado por Mintz, 1996, p.64). Este tipo de economía hizo que Haití con Saint- Domíngue a la cabeza se convirtiera en el primer productor de azúcar, pues la población esclavizada era responsable de al menos la producción del 75% del total de azúcar que se producía en todo el mundo.
La producción del preciado producto que había dejado de ser un bien de consumo de nobles y cortesanos y, por tanto, algo que marcaba la distinción entre las clases sociales en Europa y otros lugares, fue el resultado de un intenso y dinámico proceso de incorporación de mano de obra africana esclavizada. La población era comprada, raptada y embarcada en África y luego vendida en Saint-Domingue. Además de la ingente riqueza que producía el azúcar, el territorio producía también café, añil, algodón, índigo y ganado, renglones de primer orden en esa próspera economía de plantación. Por este portafolio amplio de materias primas que irrigaba riqueza y poder a esclavistas franceses, a Saint-Domingue se le llegó a llamar durante parte del siglo XVIII la Perla de la Antillas. En este contexto, obviamente, era el trabajo del esclavizado y la esclavizada la que generaba esa riqueza, de ahí que MacDonald lo resalte de modo categórico cuando argumenta:
El trabajo fue la clave del desarrollo de las Américas; inicialmente la tierra era abundante, había capital disponible para poner en marcha la máquina y la mano de obra fue proporcionada por el esclavo africano y afroamericano. La fuente de todo valor es el trabajo; el valor del Nuevo Mundo, la fabulosa riqueza de St Domingue, Brasil, Jamaica y Cuba, creada por esclavos, fue disfrutada no solo por plantadores en las colonias, sino por la madre patria. Allí fue reinvertida, sirvió para adquirir poder y posición, y estimuló el desarrollo en la esfera comercial e industrial. [Y después insidio también en el plano de las artes, la música] (MacDonald, 1979, p. 65-66)[6]
De esta manera, el luminoso y dulce siglo XVIII de los esclavistas franceses se sustentó a costa del sufrimiento y el dolor acumulado que experimentó como experiencia vital y existencial la población africana -y luego afroamericana-, la cual fue arrancada de modo violento de la madre África para después ser comercializada en el gran mercado de carne humana en el caribe y las Antillas. La riqueza, opulencia y dulzura de la prosperidad que alcanzó una minúscula élite francesa fue posible gracias a esa especie de drama y desgarro en que se convirtió la plantación en el caribe para quienes vivieron la esclavización. En términos abreviados y parodiando a Joseph Conrad, la plantación fue una especie de corazón de las tinieblas para millones de africanos/as. Dicho de otra manera: dulzura para el esclavista y amargura para el esclavo y la esclava. Quizás algunos datos ilustren mejor el horror: la reluciente perla del caribe fue a lo largo del siglo XVIII el agujero humanitario que recibió una tercera parte de toda la población esclavizada que llegó al caribe. El traslado forzado de africanos a América lo refleja bien Curtin cuando señala: Durante 300 años cruzaron anualmente el Atlántico más africanos que europeos. (Curtin,1972, p.240)[7]
Este intenso polo de atracción migratorio forzado era la consecuencia lógica de la alta tasa de mortalidad que se vivía en Saint-Domingue producto de una conjugación macabra de factores que incluía la violencia desmedida como forma de disciplinamiento laboral, alta peligrosidad en el desempeño de los oficios en los ingenios, enfermedades y largas y extenuantes jornadas de trabajo. Sobre el particular, el cronista, educador y político Pompée Valentín Castro, quien fuera fruto de la relación entre un blanco francés y una negra haitiana y que llegó a ser alto dignatario del presidente Henry Christophe – autoproclamado rey como Enrique I de Haití en 1811-, describió a título de legado el horror que vivía la población esclavizada. Así señala:
¿Y, después de haberlos desollados con el látigo no los han arrojado vivos para ser devorados por gusanos o sobre hormigueros?, ¿o los han atado a estacas en el pantano para ser devorados por los mosquitos? ¿No los han echado en calderos de jarabe de caña hirviendo? ¿No han consignado estos negros miserables a los perros que se comen al hombre hasta que estos últimos, saciados por la carne humana, dejaron a las víctimas destrozadas para ser rematadas con bayonetas y puñal?
Nace la rebeldía en los ingenios y continua en los palenques.
En correspondencia con esto, la violencia física y simbólica desplegada contra la humanidad y dignidad de los sujetos racializados de forma sistemática por parte de la minoría esclavista, terminó creando una atmósfera de insatisfacción y de indignación que no pocos esclavos y esclavas tradujeron en diferentes mecanismos de lucha y resistencia. Esos mecanismos iban desde la parsimonia hasta llegar a promover rebeliones, lo que cohabitaba con dañar y sabotear los materiales de trabajo y, por supuesto, promover fugas individuales o colectivas de los ingenios o haciendas con el objeto de constituir palenques.
Para garantizar la no comunicación entre la población esclavizada, los colonialistas franceses evitaron cada vez que pudieron que hubiese numerosos miembros de un mismo grupo etno-cultural y lingüístico dentro de las plantaciones. De esa imposibilidad comunicacional dada la diversidad étnica, racial y lingüística de quienes estaban esclavizados, surge entonces la necesidad de crear una lengua franca, que en este caso fue el creole. A esto hay que sumar que al son de los tambores, las danzas y los rituales del Vudú en medio de los cañaverales fue surgiendo un estado de autoconciencia individual y colectiva que se transformó en espacios de dignidad, fundadas esperanzas y libertad para los hombres y mujeres víctimas de la esclavización en el caribe. Me atrevo a aventurar que la práctica del Vudú junto con el sonar de los tambores y el movimiento unas veces alborotado y otras cadenciosos de los cuerpos negros o mestizos al ritmo de las danzas, creó un magma espiritual y sociopolítico de orden liberador entre la masa esclavizada.
En condiciones de tribulación y desesperanza, hay individuos y grupos que se refugian en lo sacro para poner a salvo su dignidad, de ahí que es dado pensar que la música, la danza y el vudú se convirtieron en espacios de esperanzas y de afirmación de la vida, la libertad y la humanidad de la población esclavizada en Haití. En este marco analítico, James ve en el vudú el medio de la conspiración – e inspiración —de las revueltas antiesclavistas lideradas por Mackandal y Bouckman a mediados del siglo XVIII. Y si James le atribuye ese efecto movilizador y rebelde al Vodú, con Walter Rodney decimos que fue la cultura africana –o afroamericana—la que dota de humanidad y resistencia vital y existencial a la población transterrada. Fue entonces la cultura representada en la música y la danza lo que evitó el colapso y la deshumanización del negro y la negra africana en los cañaverales. Con Rodney decimos:
La unidad esencial de la cultura africana – y no la pertenencia étnica, fue, sin duda, – esa cultura … el escudo que frustró los esfuerzos de los europeos para deshumanizar a los africanos mediante la servidumbre. El esclavo podía aparecer en un balance de pérdidas y beneficios como un artículo, una cosa o una propiedad, pero se enfrentaba a su nueva situación como africano, como trabajador y como ser humano. En ese nivel de percepción, resulta irrelevante preguntarse a qué tribu o región particular pertenecía un africano (1969. P.345)[8]
Mientras esto ocurría, el mestizaje entre franceses y mujeres negras esclavizadas, mestizos y negros, pardos y negros, fue generando una masa de mestizos y también de esclavos que aprendieron a hablar y escribir en francés. Ese grupo de personas con un importante grado de conciencia crítica y dispuestos a impugnar el colonialismo francés y la inhumanidad que este representaba, buscaron crear las condiciones para promover un activo proceso de rebelión que pusiera fin a la esclavización y a la economía de la plantación. En virtud de lo expuesto, a través de distintos pactos de sangre -o encuentros mágicos- la población esclavizada fue estableciendo los embriones organizativos, las alianzas y las acciones colectivas para enfrentar a los dueños de las haciendas y los ingenios. Parafraseando a Restall (2020:375)[9] en su prolífico estudio sobre africanos en el Yucatán colonial entre mayas y españoles, pero de gran utilidad a los fines pertinentes, entendemos por encuentro mágico una conversación – de carácter interétnica— y en algunos casos dotada de un componente místico y religioso que supone un amplio intercambio cultural sobre prácticas no solo religiosas y espirituales, sino que puede llegar a tener, manifiesto, un contenido político rebelde y movilizador.
A finales del siglo XVIII se presentaron varios intentos de sublevación en distintos momentos teniendo como referentes encuentros mágicos o pactos de sangre, aunque estos no llegaron a configurar una rebelión de amplio espectro. Para entonces ya circulaban en Saint Domíngue versiones de los hechos que se habían producido en Francia y en donde sectores de la naciente burguesía y del pueblo llano habían impulsado un movimiento basado en la igualdad, la fraternidad y la solidaridad, todo lo cual había desembocado en la decapitación de la figura del Rey Luis XVI, el último rey como le denominaban los revolucionarios franceses. Con esto quiero anotar que el imaginario y las realizaciones de la Revolución Francesa que se producía en la metrópolis y especialmente en Paris tuvo eco en la colonia haitiana. Igualmente, es preciso señalar que en Haití también circuló lo relativo a la Guerra de Independencia de los EEUU impulsada por las trece colonias en contra del reino de Gran Bretaña, independencia que se consumó el 4 de julio de 1776.
En el caribe la población esclavizada enfrenta la barbarie civilizada de Europa.
Por diferentes vías mestizos y esclavos en Haití tuvieron conocimiento de la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, y también de la Declaración de Independencia de los EEUU, situación que involucraba desde luego a Francia dado que la independencia de los EEUU de 1776 tiene como antecedente inmediato la constante pugnacidad entre Francia y Gran Bretaña en territorio norteamericano. La derrota de los franceses en la guerra de los siete años que termina en 1763 pone fin a Francia como potencia hegemónica en suelo norteamericano y así quedó evidenciado en el Tratado de Paris de 1763. Con esta clamorosa derrota Francia pierde sus posesiones en América del norte a manos de Gran Bretaña, quedándole solo el consuelo de mantener la colonia de Santo Domingo, que para la época era la despensa azucarera del mundo.
Todo parece indicar que la libertad, la solidaridad y la igualdad que promovía Francia con su envolvente modernidad teniendo como portaestandarte la Revolución Francesa, en suelo haitiano era papel mojado, un mero embeleco. La lógica era: modernidad en Francia y barbarismo en su colonia allende los mares. En términos de Frantz Fanon el asunto era: línea del ser en Europa, línea del no ser en el caribe. Es decir, dignidad y derechos ciudadanos en el viejo mundo, inhumanidad y no ciudadanía en Haití. Libertad en Europa, esclavitud en la plantación.
El iluminismo y la modernidad francesa y europea condensada en la Declaración del Hombre y el Ciudadano expuesta con gran solvencia en la metrópolis, se encuentra, subrayo, con el concepto y la práctica de la libertad que el esclavo y la esclava construyeron a título de aspiración individual y colectiva en Haití, bien sea en los palenques, en el exilio en la parte española de la Isla o en los mismos ingenios. Así, en agosto de 1791, es decir, dos años después de producirse el estallido de la revolución francesa, ocurre en Cap-Francais una nutrida revuelta de esclavos y esclavas comandada por Boukman, un individuo al parecer nacido en Jamaica que tuvo la virtud de politizar la inconformidad que tenía la población esclavizada contra el sistema de la plantación que alimentaba la gloria de los blancos franceses, mientras, sin equívoco alguno, él hundía en sangre, violencia y pobreza a la gran masa oprimida. En una suerte de mitologización de lo que significó esta trascendental acción colectiva, se llega a afirmar que la rebelión tuvo lugar después de que la población esclavizada llevó a cabo el rito de Bois-Caimán, pacto de sangre o encuentro mágico con el que esclavizados negros/as se comprometieron a luchar hasta el final en contra de la opresión y en pos de conquistar su libertad.
De este modo, la violencia desplegada contra el oprimido por su opresor se transformó en violencia del oprimido contra su opresor. Así, siguiendo los ecos de lo sucedido en París y otros lugares de Francia, los esclavos se fueron lance en ristre contra la infamia que representaban las plantaciones y por supuesto contra sus propietarios blancos. Evidentemente, si en la metrópolis la burguesía y el pueblo se había levantado contra el monarca y sus adláteres para negar su existencia y construir una nueva hegemonía social, política y cultural, en la colonia o plantación el pueblo mestizo y esclavizado no dudó aquel 22 de agosto de 1791 en arrasar con aquello que representara el poder constitutivo y constituyente de la plantación.
Por primera vez en Haití un levantamiento de población esclavizada había prosperado y creado un roto en el muro de la realidad colonial y de la vida en la metrópolis. La multitud se transformó en una rebelión consciente y esta pensó que si la guillotina en la colonia no decapitaría a ningún rey, si acabaría la revolución antiesclavista antes o después con las fuerzas ocupantes y los señores esclavistas. Desde aquel levantamiento los colonialistas franceses no pudieron dormir tranquilos en Saint Domíngue y en consecuencia optaron por la fantasía de seguir el dominio amparado en el poderoso ejército de Napoleón Bonaparte que se había alzado con el poder en Francia en 1799 con el golpe de Estado –cup d etat—del 18 brumario, hecho que le permitió reestablecer el imperio y convertirse en emperador y depositario de todo el poder real.
Francois Domingue Toussaint de Breda – más conocido después como Toissaint L´ Ouverture– que hace parte del rito de Bois-Caimán se integra a la rebelión siendo apoyo del destacado líder Georges Biassou, quien comandaba a un importante número de esclavos que habían huido de los ingenios y se encontraban refugiados en la zona oriental de la isla en donde ejercía soberanía el Rey de España. Esta situación de cohabitabilidad entre autoridades de la corona española y esclavos desembocó en una alianza hacia 1793 que tuvo como interés común expulsar a los franceses de Saint-Domingue. Evitando El Rey de España entrar en una confrontación directa con Francia, este creyó que lo más oportuno y conveniente era instruir militarmente a Toussaint y otros líderes negros – y una minoría de franceses blancos—para que estos expulsaran a los franceses de esa parte de Haití. El paso siguiente era ver cómo manejarían la nueva realidad a su favor toda vez que las autoridades españolas les molestaba la incómoda e indeseable presencia francesa pero no la economía de plantación, el colonialismo y la esclavitud que imponían los colonos franceses a la población negra esclavizada.
Este juego de poder aquí señalado es lo que explica por qué Toussaint le es concedida algunas prerrogativas dentro del ejército del imperio español, al punto de convertirlo en General del mismo. La responsabilidad asignada a Toussaint se tradujo en algunas victorias militares contra los franceses, de ahí que se le asignó el apelativo de L´Ouverture, lo cual traduce el pionero, iniciador. La proclamación de L´Ouverture como General hizo que se diera el paso para considerarse como el líder de la población negra en su aspiración y lucha en contra de la esclavitud y en favor de la igualdad y la libertad. En su reconocido manifiesto del día 29 de agosto de 1793 señala:
Hermanos y amigos. Soy Toussaint Louverture; quizás el conocimiento de mi nombre haya llegado hasta vosotros. He iniciado la venganza de mi raza. Quiero que la libertad y la igualdad reinen en Santo Domingo. Trabajo para que existan. Uníos, hermanos, y luchad conmigo por la misma causa. Arrancad de raíz conmigo el árbol de la esclavitud. [Y firma del siguiente modo] Vuestro muy humilde y muy obediente servidor, Toussaint L¨Ouverture, General de los ejércitos del rey, para el bien público.
El rápido ascenso y el reconocimiento interesado del ejército imperial español a L¨Ouverture muy pronto se transformó en intriga y celo en su contra por parte de Biassou, quien no dudó en establecer alianzas con otros líderes negros para acabar con la vida de Touissaint. Esta práctica magnicida y depredadora inaugura un rasgo particular en la cultura política haitiana desde el mismo periodo de las luchas anticoloniales, pues la confrontación política entre facciones se ha saldado siempre con traiciones, asonadas, destierros y golpes de Estados de modo permanente entre los líderes enfrentados. Para conjurar esta perversa práctica, se ha hecho constituido un habitus consistente en la aparición de un profundo sentido militarista y autoritario en la gestión de los asuntos del gobierno y el Estado, irrespetando las más elementales reglas de la civilidad y consagrando de paso formas autoritarias y vitalicias del ejercicio del poder.
La revolución negra es una chispa en un pasto seco.
Preocupados los impulsores de la república francesa de que las proclamas universales emancipatorias de su revolución se cumplieran en la colonia de Saint-Domingue, delega la Asamblea Nacional en 1792 a Léger Sonthonax y Étienne Polveral para que hicieran valer los derechos de la población esclava y de otras gentes de color. Por entonces la zona francesa de la isla enfrentaba la invasión de la marina británica. En consonancia con esto, casi un año después, es decir, el 29 de agosto de 1793 durante la proclamación de L´ Ouverture, el comisionado Sonthonax concedió la libertad a los esclavos para que se sumaran como fuerza activa en favor de la revolución negra antiesclavista y en contra de la invasión británica. Meses después un grupo de delegado haitianos de la región francesa de la Isla en la Asamblea Nacional hace parte de la mayoría que exigía la liberación de los esclavos, hecho que permitió que este órgano ratificara la decisión tomada meses atrás por Sonthonax. De este modo se abolió formalmente la esclavitud en todos los territorios franceses de ultramar, aunque en claro y manifiesto rigor histórico, el grito de libertad y la muerte de la esclavitud ya había sido promovida y proclamada por L´ Ouverture.
A pesar de este gesto, L¨Ouverture se resistía a hacer parte de la república francesa, decisión que solo asume hasta abril de 1794, momento en que decide romper su lealtad con el Rey de España ya que este no tenía ningún interés de acabar o proscribir la esclavitud. Dada la negativa del monarca, Toussaint que está al frente de un ejército conformado por libertos, esclavos fugados y gente de color – mulatos, mestizos, pardos y blancos españoles descastados—decidió actuar contra su aliado y despojarle de significativos territorios, entre los que están: San Rafael, Les Gonaïves, Dondon, Hincha y Saint-Michel-de-l’Attalaye. La acción del líder negro hizo que las tropas españolas se replegaran en la frontera oriental, a lo que sumó la derrota sus antiguos jefes. El éxito militar hizo que la Convención le ascendiera al cargo de General de Brigada en julio de 1795 y en marzo de 1796 el conjurar una rebelión de mulatos contra los intereses franceses, sería ascendido a General de la Colonia. Cinco meses después, El Directorio, lo asciende a General de División.
A estas alturas de las circunstancias, las diversas formas de lucha antiesclavista fueron una realidad organizada y sus lideres tomaron atenta nota acerca de la necesidad de construir un programa revolucionario mínimo: expulsar a los franceses y acabar con la esclavitud. Teniendo presente este noble propósito, la inteligencia del mencionado movimiento representada por algunos Jacobinos negros para utilizar la expresión Cyril Lionel Robert James y entre quienes estaban Tousaint L´ Ouvertoure, Jean Jacques Dessalines, Henry Christophe, Alexander Petion y por supuesto el pueblo negro antiesclavo que promovió la revolución haitiana, dieron pasos en esa dirección.
Consolidado su poder, L¨Ouverture ratificó la libertad para la población esclava. Sin embargo, dada la crisis que se había originado en la economía buscó rehabilitar de modo conveniente la economía de plantación, hecho que le llevó a acercarse a los colonos franceses. Bajo su liderazgo le correspondió lidiar con la persistente invasión británica. A esta no pudo contener y mucho menos derrotar ni en el norte y tampoco en el oeste, a pesar, desde luego, de llegar a tener un ejército de más de 50 mil efectivos. En el sur, en cambio, el líder mulato André Rigau, con quien rivalizaba L¨Ouverture, apenas logró contenerlos. No obstante esto, Toussaint seguía en su firme e inalterado propósito de convertirse en la única referencia de lucha y gobierno negro y antiesclavista en Saint-Domingue.
La guerra de desgaste al que estaban sometidos los británicos y la pérdida de efectivos militares y recursos financieros provocó que en abril de 1798 el general británico Thomas Maitland pensara que era más conveniente buscar un acuerdo digno y beneficioso en lo comercial y en materia de seguridad para los británicos antes que defender la ocupación de Jérémie, Puerto Príncipe y otras zonas. Ante esta situación opta por cerrar un acuerdo secreto con L¨Ouverture que garantizara ventajas comerciales y protección frente a la acción de los corsarios franceses que afectaban el comercio británico en otras regiones del caribe. La decisión de Maitland era la consecuencia lógica de los innumerables golpes certeros que el general Jean-Jacques Dessalines le había propinado en diferentes zonas fortificadas. Producto de esto Toissaint logra que los británicos abandonen a Saint Domingue el 31 de agosto del años antes mencionado.
Alentado por este importante hecho y presuroso en concentrar el liderazgo y el poder del proceso emancipatorio haitiano, no duda en actuar contra André Riagud, quien era el jefe de los mulatos. Para ello urdió acciones que eran abiertas y perfectas provocaciones, Invectivas a las cuales Rigaud respondió con agresiones a mediados de 1799. Para organizar la respuesta, L¨Ouverture apeló a Jean-Jacques Dessalines y Henri Christophe, quienes le ayudaron a vencer a su enconado competidor luego de un prolongado y sangriento enfrentamiento. La violencia mutua garantizada entre libertos y esclavos contra mulatos, y entre todos estos contra los dueños de las plantaciones, estuvo marcada por mucho horror, situación que llevó a afectar la economía de la colonia.
Como la crisis económica no remitía, L´Ouverture persistió en la idea de revivir las bases de la economía colonial. Para darle cumplimiento a ello y en un ejercicio de clamorosa contradicción con lo manifestado en su mensaje de proclamación de líder del movimiento antiesclavista, propuso a principio de octubre de 1800 la creación de un reglamento para ejercer la agricultura, instrumento que era una reintroducción e imposición del trabajo forzado en las abominables plantaciones. Esta situación llevó a que a finales de este mismo mes algunos negros sublevados cometieran asesinatos contra algunos franceses, hecho que castigó de modo ejemplar con fusilamientos. Para imponer la propuesta no dudó en llamar a franceses huidos, hecho que completó con la imposición de la religión cristiana como la confesión oficial, nada raro porque previamente él, como dice. C.L.R. James en los Jacobinos negros (1938), se hizo católico.
El giro termidoriano de L´ Ouverture fue seguido de una política expansionista toda vez que pretendió unificar toda la isla bajo su égida y mediante un solo y único poder. Un mes le bastó para apoderarse de la parte española, de ahí que por el tratado de Basilea –España– le cedió a Francia la parte oeste del archipiélago. Este desenfreno absolutista se completaría el 9 de mayo de 1801 con la proclamación de una constitución que consagraba la autonomía y al mismo tiempo le otorgaba plenos, absolutos y perpetuos poderes. A raíz de este hecho el escritor francés Francois René Chateaubriand no dudó en denominar unos años después (1833) a L´ Ouverture como el Napoleón negro, imitado y muerto por el Napoleón blanco.
Mientras L´ Ouverture avanzaba en expandir y concentrar su poder, Napoleón Bonaparte hacía lo propio en Francia y esto tendría consecuencias inmediatas en Saint-Domingo. Una de ellas fue que para restablecer la economía azucarera envió un ejército de 25 mil hombres en diciembre de 1801 al mando de su cuñado Charles Leclerc con el propósito de rehabilitar la economía de plantación y la esclavitud. Con esta fuerza también le recordaba a Toussaint que había que reparar a los colonos expropiados. La abrumadora superioridad militar francesa hizo que Leclerc le infringiera duras derrotas Dessalines como a Henri Christophe. Este hecho sumado a la entrega de los dos hijos a L´ Ouverture que Leclerc había hecho traer de Francia, implicó que le capitulara el 2 de mayo de 1802. El líder negro sería enviado a Francia en condición de prisionero el 7 de junio de este mismo año y murió el 27 de abril de 1803.
Toussaint L¨ Overtoure sería gobernante de Sain- Domíngue entre el 1 de enero de 1791, año del inicio de la revuelta, y el 7 de mayo de 1802. Como líder del proceso revolucionario y uno de los impulsores de la creación de la nación haitiana, sería vicegobernador de Saint- Domíngue y después Gobernador -General vitalicio de toda la isla. El doctor Hojita como le llamaban por su orientación al conocimiento y uso de plantas con fines curativos, se formaría en el mundo hispano-francés dada su condición de negro liberto desde 1776.
Derrotar al ejército de Napoleón Bonaparte y al colonialismo para afirmar la libertad.
La claudicación primero y después muerte de L¨Ouverture, no significaría de ningún modo una renuncia a sus luchas y propósitos por parte de los herederos de su legado político y militar. Con un ejército revolucionario dotado de una gran mística y con una fuerza espiritual muy grande representada en la aspiración de derrotar al colonialismo y la esclavitud, el primero de enero de 1804 los revolucionarios haitianos logran contra todo pronóstico derrotar al afamado ejército napoleónico y constituir la primera forma antiesclavista de gobierno liderada por poblaciones negras que vivieron la experiencia de la esclavización.
En Haití la población negra logró mediante esa hazaña histórica conquistar su libertad, hecho que se agranda toda vez que se derrota al colonialismo de cuño metropolitano y a una figura cumbre de la historia mundial como Napoleón Bonaparte. Así, después de 12 años de intensas luchas los jacobinos negros lograron expulsar al ejército de Napoleón representado en su cuñado Leclerlc. Sin duda, esta sonora y luminosa victoria fue fruto de la recomposición del poderoso ejército haitiano organizado por L¨Ouverture, el cual permitiría a Dessalines, Henrí Christophe, Petión y al resto de líderes negros derrotar al ejército francés en la batalla de Vertiéres el 18 de noviembre de 1803. El 1 de enero de 1804, Jean-Jacques Dessalines convertido en un indiscutible líder proclamó la independencia de Saint-Domingue, a la que le asignó el nombre de Haití, que en lengua taina significa «tierra montañosa».
Una vez triunfan los Jacobinos negros y se expulsa al ejército francés, asume el gobierno Jean-Jacques Dessalines, quien se proclama primero como Gobernador-General y después de modo absurdo como emperador asumiendo el título de Jacques I de Haití. Ya en el poder Dessalines imparte la orden de exterminar a la población masculina de origen francés, hecho que entre febrero y abril de 1804 significó, según cifras conservadoras, la muerte de al menos 3000 personas. Producto de los excesos y de la rivalidad entre los líderes del movimiento revolucionario, en 1806 Henri Christophe hizo parte junto a Alexander Petión de un golpe de Estado contra Jacques I. Esta primera desestabilización del nuevo Estado – imperio- hizo que Henri I se proclamará presidente en 1807 del Estado haitiano en la región norte y luego en 1811 lo convirtió en reino de Haití, del cual por cierto se autoconsideró su Rey- gobernante. La ceremonia de coronación se convirtió en un gran acontecimiento festivo, pues implicó más de una semana de carnavales, hecho que más de un siglo después emularía la temible familia Duvalier de ingrata recordación por su prontuario de sangre y barbarie en contra de la población haitiana.
Con estos referentes, a Henri I no le fue difícil que incurriera en una abierta y oprobiosa megalomania. Los excesos en él se pusieron al orden del día y producto de ello construyó varios castillos, palacios y obras que buscaron exaltar su pretendida fantasía de Rey de la otrora plantación. A esto hay que sumarle la creación de una sobrevenida e inexplicable corte dinástica en un ejercicio de forzada invención de la tradición como lo señaló Eric Hobsbawm y Terence Ranger. Dicha corte estaba representada por varios príncipes, duques, barones y caballeros, hecho que dio lugar a la coloquial y risible expresión de corte o nobleza haitiana. Henri I gobernó entre marzo de 1811 y octubre de 1820. Ante los anuncios de un golpe de Estado decidió suicidarse sin que su hijo Victor Henry Christophe, miembro de su inventada realeza haitiana, pudiese sucederlo porque una turba indignada acabo con su vida y su pretendido linaje.
Por otro lado, Alexander Petión que hizo parte de la sublevación junto a Henry I para derrocar a Dessalines, el genio militar como lo define James, terminó gobernando la parte sur de Haití. Aquí gobernó entre 1806 y 1818 bajo el título de presidente de la República. Fue líder de los negros libertos y conoció de cerca los sucesos que se produjeron en la Francia Revolucionario de 1789 porque se encontraba estudiando en la Academia Militar de Francia en aquellos momentos. Hijo de un acaudalado francés –Pascal Sabés—y de Ursula, toma el apelativo de Petión como tributo a Petión de Villeneuve, quien fuera integrante de la Convención y un declarado amigo de los negros.
De nuevo en Haiti, hace parte de la expedición que busca expulsar a los británicos y españoles entre 1798 y 1799. Aunque inicialmente siguió a Andrés Rigaud, líder de los mulatos, participó junto a L´ Ouverture durante la llamada guerra de los Cuchillos que se inició a mediado de 1799. Tras un revés militar tuvo que exiliarse en Francia. Organiza el regreso a Saint Domingue junto a Rigaud bajo las órdenes Charles Emmanuell Leclerc. A raíz del engaño de Francia a L´ Ouverture, Petión se integra al naciente movimiento nacionalista y establece alianza con Dessalines, con quien se toma en octubre de 1802 Haut Du Cap. Prosiguen la actividad política y militar contra Leclerc y el 18 de noviembre de 1803 contribuye a vencer en Ventiérre al imperio francés. Consumado el hecho, hace parte de la declaración el 1 de enero de 1804 de la república, que como hemos dicho antes, los jefes del ejército proclamaron a Dessalines como «Gobernador General Vitalicio». Él, a su vez, el 6 de octubre de 1804 se autoproclamó emperador del I imperio de Haití.
El abuso de poder de Jacques I – Desalines— condujo a Petión, Henrí Christophe y otros militares a organizar un golpe de Estado en su contra. Una vez logrado el propósito, Christophe se declara jefe de gobierno y posteriormente presidente de gobierno del Estado de Haití. Capturada la presidencia intenta disolver el senado controlado por Petión, lo que da origen a la división del Estado en dos entidades. Uno al norte y otro en el sur. En el primero gobernaría Christophe y en el segundo Petión. Ante el diferendo, el senado opta por desconocer y despojar del cargo a Christophe el 27 de enero de 1807 bajo el argumento que no había reconocido la república y en su defecto procedió a elegir a Petión como presidente. Las diferencias entre uno y otros se tramitaron en el plano de la confrontación armada y las posiciones se afianzaron convirtiéndose Christophe en líder de la población negra radicalizada. Petión, en cambio, sería el referente de los negros y mulatos y tendría predilección por los principios de la democracia liberal. Este último desde la presidencia promovió la iniciativa de convertir a los otrora esclavos en propietarios y para ello les hizo entrega de tierra de los antiguos colonos, hecho que le implicó granjearse la confianza y el apoyo de ese campesinado negro que surgía
La revolución haitiana ahuyenta a los esclavistas
Los efectos de la guerra antiesclavista y el aislamiento que sufrió Haití por el temor que se hizo extensivo entre las aristocracias esclavistas de los EEUU, Brasil, Cuba, La Gran Colombia y otros lugares de América y de Europa por la manera en cómo fueron expropiados y asesinados cientos de colonos franceses, llevó a que Haití no fuera reconocido por ningún país durante algunos años, hecho que lo sumió desde los primeros días en un duro aislamiento diplomático. De esta peculiar situación derivaron penurias económicas y graves problemas sociales que hicieron que el naciente Estado no pudiera cumplir sus fines sociales, amén de la depredación económica y la corrupción en que incurrieron -y han incurrido- sus principales líderes. Esta realidad sumada a las indemnizaciones que reclamó Napoleón para los colonos y que una década después tuvo que empezar a pagar, hizo de este espacio geográfico e histórico algo autárquico y con poco margen para emprender acciones que potenciaran su importante riqueza.
El carácter violento que asumió la revolución haitiana impulsada por negros esclavos y mulatos en contra de los colonialistas franceses sirvió para instaurar el imaginario y el régimen de subjetividad y representación de ver al colono como fiel interprete y representante de la civilización, mientras a la masa y multitud de negros y negras como exaltación de lo incendiario, la barbarie y el caos. Al respecto hay que decir que Bolívar no escatimaba esfuerzo en agitar el miedo de lo que había sido la revolución haitiana, de ahí que le dijera a Santander:
Todo gobierno libre que comete el absurdo de mantener la esclavitud es castigado por la rebelión y algunas veces con el exterminio como en Haití. (Hernández de Alba, 1956, p.52)[10]
Así, el triunfo de la revolución haitiana refuerza el peligro social y político del negro haitiano como sujeto histórico y como conciencia crítica de transformación y cambio, de ahí que había la necesidad ineludible de aislarla porque su ejemplo era expandible y se constituía en una amenaza para aquellas sociedades en donde la población blanca de origen europeo había afianzado un modelo de economía, un sistema político y socio-cultural sustentado en la servidumbre y el esclavismo. De la revolución haitiana y de las lecciones aprendidas se habló allá donde hubiese esclavos, bien sea en Brasil o EEUU. En relación con el impacto y la fuente de inspiración en que se convirtió la triunfante lucha antiesclavista sucedidas en Haití, Genovese señala:
Gabriel Prosser en 1800 y Denmark Vesey en 1822 buscaron conscientemente en Haití inspiración y apoyo, y hasta 1840 los esclavos de Carolina del Sur interpretaban las noticias de Haití como un presagio de su propia liberación […] Los esclavistas […] entendían el potencial de lo que veían. Las referencias a aquel ejemplo y la inspiración de Haití reverberaban en toda América negra. (…) Y a los dueños de esclavos no les agradaban las celebraciones de la independencia de Haití, como la organizada en 1859 por albañiles negros libres en St Louis, Missouri, un estado esclavista. La revolución en Santo Domingo impulsó una revolución en la conciencia negra en todo el Nuevo Mundo (Genoveses, 1979. pp 95-96 citado por Robinson, C. 2019. p. 272)[11]
La derrota infringida por parte de los revolucionarios negros haitianos a los ejércitos imperiales de Francia, Gran Bretaña y España dejaron en evidencia que derrotarles era posible y que no era un fatalismo histórico eterno su colonialismo, su aparente superioridad racial y pretendida civilización. La derrota del ejército de Napoleón en suelo haitiano por una población negra racializada y prejuiciada como inútil y bárbara anticipó las grandes derrotas a los ejércitos napoleónicos en 1815. Es decir, que antes que el Gran Cónsul cayera derrotado en Europa, los negros haitianos habían dado buena cuenta de él. La importancia de Haití como horizonte y referencia histórica como espacio de emancipación fue de tal calibre que un visionario como Simón Bolívar y otros próceres anticolonialistas de las primeras repúblicas en diferentes puntos de América llegaron a Haití, invitados por Petión, para conocer cómo cientos de negros conscientes de su papel en la historia y guiados por un sentimiento anticolonial hacían una revolución triunfante.
El internacionalismo haitiano
En el Haití de Petión hay que decirlo con gran admiración, Bolívar encontró en 1815 apoyo militar, logístico y hombres constructores de libertad para su empresa emancipatoria. El Libertador confundido en cómo crear una estrategia para impulsar una revolución victoriosa encontró en Haití y Petión un consagrado ejemplo. Sin rubor de ninguna clase y en clara oposición a todo racismo epistémico, podemos afirmar que en Haití Bolívar encontró las reveladoras y esclarecedoras claves sociales, ideológicas y políticas para definir su programa revolucionario, situación que pasó por integrar la reivindicación de la libertad de la población negra y mulata esclavizada de la Nueva Granada al proceso emancipador neogranadino. Como promesa por esta inmejorable ayuda, Bolívar se comprometió con Petión a que una vez se lograra la independencia, él procedería a concederle la libertad[12] a las personas esclavizadas en los territorios que liberasen sus ejércitos (Barragán, 2023. p.177)[13] Tal compromiso lo empezó a cumplir cuando a título personal liberó a los suyos e impuso el tema en la agenda de lo que sería a posteriori el naciente gobierno republicano. Sobre este aspecto, el ilustre historiador Hermes Tovar señala:
Bolívar introdujo, sobre todo después de 1816, la idea de liberar a los esclavos que se enrolaran en los ejércitos independentistas. Con ello buscaba contrarrestar los reclutamientos que los españoles efectuaban sobre la población negra. Sin embargo, la libertad de los negros adquirió cada vez más una connotación económica que se ocultaba en el radicalismo de las argumentaciones ideológicas (Tovar: Credencial 59)[14]
Acerca del reconocimiento de Bolívar hacia la revolución de Haití y a Petión, en concreto, un pasaje esclarecedor lo encontramos en la siguiente afirmación de Arciniegas:
“Perdida Venezuela y la Nueva Granada, la isla de Haití me recibió con hospitalidad: el magnánimo presidente Alexander Petión me prestó su protección y bajo su auspicio formé una expedición de 300 hombres comparables en valor, patriotismo y virtud a los compañeros de Leonidas. ¡Gracias al pueblo de Haití mis compatriotas serán nuevamente libres!” (Arciniega, 2010)[15] Esta muestra de solidaridad, de anticolonialismo e internacionalismo haitiano ya se había hecho patente antes, en 1779, “cuando más de 500 voluntarios, con el oficial conde d’Estaing a la cabeza, lucharían con tropas coloniales americanas contra la Gran Bretaña en el sitio de Savannah, durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos”. (op. Cit)[16]
Petión en su concepción de gobierno se orientó por los principios de construir una democracia constitucional, hecho del que prescinde cuando constató las restricciones que le imponía el senado para gobernar. En virtud de esta situación en 1816 sigue el ejemplo de L¨Ouverture, Dessaline y CHristophe de proclamarse presidente vitalicio, eso sí, asegurando crear una constitución que garantizara el reconocimiento de la república de Haití y su independencia. Las tensiones políticas a las que se enfrentó y los intentos de despojarlo del poder le llevó a asumir posturas autoritarias como la de clausurar el senado y optar por un modelo de gobierno de consagrado dictador, algo común en la historia de Haití. El importante líder del movimiento mulato y presidente de la Primera República de Haití muere en 1818 y le sucede, Jean Pierre Boyer.
Pagar para ser libre y por ser anticolonialista.
Boyer fue un consagrado militar que hizo parte del ejército revolucionario que derrotó a Leclerc. Su gobierno se prolongó entre 1818 y 1843 y solo una conjura militar y política lo despojó del poder. Su gobierno se extendió por un cuarto de siglo, lo que lo convierte en uno de los militares revolucionarios que más duró en el poder. Su mandato se caracterizó por la unificación en 1820 del Estado del norte y el del sur, y, de igual modo, como el de sus predecesores, por la obsesión expansionista representada en la invasión a República Dominicana. Así, en 1822 ocupa por la fuerza la parte española del archipiélago y lo pone bajo su entero dominio. En la búsqueda de una homogeneidad económica, jurídica, religiosa y cultural promueve un proceso de asimilación forzada de la población hispano-parlante, situación que causa importantes revueltas que fueron reprimidas por el ejército haitiano.
Entre una de las medidas que también impuso con la ocupación se cuenta el reparto de la tierra, que se produjo después de confiscársela de forma una masiva a la iglesia monopolio. Esta medida estuvo acompañada de la declaratoria de la abolición de la esclavización. El reparto de la propiedad trajo un proceso de mejora económica de la población que tuvo acceso a este bien, lo que se complementó con establecer controles a los hatos ganaderos y restringir el acceso de extranjeros a la compra de tierra, sobre todo de franceses. La frágil línea de partida en lo que tiene que ver con el forjamiento de un espacio productivo ligado al artesanado y la industria nacional tuvo poco desarrollo, lo que condenó al país al consumo de productos importados.
Bajo su mandato, la presión de Francia en contra de Haití por el no pago de las indemnizaciones a los colonos blancos que fueron expropiados y expulsados ganó intensidad como también sucedió con el bloqueo diplomático que había llevado a que la independencia de Haití no fuera reconocida por muchas naciones, incluida por supuesto Francia y EEUU. En el fondo esto era un auténtico chantaje, pues lo que se buscaba era que Haití se comprometiera a pagar a Francia 150 millones de francos como mecanismo de compensación por lo que había representado la quema y destrucción de las plantaciones, sus cultivos y la riqueza representada en miles de esclavos, que como dice Stone (1980,p.161)[17], en la víspera de la revolución, se estima que la población esclava estaba entre 450.000 y 500.000 personas, la blanca en torno a 30.000 y la población mulata … otro tanto. Y concluye, todo era bastante comprensible. Si la riqueza estaba representada en la población esclava, entonces la riqueza que producía era ingente. Sobre esta materia, James haciendo un comparativo entre la riqueza que producía Gran Bretaña y Francia, y lo que Santo Domingo representaba para esta última, señala:
En 1789 – fecha del estallido de la revolución francesa–, el comercio de exportación británico era de 27 millones de libras. Francia 17 millones de libras, de los que el comercio de Santo Domingo representaba casi 11 millones de libras. Todo el comercio colonial de Gran Bretaña en ese año solo ascendió a cinco millones de libras. (James, ibid, p.50)[18]
Así mismo, Robinson nos indica (2019, p.268)[19]: (…) Todo se basaba en la esclavitud, de ahí que siendo así lo único que necesitaba la plantación francesa para producir riqueza era una intensa población negra en condiciones de esclavización. Más expresivo resulta Stoddar (1914, p52 y ss)[20] al indicar que: Negros y comida para los negros; esa es la única regla para las colonias [Y concluye] (…) era más barato comprar esclavos que criarlos. Este hecho fue el que permitió, dice Robinson (Ibid)[21], que la colonia se viera obligada a importar africanos a un ritmo que, en el momento de la revolución, había crecido a más de 40. 000 al año.
En síntesis, para poner fin al aislamiento diplomático y el no reconocimiento de la independencia de Haití, Boyer accedió a firmar el 17 de abril de 1825 la Real Ordenanza de Carlos X. La firma de ese documento compromete a Haití a pagar en cinco cuotas a Francia 150 millones de francos, lo que traducido a hoy equivaldría a unos 21 mil millones. Además, el acuerdo estipulaba una reducción del 50% del arancel a los productos y bienes importados de Francia, una auténtica sangría que sentó las bases para impedir el surgimiento de una pequeña burguesía industrial y comercial en la isla. A cambio de esta compensación, Francia lo único que garantizaba era retirar sus buques de guerra de las costas de Haití y el reconocimiento de la independencia del país, otra forma de decir que aceptaba que reconocía que los otrora esclavos haitianos habían derrotado a la imperial Francia de Napoleón.
La astronómica suma representaba 10 veces el presupuesto anual del naciente país. Esta leonina medida en sus implicaciones prácticas significó que cuando Haití se vio abocado a realizar el primero de los cuatro pagos, se encontró que no tenía los recursos para cumplir lo acordado. Ante la situación, la salida fue recurrir a un préstamo ante la banca francesa. En consecuencia, un banco francés prestó 30 millones de francos para pagar la primera cuota y por concepto de comisiones cobró 6 millones, lo que quiere decir que se abonaron realmente 24 millones. En realidad Haití quedó debiendo 6 millones a Francia de este primer pago y contrajo una deuda de 30 millones con el banco. De este modo, Haití asumió de manera injusta una deuda que ha privado al país de inversiones en áreas básicas para garantizar un mínimo bienestar a la población en frentes tan sensibles como la educación, la salud, la infraestructura vial, el desarrollo agrícola, industrial y demás. Esto nos lleva a decir que la población haitiana descendiente de aquellos esclavos, libertos y mulatos que lucharon en contra de la esclavización ha tenido que pagar un duro precio por enfrentar al colonialismo, la supremacía racial de los bancos europeos y luchar en contra del esclavismo.
Ya en esta manifiesta insolvencia y con una economía primaria en franco deterioro, tuvo la nación que apelar a la banca de los EEUU para cumplir con los siguientes pagos, razón que explica por qué el National City Bank, predecesor del Citibank, terminó expoliando el esfuerzo y la riqueza de la población haitiana. Pagar las indemnizaciones abocó al gobierno de Boyer y a los que le siguieron a establecer duros impuestos a la población, de ahí que un año después de haber aceptado pagarlas –1826—un conjunto de revueltas se dieron en diferentes puntos de la isla unificada, situación que se agravó porque el código agrario de cuño napoleónico que impuso obligaba a hombres y mujeres a trabajar para los empresarios agrícolas fijándolos al territorio, una especie de servidumbre que fue interpretada como una reificación o una reintroducción del trabajo esclavo. Lo impopular de estas medidas hizo que el presidente Boyer suspendiera el código agrario al menos en la parte española de la isla porque de ningún modo allá y en la parte francesa estaban dispuestos a aceptar el regreso del régimen de la plantación.
Cuando en 1830 el gobierno de Haití llamó la atención acerca del exorbitante monto de la deuda y sus altos intereses, entonces sus acreedores decidieron reducirla a 90 millones, sobre todo el rey Luis Felipe I de Francia. Aún así, la deuda siguió siendo impagable. Bajo el gobierno de Léon Dumarsais Estimé, Haití terminó de compensar a los colonos franceses, que junto al gobierno de Francia –y con la colaboración de los EEUU— supieron cobrarse la abrumadora derrota que les infringió los esclavos negros en procura de vencer al colonialismo y al esclavismo. Boyer que asumió el compromiso de pagar las indemnizaciones a Francia y que se esmeró por romper el bloqueo diplomático y la falta de reconocimiento de la independencia haitiana, resultaría depuesto por las revueltas de 1843 lideradas por Charles Rivière-Hérard, otro seguidor de Petión. Boyer que terminó casado con Marie-Madeleine Lachenais—Joute–, la viuda de Petión y, por tanto, siendo padre de crianza de sus huérfanas hijas, acabó sus días en el exilio, una característica muy propia de los exgobernantes haitianos.
A modo de cierre, en su intento por romper el cerco diplomático impuesto por el reino de Francia, Boyer en un ejercicio de internacionalismo haitiano, como el que exhibió Petión con Bolívar y otros emancipadores del resto de América, no dudó en ofrecer su apoyo a los revolucionarios griegos que luchaban por independizarse del Imperio Otomano. En su carta a los líderes Adamantios Korais, Christodoulos Klonaris, Konstantinos Polychroniades y A. Bogorides, escrita en junio de 1822, les manifiesta su sentimiento de solidaridad y les hace saber que habría querido ayudar con recursos económicos para que pudieran comprar armas, pero la pobreza que les ha representado el pago de las indemnizaciones a Francia se lo impide, pero les promete que les apoyará en lo sucesivo. Esto reza la misiva:
Pidiendo a los Cielos que protejan a los descendientes de Leónidas, pensamos ayudar a estos valientes guerreros, si no con fuerzas militares y municiones, al menos con dinero, que sería útil para la compra de armas que necesitan. Pero los hechos ocurridos, que impusieron restricciones financieras a nuestro país, absorbieron todo el presupuesto, incluida la parte que podía disponer nuestra administración. Además, en la actualidad, la revolución que triunfa en la parte oriental de nuestra isla, está creando un nuevo obstáculo para llevar a cabo nuestro propósito; en efecto, esta porción, que se incorporó a la República que presido, se encuentra en extrema pobreza, y por ello justifica inmensos gastos de nuestro presupuesto. Si las circunstancias, como deseamos, mejoran de nuevo, entonces los ayudaremos honorablemente, a los hijos de la Hélade, lo mejor que podamos. ¡Ciudadanos! Transmitan a sus compatriotas los cálidos deseos que el pueblo de Haití envía en nombre de su liberación (Carta de Boyer a Adamantios Korais, Christodoulos Klonaris, Konstantinos Polychroniades y A. Bogorides, 15 de enero de 1822)
En la larga y abultada deuda contraída por la revolución haitiana a título de pago de indemnizaciones a los colonos franceses y lo cual ha terminado por esquilmar las finanzas de la nación y de paso condenando a la pobreza a amplias capas de la población, se halla una de las razones que explican la creciente y extendida pobreza que vive más del 70% de la población de ese país, lo que lo convierte en uno de los más pobres del mundo. Esto es importante tenerlo en cuenta porque se acostumbra a señalar el empobrecimiento estructural de la población haitiana como algo natural y sin conexión con una serie de circunstancias políticas y económicas en donde notables potencias económicas mundiales han sido corresponsables de dicha realidad, hecho que soslayan, ocultan o tergiversan, sin duda, para no reconocer su grado de culpabilidad por lo que acontece en este país en estos momentos.
Dicho lo anterior, Haití duró 125 años para cancelar esa deuda. Empezó a pagarla en 1825 y terminó por saldarla en 1947. A lo largo de estos años, al menos 38 presidentes tuvieron que ver con pagar en mayor o menor medida esta inmoral deuda a Francia. Y digo Inmoral porque bajo el gobierno de Louis Lysius Félicité Salomon (1879-1888), por ejemplo, quien gobernó bajo la constitución de 1879, la cual implicaba periodo de siete años, este agotó los recursos pagando la deuda de las indemnizaciones. Este hecho hizo que cuando apareció el brote de viruela durante 1881-1882 el país se encontró sin recursos con que sortear esta emergencia. Esta calamidad sanitaria dejó centenares de muertos, pero, eso sí, se pagó de modo religioso la deuda.
El desastre económico y social hizo que a lo largo de 1884 estallaran una serie de revueltas en distintos puntos del país – Jéremie y Jacmel–, algunas alentadas por exiliados haitianos que se encontraban refugiados en Cuba y otros lugares vecinos. El conflicto derivó en asesinatos masivos de miembros de poderosas familias ligadas al comercio y también de alemanes y franceses. Se registra que las llamas acabaron con varias instituciones del gobierno. Una vez pasó la revuelta y el gobierno de Salomón había retomado el control, una investigación señaló que el Banco Nacional que él había creado para garantizar el control de los ingresos del Estado, bien sea como resultado de las exportaciones de café, algodón y otros productos, o del monopolio estatal de las importaciones, estaba envuelto en un escabroso escándalo que implica a su gobierno y a su director y contador principal, el primero de nacionalidad francesa y segundo británico.
La invasión norteamericana a Haití y el capítulo de la deuda a bancos norteamericanos y franceses
El pago de la deuda de las indemnizaciones a colonos franceses por parte de Haití tiene un capítulo especial asociado a la ocupación de este país por parte de los EEUU. Como sabemos, a finales de julio de 1915 al menos 330 marines norteamericanos con orden del presidente Woodrow Wilson desembarcaron en Puerto Príncipe, la capital. Esta invasión nunca tuvo un interés humanitario y muchos menos civilizatorio, de lo que se trató fue de una operación orientada a salvaguardar los intereses económicos, financieros y geopolíticos del gobierno americano. Este, para justificar dicha acción, se aprovechó de una absoluta inestabilidad sociopolítica vivida en la isla consistente en una serie de golpes de estados consecutivos, al punto que el país tuvo ocho presidentes en menos de cuatro años (1911-1915). A esto hay que sumarle la proliferación de bandas armadas —de cacos— a lo largo y ancho de la zona norte en la frontera con República Dominicana, grupos que actuaban bajo estímulos económicos y orientados por el saqueo y la depredación.
Para la ocasión en Haití se había asentado y consolidado una migración de origen alemán muy poderosa económica, financiera, comercial y con un potencial biológico imponderable como quiera que para sortear la prohibición constitucional de poder tener acceso a la compra de tierra, cosa prohibida desde los orígenes de la república haitiana, decidieron sus miembros establecer una política de alianza basada en el imperio de los genes con integrantes de la población haitiana, hecho que se expresó en innumerables matrimonios entre hombre alemanes y mujeres mulatas pertenecientes a importantes y ricas familias de Haití. Mientras esto ocurría en el caribe, en Europa los aires anunciaban que las potencias europeas de entonces estaban acumulando poder y Alemania en particular que venía en su proceso de industrialización y unificación desde 1870 del siglo XIX, estaría interesada en jugar un papel importante en la geopolítica mundial de ese momento.
Atento los EEUU a esta situación, no dejaba de mirar con recelo y preocupación el hecho de que en Haití una colonia alemana concentrara tanto poder, de ahí que buscó los mecanismos de cómo bloquearla y desplazar la hegemonía que representaba. Uno de los mecanismos ideados por el coloso del norte fue hacer que un conglomerado de inversionistas norteamericanos representados por National City Bank bajo la dirección del Departamento de Estado consolidara su presencia en suelo haitiano. Con esta operación se trataba de tener el manejo y control del Banco Nacional de Haití, el cual era el único banco y, por tanto, el responsable de manejar las finanzas del gobierno. Se trataba no sólo de garantizar el control de las finanzas del país sino de imponerle también una obediencia financiera con el propósito de manejar el destino de la pequeña nación, asegurándose, obviamente, a su vez, los intereses económicos, financieros y geopolíticos de los EEUU.
En febrero de 1915, después de un cruento golpe de Estado llega al gobierno Vilbrun Guillaume Sam, quien se convertiría en el octavo presidente en el periodo comprendido entre el 15 de agosto de 1911 y el 28 de julio de 1915. Estos presidentes fueron: Cincinnatus Leconte, Tandréde Auuguste, Michel Oreste, Edmon Pollynice, Oreste Zamor, Hoseph Davilmar Théodore y Vilbrum Guillerme Sam. Este último venía curtido en las artes de las intrigas y las conspiraciones golpistas, de hecho, como había sucedido con otros presidentes antes, él fue de capital importancia para urdir el golpe de Estado en contra de Cincinnatus Leconte, Oreste Zamor y Joseph Davilmar Théodore. De estos ocho presidentes, subrayamos, seis no habían superado el año. Polynice, por ejemplo, en sus dos ocasiones, no superó en ninguno de los dos casos el mes como máximos jefe del Estado. La revuelta que derroca a Thédore tuvo como motivación el incumplimiento de los pagos a los que se había comprometido para derrocar a Zamor.
La dictadura de Sam resultó altamente corrosiva y violenta. La revuelta de julio 15 se saldó con el magnicidio de 167 presos políticos, una gran parte de ellos miembros de acaudaladas familias. La indignación derivó en que una multitud llena de odio y ávida de venganza terminó linchándolo en Puerto Príncipe. En medio de esta generalizada desestabilización aparece en el horizonte político Rosalvo Bobo, un líder con un discurso incendiario, abiertamente hostil hacia el gobierno de los EEUU, sus inversiones, apoyado por las bandas armadas y declarado enemigo de seguir pagando la deuda, logra poner en alerta al gobierno americano y al de Inglaterra y Francia. Estos dos últimos tuvieron la intención de intervenir, pero el gobierno de Wilson les garantizó que velaría por sus intereses en la Isla. Se traba de aislarlos, pues los EEUU no se querían apartar del cumplimiento de la Doctrina Monroe que tantos beneficios le había dado.
Así, desde la primera mitad del siglo XIX y guiado por un espíritu expansionista e imperial sustentado en la Doctrina Monroe y el autoproclamado destino manifiesto, los EEUU fueron creando los rasgos definitorios y determinantes de su carácter como potencia hegemónica. Para lograr este sistemático y organizado fin, la naciente potencia del norte no dudó en desplegar contra México en 1823 todo un conjunto de acciones bélicas para despojarle de sensibles territorios como Texas, California y Oregon. Asimismo, ninguna duda mostró en 1898 a la hora de arrancar Cuba y Puerto Rico a España, últimas colonias que tenía el decadente imperio español en América, hecho que completó con arrebatarle a Filipinas en el Pacifico- occidental.
Y a esto sumamos su eficaz intervencionismo a la hora de inflar los ánimos nacionalistas de las élites panameñas y propiciar la separación de Panamá de Colombia en 1903. El propósito: adueñarse por razones estratégicas, geopolíticas y económicas de lo que después sería el Canal de Panamá. Era el tiempo de Theodore Roosevelt y su política del Gran Garrote. A efecto de esta breve referencia, propio es recordar aquella lapidaria frase de I took Panamá, proclama con la que el presidente número 26 festejó el despojo del istmo. Y así llegaba a Haití en donde ya se había hecho con el control del Banco Nacional y con el de las aduanas, lo que le había posibilitado manejar por los menos el 40% de la riqueza nacional, situación que supuso a su vez asegurar el pago a la banca norteamericana y francesa por parte del Estado haitiano por concepto de las indemnizaciones. El pago significó descapitalizar al país y llevarlo a la ruina. Esto nos permite decir, de aquellos polvos, estos lodos.
Temeroso los EEUU de que sus intereses imperiales se vieran alterado tomó la decisión de llevar a cabo la invasión contra Haití el 28 de julio de 1915. El desembarco fue presentado de modo oficial como un gesto guiado por los superiores valores de garantizar la paz y el orden, pero en realidad la invasión obedecía a defender los intereses comerciales, financieros y geopolíticos de los EEUU en las Antillas y el caribe frente a cualquier amenaza proveniente de cualquier potencia colonialista europea como de algún movimiento nacionalista o revolucionario que aquí surgiera. Ello no quita que garantizara a Francia e Inglaterra sus intereses como compensación por no intervenir en la situación. La invasión que se propuso como una medida transitoria se prolongó por 19 años. Este es buen ejemplo de cómo lo transitorio se convierte en permanente.
La invasión otorgó plenos poderes a los EEUU y los máximos comandantes de los marines terminaron siendo autoridades políticas y administrativas. En su gran mayoría se convirtieron en agentes especiales y tomaron decisiones de todo orden y concierto. Los invasores crearon una suerte de gobierno indirecto solo para garantizar la administración de los gobiernos locales, aunque estos debían darles cuenta. Para gobernar de este modo, los EEUU desmantelaron el sistema constitucional propio y procedieron a instituir una Guardia Nacional, un cuerpo dictatorial y violento que les legó a los haitianos/as cuando terminó la invasión.
Los dictadores en Haití son hijos legítimos del poder imperial de los EEUU
Como la invasión fue confrontada desde un primer momento por los cacos – o bandas armadas–, el gobierno de facto y las élites mulatas colaboracionistas se emplearon a fondo para desmantelar estas estructuras armadas, hecho que provocó que los marines incurrieran en un vasto proceso de militarización, detenciones arbitrarias, ametrallamiento contra civiles indefensos y exhibiendo un abominable racismo en contra de la población. Una vez se iba imponiendo la invasión, fueron creando las condiciones para promover un presidente haitiano que respondiera a los intereses de los EEUU y de la invasión. El más obediente y solicito resultó siendo Philippe Sudré Dartiguenave, quien era en 1915 presidente del senado, órgano que elegía al presidente. Y resultó después de que el senado rechazó aprobar una constitución redactada por Franklin Delano Roosevelt, quien por entonces fungía como subsecretario de la Armada. A pesar de este hecho, una nueva Constitución se sometió a referéndum en 1918 y fue aprobada. Una de las claves de este ordenamiento fue que en lo sucesivo los extranjeros podían comparar tierra, un propósito que perseguían norteamericanos, alemanes, franceses e ingleses y que era una prohibición que se había establecido con J.J. Dessalines.
A pesar de la primera guerra mundial, los EEUU mantuvieron la invasión a Haití. Dariguenave terminó su periodo en 1922 y le sucedió Luis Borno, quien fue jefe de gobierno entre 1922 y 1930. A Borno el gobierno estadounidense le nombra un Alto Comisionado que resultó ser el General Jhon Russel. De esta manera, en Haití este gobierno corresponde al de la dictadura Borno- Russel. Durante este periodo se generó un desarrollismo autoritario de baja intensidad consistente en: creación de algunas carreteras, instalación de telefonía, modernización de algunos puertos y la creación de un mínimo sistema de salud. La economía que tuvo una leve recuperación durante este breve periodo seguiría siendo de enclave teniendo a la producción de azúcar y algodón como sus productos estrellas.
Al no desarrollarse la agricultura con fines comerciales y empresariales, la mano de obra haitiana diestra en el manejo de la producción de azúcar y otros productos, no dudó en migrar hacia Cuba y República Dominicana durante el periodo de la invasión, aunque hay que decir que los diferentes conflictos armados, la inestabilidad política, la desestabilización económica a la que se ha visto sometida la población producto del pago de las indemnizaciones y la falta de desarrollo del aparato productivo, fue generando una primera migración. Esa migración se estima que cada año en condición de brasera fue 30 mil a 40 trabajadores entre 1913 y 1931. Desde entonces estos procesos migratorios han ido creciendo producto de las reiteradas crisis económicas, políticas, la violación a los derechos humanos, las catástrofes naturales, la falta de oportunidades y las precarias condiciones para el desarrollo. La investigadora Suzy Castor (1971)[22] ha hecho un análisis de la manera de cómo la ocupación militar impactó las migraciones, trabajos que también han secundado Lundhal (1982)[23] y Perusek (1984)[24].
El final de la primera guerra mundial había dejado a muchas potencias europeas en una situación calamitosa y poco tiempo después se produce la crisis de 1929. La misma deprime los precios de las materias primas haitianas, lo que agrava la situación de la población. El malestar social se tradujo en protesta, la cual los marines sofocaron con horribles masacres como la de Les Cayez en diciembre de 1929. En octubre de 1930 los haitianos volvieron a escoger un nuevo congreso desde 1918. Este elige a Stenio Vincent como presidente para el periodo 1930-1936[25], mandato que se lo prolonga hasta 1941—Este desde posturas nacionalistas venía haciendo críticas a la invasión norteamericana. El clima de rechazo a la intervención llevó al presidente Herbert Hoover a evaluar la situación y en consecuencia nombró la Comisión Fobers presidida por William Camero Forbes. Dicha comisión reconoció que la invasión en materia de infraestructura había producido algunos avances, pero fue crítica al señalar que no tuviera en cuenta a los haitianos en ningún poder real en los asuntos del gobierno y mucho peor en lo relativo en puestos de mando sobre la policía – Garde de Haiti—. La comisión concluye que los factores que propiciaron la invasión se mantenían, entre ellos la ignorancia, la pobreza y la idea de construir un gobierno libre y en paz.
Aunque Hoover no acogió el informe de la Comisión como algo vinculante, la llegada de Franklin Delano Roosevelt al poder en 1932 derrotándole, abrió paso a la retirada. El 15 de agosto de 1934 parte de Haití el último destacamento de Marines luego de que se hiciera la trasferencia formal del poder a la Policía. No obstante esto, los EEUU mantuvieron una especie de protectorado fiscal directo sobre Haití hasta 1941 e indirecto hasta 1947, año en se produce el pago de la quinta y última cuota de las indemnizaciones. El retiro de los marines se produjo bajo el gobierno de Elie Lescot (1941-1946), quien llegó al poder sin el consabido golpe militar. Él no llegó de manera cruenta al poder, pero si lo hizo Franck Lavaud, quien le derrocó poco tiempo antes de cumplir su periodo constitucional.
Pasada la Invasión de los marines al archipiélago haitiano, una serie de golpes militares se producen: de Franck Lavaud a Elie Lescot y de Lavaud a Dumarsais Estimé (1946-1950). Luego vendría el gobierno Paul Magloire que iría de 1950 a 1956, que aunque con importantes realizaciones en el plano de la inclusión social de la población pobre y vulnerable, y también en materia de modernización del Estado en lo referido a infraestructura, no escapó a un proceder autoritario y violento contra miembros de la oposición a los que persiguió y encarceló. Estos hechos crearon una serie de movilizaciones sociales que finalmente lo hacen dimitir, sucediéndole en la presidencia de modo provisional Joseph Pierre-Louis, quien dura en el poder menos de dos meses – del 12 de diciembre de 1956 al 3 de febrero de 1957. Y a este le sucede Franck Sylvain, el cual preside también menos de dos meses – del 7 de febrero de 1957 al 2 de abril de 1957. El tercer presidente provisional sería León Cantave, que dura escasos cuatro días – del 2 de abril de 1957 al 6 de abril de 1957—Y así hasta 7 presidentes – incluido una junta de gobierno—en solo 10 meses.
La dinastía Duvalier: Padre e hijo. El terror en Estado puro.
Esta desconcertante inestabilidad antes descrita es la que encuentra Francois Duvalier cuando llega al poder, que arriba a este en 1957 con una nueva constitución. Es elegido para un periodo de seis años con un amplio apoyo de los militares. Su gobierno va desde el 22 de octubre de 1957 hasta el 21 de abril de 1971 y tiene dos etapas. Una que va desde 1957 a 1964 y en la cual es elegido presidente, y la otra que se extiende desde 1964 a 1971. En esta última se hace elegir como presidente vitalicio y ostentará poderes absolutos. Consciente de los privilegios que había tenido el mulato-centrismo dentro de la arquitectura del poder económico, político, cultural y simbólico en la nación haitiana desde su creación en detrimento de la población negra, no dudó en estimular el odio y la competencia racial entre la población negra y mulata. Este hecho le llevó a promover un populismo en defensa de la negritud y a revalorizar al vudú y convertirlo en instrumento político, social y religioso con el objeto de que favoreciera sus fines y propósito personales y familiares. Como una pretendida muestra de su vínculo espiritual y militante con el Vudú, se hace supremo sacerdote, es decir, hougan.
Con el advenimiento de la revolución cubana y en el marco de la Guerra Fría, se declara profundamente anticomunismo, hecho que lo convierte en un protegido de la CIA. De hecho, a pesar de la sistemática violación a los derechos humanos representada en el encarcelamiento y asesinato de opositores, la censura a los medios, la instauración de la tortura, la clausura de partidos políticos y la expulsión de sus contradictores, el gobierno de Lyndon Jhonson estimaba conveniente que un gobierno autoritario y dictatorial como el de Francois Duvalier era válido en el caribe para los intereses geopolíticos del gobierno de los EEUU. Incluso, el Vaticano no tuvo ningún inconveniente en aceptar que expulsara a los clérigos de la iglesia católica no de sus afectos y que en su defecto él decidiera quiénes debían hacer parte de la jerarquía católica en Haití.
Los intentos de golpe de Estado que vivió en sus 14 años de poder fueron enfrentados con sadismo y brutalidad. El régimen policiaco y fascista que instaura le lleva a crear una fuerza que inicialmente llama Voluntarios de la Seguridad Nacional, quienes se convierten después en la temida guardia de los Tontons Macute[26], una especie de grupos paramilitares que no respondían institucionalmente a ningún órgano sino al propio presidente. Al no ser pagos por el gobierno, la extorsión, el chantaje, la arbitrariedad y la violencia física era lo habitual en ellos. A estas bandas se le atribuyen al menos 30 mil muertos.
Papa Doc – como se solía llamar a Francois Duvalier— siguió la tradición de los próceres de la independencia haitiana como L¨Overture, Dessalines, Henri Christophe, Petión, Boyer, Soulouque y otros que primero fueron presidentes y después se volvieron presidentes vitalicios. En el caso de Duvalier modificó la constitución en 1960 para lograr un nuevo periodo de gobierno. Con esto se hizo elegir por la ciudadanía en 1961 por seis años más sin un solo voto en contra. En mayo de 1964 para obviar una nueva elección se proclamó presidente vitalicio y promueve la votación de una nueva constitución en la Asamblea Nacional que resulta aprobada. Un mes después es refrendada y la misma le otorga poderes para definir quién sería su sucesor. No satisfecho con esto se esforzó por revivir el imperio de Haití – emulando a Dessalines y Soulouque—y amparado en su narcisismo político y el culto a la personalidad restableció la monarquía. Los recursos públicos fueron bajo sus 14 años de gobierno algo auténtica y genuinamente personal, de ahí que la pobreza, la marginalización y la exclusión se acentuaron, lo que empezó a dar paso a unos importantes procesos migratorios hacia las Bahamas, República Dominicana y Miami, en donde los que llegaron fueron víctimas de discriminación y rechazo (Marshall 1979[27] ; Perry, 2014)[28]
Papa Doc muere el 21 de abril de 1971 y su sucesor como estaba previsto terminó siendo Jean-Claude Duvalier, un joven de escasos 19 años de edad que no dudó en invertir en su matrimonio cinco millones de dólares cuando Haití ya era considerado con creces el país más empobrecido de América y del mundo. Gobernó entre 1971 y 1986, lo que quiere decir 15 años. Como su padre se asumió como presidente vitalicio, una inveterada tradición propia del excepcionalismo haitiano. Dicho de otro modo, la dinastía Duvalier con el apoyo de los EEUU, Canadá y la mayoría de las potencias europeas gobernó casi tres décadas. Si Papa Doc lo hizo bajo la primera Guerra Fría, Baby Doc lo hizo entre el final de esta y la segunda que arranca en 1979.
A pesar de sus excentricidades, como las que exhibió su padre, Baby Doc logró en el plano económicos mantener una cierta estabilidad y esto posibilitó un magro desarrollo económico. Por las condiciones de la política internacional en la que todavía EEUU y sus aliados requerían de Estados clientes, su gobierno recibió una importante cooperación internacional. Su régimen en medio de la desidia y la violencia orientó recursos para la construcción de escuelas, hospitales y procuró atender a sectores marginalizados. A pesar de estos gestos, su gobierno estuvo envuelto en actos de corrupción en los que su esposa – Michelle Benet– y él mismo no saldrían bien librados. Se señala que La familia Duvalier malversó el 80% de la ayuda económica concedida a Haití, sin embargo, padre e hijo supieron manejar las relaciones con sus aliados occidentales por aquello de que ellos eran obedientes cruzados en contra del peligro comunista en el caribe. (6).
Esta fidelidad hacia los EEUU fue lo que le permitió acoger sin crítica alguna la creación en 1985 del Servicio Nacional de Inteligencia de Haití – SIN—por exigencia de la CIA, pues ya era conocido que Haití se había convertido en un país de tránsito de la cocaína que llegaba a EEUU enviada desde Colombia por los carteles de Medellín y Cali respectivamente. Los objetivos de este organismo eran: evitar la entrada de drogas desde suelo haitiano a los EEUU, suministrar a este gobierno información sobre operaciones contra el narcotráfico, y controlar acciones subversivas en territorio propio para que este no siguiera los pasos de Cuba y Nicaragua. A cambio el gobierno de los EEUU daba al ejército haitiano dinero, entrenamiento y equipo de la CIA señala el solvente informe de Milfor (Sf)[29] El SIN se constituyó con oficiales del ejército muy propensos a prácticas corruptas, realidad que afloraría con total crudeza y dramática violencia desde finales de la década de 1990 cuando empieza el organismo a ser infiltrado por el narcotráfico y todo tipo de bandas delincuenciales que hoy azotan al país.
El 7 de febrero de 1986 un exitoso golpe de Estado se produce contra Baby Doc y la dinastía Duvalier. Los días en lo que la CIA salía en defensa de su régimen corrupto y violento eran cosas del pasado. Por entonces los aires de crisis en el bloque soviético se anunciaban y era necesario hacer un cambio en la galería de los dictadores a los que los EEUU y los países de Europa apoyaban en distintos lugares del mundo. En Haití, en particular, el Pentágono y la CIA habían llegado a la conclusión de que la dinastía Duvalier era indefendible y que era necesario insistir en el duvalerismo pero sin los Duvalier. En este sentido, un buen candidato resultó ser el general Henri Namphi, quien mantuvo los principios rectores de la dictadura. Este general aliado de los EEUU estuvo en el poder un año – del 6 de febrero de 1986 al 7 de febrero de 1988— Al juzgar por los hechos, la Dictadura de los Duvalier siguió gozando de buena salud mientras en Paris, la ciudad luz, la preferida por los exdictadores haitianos para exiliarse, Baby Doc y Madame Benet vivían un cómodo exilio y disfrutaban de lujosos automóviles, envidiables mansiones y frecuentando afamadas y glamurosas boutiques gracias a la gran fortuna representada en los más de 300[30] millones de dólares que habían saqueado del erario público.
La dictadura de Namphi se comprometió a preparar elecciones libres y transparente en el menor tiempo posible como reza el guion para este tipo de hechos. Dando cumplimiento al calendario estas se llevaron a cabo en junio de 1988 en medio de sonados escándalos de fraude electoral, algo típico en Haití y en donde el candidato perdedor es renuente a aceptar el veredicto de las urnas. Más allá o menos acá de esto, hay que reconocer que el sistema electoral en el país es deficiente e inapelablemente corrupto y corruptor. El ganador de la contienda resultó ser Leslie François Manigat, un protegido del duvalierista Namphi, quien se presentó avalado por el partido demócrata-cristiano. Una vez en el poder y al resistirse Manigat a ser instrumento de su protector, surgieron entre ellos irreconciliables contradicciones. Confiado en su poder constitucional, el presidente electo retira del ejército a Namphi. Manigat dura escasos cuatro meses y 13 días en calidad de presidente electo—del 7 de febrero de 1988 al 20 de junio de 1988–.
Namphi en respuesta ante lo que considera una traición le prepara una celada y retorna al poder mediante un golpe de Estado con el beneplácito de los EEUU. En esta nueva ocasión funge como dictador menos de tres meses – del 20 de junio de 1988 al 17 de septiembre de 1988— como quiera que es derrocado por el también militar Prosper Avril, quien gobierna 20 meses — del 17 de septiembre de 1988 al 10 de mayo de 1990. Una serie de movilizaciones en contra de Avril lo llevan a renunciar y asume la presidencia interina Hérad Avraham, quien estuvo en el poder solo tres días – del 10 de mayo de1990 al 13 de mayo de 1990–.
Esta inestable etapa termina con Ertha Pascal-Trouillot en la presidencia de forma provisional, constituyéndose en la primera mujer en llegar a esa desprestigiada institución haitiana, lastrada por dictadores y autócratas de todos los pelambres. Ella estuvo el solio presidencial entre el 13 de marzo de 1990 y el 7 de febrero de 1991, aunque el 6 de enero de 1991, Roger Lafontant, reconocido miembro de los Tontons Macute, de la dinastía Duvalier, la derrocó y se proclamó presidente. Seguidores de Jean Bertrand Aristí promovieron en respuesta al golpe amplias movilizaciones, lo que llevó a Lafontant a declarar el orden público turbado. Frente a este hecho, el general Avraham propicia su derrocamiento y restablece en el poder a Ertha Pascal- Trouillot. Lo anterior nos indica que el derrocamiento de Baby Doc ocasionó una desestabilización política como quiera en cinco años – del 7 de febrero de 1986 al 7 de febrero de 1991— Haití tuvo 6 presidentes. Y todo esto sucedió a unas cuantas millas de los EEUU, cuyos gobiernos han garantizado de modo imperturbable la presencia desde hace más de un siglo a dictadores y autócratas de todas las condiciones en Haití.
Aristi se convierte en el primer presidente por voto popular en Haití.
Mientras en 1990 el gobierno de los EEUU celebraba entre vítores la caída del Muro de Berlín, los pasos dados en la dirección de la reunificación de Alemania, la desintegración de la URSS y del bloque soviético, obvio, al compas del himno promocional en que se convirtió el libro El Fin de la Historia y el Último Hombre de Francis Fukuyama, en Haití mantenía a una junta Militar que era como sostener la oprobiosa dictadura de la dinastía Duvalier sin los Duvalier. A título de sorna: curiosa manera de promover los nuevos aires de la democracia al final del siglo XX. Los más atrevidos gritaban entonces: el capitalismo no tiene competidor. Si esto pensaba la Casa Blanca, en Haití, a unas cuantas millas de Miami, un cura salesiano comprometido con la opción preferencial por los pobres como Jean Bertrand Aristi se convertía en presidente electo en un país en donde dictadores, autócratas, fascistas y narcisistas políticos se habían impuesto y quebrado económica, social, política y moralmente a la sociedad haitiana apoyados por los EEUU y potencias europeas
Apodado “Titide” o “Titid”, que en creole significa pequeño Aristide, este se convierte en un referente progresista de la iglesia católica salesiana en Haití cuando impugna en sus sermones las falsas elecciones que dan la apariencia de democracia cuando en realidad lo que enmascaran es la dictadura que se había impuesto en su país. Condenaba, asimismo, el hambre que pasaban los pobres y analizaba desde un evangelio comprometido y militante que en la nación se vivía una lucha de clase entre ricos y pobres. Aristí identificaba, además, como responsable de esta situación a la dirigencia haitiana y veía en el imperialismo norteamericano su corresponsabilidad en esa tragedia social. Para él la solución era una revolución y su apostolado debía orientarse a lograr ese propósito. Así, en una entrevista en enero de 1988, Aristide dijo:
El imperialismo estadounidense ha sustentado al Gobierno de Haití. Las elecciones no son la salida, las elecciones son un modo de aquellos en el poder para controlar al pueblo. La solución es la revolución, primero en el espíritu del Evangelio; Jesús no podía aceptar que el pueblo pasara hambre. Es un conflicto entre clases, entre ricos y pobres. Mi trabajo es de predicar y organizar. (Celag-Data)[31]
Posicionamientos de este tipo llevaron a la orden salesiana a expulsarle de la congregación, pues según ella su discurso incitaba al odio, la violencia y se situaba fuera de lo que esa comunidad religiosa entendía que debía ser el oficio de un clérigo consagrado a las cosas de Dios. No hay duda que se le expulsó por no hacer del evangelio un ejercicio domesticador de almas, ni algo concientizador del mantenimiento del estatus quo y mucho menos que fuera un medio al servicio de inculcar de que la pobreza de millones de haitianos y haitianas era parte del orden divino, social y, por tanto, algo natural. En fin, por hacer del cristianismo un acto de fe comprometido con la construcción del reino de la vida, la justicia y la dignidad para los empobrecidos, racializados y excluidos de Haití.
Fuera de la iglesia y sin su condicionamiento y vigilancia se compromete políticamente con los sectores populares y avanza en constituir círculos de educación y formación para crear una conciencia crítica y comprometida con las transformaciones que requería el país y los sectores excluidos y marginalizados. En su día había asumido una oposición abierta al gobierno de Baby Doc y su liderazgo e influencia social y política tuvo un mayor protagonismo en el quinquenio que transcurrió entre el derrocamiento de Jean- Claude Duvalier y el neoduvalierismo militante encarnado esa pléyade de militares golpistas que le sucedieron y que el gobierno de los EEUU había aceptado sin ningún recato. Causa perplejidad que el gobierno norteamericano de modo hipócrita promoviera la construcción de democracias en el antiguo bloque de la Europa del Este y en diferentes repúblicas de la otrora URSS, y sin embargo apoyara a dictadores en Haití.
Producto de esa intensa actividad política, Aristide fue víctima de varios intentos de asesinatos por parte de los militares bajo el mando de Namphy. En medio de un clima de alta tensión se convocaron las elecciones que fueron apoyadas por observadores internacionales. Aristíde a pesar de lo receloso que era del sistema electoral decidió participar en los comicios. Eran las primeras elecciones libres y el gobierno de los EEUU en cabeza de George Bush (1989-1993) temeroso de que la izquierda representada por Aristíde se alzara con el poder, apoyó a Marc Bazin, un obediente tecnócrata que había sido funcionario del Banco Mundial y de Naciones Unidas.
Las elecciones que contaron con un total de 11 candidatos se realizaron el 16 de diciembre de 1990 y los resultaros arrojaron como amplio ganador a Aristíde—del Frente Nacional para el Cambio y la Democracia (FNCD)– con más de 1 millón cien mil votos (67.5%). Se trataba de escoger presidente para el periodo 1991-1996. Su partido se impondría poco tiempo después en las legislativas, lo que indica un claro y rotundo alineamiento por parte de amplios sectores de la población con su propuesta ideológica, política y social. La segunda votación fue para Bazin – de la Alianza Nacional para la Democracia y el Progreso (ANDP)–, quien obtuvo más de 233 mil votos (14.2%). La tercera votación la obtuvo Louis Déjoie, quien obtuvo más de 80 mil votos (4.9%). De resaltar la presencia del candidato René Théodore del Partido Comunista Unificado Haitiano, quien obtuvo más de 30 mil votos y fue la sexta votación.
Tal y como lo establecía el calendario electoral, Aristíde debía jurar el cargo de presidente el día 7 de febrero de 1991. Un mes antes, sin embargo, Roger Lafontant, exministro de Defensa del dictador Duvalier y miembros de los Tontons Macute, encabezó un golpe militar contra la presidenta provisional Ertha Pascal- Trouillot para evitar que Aristíde se posesionara. Ante este hecho los seguidores de este se movilizaron y evitaron que Lafontant consumara su propósito. Se trataba de defender a Pascal- Trouillot porque de consolidarse el golpe Aristide no se podría posesionar como presidente. Resuelta esta situación, Aristide es investido como mandatario, hecho que no fue bien recibido ni por los militares ni por parte del gobierno de los EEUU, sobre todo por las medidas que había anunciado que tomaría si era presidente: introducción del salario mínimo, campañas de alfabetización, drástica reducción de las violaciones de los derechos humanos (…) y detenciones de antiguos tontons Macutes del círculo de Lafontant.
Militares, empresarios y el gobierno de los EEUU derrocan a Aristide.
Las medidas anunciadas por Aristide que buscaban aliviar la extrema pobreza y la exclusión de los sectores marginalizados puso en alerta a la burguesía y a los grandes hateros. Así, si con Lafontant no cristalizó la maniobra golpista, casi nueve meses después si la consumarían — 29 de septiembre– cuando Raoul Cedras, Jefe del Estado Mayor del Ejército, en nombre de una Junta Militar, derrocó al presidente electo. Justificó el hecho del siguiente modo: “había que pararle los pies a este aprendiz de dictador”. Aristide fue detenido en el Palacio Nacional y puesto en libertad unas horas después. Al día siguiente se le autorizó subirse a un avión y salir asilado rumbo a Venezuela, donde todavía gobernaba Carlos Andrés Pérez. En el golpe juega un papel importante el SIN, un sector del empresariado, la CIA y los militares.
Cedras convertido en el poder de facto se pone al frente del gobierno entre el 1 de septiembre y el 8 de octubre. El paso siguiente fue convocar a civiles para ponerlos a asumir las tarea de dirección del Estado y darle así soporte político al golpe. En virtud de esto Cedras – se retira—y le da paso al Joseph Nérette, quien oficia como presidente provisional de facto en representación de la Junta Militar entre el 8 de otubre de 1991 y el 19 de junio de 1992. El mecanismo de cómo se consumó esto fue el siguiente:
El 8 de octubre, (…) hombres ( DE Cedras, Francois y Bambhy) asaltaron el edificio de la Asamblea Nacional y, literalmente a punta de pistola, obligaron a los aterrorizados senadores a declarar vacante la jefatura del Estado y a investir al juez Joseph Nérette, magistrado del Tribunal Supremo, presidente provisional de la República. En la misma sesión se decidió cesar también a Préval y su Gobierno. Tres días después, Nérette nombró un primer ministro interino en la persona del activista humanitario Jean-Jacques Honorat, quien como él se plegó a hacer de títere de los militares, los cuales optaron por disfrazar su poder de facto con una fachada de legalidad constitucional. Un mes después, el Gobierno de Honorat emitió sendas órdenes de detención contra Aristide y Préval. (CIDOB, 2010)[32]
Y a Nérette le sucede como presidente de facto Marc Bazin, a quien ya había nombrado el 2 de junio de 1992 como primer ministro por exigencia de la junta militar. Increíble, Bazín se convierte en primer ministro y luego presidente provisional de facto sin importarle que haya competido y resultado vencido por Aristide. Lo anterior nos indica que Bazin no fue presidente electo, pero si de facto gracias al golpe de Estado que propicio Cedras, a quien apoyó y mantuvo el gobierno de Bush padre. Bazin sin ningún decoro sería presidente provisional desde el 19 de junio de 1992 al 15 de junio de 1993.
Después del golpe de Estado, Aristíde se refugia en un primer momento en Caracas y luego se desplaza hacia Washington para emprender acciones diplomáticas orientadas a que se restableciera el orden constitucional y se respetara el resultado de las elecciones. En la OEA y la ONU se repudiaba la acción rupturista del orden legal, hecho que lleva a Aristide a defender los resultados en los escenarios de la diplomacia mundial y regional, y a convocar movilizaciones pacificas en territorio haitiano. La respuesta por parte de Cedras fue una fiera represión contra los seguidores del depuesto presidente. Y asimismo y como suele ocurrir, la contra-violencia no se hizo esperar. El clima de generalizado conflicto hizo que muchos haitianos se lanzaran al mar con el fin de huir y llegar a territorio de los EEUU, quien temía un éxodo masivo a través de los Boat People. Como señala Audebert haciendo un balance que las migraciones señala:
El golpe de Estado de 1991 en Haití que derrocó a Aristide prolongó los flujos migratorios por barco hacia la Florida. En total se estima que más de 100.000 haitianos llegaron por mar (…) entre mediados del decenio de 1970 y mediados de 1990 (Audebert, 2020,p.254)[33]
Instalado en EEUU, Aristíde busca el apoyo de los congresistas demócratas y algunos visibilizan su situación, de ahí que cuando Bill Clinton llega a la Casa Blanca en enero de 1993 hay un ambiente proclive para hacer que retorne a la presidencia, situación que secunda la OEA y la ONU. Estas organizaciones en febrero ya habían logrado que una comisión de observadores in situ verificara la realidad en materia de derechos humanos en el país. El cambio político en la presidencia de los EEUU dejó sin apoyo a la Junta Militar, de ahí que Bazin se vio obligado a dimitir el 8 de junio de 1993. Esta renuncia era un manifiesto síntoma del agrietamiento de la dictadura. Para precipitar aún más su crisis, el 16 de agosto el Consejo de Seguridad de la ONU aprueba un embargo financiero y de petróleo a Haití, hecho que agrava las condiciones de vida de las capas más vulnerables de la población.
Para buscar una solución negociada a instancia del gobierno de los EEUU y del enviado especial de la ONU, Dante Caputo, se inaugura el 27 de junio de 1993 las conversaciones de Governors Island, en New York, entre Cedras y Aristíde. De estos cónclaves surgió un acuerdo de paz que fue refrendado por el derrocado y el derrocador. Los Acuerdos de Governors Island contemplaban el regreso de Aristíde a Haití en condición de presidente electo para el 30 de octubre y solo después de que se hubiese producido el nombramiento de un primer ministro de su confianza. De igual modo, los agenciadores del golpe – Cedras y Francois– deben salir del ejército y de la policía (CIDOB,Ibid). A cambio el Consejo de Seguridad de la ONU levantaría el embargo, hecho que se produjo el 27 de agosto. En virtud de esto Robert Malval, empresario, sería nombrado como jefe de gobierno el 16 de agosto.
Y como complemento a esto, el Consejo de Seguridad aprobó el 23 de septiembre el envío de 1500 policías civiles para apoyar la implementación de los acuerdos de Governors, los cuales estarían bajo el paragua de la Misión Internacional de Naciones Unidas para Haití (MINUH). Cuando el destacamento iba a desembarca en Puerto Príncipe, el 11 de octubre, una turba promovida por la Junta Militar se opuso y quedó abortada la operación. A esto le siguió un nuevo ciclo de violencia que encontraron en los seguidores de Aristíde el blanco perfecto. La violencia alcanzó al ministro de justicia Guy Malary, quien fue asesinado el 14 de octubre de 1993. Ante el incumplimiento de Cedras y sus seguidores se restablecieron las sanciones y se avanzó, a petición de Aristíde, casi un mes después, hacia el bloqueo total por parte del Consejo de Seguridad. En defensa de este bloqueo integral, el depuesto presidente consideró que era una acción que afectaría a los golpistas y sus apoyos. En respuesta a esto los militares y grupos paramilitares afines respondieron con violencia.
El cierre y la negativa de Cedras y Francois a entregar el poder condujo a Aristíde a pedirle a la comunidad internacional la intervención armada como único mecanismo para restablecer la legitimidad y legalidad. La solución no aparecía, pero lo que si ganaba intensidad era el éxodo masivo de haitianos y haitianas en improvisados botes hacia la isla de Guantánamo y muy pronto llegarían a distintos puntos de Miami. Presionado el Consejo de Seguridad por la situación, el 31 de julio de 1994 aprueba la resolución 940 que autoriza la creación de la Fuerza Multinacional con 21 mil integrantes y cuya misión era reestablecer a Aristíde en la presidencia. Dicha fuerza sería el sustituto de la MINUH. Como se señala:
La decisión del máximo órgano responsable de la seguridad internacional era histórica, ya que nunca antes la comunidad internacional se había movilizado con medios bélicos para revertir un golpe de Estado, mientras que para Estados Unidos suponía además su primera intervención militar en el continente contra un régimen derechista en beneficio de un líder que objetivamente podía calificarse de izquierdista. (CIDOB, Ibid)
Como finalmente la dictadura no cedió vía negociación, se puso en marcha la intervención bajo el lema Restaurar la Democracia, la cual inició el 19 de septiembre. Cedrás a última hora apeló a los buenos oficios de Jimmy Carter vía Jonassaint. La idea era que cedía el poder a cambio de una amnistía total. Para ese momento la intervención era inevitable así que Cedras, Francois y Biamby lo único que tuvieron que hacer fue partir al exilio a Panamá y República Dominicana (CIDOB,Ibid). El exilio ha sido el inexorable destino de gran parte de los expresidentes de Haití. Derrotada la dictatura, el octogenario Jonassaint no le quedó otra alternativa que dimitir. De este modo, Malval que había sido desplazado como jefe de gobierno recupera sus funciones y también los miembros de su gabinete. En consecuencia, el día 15 de octubre de 1994 Aristíde vuelve a Haití con el secretario de Estado de los EEUU, Warren Christopher, como principal acompañante (Ibid). En medio del fervor y el apoyo popular anuncio que el Consejo de Seguridad levantaría el embargo total.
Aristíde vuelve a la presidencia
Ya de nuevo al frente de la presidencia, Aristíde mandó un mensaje de Paz y reconciliación, y además conformó un gobierno de coalición que integró a miembros de otras sensibilidades políticas. Dada la preocupación en que se había convertido el ejército resolvió disolver las fuerzas Armadas, a las que consideraba uno de los grandes males de la nación. Asumida esta valiente decisión, avanzó en la creación de la Policía Nacional Haitiana –PNH–, entidad de naturaleza civil integrada por 6 mil miembros y supervisada por la MINUH. Aristíde, además, se propuso recuperar la economía y mejorar la situación social de la población vulnerable lastrada por el embargo, el bloqueo, la pobreza acumulada y los efectos devastadores de la ingobernabilidad política. Como estrategia para alcanzar este propósito había logrado que las agencias de cooperación al desarrollo y los países donantes como EEUU, Francia, Alemania y Canadá entre otros, se comprometieran a proporcionarle dos mil millones de dólares.
La ayuda estaba condicionada porque supeditaba el desembolso de los recursos al hecho de avanzar en una reforma económica de corte neoliberal, lo que suponía privatizar algunos bienes públicos con los que todavía contaba el precario Estado haitiano, sobre todo en el área de las telecomunicaciones. Exigir reformas económicas a un país devastado por las dictaduras, la violencia y las indemnizaciones era como darle a un paciente con un coma diabético una dosis desmedida de azúcar. Algunos de los países que ahora le proponían de modo cínico e insistente esto a Aristíde — EEUU y Francia–, curiosamente eran los que más habían contribuido al desastre social y político de esta nación. La resistencia de Aristíde a asumir el ajuste y el duro e irreconciliable enfrentamiento entre el gobierno y la oposición no permitieron avanzar en el desembolso.
En medio de este clima complejo, Aristíde convocó elecciones legislativas a tres vueltas – 25 de junio, 23 de julio y 17 de septiembre de 1994—A pesar del esfuerzo para que las mismas fueran libres y transparentes, se presentaron algunas inconsistencias que la oposición aprovechó para señalar que había un claro favoritismo por apoyar las listas de la Organización Política Lavalas, el nuevo partido creado por los seguidores de Aristíde y del que también hacían parte el Movimiento de la Organización del País (MOP) y el Partido Louvri Barye (PLB)[34]. En esta ocasión, el FNCD que había acompañado a Aristíde a la presidencia aparecía enfrentado al gobierno restituido, sobre todo Evans Paul, quien en su día se le promocionó como sucesor de Aristíde. El MIDH —de Marc Bazin– y el ahora centrista Movimiento por la Reconstrucción Nacional (MRN) de René Theodore, antes del Partido Comunista Unido Haitiano, eran también abiertos opositores. En las elecciones la OPL de Aristíde obtendría la mayoría – 68 diputados y 17 senadores–, lo que evidenciaba un importante respaldo social y político.
La negativa de Aristíde a asumir el plan de austeridad impuesto por los organismos financieros internacionales como precondición para recibir un préstamo internacional y menos en víspera de unas nuevas elecciones presidenciales, motivó a que su primer ministro –Michel– renunciara. De inmediato lo sustituyó por Claudette Werleigh, la ministra de Exteriores, más próxima al presidente[35]. El no aceptar el ajuste tenía como propósito evitar incurrir en medidas impopulares que pudieran afectar la elección de su ex primer ministro y amigo René Préval. Al juzgar por los hechos la estrategia fue acertada porque en las elecciones presidenciales del 17 de diciembre de 1997 Préval se impuso sobre sus oponentes con el 87.9% del total de los votos. La participación, se considera, sin embargo, que no superó el 28%. El boicot electoral no privó a Aristíde ni a la OPL del triunfo.
Cambio de mando y ruptura en el frente de gobierno
La transmisión de mando de Aristíde a Préval – el 7 de diciembre de 1996–era un hecho histórico en la sociedad haitiana, sobre todo por la historia plagada de golpes de Estado que exhibe dicha sociedad. Algunos pensaron que Préval gobernaría sin la injerencia de Aristíde, pero en la medida que se fue afianzando el mandato del primero, el segundo fue teniendo un mayor protagonismo en sus decisiones. La mayor injerencia empezó a presentarse cuando Préval anunció medidas contempladas en el ajuste económico que tenían que ver con la privatización de empresas del Estado, despido de trabajadores y creación de nuevos impuestos para mejorar las finanzas públicas.
Estas medidas de espectro fondo-monetaristas y que se inscriben en el credo neoliberal causaron un profundo malestar entre los militantes orientados más hacia la izquierda liderada por Aristíde[36] y los seguidores del presidente Préval. Las posiciones diferenciadas de uno y otro sector se fueron afianzando de tal manera que en noviembre de 1996 Aristíde anuncio la conformación de Fammi Lavalas – familia Lavalas–, un nuevo partido con el que crearía las condiciones para volver a la presidencia en 2001. Y si Préval ya empezaba a tener esos desencuentros con Aristíde, también los empezaría a tener con la Asamblea Nacional que le había objetado el nombramiento de dos primeros ministros una vez se conoció la renuncia de Rosny Smarth, un político impuesto por Aristíde. Esta renuncia estuvo motivada por las injerencias de Aristíde en las negociaciones entre Smarth y el FMI.
La primera prueba de fuego para Fammi Lavalas fue participar en las elecciones del 6 de abril de 1997 para elegir concejos locales, 11 escaños para la Asamblea Nacional y dos de la cámara de diputados. La segunda vuelta que se tenía prevista realizar el 22 de abril no se realizó por denuncias de la oposición contra el Consejo Electoral Provisional al acusarlo de parcialidad en favor de los seguidores de Aristíde. Todas estas denuncias no pudieron evitar, sin embargo, que en las elecciones legislativas celebradas entre el 21 de mayo y el 30 de julio del 2000, los partidarios del expresidente ganaran 72 de 82 diputados, y 26 de los 27 senadores[37]. Aquí queda claro una cosa, que Fammi Lavalas había fagocitado a OPL – Organización del Pueblo en Lucha– y que el boicot de la oposición no podía contener la fuerza de Aristíde. Ante esta abrumadora victoria la oposición acrecentó el rumor de fraude electoral.
Aristíde se convierte de nuevo en presidente y enfrenta un nuevo golpe de Estado
Las legislativas y sus resultados eran un anuncio de lo que sería la elección presidencial y de lo fuerte que llegaría Aristíde a la misma el 26 de noviembre del 2000, lo que contrastaba con lo disminuido que ya estaba la figura del presidente Préval. Efectivamente, la contienda presidencial arrojó una victoria de Aristíde con el 91,8% del total de votos, algo extraño en el comportamiento electoral. La Comisión Electoral manifestó que la participación había sido del 60% y la oposición decía que no había superado el 10%. La palabra fraude se volvió común.
Con esta duda de legalidad Aristíde emprende un nuevo periodo electoral de cinco años (2001-2006). Préval le hace el traspaso de poderes el 7 de diciembre de 2001 y en la posesión hubo muy poca representación diplomática. Su nueva legislatura la enfrentaba teniendo que dar respuesta a varios asuntos: la presunta ilegitimidad de las elecciones, definir un nuevo marco de relaciones con la oposición, recuperar la seguridad y el orden frente al crimen político y la delincuencia común, mejorar la cooperación internacional y volver eficiente el funcionamiento del Estado. A esto hay que sumarle mejorar las condiciones de vida de millones de haitianos que seguían en la marginalidad y la exclusión. El presidente poco hablaba de cómo iba a enfrentar la escasez de dinero y en consecuencia si mantendría o no la tensión con el FMI y los países “donantes” por el paquete de reformas. Tampoco mencionaba cómo enfrentaría la galopante inflación –10%– y de qué manera iba a revertir el crecimiento negativo del PIB.
La oposición agrupada en el espacio de Convergencia Democrática – CD– y liderada por su antiguo amigo Evans Paul manifestaron que no reconocían la legitimidad de su investidura y el mismo 7 de febrero montaron una especie de gabinete en la sombra en donde nombraron como presidente provisional al exministro Gerard Gourque. Y a tono con esta iniciativa reclamaban nuevas, libres y transparentes elecciones. Como era de esperarse, a la CD no se invitó a constituir nuevo gobierno, el cual estuvo encabezado por Jean-Marie Chérestal, miembro de Fammi Lavalas y hombre de confianza de Aristíde, quien le acompañó en su primer accidentado gobierno[38]. En el ejecutivo encabezado por Chérestel se convocó a Bazin, quien aceptó el área de planificación y cooperación internacional. También se integraron algunos seguidores de la dinastía Duvalier, sobre todo para exhibir un aire de reconciliación.
Colocar a Chérestal tenía un propósito: negociar en buenos y razonables términos con el FMI para liberar 500 millones de dólares, cifra equivalente al 172% del total de importaciones del país[39]. Este acuerdo, según su cálculo, era la única manera de salir de la iliquidez. Se buscaba también liberar los precios subsidiados de los combustibles. Era imperioso conseguir recursos para atender a la población infectada con VIH y proseguir con la campaña nacional de alfabetización[40]. Para la ocasión importantes disturbios se sucedían en distintos puntos del país y la violencia se había vuelto incontrolable; además era constatable que antiguos miembros del ejército – SNI– y de la Policía Nacional estaban haciendo parte de grupos de violencia organizada. En esta espiral de violencia, el 28 de julio de 2001 un grupo de hombres armados y portando uniforme de uso privativo de la fuerza pública atacaron de modo simultáneo varias estaciones de policías en el norte y el sur del país y también en la capital. En la acción mueren varios policías, lo que da a entender que esto era una operación coordinada y que obedecía a un plan previamente definido. Y si estas bandas actuaban así, la oposición de la CD en noviembre convocó en Cap- Haïtian, al norte, dos importantes movilizaciones que se constituyeron en demostraciones de fuerza política y violencia en contra del gobierno.
Por su parte, el 17 de diciembre de 2001, un comando integrado por varios hombres armados entraron al Palacio de Gobierno. En ese momento no se encontraba el presidente Aristíde, pero el mensaje era claro: podemos entrar cuando queramos. Este hecho anticipó lo que ocurrió 22 años después al presidente Juvenal Moïse, a quien terminaron ultimándolo. El operativo terminó en un duro enfrentamiento entre la guardia presidencial y los asaltantes, el cual dejo ocho víctimas. La magnitud del hecho hizo saltar los ánimos de los militantes de Fanmi Lavalas, quienes persiguieron a los asaltantes y a cuatro de ellos asesinaron en la frontera con República Dominicana[41]. Los seguidores de Aristíde entendieron que esto era un plan orientado desde la oposición y sin contención alguna emprendieron acciones contra la residencia de algunos de sus líderes y sedes políticas. El gobierno responsabilizó de estas acciones al ex comisario Guy Philippe, destituido en el 2000 por Préval y quien vivía exiliado entre República Dominicana y Ecuador. El presidente Aristíde en una reunión con el presidente Hipólito Mejía – el 16 de enero de 2002– buscó y sin lograrlo que este le entregara a Philippe[42].
Los hechos del Palacio de Gobierno fueron considerados por Aristíde como un intento de golpe de Estado. Los miembros de la oposición valoraron el hecho como la excusa de Aristíde para desatar una persecución sistemática en contra de ellos. El gobierno en horas bajas recibe un duro golpe cuando Chérestal presenta su carta de renuncia abrumado por las ácidas críticas de los militantes de Fanmi Lavalas, quienes le acusaban de adquirir lujosas propiedades con dinero público. En la Asamblea Nacional, por su parte, los senadores se fueron el 14 de marzo de contra de Yvan Neptune, hombre de confianza de Aristíde, presidente del senado y del partido[43]. Ya era evidente que el presidente estaba cada vez más solo.
Los violentos acontecimientos de la toma del Palacio de Gobierno, las movilizaciones protagonizadas por la oposición en cabeza de Evans Paul en Cap Haitïan y la falta de recursos llevó a Aristíde a hablar de una conjura contra su gobierno liderada por la oposición y gobiernos extranjeros en sintonía con los organismos financieros internacionales. Para Aristíde había – y no le faltaba razón— una envolvente presión política interna, la cual se incrementaba en la medida en que el gobierno desatendía programas sociales por falta de presupuesto. Este hecho además de aumentar la presión y el estrés político del ejecutivo, buscaba crear la mayor inestabilidad posible para propiciar la implosión del régimen a partir de la pérdida de credibilidad y legitimidad ante sus bases. Esto parece típico de los manuales de la CIA. Así lo hicieron en Chile y Nicaragua, lo estaban haciendo en Venezuela y lo han intentado durante más de 60 años contra Cuba. Presionado por la violencia desmedida y la falta de recursos, Aristíde tocó las puertas de la OEA, el FMI y de los gobiernos de EEUU, Francia y Canadá. Estos no dudaron en responderle que la ayuda estaba condicionada a que gobierno y oposición se pudieran de acuerdo. Y como no hubo acuerdo, la situación se hizo más insostenible. Los organismos y estas potencias volvieron a recordar que era necesario unas nuevas elecciones legislativas.
La violencia se volvió tan generalizada que no era fácil precisar qué móviles ni actores estaban detrás de cada acto. En este confuso escenario, la Policía Nacional de Haití que fue creada para evitar el uso de la violencia contra civiles y respetar los derechos humanos, empezó a ser objeto de múltiples denuncias por agenciar sus miembros hechos de este tipo, y también por estar vinculados a la corrupción y al tráfico de drogas. La misma situación se presentaba contra integrantes del SNI. Un país des-institucionalizado y cuasi-fallido como Haití es lo que requieren los carteles de la cocaína para imponer su ley y formas criminales de autoridad y poder.
Así, en innumerables operativos contra bandas armadas y grupos de narcotraficantes fueron detenidos miembros del Servicio Nacional de Inteligencia – SNI– y de la misma PNH que hacían parte de esas estructuras delictivas. La infiltración de estas instituciones durante este periodo y quizás antes puede ser un buen elemento de análisis para comprender por qué fue tan fácil para los ex militares colombianos participar como mercenarios en la operación internacional que acabó con la vida del presidente haitiano Juvenal Moïse en julio de 2022. Esos mercenarios que entraron desde República Dominicana sin ningún tropiezo a suelo haitiano llegaron hasta la residencia privada del presidente gracias a las conexiones con las principales autoridades del SIN, la PNH y con sectores del empresariado y políticos haitianos dentro y fuera del país. ¿Dónde estaba la poderosa CIA que todo lo sabe que no se percató del hecho?
En medio de este clima de violencia, corrupción institucional y agobiado por la oposición, Aristíde empezó a mostrar comportamientos autoritarios en contra de la prensa y miembros de la oposición. Los ataques en contra del gobierno llevaron a que defensores del gobierno constituyeran un frente de defensa integrado por diferentes grupos, muchos de los cuales en no pocos momentos se volvieron violentos e incontrolables. Frente a esto la oposición siempre planteó que no era posible ningún diálogo con el gobierno si este no desarmaba a sus seguidores, lo que daba a entender que Aristíde tenía organizados grupos paramilitares para violentar a la oposición. El asunto es que dicha oposición no daba muestras de no tener o no alentar a grupos armados y tampoco repudiaba ni condenaba de modo real las acciones que cometían un sinnúmero de bandas armadas que también eran un factor de desestabilización. Entre tanto la OEA fracasaba una y otra vez en su intento por poner de acuerdo a gobierno y oposición.
En agosto de 2021 se produjeron una serie de manifestaciones en Gonaïve, símbolo del levantamiento de L´Ouverture. Aquí personas armadas desafiaron a la policía y convocaron a una insurrección. La protesta acabó como oficinas del gobierno incendiadas. Los reportes de los medios constataron que entre los manifestantes se encontraban seguidores de Aristíde, quienes desencantados por no ver satisfechas sus demandas sociales ahora habían pasado a confrontarlo de modo violento. Para el gobierno fue altamente preocupante que una de las figuras visibles de las manifestaciones fuera Amiot Métayer, integrante del violento Ejército Caníbal y de quien se tenía información que estaba vinculado con estructura del narcotráfico[44]. El gobierno procedió contra Métayer privándolo de la libertad y sus seguidores desataron una incontrolada violencia. Los acontecimientos derivaron en la renuncia del ministro Marc Bazín y Jeans-Baptites Brown – ministro de justicia-, quienes protocolizaron su salida del ejecutivo el 20 y 29 de septiembre. La renuncia de ambos ministros hacía más difícil el entendimiento con la oposición de la CD.[45]
La confrontación iba en ascenso y las manifestaciones contra el gobierno eran cada vez más desafiantes y concurridas. Un nuevo ciclo de protesta se producía otra vez en Cap-Haïtien y Evans Paul endurecía cada vez más el discurso en contra de Aristíde. En el desarrollo de los enfrentamientos y como si de un guion se tratara, la oposición empezó a construir un régimen de subjetividad y representación sobre el presidente que lo situó como parte del problema y no de la solución, además de verlo como ladrón y pedir para él la cárcel. De este relato se hizo eco el aparato mediático interno y finalmente el gobierno de los EEUU, Canadá y Francia. El paso siguiente fue pedirle al presidente que renunciara y lo propio harían los gobiernos de los países referidos cuando Aristíde les solicitó la conformación de una Fuerza Multinacional para contener el avance violento de las bandas armadas que ya estaban organizadas y actuaban en gran parte del país.
Con el paso de los meses se propondría que las nuevas elecciones fueran legislativas. y presidenciales. Esta exigencia se hizo cada vez más reiterada después que una pirámide financiera convertida en una gran estafa dejó sin ahorros a muchas personas, hecho del que culpaban al gobierno por no judicializar a sus promotores. A esta indignación se sumaba la devaluación de la moneda nacional – gourde—que había reducido su valor un 40% en el último año y cuya consecuencia inmediata había sido la pérdida de poder adquisitivo de la población. En esta agitada realidad, se extendió el rumor acerca de que el gobierno para frenar el colapso de la moneda nacional convertiría todos los depósitos en dólares. Con este comentario en la calle lo que aconteció fue un retiro masivo del dinero que estaba en el sistema bancario[46], lo que hizo que se pasara de la incertidumbre al pánico.
El clima político se tensaba entre opositores y defensores del gobierno de Aristíde. La oposición tratando de deslegitimar al gobierno se mostraba complaciente a conjugar todas las formas de luchas para hacer que naufragara, y los defensores del mismo conscientes de que la defensa iba ligada a la organización, no dudaron en constituir piquetes y después autodefensas populares. Al frente de dichas expresiones se encontraban integrantes de Fanmi Lavalas. La desconfianza hacia sectores de la PN en algunos sitios implicó la neutralización de la acción del cuerpo policial, lo que provocó que el empresariado apelara a fortalecer su seguridad privada y se atacara a Aristíde de propiciar un clima de inseguridad. El empresariado en respuesta a la organización de los seguidores de Aristíde convocó a una huelga general que fue secundada por los estudiantes universitarios que habían sido afectados por el aumento de las matrículas. En la huelga hubo disturbios y enfrentamiento en diferentes puntos del país, sobre todo en Cap Haïtien, Gonaive y otras ciudades.
En este inestable contexto, el presidente Aristíde promulgó un decreto presidencial el 4 de abril de 2003 de amplia orientación multicultural, pues se reconocía por primera vez al Vodú como religión que hacía parte de la diversidad étnica, cultural y religiosa de la nación. En el fondo era legalizar una realidad existente que, sin embargo, nunca se le había dado el estatus ni el reconocimiento debido. En su momento Francois Duvalier lo reivindicó – y hasta se autoproclamó hougan–pero nunca lo legalizó ni lo reconoció. Con la medida los lideres religiosos tendrían el debido reconocimiento para practicar bautizos, celebrar matrimonios y conducir funerales.[47] Para la oposición la medida era populismo religioso y una manera de utilizar la religión para ganar adeptos. En cambio, para sectores del gobierno y seguidores de esta expresión religiosa era algo necesario y esperado.
A mediados de mayo, el gobierno de Aristíde anuncio al país que se había logrado un acuerdo con el FMI en lo relativo al préstamo que había estado solicitando para rehabilitar y dinamizar la economía del país. Presionado por las circunstancias tuvo que aceptar el programa de reformas. La OEA intercedió para que las medidas fueran lo menos lesivas. De este modo al país le ingresarían entre 100 y 150 millones de dólares que le servirían para definir un programa de estabilización del Gourde, financiar actividades productivas e invertir en programas sociales. El préstamo tendría como condición reducir el déficit oficial del 5.2% al 2.7% y reducir la inflación del 13% al 10%. anual. Poco tiempo después el BID anunciaba la concesión de un crédito de 220 millones de dólares para atender los programas educativos y de salud del gobierno[48].
Pese a estas alentadoras noticias, la violencia no remitió. En los meses siguientes fueron asesinados por bandas armadas varios miembros del ministerio del Interior y civiles en diferentes lugares del país. En esta sucesión de violencia se produce el asesinato de Amiot Métayer el 22 de septiembre, quien fue ultimado en la zona costera de Saint Marc. Su homicidio desató una brutal violencia por los seguidores del Ejército Canibal. De esta manera, el final de año de 2003 fue dramático como quiera que las movilizaciones tuvieron como punto de referencia a Puerto Príncipe, sede del gobierno nacional. Las movilizaciones y contra-movilizaciones midieron sus fuerzas a lo largo del mes de diciembre. Un sector leal de la PN al gobierno y los defensores de este, entre los que estaban los Chiméres, enfrentaron tanto a los opositores políticos de Aristíde como a las bandas armadas. El desastre en heridos y pérdida de vidas humanas no se conoce con exactitud.
La celebración de los 200 años de independencia bajo fuego.
En este escenario convulso y violento se llega al año 2004, fecha célebre porque el 1 de enero se conmemoraban los 200 años de la victoria de la revuelta de los negros esclavizados sobre el ejército de Napoleón Bonaparte, lo que constituyó de paso la conquista de su libertad, la derrota del colonialismo y de la supremacía blanca. Esa fecha era histórica y memorable para Haití, de ahí que fuera un momento especial para recordar a Manckandal, Boickman, L¨Ouverture, Dessalines, Henry Christophe, Petión, Boyer y otros proceres de la independencia y de la creación de la República. El gobierno de Aristíde entendió la celebración como un momento para exaltar el nacionalismo y excepcionalismo haitiano pero también un instante para establecer puentes con África, lugar de origen de millones de esclavos que terminaron en Haití para dejar una parte de ese continente en el caribe. Producto de esto se explica la presencia Thabo Mbeki, presidente de Sudáfrica y heredero de la tradición libertaria de Mandela en Haití. Aquí anunciara que firmaría convenios con el gobierno de Haití y que haría una contribución de 1.5 millones[49] de dólares para los actos asociados a la efemérides de la república.
La oposición, sin embargo, no estaba para festejos fastuosos ni para hacer ejercicios de memoria. Su interés era sacar del poder a Aristíde y por tanto no había que hacerle concesión de ninguna clase señalaban de manera ruidosa. Entendía la “Plataforma Democrática de la Sociedad Civil y de los Partidos de la Oposición” que la mejor contribución de Aristíde a la celebración de la creación de la república “libre” de Haití era su marcha del gobierno y dar paso a la constitución de un nuevo régimen. En virtud de esto propusieron que renunciara y se escogiera un presidente interino perteneciente a la rama de la justicia y que estuviera asesorado por un Consejo de gobierno de transición. El objetivo era convocar elecciones inmediatas. Como órgano deliberante y diplomático, líderes de la Plataforma se entrevistaron con el CARICOM, en Jamaica, a la que le manifestaron la necesidad de escoger a un primer ministro independiente y desplegar una fuerza policial integrada por varios países. En cualquier caso, el punto base de la negociación de la crisis pasaba por la dimisión de Aristíde y la disolución de los Chiméres. Ilusos. En respuesta a esto, Aristíde lo único que estaba dispuesto a aceptar era negociar el cargo de primer Ministro y un gobierno resultado de un Acuerdo nacional abierto a los partidos y la sociedad civil.
La no resolución de la situación política por la vía del diálogo y la negociación, hizo que la confrontación aumentara un peldaño más. El cinco de febrero una suerte de violencia conservadora, esa que define Walter Benjamin como aquella que mantiene y preserva el estatus quo, se apoderó del país y a su paso dejó destrucción y muerte. Así, edificios oficiales fueron incendiados y las cárceles tomadas en Gonaives para liberar a los presos, no pocos de ellos miembros de la PNH condenados por corrupción. Otros, en cambio, fueron asesinados mediante linchamientos[50]. La recuperación de la capital no fue posible en los días siguientes y el número de muertos fue indeterminado. En Gonaives, figura señera de la revuelta negra de finales del siglo XVIII, fue donde la violencia se hizo más brutal. Aquí también el ejército Caníbal había desatado su furia contra Baby Doc en 1985 hasta sacarlo del poder. En esta oportunidad este Ejército había pasado a llamarse Frente de Resistencia Revolucionario de Artinite – FRRA—y asimismo Frente para la Liberación y Reconstrucción Nacional. Una y otra fuerza en su violencia dejan constancia que vengan de este modo el asesinato de Amiot Métayer. Los líderes de estos grupos, entre los que se cuentan Butteur Métayer y sus aliados—Winter Etiene y Milford Ferdinand, se proclamaron jefe regional de la policía, alcalde y comisario de la ciudad liberada respectivamente[51]. La situación no fue mejor en Saint Marc y en Artibonite, ciudades que fueron también capturadas y arrasadas por el FRRA-FLRN
A esta violencia contra el gobierno escenificada en el centro y norte, los leales a Aristide respondieron con firmeza. Se organizaron para defender la capital y otras ciudades. En Cap- Haïten procedieron a quemar edificios donde funcionaban emisoras antigubernamentales. Mientras tanto, en el bloque opositor los partidos que lo integraban se dividían entre quienes avalaban la violencia arrasadora de las bandas y quienes buscaban el cambio pacífico[52]. El avance de las bandas armadas y su poder destructivo hizo que Aristíde le manifestara al CARICOM y a la OEA que estaba de acuerdo con el envío de una policía internacional a Haití. El secretario de Estado Colin Pawell le preocupaba que la situación terminara propiciando un éxodo de los Boat People bien a Guantanamo o a Miami.
La Policía Internacional no aparecía y las bandas armadas se apoderaban de diferentes ciudades. Entre tanto, algunos líderes coordinaban el asalto a Puerto Príncipe. La temeraria situación obligó a Aristíde a sacar a sus dos hijas a Miami – Christine y Michaelle—el día 15 de febrero, la señal perfecta de que el gobierno no controlaba la situación y que los grupos armados habían tomado ventaja. Llama la atención que al mando del FRAPH se encontrara Louis Jodel Chamblain, quien fuera sargento de la dictadura de Cedras. Jodel refugiado en República Dominicana coordinaba acciones con Guy Philippe y estaban convocando al FLNR y el FRRA para la toma de la capital. Todas estas fuerzas se unieron y terminaron por constituir el Frente de Reconstrucción conocido de igual manera como Resistencia Nacional. Al respecto el Miami Herald señala que había indicios de que el gobierno de los EEUU no estaba inmaculado en lo que sucedía en Haití. Así:
(…) la presencia de mercenarios y exmarines norteamericanos infiltrados en el país -fuerzas paramilitares con vínculos con EEUU presuntamente armaron, financiaron y cualificaron a los grupos delincuenciales locales y coadyuvaron a constituir federaciones paramilitares, un fenómeno desconocido hasta entonces en el país. (Miami Herald)[53]
Un mando unificado de resentidos con Aristíde y llenos de armas, dinero y capacidad operativa y desestabilización, terminó llenando de preocupación al presidente. El asalto a la capital se presagiaba y en marcha estaba una crisis humanitaria. Aristíde y su Primer Ministro, Neptune, volvieron a insistir en una fuerza de paz. Paris y Washington fueron insensibles a la situación, pues lo que respondieron era que buscaran una solución negociada entre gobierno y oposición. Paris, sin embargo, aunque llegó a considerar el envío de una fuerza sin que hubiese un acuerdo entre las partes, no avanzó en operativizar la misma[54]. Para este momento el gobierno de Bush hijo había considerado que era racionalmente necesario que Aristíde convocase no solo elecciones legislativas sino presidenciales, y como fórmula que dejase el gobierno a un gabinete transitorio hasta que se definiera el nuevo mandatario. La propuesta fue valorada inicialmente por Aristíde como inaceptable pero al ver el avance del FRN tuvo que aceptar.
Así, el 21 de febrero de 2004 Aristide aceptó el plan internacional propuesto por EEUU, Francia y Canadá, más la OEA y el CARICOM, sobre los siguientes bases: nombrar un nuevo primer ministro, formar un gobierno de unidad nacional integrados por los partidos que constituyen la Plataforma de la Sociedad Civil y los Partidos de la Oposición, delegar el control sobre una nueva fuerza policial y convocar elecciones legislativas. La fórmula contemplaba que Aristíde termina el gobierno, fecha que se cumplía hasta febrero de 2006. La oposición objetó el plan porque que decían que era benéfico para Aristíde pero no para sus propósitos. Ante esto lo desecharon e insistieron que toda solución pasaba por la salida del presidente. La Misión internacional puso como plazo último hasta el 23 de febrero para que la oposición aceptara el plan. Desafiando el ultimátum y haciendo una demostración de fuerza, el 22 Guy Philippe invadió Cap-Haïtien y otros miembros del FR se tomaron algunos distritos de Puerto Príncipe. Los únicos que fueron capaces de resistir la avanzada de esta organización armada fueron los Chiméres. Los rebeldes estaban casi en la residencia privada del presidente.
El 23 de febrero Bush II procedió a enviar a un grupo de marines con el pretexto de proteger la Embajada de los EEUU. Francia, en cambio, pidió a sus ciudadanos que abandonaran el país. El plazo dado a las bandas armadas expiró y estas hicieron caso omiso a la amenaza. El 25 Aristíde alertó al mundo de que en Haití se produciría una gran crisis humanitaria porque opositores y leales estaban dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias. Los opositores ya habían manifestado que de atrapar vivo a Aristíde lo condenarían por “alta traición”. La actitud desafiante de los rebeldes condujo a EEUU y Francia a desplegar una fuerza de interposición, pero ello no implicaba defender al presidente, al que le retiraron su apoyo[55]. Así, mientras ciudades como Cayes y Mirebalais y otras caían una a una el 27 de febrero, EEUU, Francia y Canadá le decían de modo sibilino a Aristíde, Goodbye Presidente. Producto de esto, Aristíde se reúne con el cuerpo diplomático de estos tres países y en apariencia renuncia el 28 de febrero a su cargo de presidente “pronunciando” estas palabras:
“La Constitución no debe ser escrita con la sangre del pueblo haitiano. Si esta noche mi renuncia es la decisión que puede evitar un baño de sangre, estoy de acuerdo en irme. Acepto marcharme en la esperanza de que habrá vida, y no muerte”. (CIDOB)
El 29 de febrero un avión de las Fuerza Aérea de los EEUU lo saca de suelo haitiano con rumbo desconocido. Ese mismo día y como estaba previsto, Boniface Alexandre, quien fungía como presidente de la Corte de Casación del Tribunal Supremo, se convertía en presidente provisional, uno más en la larga historia de golpes militares que ha vivido el país. Una vez posesionado el nuevo mandatario, el FR se acoge al Plan Internacional de Paz y hace “dejación de armas” –algunos—con lo cual se evita la invasión. Ante esto, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó la resolución 1529 con la que pone en marcha una Fuerza Multinacional Internacional por un periodo de tres meses. Esta fuerza estaría integrada por 3600 hombres en los que estaban norteamericanos, canadienses, chilenos, franceses y otros.
Aristíde sale con rumbo a la tierra de Mandela
Después de la salida de Aristíde, Philippe, Chamblain y otros tenían confiadas certezas de que se convertirían en referentes políticos o militares en el nuevo gobierno. El hecho no se consumó, lo que si era un hecho real era que Aristíde había aparecido en Bangui, la capital de la República Centroafricana. Distintos países ofrecieron al depuesto presidente asilo. Él decidió elegir la tierra de Mandela y de Thabo Mbeki para rumiar su segundo gran exilio. Ya fuera del poder, Aristíde confesó que fue obligado a firmar el documento de su supuesta renuncia. ¿Alguien creyó que Aristíde renunciaría? Hay razones para pensar que contra él se preparó un golpe de Estado, como el que en su día perpetraron contra Hugo Chavés, Manuel Zelaya y por otras vías el que afectó a Lula Da Silva y Dilma Rousseff. Pienso que Aristíde no falta a la verdad cuando denunció en abril de 2005 a Estados Unidos, Francia y Canadá de ser cómplices del “holocausto negro” que venía perpetrándose en Haití en el último año y denunció que la “represión” sufrida por sus partidarios había causado “10.000 muertos” (CIDOB, ibid.).
Desde la distancia Aristíde ha visto cómo a sus seguidores se les persigue y como se le responsabiliza de casos de corrupción para afectar su capital reputacional. Diestro en la espera, el depuesto presidente espera de nuevo – como Ulises— su retorno a Haití. Sus opositores se emplean a fondo para que nunca más vuelva. En su primer gobierno un golpe militar propiciado por el ejército, poderosos comerciantes y miembros del SNI interrumpieron su gestión. El gobierno de Bush padre le dio cobertura a ese golpe. En su segundo mandato una férrea oposición de políticos conservadores, bandas armadas y exmilitares amigos de Cedrás se interpusieron en su camino y propiciaron un golpe de Estado que el gobierno de Bush –hijo–, Francia y Canadá se han atrevido a llamar renuncia al cargo. Él albergó la esperanza de que con el arribo de René Préval al poder (2006-2011) podía consumarse su regreso. No fue posible. Incluso, cuando el aterrador sismo en enero de 2010 y en el que murieron 220 mil personas, 300 mil heridos y 1.5 millones quedaron sin vivienda, él quiso regresar por razones humanitarias y sus enemigos no se lo permitieron.
Conviviendo con las bandas armadas.
Durante el gobierno de Préval se hizo más agudo el plan de reforma y la neoliberalización fue más punzante. La desestabilización de Haití a mano de la pululación de los grupos armados con conexiones con la PN y SNI es un hecho. A Aristíde la crisis se la originó la oposición civil pero también esos grupos armados que llegaron a ser un poder inquebrantable, tanto que desafiaron al gobierno de los EEUU, país que al parecer mucha responsabilidad tiene en la conformación y funcionamiento de los mismos. Hoy dice el informe de Milrof (Ibid) que no menos de 200 grupos armados operan con total impunidad en Haití. Algunos se han unido en coaliciones armadas. Entre las más destacadas están el G-9, liderada por el poderoso líder pandillero y expolicía Jimmy Cherisier, alias Barbacue, y el GEP, liderada por Ti Gabriel. El G-9 sería responsable de más de quince masacres en los últimos cuatro años.
A Préval le sucedió en el poder, Michel Martelly (2011-2016), un político que fue de la juventud de Duvalier y apoyó el golpe de Estado contra Aristíde en 1991. También era y es un férreo opositor al regreso de Aristíde. Tiene contacto con la órbita del Partido Popular de España y es amigo de cuestionables miembros de la Policía Nacional y el SNI. Se presentó a las elecciones y logró salir victorioso. El estar comprometido con actos de corrupción provocó que importantes movilizaciones se gestaran en su contra, algunas de las cuales adquirieron niveles virulentos.
Martelly fue un incitador a la hora de crear y apoyar grupos armados en contra del gobierno de Aristíde. De hecho, una vez renunció a la presidencia y pretendió fijar su residencia en EEUU tuvo que dejar de lado esa posibilidad como quiera que el gobierno de ese país y Canadá lo han hallado culpable de participar en violación sistemática a los derechos humanos. La renuncia de Martelly posibilitó que otro enemigo de Aristíde, Evans Paul, se convirtiera en primer ministro. Y a Evans le sucedería de modo transitorio Jocelerme Privat (2016-2017). Este fue elegido presidente interino de Haití el 14 de febrero de 2016, sobre todo hasta esperar que se definiera quién sería el presidente para el periodo 2017-2021.
Para el periodo 2017-2021 fue elegido Jovenal Moïse, quien provenía del espacio empresarial. Su aspiración presidencial fue impulsada por Martelly, quien había fundado el Partido Haitiano Tèt Kale (PHTK). A Jovenal como a su mentor se les ha señalado de casos de corrupción y de tener nexos con líderes de importantes pandillas en Haití. Algunas de las políticas de su gobierno fueron continuidad de algunos programas impulsado por Martelly: universalización de la educación, salud y creación de empleo.
Este empresario bananero llegó a la presidencia muy cuestionado por los resultados y por ser el candidato de Martelly. Envuelto en un conflicto político desde el inicio de su periodo presidencial, no se escogió parlamento, lo que hizo que gobernara por medio de decretos, mucho de los cuales impopulares. Jovenel Moïse desafiante y autoritario con sus opositores quebró el orden constitucional al prolongar su mandato una vez vencido el periodo presidencial.
Bajo su mandato la moneda se devaluó de manera considerable, sobre todo en el 2019, hecho que hizo que la inflación creciera y con ella el descontento social como quiera que hubo una pérdida de capacidad de compra de los ciudadanos, situación que golpeo a las familias más vulnerables. El clima de inconformidad se trasladó a las calles dando paso a grandes manifestaciones y a estallidos sociales de gran intensidad como los que se había vivido en la segunda presidencia de Aristíde. Incapaz de resolver la situación, Moïse apeló a la represión, estrategia errática y desafiante en una sociedad que hacía algo más de una década que había protagonizado auténticas revueltas – bien para apoyar al Aristíde o para cuestionarlo– . La indignación se hizo mayor cuando el Tribunal de Cuentas en un informe señaló que ministros de Moïse y empresas de su propiedad estaban comprometidas con la malversación de fondos públicos. Al respecto el New York Times señala:
Los informes de auditores nombrados por los juzgados haitianos revelaron con gran detalle que gran parte de los 2000 millones de dólares que Venezuela le prestó al país fueron malversados o derrochados en el transcurso de ocho años. Antes de dedicarse a la política, el presidente Moïse, hasta entonces un exportador de fruta poco conocido, estuvo involucrado en uno de los informes por su participación en un esquema para desviar fondos destinados a la reparación de carreteras. (Natalie Kitroeff y Anatoly Kurmanaev, 2021)[56] New Yor Times:
Toda esta situación se producía teniendo desde hacía tiempo atrás un estado fallido. Es decir, caracterizado por una notable debilidad para ejercer soberanía sobre su propio territorio y garantizar umbrales de dignidad a sus habitantes: salud, educación, recreación, deporte, vías. Y ello para no hablar de la existencia de altos niveles de corrupción, exacerbada criminalidad y violencia. Es claro entonces que el Estado haitiano es incapaz de garantizar el mantenimiento de la seguridad, el cumplimiento de la ley y ejercer el buen gobierno. Asimismo, ninguno de los gobiernos ha protegido a la población civil de la violencia del narcotráfico, de la que ejercía—y ejerce– la delincuencia organizada y mucho menos de las acciones terroristas tanto internas como externas. En un Estado fallido cuenta con pocos recursos para enfrentar los desastres naturales y es altamente vulnerable para construir relaciones constructivas y basadas en el apoyo mutuo y la solidaridad.
El gobierno de Moïse expresó de manera dramática y triste todas esas condiciones, pues él como presidente seria la víctima más representativa del Estado fallido en que se ha convertido Haití producto de la depredación interna, la corrupción, el neopatrimonialismo, la violencia, la no resolución pacífica de conflictos entre las élites y la obediencia ciega de sus líderes a los postulados de los EEUU y otras potencias. Y no hay que negar que Haití es también lo que es gracias a los dictadores que EEUU han aupado y apoyado desde hace más de un siglo. La crisis generalizada en Haití está intima e indisolublemente ligada a los intereses comerciales, geopolíticos, de seguridad y económicos y financieros de los EEUU y de varias de las empresas norteamericanas que explotan los recursos minerales que existen en su territorio. Ante la imposibilidad de los EEUU por mantener a dictadores en el tiempo como aconteció con la dinastía Duvalier, ha pasado a promover de modo cada vez recurrente la creación de Cuerpos Internacionales de Paz amparadas por Naciones Unidas y la OEA para solventar por unos cuantos meses la situación de crisis y después volver de nuevo a la desestabilización y el desastre. Es claro que EEUU para Haití de ningún modo es parte de la solución, es parte constitutiva y constituyente del problema. Este tipo de injerencia ha dado lugar a un intervencionismo humanitario de baja intensidad, cuyo correlato es la celebración de elecciones limpias y transparente y al poco tiempo se repite la historia.
La realidad con esas fuerzas internacionales de paz de la ONU en Haití es que han sido tan patéticas y desastrosas que en 2016 fue este organismo internacional el que llevó el cólera al país a través de los cascos azules de Nepal. Producto de esto hubo 10 mil personas muertas y 780 mil fueron afectadas. (El Confidencial, 2016)[57]. Y ya no hablemos de la reconstrucción que se puso en marcha a raíz del sismo del 2010, en donde se constata que las empresas que más se lucraron fueron las de los países donantes.
Haití antes era un Estado aparente, hoy es una nomenclatura.
Después del golpe de Estado a Aristíde se fue imponiendo en Haití un mayor languidecimiento del Estado hasta convertirlo en una suerte de entelequia. Su ausencia ha dado lugar a que bandas armadas con todo tipo de intereses lo infiltraran hasta volverlo dependiente del accionar de esos grupos. En dicho país se impuso la práctica del apaciguamiento, lo cual significa pagar a las pandillas para que cesen sus actividades [criminales] y delictivas durante un cierto tiempo. Se trata, se señala, de un pacto habitual en ese país (Milrof, ibid)[58]
Moïse tenía conocimiento de que el SNI era un organismo corrupto y que estaba permeado por la delincuencia. A él no le era extraño que miembros de ese organismo y de la PN fueran jefes de importantes bandas armadas. De hecho, él promovió en diciembre de 2019 el decreto de creación de la Central Nacional de Inteligencia para sustituir al SNI, esa corrupta herencia que le dejó la CIA y la dinastía de Duvalier a la sociedad haitiana. Aunque creo el decreto, el SNI no fue reemplazado. Y sería este órgano, por cierto, el mismo que no quiso ver o más bien que facilitó que mercenarios colombianos ingresaran desde República Dominicana y llegaran hasta la vivienda del Moïse para ultimarle en lo que se ha convertido en un crimen internacional.
Las investigaciones señalan que Joseph Badio—ex funcionario del Ministerio de justicia de la Unidad de Lucha contra la Corrupción y el SNI se reunieron con dos mercenarios colombianos con quien planificaron el magnicidio del presidente de Haití. La operación fue preparada en República Dominicana y en Miami y el grueso de los mercenarios fueron ex miembros del ejército de Colombia. Paradojas tiene la historia: Bolívar acudió a Haití y a Petión para generar un proceso de emancipación en la hoy Colombia, y en julio de 2022 ex agentes de ese ejército que formara Bolívar asesinaron al presidente de Haití. Ya no les bastaba con asesinar en Colombia.
Se tiene conocimiento que 17 colombianos están privados de la libertad en Haití por estos hechos (Semana)[59]. Sobre este hecho el Director de la Policía Nacional de Colombia, General Jorge Luis Vargas, señaló el 9 de julio de 2022, que cuatro empresas habían reclutado a los presuntos asesinos. Así:
Se determinó que la empresa privada de seguridad CTU Security contrató a los mercenarios colombianos (registrada como Counter Terrorist Unit Federal Academy LLC), con sede en Doral Beach, Miami (EE.UU.) y es dirigida por el opositor venezolano Antonio Enmanuel Intriago Valera; los autores intelectuales del asesinato son : Christian Emmanuel Sanon, un médico haitiano de 63 años (detenido), residenciado en Florida; Joseph Félix Badio, exfuncionario del Ministerio de Justicia haitiano; y Ashkard Joseph Pierre, un empresario que reside en Montreal, Canadá (buscado). Quien dirigía el grupo era Germán Rivera García, capitán retirado colombiano, recibió 50,000 dólares para la logística en Puerto Príncipe desde Miami vía Western Union y los pasajes aéreos fueron comprados a través de la empresa Worldwide Capital, del ciudadano ecuatoriano Walter Veintimilla; el canciller Claude Joseph solicitó que la ONU realizara una investigación por tratarse de “un crimen internacional” 29 Víctor Albeiro Pineda (soldado colombiano detenido), Romero, Duberney Capador(sargento fallecido) y Yepes habrían sido los mercenarios que entraron a la habitación de Moïse y su esposa.
Y sobre esto la BBC señala:
Sanon es el tercer haitiano detenido por el caso, que se suman a otros 18 colombianos acusados de formar parte del comando supuestamente responsable del ataque a la residencia del mandatario el pasado miércoles. Al interrogarlos, la policía haitiana supo que Sanon había reclutado a 26 miembros a través de una empresa de seguridad venezolana con sede en Florida llamada CTU. Y para enredar más la madeja, si cabe, el Gobierno venezolano de Nicolás Maduro, reveló este fin de semana que la compañía es propiedad de Antonio Intriago, un venezolano al que vinculan con la oposición. (BBC, 2021)[60]
Cuesta mucho creer que el gobierno de los EEUU con gran conocimiento de los movimientos que se producen en República Dominicana y Haití, desconocieran ese plan, para atentar contra MoÏse. Al menos la detención en Miami de Christian Emmanuel Sanon, médico haitiano-norteamericano, ofrece dudas razonables como para pensar que el gobierno de EEUU debe muchas explicaciones frente a este crimen internacional. La policía haitiana aportó otros datos de la operación. La BBC citando a este organismo señala:
“En la casa de Christian Emmanuel Sanon hemos encontrado una gorra con las siglas de la DEA, seis estuches de armas, una veintena de cajas de balas de calibre 12 y 9 milímetros, cuatro matrículas de la República Dominicana, un cargador de pistola, 24 hojas de tiro al blanco, dos vehículos y correspondencia de diversos sectores del país. (Ibid)
Mucho queda por esclarecer sobre las reales motivaciones para que un grupo de mercenarios colombianos acabaran con la vida del presidente haitiano Jovenal Moïse. En ese país la competencia desleal y violenta por ocupar el poder, la corrupción, la exclusión y la captura de las rentas del Estado ha dado origen a procesos de desestabilización política permanente, hecho que se ha traducido desde los primeros días de la república en la aparición de gobiernos despóticos, autoritarios y también a que más de uno se haya autoproclamado presidente vitalicio, otros emperadores, uno que otro como rey, y a que hayan aflorado dictadores de la peor laya. Estas dictaduras han sido alentadas, estimuladas y apoyadas por el gobierno de los EEUU y por importantes potencias de países de Europa como forma de contener la expansión del comunismo en el caribe. Debemos recordar que EEUU ocupó a Haití entre 1915 y 1934.
El asesinato de Moïse ha generado un desplome total del Estado. De manera provisional ocupó el cargo de primer Ministro Claude Joseph, quien ejercicio el cargo entre el 7 y el 20 de julio de 2021. A este le sucede Ariel Henry, de legitimidad cuestionada. Tanto porque no tenía amparo legal como porque era el candidato de los EEUU. Gobernó entre el 20 de julio y 11 de marzo de este año. Odiado por todos los sectores, se vio obligado a renunciar. Hoy el país está en manos de las bandas armadas, que son las que imponen la ley y el orden.
Reflexiones finales.
Durante ese largo periodo fue muy poco en lo que contribuyó el gobierno estadounidense a desarrollar el país. Esa invasión tuvo como fin asegurar su creciente hegemonía en el caribe y sobre todo desplazar a los poderes coloniales europeos que todavía tenían una importante presencia en el territorio haitiano, especialmente Francia que al ser la potencia colonial reivindicaba indemnizaciones multimillonaria a un país que apenas había desarrollado su sector primario, orientado por cierto al mercado exterior como productor de depreciadas materias primas. Imponer Francia el pago de esa millonaria indemnización de 170 millones de francos a Haití para reparar a los colonos productores de azúcar expulsados con el triunfo de la revolución haitiana, lastró las posibilidades de desarrollo económico y social del naciente país. La indemnización, sin embargo, no solo terminaría favoreciendo a los colonos franceses y a la banca francesa, sino que la banca norteamericana – representada en el National City Bank después Citibank– terminó nutriéndose del trabajo de los descendientes de la población esclavizada en Haití.
Como hemos tratado de mostrar en este texto, Haití no es un país pobre por un fatalismo histórico. Su desestructuración económica esta asociada a la forma de cómo tuvo que pagar una humillante y astronómica indemnización para que fuera reconocida su independencia por Francia y otros países, muchos de ellos recelosos del proceso de cómo una población negra esclavizada fue capaz de derrotar al ejército de Napoleón Bonaparte y vencer al colonialismo francés, inglés y español, y de paso dar lugar a la primera revolución triunfante impulsada por un número importante de esclavos. Como hemos dicho antes, en Haití no solo murió la esclavitud y el colonialismo, también murió la pretendida supremacía racial del blanco europeo. Y no solo esto, en esta parte del caribe se impuso la humanidad y la civilización de las culturas negras por encima de la barbarie europea.
Si a Haití hubiese que indemnizarlo hoy por el dinero pagado por este a Francia y a una parte de la banca de EEUU, tendría que devolvérsele, como señala una investigación del The New York Times, entre 21.000 y 115 mil millones de dólares. Además, es preciso señalar que los EEUU y no pocos países de Europa han sido refugios seguros tanto para los dictadores que han apoyado de modo especial como para los dineros que ellos le han saqueado al país. Se señala que la familia Duvalier amasó en bancos franceses y suizos una fortuna de al menos 900 millones de dólares. Durante mucho tiempo Paris fue la ciudad a donde los ex dictadores haitianos preferían ir.
La historia de Haití a pesar de sus dictadores, de los desastres naturales, de sus epidemias y de toda suerte de adversidades, es necesario atender, sobre todo para que no siga imperando el racismo epistémico que niega el conocimiento, las realizaciones y hechos tan trascendentales como la importancia de la revolución haitiana dentro del canon de los grandes acontecimientos mundiales. Como señala Miranda Friker (2017)[61], una injusticia epistémica se produce cuando se anula la capacidad de un sujeto para transmitir conocimiento y dar sentido a sus experiencias sociales. A tono con esto, apropiado resulta decir que independientemente de la situación social o económica que hoy viva Haití, resulta innegable la fuerza y el significado que encierra la revolución haitiana de 1804 como espacio de afirmación de la libertad, la esperanza y la humanidad.
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[1] Crosby, A, Imperialismo Ecológico. La expansión biológica de Europa, 900-1900, Editorial Crítica, Barcelona, 1988.
[2] Williams, E. Capitalismo y esclavitud, Madri, Traficantes de Sueño, 2011.
[3] Mintz, S, Dulzura y Poder, El Lugar del azúcar en la historia, , Siglo XXI. Madrid, 1996
[4] Ribeiro, D, Amperica y la Civilización: Los pueblos Nuevos, Centro Editor de América Latina, Texas, 1969 Vol 2
[5] Surrealism and Blues, living Blues, núm, 25, enero-febrero de 1976, p. 19 citado por Robinson, C, Marxismos Negros. La formación de la tradición radical negra.Traficante de Sueños, Madrid, 2019.
[6] MacDonald, R, The Wlliams Thesis: A Comment on the State og Scholarship, Caribbean Quarterly, Vol25, núm, 3, 1979.
[7] Curtin, P. The Atlantic Slave Trade, 1600-1800 en J.E. Ajayi y Crodwer, M (Eds) History of West Africa, New York, Columbia University Press, 1972, vol, 1. P.240
[8] Rodney, W, Upper Guinea and the significance of the Origins of Africans Enslaved in the New World, Journal of Negro History, vol 54, núm.4, octubre de 1969,p.345
[9] Restall, M, Entre mayas y españoles, FCE, Ciudad de México,2020.
[10] Hernández de Alba, G, Libertad de los Esclavos en Colombia, Editorial ABC, Bogotá, 1956.
[12] La abolición definitiva de la esclavitud en la hoy Colombia sería decretada en 1852 por el presidente xxxxx.
[13] Barragán, Y, Cautivas de la libertad. Esclavitud y emancipación gradual en el pacífico negro colombiano, Crítica-Universidad de Los Andes, Editorial Planeta, Bogotá, 2023.
[14] Tovar Pinzón, H La manumisión de esclavos en Colombia, 1809- 1851, Aspectos sociales, económicos y políticos. Credencial No 59. Julio de 2017. En línea en: https://www.banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencial-historia/numero-59/la-manumision-de-esclavos-en-colombia-1809-1851. Consultado el día 16 de 2024.
[15] Arciniegas Rueda, P, ¿Qué habría hecho Bolívar sin Haití? El Tiempo, Bogotá, 2010 En línea en: https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-7053307. Consultado el 16 de abril de 2024.
[16] Op cit.
[17] Stone, N, The many Tragedies of Haití, Times literary supplement, 15 de febrery 1980
[18] C.L, James, The Black Jacobins, New York, Vintage, 1963.
[19] Robinson, C, Marxismos negros. La formación de la tradición radical negra, tarficantes de Sueños, Madrid, 2019.
[20] Stoddar, T The French Revolution in San Domingo, Boston, Hougthon Mifflin, 1914.
[21] Robinson, Ibid
[22] Castor, S. La ocupación norteamericana de Haití y sus consecuencias (1915-1934), México, Siglo XXI, 1971.
[23] Lunndhal, M. A note on Haitian migration to Cuba:1890-1934.Cuban Studies, 12 (2), 21-36
[24] Perusek, G. Haitian emigration in the early twentieth century. International Migration Review, 18 (1), 5-18
[25] La Constitución de 1939 de Haití estableció que los periodos presidenciales serian de 6 años y la elección sería indirecta, es decir, que sería la Asamblea Nacional la que escogería al presidente. Vincent acosado por no investigar una masacre de campesinos atribuida al gobierno de República Dominicana en poder de Rafael Trujillo, con quien tenía una estrecha amistad, renuncia al gobierno un año antes como resultado de importantes movilizaciones. Las indemnizaciones que pagó Trujillo no llegaron a las victimas dada la corrupción del gobierno haitiano.
[27] Marshall, D. The Haitian problems: Illegal migration to the Bahamas . Cave Hill. Institute of Social and Economic Research, 1979
[28] Perry, C Invasion from The South: Social Construction of the Haitian Other in the Bahamas. International Journal of Bahamian Studies, 20 (1) 1-12, 2014
[29] Milfort, M, El Servicio Nacional de Inteligencia de Haití. ineficaz e infiltrado por las pandillas. Publicado en CONNECTAS. Plataforma Periodísticas para las Américas, Sf. En línea en: https://www.connectas.org/especiales/sni-haiti-infiltrado-por-pandillas/. Consultado el 16 de abril de 2024.
[30] Ver Swissinfo.ch, El dinero de ‘Baby Doc’ en Suiza y la ‘ley Duvalier. Febrero 2011. En línea en: https://www.swissinfo.ch/spa/politica/el-dinero-de-baby-doc-en-suiza-y-la-ley-duvalier/29392774. En este articulo se comprueba la manera en como los dictadores haitianos, africanos y demás llevan el dinero saqueado a sus connacionales para depositarlo en cuentas de países Europeos o de los mismos EEUU. En este caso procedieron por fortuna a bloquear 6 millones de francos.
[31] Ver Celag-Data. Haití: el último bucle de una larga crisis. Marzo de 2024. En línea en: Haití: el último bucle de una larga crisis. Consultado Abril 16 de 2024.
[32] CIDOB. Jean-Bertrand Aristide. Haití. Presidente. 2010. Editado por Roberto Ortiz de Zarate. Por lo bien documentado que está el texto, me apoyo en él para desarrollar lo que se produce de aquí en adelante. En línea en https://www.cidob.org/biografias_lideres_politicos/america_central_y_caribe/haiti/jean_bertrand_aristide. Consultado el 16 de abril de 2024.
[33] Audebert, C, Los Haitianos de Miami ¿Una comunidad en vía de integración? 2020 en: Elías-Caro, J y Naranjo Orovio, C, , Migraciones antillanas. Trabajo, desigualdad y xenofobia, anta Marta, Editorial UNIMAGDALENA-Connected world. 2021.
[34] CIDOB, op cit
[35] CIDOB, op cit.
[36] op cit
[37] op cit
[38] op cit
[39] Op cit
[40] Op cit
[41] Op cit
[42] Op cit
[43] Op cit
[44] Op cit
[45] Op cit
[46] Op cit
[47] Op cit
[48] Op cit
[49] Opcit
[50] Op cit
[51] Op cit
[52] Op cit
[53] Ver Miami Herald. En https://www.miamiherald.com/news/nation-world/national/article237957369.html
[54] CIDOB, ibid..
[55] Op cit
[56] Kitroeff, N y Kurmanaev, A. El magnicidio del presidente de Haití, Jovenel Moïse, culmina años de conflicto y parálisis, The New York Times, Edición 8 de julio. En línea en: https://www.nytimes.com/es/2021/07/08/espanol/haiti-jovenel-moise.htm. Consultado el 16 de abril de 2024.
[57] El Confidencia, Cómo la ONU llevó el cólera a Haití (según sus propios expertos). Agosto de 2016. En línea en: https://www.elconfidencial.com/mundo/2016-08-23/como-la-onu-llevo-el-colera-a-haiti-segun-sus-propios-expertos_1249903/. Consultado el 17 de abril de 2024.
[58] Milrof, Ibid
[59] Semana.Com, Denuncian que la cónsul de Colombia en Haití trabaja poco: la gente no la encuentra cuando la necesita. Sección política. Abril 15 de 2024. En línea en: https://www.semana.com/politica/articulo/denuncian-que-la-consul-de-colombia-en-haiti-trabaja-poco-la-gente-no-la-encuentra-cuando-la-necesita/202400/
[60] BBC, Jovenel Moïse: detienen a un médico al que las autoridades haitianas consideran un sospechoso clave en el asesinato de su presidente. Edición 21 de julio de 2021. En línea en: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-57807625. Consultado 15 de abril de 2024.
[61] Friker, M Injusticia epistémica, Herder, Barcelona, 2017.
Hugo Paternina Espinoza.
Foto tomada de: Kayak
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