Después de la muerte del joven bachiller[2] Dilan Cruz, y de varios hechos relacionados con torturas, secuestros[3] y afectaciones en ojos y rostros de jóvenes marchantes, la exigencia del desmonte del ESMAD toma una fuerza inusitada. Sin duda, se trata de una fuerza que de tiempo atrás actúa bajo un carácter represivo- excesivamente violento-, en el marco de una confrontación armada (enemigo interno) que solo está en la cabeza de los agentes y oficiales que hacen parte de este grupo antidisturbios.
Es decir, los miembros de ese grupo de la Policía (civiles armados) parece que imaginaran que al frente tienen a un enemigo que no solo debe ser confrontado y controlado, sino afectado físicamente o “dado de baja” si es necesario. Se apela, en esa medida, a la misma táctica de quienes en las selvas se enfrentaron a las guerrillas: herir a varios miembros, porque ello implica que varios guerreros se deban ocupar de los heridos. Y en esas condiciones, lo que se debe proscribir es la cartilla con la que se forman ideológica y políticamente sus agentes. Cartilla que también sirve para la formación de oficiales y suboficiales de las fuerzas militares.
La cartilla a la que hago referencia alude a los discursos, a las lógicas, los principios éticos, valoraciones morales y a los procedimientos con los que suelen ser formados y adoctrinados los policías y militares en batallones y escuelas de formación para oficiales y suboficiales. El odio a los civiles y a la condición civil[4] es uno de esos principios con los que se forman agentes de la policía y militares. Además de la animadversión a todo lo que huela a izquierda, sindicalismo, y a la defensa del ambiente y los derechos humanos; y a todo aquel que ose criticar al Establecimiento o a un gobierno en particular. A lo que se suman, en particular, los profesores y estudiantes de las universidades públicas y privadas, convertidas en “nidos de guerrilleros”. No es gratuito que al joven Russi, secuestrado por varias horas por miembros de la Policía, lo llamaran “guerrillero”.
Después de firmado el Acuerdo de Paz entre el Estado y la entonces guerrilla de las Farc-Ep, se esperaba que esa cartilla sufriera ajustes, dado que ese “enemigo interno” se desmovilizó en un alto porcentaje, lo que sin duda modificó sustancialmente las características y las dinámicas de lo que se conoce como el conflicto armado interno.
Una vez silenciados los fusiles, desocupado el Hospital Militar Central y afectada la agenda mediática, la sociedad colombiana empezó a comprender, tardíamente, que el único y gran problema del país no era la guerrilla de las Farc, sino la corrupción y ahora, con más claridad, el manejo interesado del negocio de la guerra (compra de pertrechos, equipo militar y policial, incluyendo los implementos para el ESMAD).
Así las cosas, la discusión no puede girar exclusivamente alrededor del futuro del ESMAD. Por el contrario, se deben intervenir las escuelas de formación de policías y militares, con el claro propósito de proscribir los resquemores, aversiones y resentimientos que por décadas hicieron parte de la cartilla antisubversiva, anti izquierda y anticomunista con la que se formaron oficiales y suboficiales para enfrentar a un enemigo interno que en buena medida hoy ya no existe. Es un error trasladar a los estudiantes que hoy marchan y protestan por un futuro mejor, esa condición de “enemigo interno”. De continuar consolidándose esa representación social, habrá más muertos y la represión continuará hasta que el régimen de Duque se acerque, peligrosamente, a lo que el país vivió durante los gobiernos de mano dura (represivos) de Turbay Ayala (1978-1982) y Uribe Vélez (2002- 2010), con la aplicación de sus políticas de seguridad; el Estatuto de Seguridad, para el primero; y la Seguridad Democrática, para el segundo.
Otro elemento que hace parte de esa cartilla tiene que ver con la infiltración de las marchas por parte de agentes de seguridad e incluso, por propios elementos de la policía y del ejército, que en muchas ocasiones terminan afectando instalaciones privadas y estatales durante las protestas. Con esto no se pretende desconocer que dentro de las Universidades públicas actúan “capuchos profesionales en provocar disturbios y atacar a los policiales”.
Adenda: si la Policía es cuerpo civil armado, no se explica por qué el crimen de Dilan Cruz pasó a ser competencia de la Justicia Penal Militar.
[1] Tomado de: https://www.eltiempo.com/politica/gobierno/duque-visita-a-la-policia-y-el-esmad-y-les-agradece-por-labores-durante-el-paro-439226
[2] Recibiría su grado de bachiller horas después.
[3] Véase: https://germanayalaosoriolaotratribuna.blogspot.com/2019/12/retroceso.html
[4] Véase: http://laotratribuna1.blogspot.com/2011/03/el-desprecio-por-la-condicion-civil.html
Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
Foto tomada de:Revista Semana
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