Traman y manipulan las emociones, Carlos Fajardo, en sus columnas recomendadas por Fernando Cruz Kronfly, argumenta que la emocracia se configura dentro de la Democracia porque la pasión es siempre impulsiva y puede llevar hasta el dogmatismo, al terror, las persecuciones, las acusaciones. La emocracia pasional fomenta el salvajismo de los muchos a favor de los pocos. La emocracia ha permeado toda la cultura, formando ciudadanos obedientes que dan un sí a la destrucción de sus adversarios, un si al aniquilamiento, y lo peor, votan por la guerra. Se produce la imposición a una colectividad adoctrinada y efusiva, con el proyecto de establecer el pensamiento único de un líder supremo situado por encima del Estado de Derecho y el orden jurídico, con una fuerte estructura burocrática obediente (Fajardo, 2022)
El ser humano digitalizado ante el uso intenso de las redes sociales y las páginas web del internet, es manipulado y conducido a una especie de emocracia dentro de la infocracia (ambas formas distorsionan las prácticas tradicionales de la Democracia), ése ser humano así se encuentre en sus lugares de comodidad o confort (la casa, la finca o la oficina…), a través de las redes sociales está siendo presa de una especie de despotismo virtual, es rehén de las redes, está siendo reconducido.
El régimen de la información como una “nueva forma de gobierno”, lo paradójico es que, en vez de informar con claridad, nitidez y contribuir a esclarecer, lo que hace es desinformar y enturbiar. La prensa con ecuanimidad aparecía como el cuarto poder y ejercía control (se distorsionaron algunos por los gremios económicos que se apoderaron de periódicos importantes), otros permanecían enhiestos en la objetividad, pero ahora las redes sociales mal empleadas deforman las noticias, desinforman, usadas por ciudadanos con intereses particulares, apasionamientos, fanatismos o fletados por gremios y partidos políticos en bodegas de ataques con bots, troles, e influencers; además, en manos de otros que gobiernan o están ligados a los factores de poder, las usan para orientar los intereses anclados en la administración pública de manera torva, deformando así la Democracia.
“La digitalización conduce a una proliferación informativa que desborda el marco discursivo”, ha escrito el filósofo Byung Chul Han. Para los expertos en digitalización (datólogos o dataístas), el discurso tradicional con frases bien compuestas quedó como una forma lenta de procesar y transmitir los mensajes (o sea, una forma obsoleta), e insuficiente para transmitir los mensajes porque no lo puede contemplar todo, mientras que la digitalización y la inteligencia artificial conllevan a una copiosa y selectiva información. El discurso conlleva a la racionalidad comunicativa, la digitalización a la “racionalidad” virtual. La argumentación y el discurso comunicativo conllevan al aprendizaje y la exposición de ideas. La inteligencia artificial selecciona información, no razona, solo computa, entonces el receptor debe discernir y desglosar para evitar repetir mecánicamente y escoger una forma de aprendizaje que lo desborda. Sino lo hace, cae en una especie de machine learning (aprendizaje maquina), o lectura de autómata.
¿Entonces qué sucede con la libertad de expresión como derecho humano? Existen gobernantes serios y personas éticas que honran la libertad de expresión con la aplicación de la verdad, con ética asimilada en la cultura política y social de ese país determinado, y siguen siendo íntegros como buenos ciudadanos. Otros se aprovechan de la rutinización de las mentiras y lo hacen también en la vida cotidiana en las relaciones interpersonales y en los negocios. De otro lado, los populistas de derecha, por ejemplo, o los delincuentes en el poder distorsionan la verdad, mienten sistemáticamente, deteriorando la Democracia al producir la posverdad (la mentira). O por incapacidad con los temas que sortean diariamente resultan mintiendo de manera involuntaria. “Los hechos concretos sobre los que se miente en un contexto coherente sustituyen el mundo real por otro ficticio”, aduce Chul Han.
Hay que diferenciar entre el político y el gobernante mentiroso /falaz, y el gobernante bullshitter (charlatán). El mentiroso lo hace adrede, con intención para obtener provecho, desinformar y lograr cometidos de interés personal. Y el bullshitter lo hace porque desconoce los temas, por incapaz e ignorante; entonces para salir del paso improvisa, es un repentista, ante su incapacidad y falta de conocimientos, resulta mintiendo. Donald Trump, en EEUU y Jair Bolsonaro, en Brasil, ambos populistas de extrema derecha, combinaron las dos cosas. En Colombia el candidato Rodolfo Hernández, hizo lo mismo como un calco de los otros dos.
El nuevo nihilismo (incredulidad) aparecido en el siglo XIX sobre las creencias religiosas e ideología de las iglesias, ahora en el siglo XXI se da por la difusión masiva de mensajes y noticias falsas, o sea producto de las distorsiones y el mal uso de la información cibernética en la nueva sociedad de la información; y se da porque las mentiras cunden, los bulos, alterando de esta forma la verdad, o se desplaza. Se extiende la desinformación. La verdad se esfuma y se crea un espacio hiperreal. Sin la seguridad porque se pierde la verdad, se pierde la estabilidad de la vida ciudadana, así la desconfianza prima en las relaciones cotidianas. “La verdad es según Federico Nitzche, una construcción social que sirve para hacer posible la convivencia humana”, por esto lo cita Chul Han, en su libro referido.
La vida en comunidad se vuelve insegura, inevitable esta situación cuando ya no funciona con el molde o patrón de la verdad y cuando se admite o rutiniza la mentira o no hay forma de controlarla, de frenar las mentiras, por ende, la convivencia se altera y comienza a funcionar mal la Democracia. Me comentó el ex Magistrado penalista, Ranulfo Guerrero, “ una situación muy preocupante, que conduce a interrogar acerca del futuro de la democracia. La democracia puede fallecer y terminar postrada en un roído colchón de cualquier antro, o en el dintel de la puerta de un miserable establecimiento. Me preocupa pensar, además, que si el antídoto para frenar el embate letal de la desinformación y los daños a la democracia, es la lectura y la educación, su futuro en nuestro país será inevitable y pronto porque a la población se le ha negado por décadas la escolaridad”.
Como será de vital la verdad que al terminar una guerra e iniciar el postconflicto, se establece por las justicias transicionales una Comisión de la Verdad para el esclarecimiento de los hechos, para fijar las reparaciones (indemnizaciones), tratar de lograr el perdón y evitar la repetición de hechos similares. Pero si la mentira sigue usándose y cundiendo no habrá conciliación, se hará difícil construir el postconflicto y se pueden desatar otras violencias como cadenas retaliativas.
“La crisis de la verdad se extiende cuando la sociedad se desintegra en agrupaciones o tribus entre las cuales ya no es posible ningún entendimiento, ninguna designación vinculante de las cosas. En la crisis de la verdad, se pierde el mundo común, incluso el lenguaje común. La verdad es un regulador social, una idea reguladora de la sociedad” (Chul Han, 2022).
Con la digitalización las agrupaciones se forman a través de las redes sociales, las que se conforman a través de Facebook, Instagram, Tik Tok, WhatsApp, etc, y ya insertos dentro de cada red social, las personas se subdividen en tribus urbanas digitales por el uso que hacen a través de los contactos o bases de datos. La confianza que se crea cada uno por el uso de su lista de contactos produce el intercambio diario de mensajes y el uso personal o búsqueda de información; este flujo de información intercambiada produce el efecto de los algoritmos que generan las centrales informáticas de las redes sociales para ir atrapando a los usuarios con fines comerciales primero para identificar sus apetencias, gustos, inclinaciones; y luego lo utilizan las campañas políticas con fines de adscripción o proselitismo, y luego los gobiernos con fines de espionaje, y otros grupos, también con fines torticeros, etc. De esta forma opera la inteligencia artificial que con el envío de información sistemática ´por las apetencias de cada uno debidamente identificado, les remiten mensajes selectivos y publicidad interesada, encapsulándolos con una determinada información que se les envía al ser detectados los gustos, así se crean las burbujas informáticas, apareciendo las tribus urbanas digitales, y subdividen a la población.
Bibliografía.
Fajardo Fajardo Carlos. “Colombia, elecciones presidenciales 2022: emocracia, idocia y entrampamiento”. Columna publicada en la revista virtual DesdeAbajo.La otra posición para leer(www.desdeabajo.info). Bogotá, mayo 30 del año 2022.
Chul Han Byung. “Infocracia. La digitalización y la crisis de la Democracia”. Libro publicado por la editorial Taurus. Penguin Random House, grupo editorial. Bogotá, abril del año 2022.
Alberto Ramos Garbiras, Especialización en derecho constitucional, Universidad Libre; Magister en ciencia política de la Universidad Javeriana; PhD en Realidad Política Latinoamericana, Universidad Nacional (UNED) de Madrid España; ha sido profesor de ciencia política en la Universidad Libre y la Universidad Santiago de Cali. Profesor de las asignaturas derechos humanos y derecho internacional, también asumió la cátedra de paz, en la Universidad Libre.
Foto tomada de: Infobae
CArlos José Guarnizo says
Sobre este tema les recomiendo el libro “La inteligencia artificial o el desafío del siglo” de Éric Sadin, nos muestra cómo esta, la IA, tiene la capacidad de enunciar la verdad, cómo pasa de ser una prótesis de conocimiento a ser antropomórfica, es decir modela nuestra personalidad, conduce nuestras decisiones y en muchos casos determina nuestras vidas .
Boris Cabrera Silva says
Excelente.
En el campo de las emociones, la ausencia de análisis, de procesamiento genera un estado de excitación, de impulsos, que manipulado oportuna y precisamente por expertos a los fines qué se proponga obtiene resultados inmediatos impredecibles.