En un momento dado de la entrevista Iglesias se refirió a la concentración del poder mediático en manos de unos pocos millonarios y a las consecuencias de esto para la independencia de los periodistas y la garantía de una información veraz, lo cual hizo que Sánchez se sintiera aludido y polemizara con el entrevistado. Hay que recordar que W Radio hace parte del grupo Prisa cuyo propietario mayoritario es un fondo de inversión de un millonario de origen francés de apellido Oughourlian. Era evidente que las críticas de Iglesias al poder mediático estaban también dirigidas al ilustre director de la W.
Dijo Iglesias, entre otras cosas que las televisiones y las radios son normalmente propiedad de millonarios y “que es muy raro que un millonario entienda que su labor es ser una suerte de filántropo que defiende la libertad de información. Cuando un millonario tira un periódico o una radio jamás va a permitir que ninguno de sus empleados trabaje contra sus propios intereses, esto es de primero de ciencias políticas.”
Julito obviamente se sintió aludido, carraspeó y dijo: “pues yo no sé don Pablo, pero aquí donde yo trabajo, que es una empresa española, en Caracol, una empresa de Prisa, a nosotros nunca nos han dicho cuáles son los intereses ni a quién debemos entrevistar.” Es decir, según Julito, la W es un medio independiente, incluso de los dueños de la emisora.
Hábilmente Iglesias le respondió: “Yo lo invito a usted a que critique en público al presidente y principal propietario de Prisa, al señor Oughourlian, a que haga una información que afecte mucho a este señor y ya veremos si le llaman a usted por teléfono o no. Una vez a Noam Chomsky lo entrevistaba un periodista y le decía algo parecido a lo que decía usted: depende de lo que usted diga, seguramente usted está convencido de todas las cosas, pero yo estoy convencido que si usted dice determinadas cosas que afectan a los propietarios de su empresa, estoy convencido que le llamarán la atención”.
Hábilmente también Julito no asumió el planteamiento como una hipótesis y respondió:
“Pero me llama la atención que usted diga que trabaja en Prisa y que me pregunte que si yo digo algo contra el señor Oughourlian ¿usted tiene algo que debamos saber contra él para comentarlo?
Iglesias le reiteró que no se trataba de que tuviera información en concreto sobre el dueño de Prisa sino de una pregunta general: “¿Puede un periodista escribir contra el dueño de la empresa en la que trabaja? Yo creo que esa es una pregunta interesante.”
Julito respondió lo siguiente: “Pues ahí es donde está la independencia del periodista con el dueño”.
Iglesias clavó otra banderilla:
“Bueno, pero la independencia también tiene que ver con su sueldo, yo entiendo perfectamente que alguien que tiene que pagar una hipoteca, que tiene hijos, diga yo no puedo enfrentarme con lo pequeño que soy, yo solo tengo un salario y una nómina, no puedo poner en riesgo el futuro de mi familia convirtiéndome en una suerte de héroe del periodismo porque no soy Kapuscinski. Por eso precisamente sería tan importante el evitar que los grandes bancos, que las grandes multinacionales, que los grandes poderes económicos puedan ser los dueños de los medios de comunicación porque es muy difícil que un periodista por honesto que sea se pueda permitir convertirse en un héroe contando determinadas cosas”.
Hasta este punto la respuesta de Julito fue una respuesta estándar de los periodistas que trabajan para medios en manos de millonarios: a mí nunca me han dicho a quién entrevistar ni me han coartado mi libertad de expresión. Lo cual podría ser cierto. Pero por eso Iglesias le hizo una pregunta hipotética: ¿Qué le pasaría a Julito si hiciera un programa de investigación criticando al dueño de Prisa? Lo que ocurre es que nunca haría eso, ni tampoco se atrevería a hacer investigaciones, difundir información o criticar al dueño de Prisa o a otros millonarios. Julito sabe que eso no se debe hacer. Además, es muy posible que comparta claramente los valores y orientaciones de los millonarios, que se identifique con su interpretación del mundo, etc., etc. De hecho, por eso es por lo que está en la empresa dónde está. Si Julito fuera un periodista comunista o socialista o simplemente progresista que criticara los monopolios y oligopolios en los medios de comunicación y sus consecuencias nefastas, o que criticara las grandes ganancias comparadas con la baja participación de los salarios de las empresas de comunicación, pues nunca lo contratarían. Julito no está en el lugar equivocado y no le interesa para nada entrar en contradicción con los patronos. Muchos periodistas no miran ciertas cosas, no hacen ciertas preguntas, lo cual es apenas lógico porque como dice Iglesias, deben preocuparse por el bienestar de sus familias.
La defensa de los millonarios se le salió a Julito en su siguiente réplica a Iglesias: “¿Y si no son los ricos, los empresarios, los que sostienen los medios, de dónde sacamos el dinero?” Julito, claramente, no concibe otro mundo: en este mundo los ricos tienen la plata y por tanto tienen un derecho divino a ser los dueños de todo lo que puedan comprar. Con lo cual Julito se identifica claramente con los ricos y los millonarios. Si Julito viviera en una sociedad esclavista y de servidumbre diría lo mismo: pero si los amos y los señores feudales no pagan a los bufones ¿Quién los pagaría?
Iglesias le respondió diciendo que el hecho de estar los medios en manos de los millonarios y la elevada concentración conducen precisamente a que no haya pluralidad en la información ni condiciones para la independencia de los periodistas, lo cual viola el derecho a la información y en particular de recibir información veraz e imparcial. Por esto, propone que se amplíen los medios de comunicación a diferentes sectores sociales con apoyo público.
Julito empieza a exasperarse y le dice a Iglesias: “Don Pablo todo eso suena muy interesante, muy bonito pero muy romántico. No me ha contestado la pregunta: ¿si no es un empresario como el grupo Ambert o si no es un empresario como el que tiene la propiedad del New York Times, quién paga los salarios de los empleados, es decir, ¿quién paga los 500 empleados de Prisa? Obviamente, Julito no concibe otro mundo.
Iglesias le dice que los medios de comunicación deberían financiarse en buena medida por el Estado con impuestos pagados por los millonarios. Julito riposta: ¿O sea que usted sería amigo de que todos los medios de comunicación fueran públicos?
Iglesias le responde que no ha dicho que todos los medios deben ser públicos. Y le pregunta entonces si el ejército, la policía, los tribunales, los hospitales, las escuelas, deberían ser pagados por los ricos. Todo esto cuesta mucho dinero y la mayoría lo paga el Estado; algo similar debería ocurrir con los medios de comunicación que también ofrecen un servicio público. ¿O habría que entregarles a los millonarios la contratación de los ejércitos?
Examinemos algunos planteamientos de Julito. Julito no es un hombre teórico, es un hombre práctico utilitario. Sabe moverse en este mundo como pez en el agua. Tiene claro que para tener poder y darse gusto en esta vida (en su programa frecuentemente nos cuenta lo que ha disfrutado en viajes, restaurantes finos y vinos costosos) hay que tener dinero y ha sido muy hábil en la vida para conseguirlo. Para Julito el único mundo posible es el capitalista y por tanto es apenas natural que sus referentes ejemplares sean los capitalistas y especialmente los más ricos. Por eso cuando entrevista a un capitalista usualmente es muy amable y respetuoso, por no decir lambón, muy diferente de cuando entrevista al alcalde de un municipio pequeño, a un funcionario público sin mucho poder, o a un sindicalista, casos en los cuales es un implacable inquisidor. Julito sabe de qué lado hay que estar en esta sociedad.
Pero el asunto no se queda en este nivel superficial. Julito es partidario del sistema capitalista, lo considera el mejor esquema existente. Por eso, puede que eventualmente critique a algún capitalista en particular porque haya cometido alguna conducta ilegal o indebida, pero ni se le pasa por la cabeza criticar al capitalismo como sistema. Desde esta perspectiva, Julito está plenamente sintonizado con los dueños de la sociedad, comparte su visión del mundo y sus valores, y por tanto no sería necesario nunca censurarlo; Julito es sincero en sus creencias. Si Julito fuera marxista nunca habría llegado al puesto en el que se encuentra.
Por esto Julito pregunta, con candor, ¿si no fuera por los ricos, quién entonces pagaría nuestros sueldos. Ni se le ocurre pensar que pueda existir una sociedad sin capitalistas con derecho a comprar a las personas no capitalistas.
De otra parte, a Julito no se le ocurriría nunca investigar o indagar sobre las prácticas de los dueños de la empresa en la cual trabaja. Él sabe que si quiere conservar su puesto no debe patear la lonchera. Es posible que nunca lo regañen ni lo llamen al orden, porque él sabe cuáles son las reglas y las respeta: nunca se atrevería a hacer algo que molestara a sus patronos. Bobo no es. Juanita León tampoco hará una investigación a fondo, con investigadores independientes sobre las prácticas laborales de Quala, la empresa de su papá, de la cual ella también obtiene beneficios. Ni boba qué fuera. Y a Daniel Pacheco o Carlos Cortés, tan incisivos e independientes, quizá nunca se les ocurra iniciar un estudio sobre posible explotación laboral en Quala. Igualmente, nunca un periodista de El Tiempo realizará una investigación sobre las prácticas empresariales de don Luis Carlos Sarmiento. No es necesario decirles cuáles son los intereses de los dueños ni indicarles a quien entrevistar. Estos periodistas y Julito en particular saben cuáles son dichos intereses y a quién no deben entrevistar.
Pablo Iglesias se llevó por delante a Julito. Evidentemente es mucho más preparado y con mejor formación intelectual. Pero, curiosamente se quedó, en mi opinión a mitad de camino. Iglesias en esta entrevista crítica los monopolios y oligopolios mediáticos, señala con agudeza las consecuencias que esto genera, pero no critica al capitalismo como sistema sino ciertas fallas del capitalismo. En esto razona como los economistas dominantes que consideran que el sistema capitalista y el mercado son la mejor organización social existente pero que tienen algunas fallas, como los monopolios o la no provisión de ciertos bienes públicos en forma adecuada. Iglesias considera que la información es un bien público (igual que Olga González), que los monopolios restringen la provisión de este bien público y que por tanto el Estado debe intervenir para corregir estas fallas. Como si en un Estado capitalista este pudiera actuar en contra de las tendencias e intereses de fondo de los capitalistas. Valga señalar que Iglesias no utilizó nunca en la entrevista el término modo de producción capitalista, o la palabra capitalistas: habló de ricos y millonarios, lenguaje superficial y engañoso. Iglesias parece muy radical, pero finalmente no lo es, no cuestiona el capitalismo a fondo.
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[1] https://www.youtube.com/watch?v=Ba_X0svsdRY
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: Republica.com
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