De acuerdo con los datos de la Encuesta Multipropósito de Bogotá (2017), la capital del país cuenta con 2.029.366 jóvenes, hombres y mujeres entre los 14 y los 28 años, esto es además el 25% de la población de Bogotá. Comparativamente, es el equivalente a ocupar la cuarta posición entre las grandes ciudades del país. Esto es importante si se tiene en cuenta que en la actualidad no existe una política pública de juventud en la Ciudad, desde el año 2016 se venció la anterior política y esta administración no le dio la prioridad al tema. Mucho más cuando las políticas nacionales de primer empleo no han sido exitosas, entre las cuales estuvo el salario reducido que propone ANIF.
De esta forma, la Encuesta permite concluir que 337.641 jóvenes en Bogotá son NINIS, es decir, el 16.6% de este grupo poblacional no tiene acceso a un lugar bien sea para estudiar o para trabajar, convirtiéndose esto en una tragedia social. Dicho en otras palabras, en Bogotá nos damos el gusto de tener a una población joven equivalente a una ciudad como Neiva, sin estar realizando actividades que dignifiquen su existencia. Obviamente la Encuesta no permite identificar en cuantas personas esta condición es voluntaria, pero las relaciones con la pobreza son evidentes, lo que no deja mucho espacio para la procastinación.
En efecto, si el fenómeno se analiza por localidades, se tienen casos preocupantes y obviamente se podrían establecer correlaciones entre pobreza, marginalidad y NINI. Así las localidades de Kennedy (16,0%), Ciudad Bolívar (13,9%), Suba (12,8%) y Bosa (11,7%) son las que más alta participación de NINI tienen, explicando el 54.4% de los NINI de la Ciudad.
Desde una revisión por género, la situación es más compleja; a nivel distrital el 61.7% de los NINI son mujeres, y cinco localidades como Sumapaz (78%), Los Mártires (68%), Ciudad Bolívar (65%), Bosa (64%) y San Cristóbal (64%), concentran el 34% de las mujeres NINI de la ciudad. Por su parte, para el caso de los hombres con el 38.3% del total de la población NINI, las localidades con mayor concentración son Kennedy (16%), Suba (14%), Ciudad Bolívar (13%) y Bosa (11%), y representan así el 53.2% de los hombres NINI.
Estos datos, permiten evidenciar que en contraste con las altas cifras desempleo juvenil que ha presentado la Ciudad en los últimos años y que afectan especialmente a las mujeres, se recrudece aun más la realidad, porque además de no estar trabajando no están estudiando; lo cual presenta una necesidad imperante de contar con acciones concretas que promuevan la vinculación de jóvenes al sistema educativo y al mercado laboral.
De los jóvenes que viven en Bogotá, 1.032.589 actualmente no estudian (no asisten al colegio o a la universidad), es el equivalente a una ciudad como Cartagena y cercana a la población de Barranquilla. Este dato por si solo podría desvirtuar la hipótesis de la disminución demográfica que actualmente se tiene como una de las posibilidades para explicar el descenso en las matrículas de educación superior.
Políticas de acceso a la educación superior, sin duda podrían incentivar el acceso a estudios técnicos, tecnológicos o universitarios (pregrado y posgrado) de alguna parte de ese total, aspecto que contribuiría a contrarrestar no solo la crisis que comienzan a experimentar las universidades privadas, sino que sería un elemento esencial, desde las políticas públicas, para permitir la generación de capacidades y lograr, como lo plantean las teorías del crecimiento y del desarrollo, que a través de la educación se consoliden mejores procesos de productividad y movilidad social.
Con cifras recientes del DANE, para el total Nacional, la tasa de desempleo juvenil se ubicó en el trimestre móvil mayo – julio 2019 en el 17.5%, prácticamente 7 puntos porcentuales por encima frente a la tasa de desempleo promedio del país. Si se tienen en cuenta solo las áreas urbanas (cabeceras) la tasa de desempleo juvenil es del 19.3%. Las mujeres son las que más padecen de desempleo (22.3%, mientras que la tasa de desempleo en los hombres jóvenes es de 13.9%), tasas que son más altas que las del mismo período del año anterior, en clara correspondencia con el aumento general de la tasa de desempleo del país.
Para Bogotá, al mes de junio, la Veeduría Distrital (Notas técnicas #DatosDeCiudad) muestra cifras de desempleo juvenil del orden del 18.9%, con un aumento de 2 puntos porcentuales respecto al año anterior. Con los datos de la Encuesta Multipropósito, los y las jóvenes que no trabajan son el 18.1%, es decir, 366.554 personas. El Informe de la veeduría hace énfasis en que la tasa de desempleo juvenil aumenta en la medida que es mayor la tasa de escolaridad, con cifras del DANE de 2018, relaciona estas variables, donde se concluye que el desempleo por nivel de estudios es así: Secundaria: 28%, Media: 60%, Superior: 81%. Esto muestra que las posibilidades de conseguir un empleo, probablemente el primer empleo, son más difíciles para los y las jóvenes que para el promedio de la sociedad e incluso que para los adultos.
De esta manera el BID (2018) en el estudio Millennials en América Latina y el Caribe: ¿trabajar o estudiar?, presentó las decisiones de vida de las y los jóvenes en Bogotá, y como parte de los resultados se evidencia que “tres de cada cuatro NINIS están dispuestos a trabajar por un salario inferior al salario mínimo legal, por encima de quienes estudian y trabajan (dos de cada tres), o quienes solo estudian y los que solo trabajan (poco más de la mitad)”(p, 180) Esto, sin lugar a dudas, muestra las presiones de la población juvenil en participar en el mercado de trabajo, aun cuando su remuneración pueda estar por debajo de su expectativa salarial. Se trata, en últimas, del desespero, de la angustia de la juventud por trabajar y si para eso deben acceder a condiciones precarias en tanto carencia de trabajo decente, pues lo hacen. La sumisión monetaria como plantean algunas teorías económicas.
Queda entonces el camino expedito para un nuevo vértice de los muchos que ya va teniendo el abanico de los múltiples cambios que uno a uno conformarán una gran reforma laboral en el país. El salario mínimo de las y los jóvenes llegará al 75%, es decir, $621.000 solo por un año. Ya veremos entonces al empresariado motivado cambiando puestos de trabajo de los de hoy por jóvenes de 75% y renovándolos cada año, prácticas que ya se dieron en el pasado.
Mientras tanto el debate electoral no se da por entendido, pareciera que la candidata y los candidatos no le dieran la importancia suficiente a esta población que la estamos dejando a expensas de un presente incierto y un futuro para nada promisorio. La Juventud, el estudio, y el trabajo deberían constituirse en la principal preocupación de quienes aspiran a liderar los destinos de la Ciudad.
Jaime Alberto Rendón & Néstor Eduardo Mateus, Universidad de La Salle.
Foto tomada de: El Pais.
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