Así como la guerra en Ucrania fue promovida para provocar y neutralizar a Rusia (y someter a los pueblos y gobiernos europeos), lo que sucede en el Cercano y Medio Oriente en cabeza formal de Israel, está direccionado a empujar a Irán hacia una guerra de desgaste, a fin de someter a su control geopolítico a los pueblos árabes, persas y otros de esa región. El objetivo es aislar, rodear y acosar a China. Azuzan la guerra para alinear a la India y a otros países del Lejano Oriente, para crear las condiciones para atacar a China, tomando como excusa la supuesta independencia de Taiwán. Van cerrando y apretando el cerco, casi sin oposición.
Ante todos estos hechos y crímenes de guerra cometidos por el gobierno y fuerzas militares de Israel (con el absoluto apoyo de USA), es necesario que los pueblos y los trabajadores del mundo entero iniciemos un proceso de unificación y de acción colectiva de carácter global. Se trata de enfrentar esa política imperial que en este instante es un verdadero suicidio para la humanidad en su conjunto, dado que la urgencia del momento es enfrentar el inminente colapso ambiental que puede adelantarse y agravarse con una hecatombe nuclear, fruto de la irracionalidad guerrerista. El presidente Petro de Colombia hizo ese llamado en su reciente intervención en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York.
El problema que ha impedido que la humanidad, los pueblos y los trabajadores del mundo, unifiquemos y organicemos esa acción colectiva de salvamento humanitario, consiste en que ‒a pesar de las numerosas experiencias anteriores‒ cedemos inconscientemente ante los intereses de las potencias imperiales y semimperiales que compiten por el dominio del planeta y sus recursos, y terminamos alineados y divididos en ese juego geopolítico.
Es claro que hoy el gran enemigo de la humanidad, en términos generales, es el capitalismo depredador y destructor de la sociedad y de la naturaleza, que impera a nivel planetario. No obstante, a pesar de que Rusia, China, Irán, India y otras potencias compiten en el mismo terreno del poder del Capital, sus gobiernos han dado muestras de no estar interesados en llevar los conflictos a nivel de la agresión, la invasión y la violación de la autodeterminación de las naciones y la autonomía de los pueblos. Al contrario, los EE.UU., Europa e Israel, han utilizado la agresión armada contra otros países y pueblos para supuestamente defender sus intereses.
El otro problema es que los pueblos y trabajadores del mundo entero hemos perdido u olvidado la historia de nuestras luchas de carácter internacional contra la guerra, por la paz, por la fraternización “desde abajo” y por los intereses de la humanidad en su conjunto, y por lo general, hemos entregado nuestra representación a los gobiernos de turno, que en unos casos se alinean con el bloque “occidental” (EE.UU., Europa, Israel, Japón, Corea del Sur, Australia), y en otros, se subordinan a los intereses de Rusia y China.
Estamos presos de la geopolítica. Las izquierdas ‒en su gran mayoría‒ han abandonado a las bases sociales que podrían liderar ese proceso de unificación y organización de los pueblos y de los trabajadores a nivel global. Las políticas de “identidad” (etnia, cultura, género, edad, etc.) nos han conducido a alejarnos de los intereses de clase de los trabajadores y de los pueblos arrasados por las políticas neoliberales, y por ello, muchos sectores de las antiguas masas laboriosas golpeadas por la “deslocalización” o por la pobreza y el hambre, se han refugiado en las derechas extremistas, que falsamente les plantean soluciones imposibles basadas en priorizar los intereses “nacionales” y en rechazar (en el papel) la globalización neoliberal.
Ante la dispersión de los pueblos y de los trabajadores, y la falta de claridad política de las “izquierdas”, quedamos presos de la geopolítica. Algunos sectores de esas “izquierdas” se ven obligados a presentar a Putín, a Xi, a los ayatolás iraníes y a cuanto gobernante que se enfrente a los EE.UU., como políticos “antimperialistas”, lo cual es contraevidente. Tienen que, lavarles la cara frente a situaciones flagrantes de violación de los derechos de sus propios pueblos y de sus trabajadores, y por ello, les queda difícil convocar y liderar con claridad y convicción a una humanidad que no cuenta con referentes claros para realizar esfuerzos por la paz y contra la guerra.
Por ello ha sido valiosa y valiente la posición del presidente Petro. Ha denunciado los crímenes de Israel y rompió relaciones diplomáticas con ese gobierno; se ha solidarizado como el que más con el pueblo palestino; no se ha alineado con ningún bloque de potencias económicas y políticas; y sigue convocando a la humanidad a colocar como prioridad la lucha contra todas las causas que destruyen a nuestras sociedades y acaban con la biodiversidad de la naturaleza planetaria. Claro, le ha tocado “caminar por el filo de la navaja” dado que históricamente nuestro país ha estado sometido al poder imperial estadounidense, y aún las fuerzas que han acumulado las izquierdas, progresismos y el movimiento social colombiano, no le permiten “tensar la cuerda” más allá de lo posible. ¡Pero lo intenta!
Fernando Dorado
Foto tomada de: DW
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