Para Fernando Londoño las protestas del 21N y días siguientes son un complot comunista: “Pero el problema es otro. El problema no está en la gente que grita y abolla cacerolas, en los idiotas útiles. El problema está en que hay una revolución comunista ad portas, movida por Cuba, por Maduro y por Petro, y por las Farc y los Verdes, que el presidente no nota en la mitad de la trifulca. Y por eso estamos donde estamos.”[1] Y enfatiza: “Como no somos micos para andar por las ramas, con los pies en la tierra digamos que la marcha del próximo jueves 21 es de estirpe comunista, con medios comunistas y finalidades comunistas”[2]. El mismo dice que “A unos cuantos parecerá equivocada o exagerada esta sentencia.” Los protestantes, de acuerdo con esta interpretación, son idiotas útiles del comunismo. Esta delirante interpretación, sin embargo dice más de lo que parece; los sectores dominantes están viendo siempre el fantasma del comunismo, que adopta formas muy amplias desde la intervención del Estado a favor de los trabajadores, pasando por la socialdemocracia hasta las formas socialistas de organización de la producción.
En el otro extremo se trata solamente de la expresión democrática de un malestar y una indignación contra el gobierno de Duque. Por ejemplo, Héctor Riveros señala que se trata fundamentalmente de una protesta contra el gobierno de Duque debido a sus malas políticas y que el gobierno hábilmente ha tratado de convertir en una protesta social contra la situación, contra unas determinadas estructuras. En medio de estas posiciones hay muchos matices que conviene examinar para tratar luego de encontrar algunos elementos en común en medio de tanta diversidad y diferencias.
El Comité del Paro le da énfasis a los temas estructurales: “El único cansancio que tenemos es con la desigualdad, la pobreza, la falta de oportunidades para los jóvenes, con la violencia, la corrupción, la inseguridad, el desempleo y los empleos precarios, el modelo económico que genera muchos privilegios para unos pocos y la ineptitud gubernamental.” Muy probablemente este modelo económico es el neoliberalismo.
Vargas Lleras[3] reconoce que hay “descontento generalizado y baja aceptación de la gestión del gobierno” y a continuación señala que es una estrategia continuada que irá hasta las elecciones de 2022 con el propósito de mantener un clima de agitación que haga muy difícil gobernar (No lo dice explícitamente, pero parecería estar refiriéndose a Petro, como lo hace el gobierno).
María Isabel Rueda señala que hay que escarbar mucho para descubrir que es lo que la protesta está diciendo pero finalmente acepta: 1) la existencia de un común denominador, el disgusto contra el gobierno y con la forma como Duque está gobernando; 2) la existencia de un malestar más amplio, de “gente frustrada”, descontenta con la sociedad y el Estado durante décadas, de cuentas históricas. Y señala que ni siquiera el hecho de que el país tenga un crecimiento “respetable” del 3,3% al 3,5% calma los ánimos, esto debido a que hay “mediocridad e injusticia”.[4]
Mauricio Vargas reconoce positivamente la protesta como forma pacífica de reivindicación[5] y acepta la existencia de muchos motivos de descontento[6] pero advierte sobre el interés del Petrismo de lograr mediante la protesta lo que no logró en las urnas y nos previene contra las funestas consecuencias del socialismo[7] y del propósito de tumbar al gobierno[8].
El Editorial de El Tiempo el 24 de noviembre[9] reconoce la existencia valida de inconformismo pero le preocupa que no sea clara en sus propuestas para llevar a un escenario de diálogo. Considera importante revisar y reconocer los avances logrados por la sociedad, que han sido grandes y explorar los ajustes necesario para conseguir un mejor nivel de vida[10].
Héctor Abad Faciolince afirma que la gente tiene razón de protestar en la calle y que algunos puntos son “obvios y fáciles de compartir”, como no asesinar líderes sociales, pero en otros casos no son realistas las peticiones, por ejemplo, mejorar los salarios de todo el mundo. Señala que no hay respuesta a cómo hacerlo[11]. Abad Faciolince plantea un punto clave: dentro del capitalismo subir los salarios no es una muy buena idea (no es realista)…para los capitalistas, pero esto se disfraza de responsabilidad con la estabilidad económica.
Uprimny señala que los motivos de protesta son muy diversos pero que ha tenido un elemento en común, la indignación con el gobierno de Duque, que está desconectado del país[12]. Piedad Bonnet[13] considera que la protesta es contra el desgobierno de Duque, pero también contra las políticas neoliberales, con lo cual amplía el objeto de la protesta. Mauricio Botero le echa la culpa de la protesta a Petro, quien anunció resistencia al terminar las elecciones[14].
De la Calle considera que hay motivos reales de insatisfacción, en especial en la inadecuada distribución del gasto social y en la falta de solidaridad de los ricos: “los ricos deben entender que la tributación es el camino para robustecer la solidaridad”. Sueña con un crecimiento económico más equilibrado e incluyente y con el acceso de los campesinos a la tierra.[15] Ramiro Bejarano considera que la protesta va dirigida principal y exclusivamente contra el gobierno[16].
Héctor Riveros reconoce que la protesta es resultado de múltiples insatisfacciones sociales y enfoca su crítica en el gobierno de Duque que representa al viejo mundo y no al mundo de los millenials o centennial, quienes en su opinión cuestionan la autoridad desde el primer día. Señala que es necesario hacer cambios sociales[17]. Insiste en que la protesta se concentra en Duque y que este ha sido hábil: “ha conseguido que, por ahora, la conversación sea con la sociedad y no con los promotores del paro. Ha impuesto el relato de que la protesta es contra la situación y no contra el gobierno”. Y “la falta de peticiones concretas permitió que el gobierno hábilmente construyera el relato de que la gente estaba reclamando más bienestar y no que estaba protestando por la gestión del gobierno. Eso abrió la puerta para decir que los problemas eran estructurales y que no habían sido creados por el gobierno.”
Sergio Clavijo considera que en buena parte la protesta radica en que se ha logrado sacar de la pobreza a muchas personas que al convertirse en “clase media” tienen mayores aspiraciones y exigencias; los más pobres se conforman con tener acceso al agua, menos mortalidad infantil y una buena comida al día[18]. Es de los pocos analistas que se refiere al capitalismo, para destacar su aparente desempeño exitoso al reducir las tasas de pobreza en las últimas décadas y lograr la expansión de la clase media. Frente a esta situación le parece paradójico el estallido.[19] De la Calle comparte que la clase media que ha crecido tiene el temor de volver a la pobreza. Nicolás Uribe se sorprende de que no se reconozcan los avances que ha tenido el país.[20]
Sara Tufano considera que el paro nacional del 21N fue un catalizador del descontento popular debido a una confluencia de factores externos e internos siendo un factor relevante el proceso de paz con las FARC, que puso en la agenda una serie de demandas postergadas y recogió aspiraciones de muchos sectores. Señala que hay una crisis, no solo de la extrema derecha sino una crisis de la política institucional y de la representación política, que tomó por sorpresa a los partidos políticos. La respuesta esta en las calles donde la gente está proponiendo soluciones concretas a sus problemas[21]; pero además de estos asuntos concretos, se trata de que se ha postergado la discusión sobre el tipo de Estado que queremos.
Luis Sandoval considera que hay una jubilosa insurgencia de los subalternos[22], un rugido del constituyente primario; los subalternos son básicamente las clases medias y bajas. Considera que el movimiento es una formidable acción colectiva por un cambio y señala que se trata de una “victoria permanente” de los subalternos, que se ha expresado en los resultados de las elecciones electorales, la consulta anticorrupción y las elecciones territoriales.
Según Uprimny[23] el gobierno tiene un diagnóstico equivocado, considera que las protestas son “desórdenes impulsados por quienes perdieron las elecciones” y quieren ganar en las calles lo que perdieron en las urnas. Para el gobierno estamos frente a un problema de orden público y no frente a una profunda insatisfacción social.” El gobierno puede seguir basado en este diagnóstico dando una respuesta de orden público y con un estado de sitio de facto “o puede asumir un liderazgo para encauzar democráticamente la crisis, si abre espacios de concertación y participación genuinos y eficaces, y toma medidas que muestren voluntad real de responder a las demandas sociales y de paz”.
De la Calle piensa que falta solidaridad de los ricos en la distribución de la riqueza: “La clave central ya la dijo Mockus: todos ponen. Un nuevo pacto social implica un enfoque totalmente nuevo del gasto público, un serio compromiso de los ricos con la solidaridad, pero también comprensión de parte de los protestantes sobre las limitaciones”.
Ramiro Bejarano se enfoca también en la crítica al subpresidente Duque haciendo énfasis en su incapacidad, pero destaca el predominio de los empresarios en el gobierno. En una línea similar a la de la Calle menciona que en Chile los empresarios se están preocupando por la distribución de la riqueza[24].
William Ospina presenta con su usual superficialidad una lista de los temas en los cuales “estamos cansados” (no dice quiénes son los cansados)[25]. Dentro de esta lista de temas amplios (la educación, la salud, el ambiente, los ingresos, la voracidad de los bancos, etc.), se refiere a un modelo económico, político y social: “De un modelo donde solo somos ciudadanos cada cuatro años, lo cual es bueno para el poder”; “De que las decisiones que nos afectan a todos solo consulten el interés de las corporaciones y la voluntad de los políticos”; “Estamos cansados de tener una juventud sin ingresos, una ciudadanía sin oportunidades…”; De la voracidad de los bancos; “Cansados de un modelo que les mezquina las monedas a los pobres para poder entregar los billones a las grandes maquinarias corruptas que cumplen con todos los trámites”; “De que inventen estratos y castas para que cada uno de nosotros quiera ser más que el otro, de que nos dividan para beneficio de ellos, que siempre están unidos para devorarnos”. Como es usual en Ospina, aparentemente es muy crítico, pero se queda en categorías confusas (ellos, nosotros) y no va al fondo del modelo, no reconoce que existan clases y conflictos entre ellos ni se refiere a la naturaleza del Estado.
Mario Valencia: “Lo que reclama la juventud latinoamericana y los movimientos sociales no son migajas asistencialistas, sino oportunidades de progreso y bienestar, solamente posibles de conseguir con una mayor y más efectiva intervención del Estado en la economía, buscando un relativo equilibrio entre la creación de riqueza y la forma como está distribuida.”[26]. El comunicado de 576 profesores también hace énfasis en un cambio estructural: “El país requiere un cambio estructural que siente bases para el desarrollo enfocado en equidad”[27]. Pero no precisa cuáles son las estructuras a cambiar.
Elementos en común dentro de la diversidad
La revisión de los análisis de diferentes analistas muestra claramente que en su gran mayoría se ubican en una interpretación que considera que es posible lograr resultados dentro del capitalismo y que las protestas tienen sentido en la medida en que buscan garantizar derechos que están establecidos en la Constitución. Algunos de ellos, los más claramente defensores del capitalismo consideran que el modelo económico viene obteniendo resultados muy valiosos (por ejemplo, reducción de la pobreza) y se declaran sorprendidos de la protesta de la gente a pesar de dichos resultados. Prácticamente ningún analista es crítico del capitalismo como forma de organización social y económica, de hecho casi ninguno de ellos siquiera se refiere al capitalismo, como máximo se critican las políticas neoliberales, sobre las cuales se descargan la mayoría de responsabilidades en el deterioro de condiciones de vida de la gente.
William Ospina, por ejemplo, escribe un texto que es una obra maestra de eufemismos y sintetiza la división en clases de la sociedad en una muy poco profunda distinción: ellos y nosotros. Pero esto es también una característica de la mayoría de autores que se refiere a las clases trabajadoras (asalariadas y por cuenta propia) con categorías muy poco precisas como desvalidos, subalternos, clases bajas y medias, pobres, ciudadanos, etc. En general el análisis sociológico se caracteriza por una extrema pobreza.
Se comparte la expectativa de que el gobierno cambie, que atienda las peticiones, que escuche. Se comparte la ilusión de muchas personas sobre la posibilidad de tener un capitalismo bueno y un buen gobierno. Incluso algunos, como De la Calle llegan a la tierna propuesta de apelar a la solidaridad de los ricos para que compartan sus riquezas con los pobres.
En medio de la gran diversidad de reclamos y propuestas, así como de interpretaciones, resulta claro: 1) Que hay un enorme malestar por parte de las clases trabajadoras; 2) Que todos los participantes tienen en común no ser capitalistas o ser capitalistas pequeños o en proceso de transición; la gran mayoría son trabajadores asalariados (empleados o desempleados) o vinculados en el rebusque de un ingreso en actividades por cuenta propia que también son en buena medida dominados por las relaciones capitalistas de producción (los campesinos por parte de los comerciantes y el capital financiero, los vendedores ambulantes por las grandes empresas capitalistas, etc.); 3) que el elemento en común es el bajo nivel y la tendencia a reducir aún más los ingresos y condiciones de vida de las clases trabajadoras por la vía de sus ingresos directos (desde los jóvenes a los cuales se ofrecen bajos salarios, desde el bajo nivel del salario mínimo para la gran mayoría de trabajadores hasta las míseras pensiones de los adultos mayores) o indirectos (reduciendo el gasto público social, los subsidios, etc.). Hay una gran unidad en cuanto al deterioro de las condiciones materiales de vida, a pesar de la aparente diversidad de los grupos de protestantes. También tienen en común que son grandes masas de trabajadores que no tienen prácticamente ningún papel en la toma de decisiones sobre los aspectos fundamentales que inciden en sus condiciones de vida.
Finalmente, los análisis de la mayoría de escritores refleja un sentimiento común en las masas trabajadoras, la creencia casi ciega en un cambio del Estado y del gobierno a favor de sus intereses. Esta posición la reflejó claramente una niña de menos de 10 años Allison entrevistada por el congresista Alexander López[28]. Con una extraordinaria capacidad de expresión y gran convicción Allison indicó que protestaba por los 18 niños muertos y por Dilan y señaló que el gobierno y el país tiene que cambiar porque las cosas no pueden seguir así; planteó que se le exige al gobierno que cambie, que vea el otro lado del país, que ayude a la gente, que no mate, que sea justo, que se garanticen los derechos. Es una expresión clara y emotiva de sus deseos.
Lo preocupante es que la mayoría de protestantes y analistas no supera en su interpretación de la situación el nivel, meritorio, alcanzado por Allison.
Contrario a lo que piensa Fernando Londoño, la mayoría de protestantes y analistas no ve más allá del sistema capitalista. No son idiotas útiles del comunismo sino del capitalismo.
____________________________________________________________________
[1] https://www.las2orillas.co/el-presidente-que-no-oye/
[2] https://www.las2orillas.co/comunistas-a-marchar/
[3] https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/german-vargas-lleras/marchas-y-reformas-columna-de-german-vargas-lleras-436672
[4] https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/maria-isabel-rueda/colombia-hablo-pero-que-dijo-columna-de-maria-isabel-rueda-436678
[5] “Empiezo por la noticia buena: habla bien de nuestra imperfecta democracia que cientos de miles de colombianos, la mayoría de ellos jóvenes, hayan escogido las marchas, memes, grafitis, cánticos y pancartas como mecanismo pacífico de protesta, en un país en el que, hasta hace pocos años, el principal recurso de la rebeldía eran los asaltos armados, las extorsiones y los secuestros.”
[6] “Con las jornadas de esta semana quedan en evidencia mil y un motivos de descontento, que van desde la precariedad económica que sufren millones hasta la indignación que entre los animalistas despierta que –con cuotas limitadas y solo para pesca artesanal– aún haya captura de tiburones en nuestras costas, pasando por la corrupción de sectores de la clase política. Y muchos motivos más.” “Y, claro, está la gente, miles y miles de jóvenes que marchan y protestan por válidas razones, pues nadie puede estar contento con el alto desempleo, ni con la persistencia de la violencia, ni con la corrupción ni con el deterioro del medio ambiente.”
[7] “Un sector tan minoritario como altamente agresivo y violento, incluso criminal, aprovechó la movilización de más de 200.000 personas en las ciudades para dar un peligroso salto cualitativo a las protestas y convertirlas en un instrumento insurreccional, lo que apunta a debilitar e incluso tumbar el Gobierno, como si el objetivo del petrismo radical –protagónico en esto–, tras perder las presidenciales de 2018 y obtener pobrísimos resultados en las regionales de octubre, fuera el de conseguir, por la vía de un alzamiento popular, el poder que las urnas le han negado.”
[8] https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/mauricio-vargas/buenas-y-malas-intenciones-columna-de-mauricio-vargas-436680
[9] https://www.eltiempo.com/opinion/editorial/hora-de-escuchar-editorial-de-el-tiempo-436670
[10] Es el momento para que el Presidente ejerza un liderazgo claro que consiga unir al país en torno a la tarea de revisar con serenidad lo logrado hasta ahora como sociedad –que no es poco y que de ninguna manera puede demeritarse– para encontrar la forma de hacer los ajustes que sean necesarios, en aras de alcanzar un mejor nivel de vida para más colombianos.
[11] “La gente que está en la calle tiene razón al protestar por lo que protesta. En algunos casos sus demandas son obvias y fáciles de compartir: no matar indígenas ni líderes sociales. Claro. Pero, ¿mejorar los salarios de todo el mundo? Si, sería muy bueno. Lo difícil es darle la respuesta a la pregunta más simple: ¿cómo?” El Espectador, 24 de noviembre, página 64.
[12] “Segundo: las razones de la protesta son múltiples: algunos enfatizan las reformas pensional o laboral que algunos ministros han planteado; otros cuestionan la reforma tributaria en curso; otros invocan el incumplimiento del Acuerdo de Paz, los asesinatos de líderes sociales y reinsertados, la violencia contra los indígenas, afros y campesinos, el bombardeo a niños, el fracking, etc. A pesar de esta diversidad, la protesta tuvo un elemento en común: fue una movilización masiva contra el gobierno Duque que está desconectado del país” (p. 65). El Espectador, 24 de noviembre, pág. 64)
[13] El Espectador, 24 de noviembre, página 65
[14] El Espectador, 24 de noviembre, página 66, “El ruido de las chicharras”.
[15] “Los poderosos: el régimen pensional sin solidaridad es injusto. La salud: si bien ha aumentado cobertura, la excesiva pasión por el lucro es dañina. El gasto social es insuficiente y mal aplicado. Los ricos deben entender que la tributación es el camino para robustecer la solidaridad. El crecimiento económico no solo debe ser mayor sino más equilibrado e incluyente. El acceso de campesinos a la tierra no es una ideología sino una necesidad. El cambio climático es una realidad. La inequidad es la gran enfermedad de la sociedad. El sistema educativo nos divide. La corrupción nos destruye. El clamor de la sociedad profunda no fue importado por el Foro de Sao Paulo.” El Espectador, 24 de noviembre, p. 66.
[16] “Después de las multitudinarias movilizaciones ya no habrá excusa para que este gobierno no entienda que lo que quedó plasmado en todas las calles el histórico 21 de noviembre fue el más grande reclamo colectivo que se haya hecho a un gobierno. El problema ya no es siquiera que los colombianos no estén de acuerdo con el subpresidente, sino que no le creen nada y están hartos de su gobierno.” (p. 67) El Espectador 24 de noviembre, p. 67.
[17] Quedarse en rechazar vandalismo sin proponer un solo cambio en materia social o económica solo conduce a tensionar la piola hasta que se revienta. Defender el statu quo en las actuales condiciones solo producirá el resultado contrario.”
https://lasillavacia.com/opinion/sensacion-desgobierno-74631
[18] “Los galardonados con el Premio Nobel de Economía (Duflo, Banerjee y Kremer) han conducido diversos experimentos que muestran cuán poderosa es la fuerza social “aspiracional”: aquellos que salen de la pobreza quedarán socialmente en paz al ganar acceso al agua, reduciendo la mortalidad infantil y asegurando una buena comida al día, pero la clase media luce insaciable e incontenible cuando se extienden subsidios solo temporales al transporte, la energía o la educación. Este estrato medio se ha embarcado en niveles exigentes de gasto y deuda, luego al mermar los subsidios, estos sienten más tensión financiera que los estratos más bajos.”
[19] No es que el sistema democrático capitalista haya fracasado; de hecho, ha triunfado también en América Latina al reducir en las tres últimas décadas las tasas de pobreza del 50 % hacia cerca del 25 % de la población, y las de indigencia del 30 % hacia el 15 %. La contrapartida de este desarrollo económico y social ha sido la expansión de la clase media hasta representar cerca de un 32 % del total. Todos estos indicadores son aún mejores en Chile, y sin embargo se tiene un estallido social que inclusive reclama reescribir su Constitución. El Tiempo, 24 de noviembre. https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/sergio-clavijo/hervideros-sociales-y-la-balanza-centrista-columna-de-sergio-clavijo-436682
[20] “Pero también me ha sorprendido la escasa capacidad en el ambiente para reconocer que nuestro país ha progresado y que, a pesar de la distancia que aún existe entre la realidad y nuestras aspiraciones, Colombia es sin duda un país mejor del que teníamos hasta hace apenas unos lustros.” “…una generación que de lejos es la más educada y con mayores oportunidades de la historia de Colombia”
[21] De otra parte, los partidos “no se han dado cuenta de que la respuesta está en las calles: en el movimiento de mujeres, de jóvenes, de trabajadores, en los pueblos negros e indígenas” Y continúa, refiriéndose a todos estos grupos: “Ellos no están pensando en las próximas elecciones, sino en soluciones concretas para sus problemas: mejores salarios, mejores pensiones, más empleos, educación superior pública y gratuita, acceso a la salud, mejor transporte público, protección de recursos naturales, entre muchas otras. Que sean los que están en las calles los que tengan la vocería y hablen con el gobierno”. El Tiempo, 29 de noviembre
[22] https://www.elespectador.com/opinion/la-jubilosa-insurgencia-de-los-subalternos-columna-892872
[23] El Espectador 1 de diciembre de 2019
[24] Critica a Bedoya, presidente del Consejo Gremial quien señala que “aquí no hay crisis”. Para Bejarano, son empresarios que “creen que el Gobierno debe estar solo al servicio de sus voraces intereses.” (Bejarano piensa que no debería ser así, pero la realidad muestra que es efectivamente así; son empresarios capitalistas, es un Estado capitalista). Menciona que en Chile los empresarios entendieron que deberían redistribuir: “Los empresarios chilenos entendieron el drama y uno de los más ricos exhortó a sus colegas a distribuir riquezas” (Luego el asunto es de distribución de riquezas, pero no de distribución de la producción). El Espectador 1 de diciembre de 2019, p. 46.
[25] https://www.elespectador.com/opinion/estamos-cansados-columna-893621
[26] https://www.las2orillas.co/no-somos-iguales/, 2 de diciembre de 2019
[27] https://www.eltiempo.com/bogota/profesores-de-universidades-hacen-llamado-a-lideres-a-dialogar-y-rectificar-el-rumbo-del-pais-439696
[28] https://twitter.com/alexlopezmaya/status/1199797968490172416
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de Marca
Deja un comentario