Científicos de todo el mundo han alertado y demostrado que las actividades productivas, extractivas, de transporte, comercio y consumo, han afectado seriamente los diversos ciclos biofísicos que regulan el clima, alterando seriamente el macro sistema planetario, cuyas evidencias se expresan en la intensificación, profundidad y cobertura de fenómenos naturales, como: lluvias, huracanes, ciclones, sequias, incendios, movimientos sísmicos y volcánicos, elevación o disminución extrema de temperaturas, todo esto, relacionado o asociado con las actividades humanas.
James Lovelock, científico inglés, autor de la teoría Gaia y dos interesantes libros, entre otros: La Tierra Se Agota – La Venganza De La Tierra, de editorial Planeta, afirma, que la humanidad ha cruzado el umbral – límite de resiliencia del Planeta y que en consecuencia, aun cumpliendo con los compromisos adquiridos multilateralmente por diversos Estados, en Paris, el colapso no irá más allá del año 2030. Reduciendo la población del mundo a un 20 % de la existente, hoy, que se desplazará sobre el hemisferio sur, en busca de condiciones para sobrevivir.
Lo ocurrido en el archipiélago de San Andrés – Providencia – Santa Catalina, donde no existen registros de fenómenos como el sucedido, simplemente constituye una campanada más de anuncio de lo que nos espera si no actuamos como especie, que ocupa una casa común en alto riesgo y cambiamos el rumbo, lo que implica una transformación profunda de la cosmovisión, cultura, psicología, economía, política y gastronomía.
El huracán Iota, fue tan grave, como lo es, la ola invernal en otras zonas del país, urbanas y rurales, que agrava la pobreza y demanda grandes inversiones del Estado. Un caso patético es el Chocó, en donde las condiciones de la población son en verdad infrahumanas en gran parte de su territorio, con grandes riquezas naturales, convertidas en causa de su pobreza, como diría Eduardo Galeano.
La situación no se resuelve sólo con medidas remediales, es urgente un replanteamiento de las prioridades nacionales, abordando medidas de mediano y largo plazo, inmersas en las demandas transicionales en diversos campos de la dinámica ambiental, socioeconómica, cultural y política del país.
El gobierno nacional, anuncia la llegada de casas prefabricadas a Providencia, lo cual prende las alarmas, dado que no se deben repetir los errores de otros lugares, dónde se imponen “soluciones” bajo el principio de lo “toma o lo deja”, sin concertar, coordinar, consultar, el sentir y el querer de las víctimas. Allí hay que llevar soluciones de vivienda blindadas contra los huracanes, sin perder el entorno que hace parte del hábitat ancestral de los pobladores. Los funcionarios que anunciaban esta “solución” hablaban de que estas unidades eran sismo resistentes, olvidando que Providencia no fue destruida por un sismo, si no por un huracán, a los cuales seguirán expuestos. Así como a la elevación de los niveles del mar ante el aumento de la temperatura en el planeta, que ya ha causado la desaparición de islas en otras regiones del mundo.
Echarle la culpa a la naturaleza con sus lluvias, en otros lugares del país, es algo infantil, teniendo en cuenta el daño causado a las cuencas hidrográficas con el uso inadecuado del suelo y las aguas, con la explotación imprevisiva de la minería, la deforestación compulsiva para ampliar pastizales y monocultivos, la destrucción de los humedales, y la apropiación de las rondas de los cuerpos de agua para convertirlas en la zona urbana en asentamientos humanos y en la zona rural en extensión de los potreros y cultivos hasta el lecho mismo de los ríos y quebradas, el no respeto a las pendientes de los terrenos que se convierten en cárcavas que escurren hacia las partes bajas causando desastres a su paso, en las ciudades, el sistema de alcantarillas se destruye por la acumulación de las basuras que la incultura ciudadana deposita sin vergüenza en ellas, el crecimiento del parque automotor y la descarga de tóxicos en las aguas continentales y marítimas. La naturaleza no es victimaría, es víctima, de la insensatez del modelo económico, social y cultural, vigente, que como ha dicho en su Encíclica Laudato Si, el Papa Francisco, es insostenible.
Jorge Eliécer Rivera Franco, Coordinador Movimiento Cívico Participativo Ser ciudadano
Foto tomada de: Univision
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