También las empresas con posición dominante en los mercados (incluidas las empresas estatales o mixtas) elevan arbitrariamente los precios de los bienes y servicios que producen con el fin de aumentar los márgenes de ganancia y reducir los costos salariales reales. Las grandes superficies del comercio manipulan los precios para elevar los márgenes de ganancia y elevar la rentabilidad del capital comercial. La inflación es una fuente de ingresos extraordinarios y arbitrarios del gobierno y las empresas oligopólicas. El alza desigual de los precios da origen a una situación extraordinariamente favorable para que se especule con las mercancías y estimula que los capitales emigren de la esfera de la producción a los circuitos de la circulación y financieros.
La política antinflacionaria suele reducirse al encarecimiento del dinero, esto es, la elevación de las tasas de interés con el propósito de “enfriar” la economía (frenar la de demanda, reducir el poder adquisitivo de las familias y hacer más costosas las inversiones). Actualmente Colombia ocupa el tercer lugar entre los países de América Latina en cuanto el nivel alcanzado por la inflación y las tasas de interés en los últimos años, después de Argentina y Venezuela (gráfico 1). El encarecimiento del dinero genera también un alza desmesurada en los excedentes apropiados por el capital financiero. El papel del Estado al controlar la moneda es una forma más de dominio sobre las relaciones sociales y de intervención en favor de las clases dominantes.
La inflación ha estado tan presente en la historia económica de Colombia que ha tomado el aura de un fenómeno natural (grafico 2). A largo plazo la historia es una historia de inflación crónica de precios. Era de esperar que en las épocas buenas subieran los precios y bajaran en las malas. Esto sucedió hasta mediados del siglo XX, se presentaban procesos deflacionarios (un período en el que descienden la mayoría de precios, costos y salarios) como durante la crisis económica mundial ocurrida de finales de los años veinte y principios de la década de los treinta en el siglo XX: el PIB cayó hasta en -3,6 por ciento y los precios descendieron en 21,7 por ciento. En general, hasta mediados del siglo XX los países capitalistas se caracterizaban por oleadas sucesivas de aumentos y caídas en los precios.
Fuente: elaboración del autor con base en cifras DANE y Banco de la República
Fuente: elaboración del autor con base en cifras DANE y Banco de la República
El comportamiento de la tasa de inflación media anual desde 1951 muestra que la inflación de mediano y largo plazo de Colombia registra un ascenso continuo. Ni siquiera con la recesión más crítica durante los últimos 120 años, en 2020 en medio de la agudización del impacto de la pandemia por covid-19, cuando el PIB descendió en picado hasta un -8,61 por ciento, los precios fueron negativos. Al contrario la inflación registró un crecimiento de 1,61 por ciento en 2020 y se aceleró en los años siguientes: 5,62 en 2021; 13,2 en 2022; y 9,8 en 2023. Al analizar el crecimiento anual del ingreso real per cápita (PIB real/población) respecto a la dinámica del alza de precios, durante el período 1906-2023, se observa que la correlación es insignificante y de sentido negativo (el crecimiento económico estabiliza los precios y la inflación frena la actividad económica): -0,00189. En cierto sentido, la inflación es un mecanismo que expresa el poder político y económico de las clases dominantes sobre la sociedad, lo que les permite extraer mayor plusvalía del trabajo social y la riqueza generada.
El influjo de la inflación sobre toda la economía del país desfavorable, pues la inflación da origen a un crecimiento rápido, incesante y sumamente desigual de los precios de los bienes y servicios. Como resultado de las variaciones de los precios relativos, la inflación produce cambios claros y característicos en la distribución del ingreso entre las clases sociales. La inflación contribuye a que el capital se concentre y se centralice. Valiéndose de la inflación, las clases dominantes económica y políticamente cargan sobre los hombros de las clases trabajadoras y populares todo el peso del aumento persistente en los precios. Las clases trabajadoras y populares son las más afectadas por la inflación, cuyos ingresos reales bajan sensiblemente debido al aumento de los precios de los bienes y servicios básicos que integran la canasta familiar. Resultan perjudicados por la inflación, así mismos, los micro y pequeños productores de mercancías, pues los precios de sus artículos crecen mucho más lentamente que el de los productos elaborados por las grandes empresas capitalistas y las industrias estatales o mixtas. En su conjunto, la inflación influye negativamente sobre la fuerza de trabajo y las economías populares y, en última instancia, socava los fundamentos de la democracia.
La inflación tiene un impacto negativo y directo en la indigencia al elevar el precio de la canasta familiar y hacerla inasequible para quienes pierden el poder adquisitivo de sus ingresos. En 2022, en Colombia la pobreza monetaria extrema fue 0,1 puntos porcentuales superior a la registrada en 2021, cuando fue del 13,7 por ciento. En 2022, en el total nacional, 6.904.501 personas estaban en situación de indigencia (sin ingresos para adquirir una canasta básica alimentaria que le provea el mínimo requerimiento calórico para subsistir) y en 2021 había 6.773.594; por tanto, 130.907 personas adicionales entraron a la miseria, indigencia o pobreza monetaria extrema.
El último informe del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas confirmó que la inseguridad alimentaria en Colombia en el año 2022 alcanzó el 30 por ciento, lo que quiere decir que alrededor de 15,5 millones de personas padecen este flagelo a nivel nacional.
Iniquidad significa maldad, injusticia grande. El instrumento que se emplea para calcular la desigualdad de un determinado país, es el índice o coeficiente de Gini, que es una fórmula para medir la disparidad de ingresos entre los miembros de una sociedad y que revela la desproporción entre los ingresos de los más ricos y los más pobres. En 2022, en el total nacional tal Gini fue 0,556. Por encima del valor 0,5 son sociedades altamente inestables, excluyentes y potencialmente injustas, conflictivas y violentas.
En los análisis de los determinantes de la inflación es necesario distinguir entre presiones inflacionarias y mecanismos de propagación del incremento continuo en el nivel general de precios. La diferenciación teórica obedece al hecho fundamental de que todo proceso inflacionario genera mecanismos que tienden a hacerlo acumulativo. Estos mecanismos, denominados mecanismos de propagación o factores de inercia inflacionaria no pueden explicar los orígenes de un proceso inflacionario pero ayudan a comprender su persistencia. El concepto de presión inflacionaria puede ser definido, en cambio, como aquella fuerza económica que tiende a generar o acelerar un proceso inflacionario en un momento y país determinado. Desde el punto de vista de sus causas, la literatura económica distingue tres clases de inflación: i) inflación por exceso de demanda o tirón de demanda; ii) inflación por presión de costos o empujón de costos; iii) inflación estructural. En todo proceso inflacionario persistente se amalgaman, de manera compleja y en proporciones diversas y cambiantes, tanto las presiones de costos, como los tirones de demanda y los factores estructurales.
Los crecientes déficit fiscales, la expansión monetaria o la expansión indebida del crédito al sector público son unas de las principales fuentes de expansión de la demanda y, por tanto, de elevación de precios. En síntesis, los desbalances de las finanzas públicas son inflacionarios (gráfico 3).
Fuente: elaboración del autor con base en cifras DANE y Banco de la República
La presión de costos tiene su origen en colusiones oligopólicas para elevar los márgenes de ganancia, presión sindical para elevar salarios reales, devaluaciones para transferir recursos al exterior y hacia actividades transables y aumentos de tarifas públicas o de impuestos para transferir recursos de las familias y las empresas privadas al Estado.
Las rigideces estructurales en los sectores agrícolas, minero-energéticos, industriales y externos de la economía son fuente de presiones inflacionarias. Las rigideces más importantes se deben a una estructura económica débil, inestable y poco flexible.
También se presenta un círculo vicioso entre inflación y devaluación: el envilecimiento de la moneda colombiana es evidente teniendo en cuenta que en 1990 se cambiaba un dólar por 507,3 pesos colombianos; en el año 2000 la tasa de cambio aumentó a 2.087,4 pesos por dólar; y en 2002 alcanzó el techo de los 5.000 pesos por dólar. La sociedad colombiana es dependiente de las importaciones, tanto en productos básicos para satisfacer necesidades básicas de los hogares como en bienes y servicios de capital y de mayor elaboración tecnológica, por tanto, la devaluación de la moneda tiene un impacto directo en la inflación.
Los mayores niveles de inflación efectiva han fortalecido su componente “inercial” y las expectativas inflacionarias de los diferentes agentes económicos. Tanto a nivel, como de las frecuencias, de los ajustes de precios, ganancias y salarios resultan determinantes en la trayectoria inflacionaria de cualquier país. La inercia de la inflación se mantiene a través de mecanismos como la indexación (ajustes automáticos con base en el índice de precios al consumidor –IPC-, las tasas de interés y el salario mínimo legal) y se propaga de un sector a otro de la economía a través de los ajustes salariales y tarifarios que toman como referencia no los aumentos en productividad en cada sector, sino el incremento en el costo de vida (gráfico 4)
Fuente: elaboración del autor con base en cifras DANE y Banco de la República
En resumen, el impacto de las consecuencias ha caracterizado a la inflación como uno de los más graves problemas económicos, políticos y sociales de las naciones. Principalmente la inflación genera iniquidades, miseria, concentración y centralización del capital, ineficiencia productiva, distorsiones sectoriales, atraso económico y socava la democracia. Además, al debilitarse el poder adquisitivo de los rendimientos fijos, al provocar distorsiones en el mercado de crédito, al desestimular las inversiones productivas (y por lo tanto el crecimiento económico), al provocar desequilibrios en las balanzas de pago internacionales, y finalmente, al provocar la inoperancia del papel orientador del sistema de precios, los desajustes inflacionarios, siendo de mucha intensidad y aceleración, han sido capaces de subvertir el orden económico general. Por lo tanto, la lucha en contra de la inflación y su control debería constituir uno de los objetivos principales de toda sociedad democrática.
Tevista Sur 339 Bases de datos artículo Libardo Sarmieto
Libardo Sarmiento Anzola, Economista y Filósofo. Escritor, investigador y consultor independiente.
Foto tomada de: Mas Colombia
Tiberio Gutiérrez says
La inflación es una herramienta política, económica y social de clase, que la utiliza el Estado de clase para la concentración y centralización de capitales, golpeando los ingresos de las clases trabajadoras. Algo así.