Esa prensa está jugada por la oposición al presidente a como dé lugar, y obra como si fuera patrocinado cada comentario contra Petro por algún mecenas, que, como las brujas, no hay que creer en ellos, pero que los hay los hay. A la gran prensa le resulta aberrante que Petro gobierne, que baile, que duerma, que ría, que coma, que hable, que respire… Por supuesto, que haya viajado a una cumbre sobre la crisis climática le parece un despropósito, si no hubiera ido sería otro igual. Pero en este caso las voces opositoras sí llevan algo de verdad entre su batería de falsedades: Marcan una posición ideológica.
Porque en materia ambiental la extrema derecha ha hecho dogma de la depredación del medio ambiente, que es una extensión de un viejo principio mercantil: El lucro por encima de todo. El eje Trump, Bolsonaro, Duque, que tanto martirizó a la humanidad, tenía como credo común el desprecio por la crisis climática, junto al racismo, el ultraje a la democracia, y el culto al mercado. No en vano durante el anterior gobierno se deforestó cerca de un millón de hectáreas de la Amazonía, se mató a más de 611 líderes ambientales, se promovió la minería en los páramos, se inició el fracking, se engavetó el acuerdo de Escazú, … El rosario de perlas es largo, a pesar de algunas declaraciones lacrimosas por el medio ambiente del uribismo en el poder, la práctica fue arrasar, sin que algunos de sus portaestandartes, como la señora Cabal, se ruboricen al afirmar que es legítimo devastar las selvas del mundo. La lucha contra el calentamiento global sí es un asunto político, y parte las aguas entre la izquierda y la derecha.
Los razoneros criollos son depredadores vergonzantes, para descalificar al presidente Petro inician con el estribillo: “¡Claro que hay que descarbonizar!” “¡Claro que hay que hacer la transición energética!” “Pero…” y ese pero resulta un remedo de argumentación: “¡Tenemos que aprovechar nuestros recursos petroleros!” Como si fuéramos un país petrolero; “¡no podemos empobrecernos!” Como si el petróleo y el carbón nos hubieran hecho ricos; “¡Quién va a escuchar a un presidente tercermundista!” Y ellos mismos ya esconden su propio credo, y tienen que informar a gotas que la mayoría de dirigentes mundiales habla un lenguaje similar. Pretenden desconocer que la derrota que sufrieron ellos, los medios de comunicación de los emporios financieros, fue también porque las mayorías nacionales votaron por conservar la biodiversidad y combatir el cambio climático.
Gustavo Petro, aunque visionario, es un hombre de un extraordinario sentido práctico. Sabía él que no iba a cambiar el mundo con un ensalmo de tres minutos, sabía, y lo advirtió, que las cumbres COP son un fracaso. Pero él enuncia un problema real, corroborable por científicos: Cambiamos el estilo de vida o perecemos.
Decía Estanislao Zuleta que se aprende marxismo sólo en medio de una lucha de clases, o psicoanálisis a la luz de la propia conflictividad, muy optimista el pensamiento del profesor, en este caso estamos tratando de entender la crisis climática atravesando su crudeza, pero ni así pueden los que han mudado el raciocinio al intestino y, con tal que a los progresistas les vaya mal, están dispuestos a siniestrar la nave del planeta.
Los planteamientos del presidente colombiano ya han sido enunciados en ámbitos nacionales e internacionales, y marcan una coherencia política. Mantiene el llamado, que es el mismo de las comunidades científicas mundiales, a descarbonizar la economía, así como el llamado a la paz mundial. Su liderazgo en la defensa de la selva amazónica, suma al gobierno de Venezuela, que por tener una economía basada en el petróleo se hizo tan vulnerable, y se espera que demás países que comparten Amazonas se comprometan. Y no se viene con las manos vacías, el propuesto Fondo para la Amazonía obtiene la primera donación: 25 millones de dólares.
Petro sigue predicando en el desierto el cambio de deuda por cuidado ambiental, no hay respuesta en estos cien días a la propuesta, pero, la causa apenas empieza y él es un luchador. Además, la única posibilidad de superar las deudas crónicas de estas sociedades, sin hacer otros daños, es redefinir la división mundial del trabajo, donde Colombia y sus vecinos, así como otras naciones en la misma latitud, dejen de ser extractivistas, y se especialicen en conservar la biodiversidad, en restaurar la naturaleza. En esta finalidad el tiempo corre a favor de la propuesta, las contingencias del invierno en EEUU y en Europa, o un par de temporadas de desquiciamiento climático, pueden lograr que cambiar deuda por gestión ecológica sea una realidad.
Curiosamente, la mayoría de comunidades indígenas colombianas asume tener como misión el mantener el equilibrio en la tierra, y a los connacionales de hoy antes que juzgar a Colón y a los conquistadores, nos aporta más encontrarnos con todas las etnias del país, y del continente, en la preservación de ese equilibrio ambiental que posibilita la vida en la tierra.
Al decálogo le quedó faltando elaboración. También le faltó un primer punto que rece que la vida es el valor superior de la humanidad; y que la economía debe articularse ya no en torno a acumular capital, sino sobre conservar la vida como su activo mayor.
Pese a todo, el liderazgo en el tema ambiental de Colombia con Petro al frente es insoslayable. Hoy es una voz de escaso eco, como lo fue cuando denunció la parapolítica en un congreso que aplaudía a rabiar a los jefes paramilitares; o cuando anunciaba que iba a ser presidente de un país rehén de la ultraderecha más antidemocrática del mundo. Moisés, tras varios reverses, se erigió en el gran líder de un pueblo, aunque su decálogo no prevalezca todavía sobre el culto al becerro de oro.
José Darío Castrillón Orozco
Foto tomada de: https://www.cali24horas.com/
Blanca Echeverri says
Debemos defender y erigir como bandera la propuesta de cambiar deuda externa por la gestión para preservar el ambiente.
Amelia Sánchez D. says
La prioridad debe ser y será cuidar el medioambiente y restaurar lo perdido. Pues por encima de todo esta la vida.