Una ciudadanía inconforme podría finalmente recompensar con su confianza a quienes decidieron sacrificar su liderazgo individual y se están atreviendo a transitar los caminos inciertos de la unidad y la convergencia, con coherencia y estrategia para competir por la Presidencia de la República en el 2022.
No es una improvisación en favor de alguno de sus miembros, los que vienen del proceso de la Coalición Colombia participaron en la primera vuelta presidencial de 2018, con la formula Sergio Fajardo y Claudia López, ellos fueron: el movimiento Compromiso Ciudadano, un sector del Polo Democrático Alternativo, hoy expresado en el Partido Dignidad liderado por Jorge Enrique Robledo, y un sector mayoritario del Partido Alianza Verde en cabeza del Profesor Mockus, Claudia López y también del expresidente de la Asamblea Nacional Constituyente Antonio Navarro. Muchos de ellos han liderado desde hace más de 2 décadas el entonces sector independiente, que hoy lo rotulan como el centro político.
A ese esfuerzo continuo de construcción colectiva se han unido como la joya de la corona, el Nuevo Liberalismo, que en cabeza de los hermanos Galán obtuvo 1 millón de votos a la alcaldía de Bogotá, triplicando al candidato de la Colombia Humana liderada por Gustavo Petro.
Pero aún no están completos, todavía faltan por llegar otros actores, que identifican la Coalición de la Esperanza como un espacio colectivo, donde se construyen consensos a partir del trámite argumentado de las diferencias, pero donde con toda claridad no cabe la política tradicional.
Alejandro Gaviria.
El ex-rector de la Universidad de los Andes, y ex-ministro de salud, llega a la política como un fenómeno de opinión, que puede representar a un sector de las juventudes liberales y de las clases medias y altas con formación universitaria, quienes lo identifican como una alternativa a la política tradicional. Partió de valorar la experiencia del candidato presidencial del Partido Liberal en la primera vuelta del 2018, Humberto de la Calle Lombana, por lo que decidió recoger firmas antes de ser candidato del en otros tiempos glorioso partido liberal. A pesar de que aún no ha logrado despegar en las encuestas, puede convertirse en un excelente competidor que le dé una mayor emoción a la consulta de la Coalición de la Esperanza en las elecciones de marzo de 2022. Sin embargo, su escaso capital político se puede esfumar si no se diferencia con claridad de las directivas y congresistas del Partido Liberal, empezando por perder a su fans número uno, la Representante a la Cámara Juanita Goebertus.
Ingrid Betancourt.
Portadora de una imagen pública controvertida, que la reconoce como víctima del conflicto armado, pero que también le censura su intento de demanda contra el Estado que la rescató del cautiverio y la trajo a la libertad. Si decide reingresar a la política en esta campaña presidencial, encontrará como escenario la Coalición de la Esperanza, pues su participación en política la realizó a través de una expresión independiente denominada Partido Oxígeno Verde, por fuera de las maquinarias y que se planteó como alternativa a las prácticas tradicionales de la politiquería y la corrupción. No sabemos cuál pueda ser el respaldo que pueda convocar en una candidatura presidencial, pero sin duda en la coyuntura de polarización actual su participación se realizará en el contexto de la Coalición de la Esperanza.
La División Histórica de la Alianza Verde.
Al interior del Partido Alianza Verde, existen diferentes expresiones políticas con grandes diferencias en su percepción y comportamiento en el ejercicio de la política. Recuérdese que, en el 2013, se fusionaron el antiguo Partido Verde y Progresistas (léase Petristas), dando como resultado el Partido Alianza Verde. Esa realidad aún se expresa al interior del Partido, donde existen sectores afines a Gustavo Petro, que hoy son liderados por el Representante a la Cámara Inti Asprilla, y el exgobernador de Nariño, Camilo Romero, ambos hijos de antiguos militantes del M-19.
Sin embargo, hoy existen dos sectores que son los grandes electores al interior del partido, que han contribuido históricamente a la construcción de una alternativa política independiente o de centro, ellos son el sector liderado por el profesor Antanas Mockus, y el sector liderado por la hoy alcaldesa de Bogotá, Claudia López, ambos sectores han sido protagonistas de esta construcción de centro y van a jugar con la Coalición de la Esperanza.
Seguramente, la democracia interna al interior del partido determinará, que no existe coherencia al apoyar al Pacto Histórico, pues tendrán que competir por las curules al Congreso con listas diferentes. ¿Cómo podría Inti Asprilla, apoyar en la consulta del Pacto Histórico a Gustavo Petro, y al mismo tiempo ir en la lista de la Cámara de Representantes de la Coalición de la Esperanza?
Ojala Gustavo Petro no continúe impulsando la escisión del Partido Alianza Verde, como generó la del Polo Democrático Alternativo y el Partido Dignidad, pues se cumpliría el aforismo que sentencia que su liderazgo dividió a la izquierda y al centro, pero unificó a la derecha en su contra.
Derecha e izquierda contra el centro.
El nivel de polarización de la política del odio está llegando a niveles tan absurdos, que se ha alcanzado a plantear que los sectores independientes o el centro no existen. Negando al diferente, para poder aplicar el aforismo maniqueo de “Estás conmigo, o estás contra mí”. Esta estrategia unifica tanto a la derecha dura, como a la izquierda dura y pura, en contra de las opciones de centro que hoy encarna la Coalición de la Esperanza.
El centro incomoda por igual a la derecha que utiliza los organismos de control que ha cooptado para abrir procesos fiscales y penales contra Sergio Fajardo, como incomoda a la izquierda que aprendió a hacer la política ligada al odio caracterizándose como “antiuribista”. La verdad es que el Uribismo necesita de Petro, tanto como el petrismo necesita de Álvaro Uribe. Son caras de una misma moneda, caracterizada por sendos mesías, enviados por la providencia, que nos pretenden salvar del uno o del otro, pero su ambición nos condena a profundizar el odio y el miedo como medio de acción política. Por esta misma vía resultamos atizando la violencia liberal-conservadora en la década de los años 50.
El alcance de las encuestas.
En octubre y noviembre de 2017, la gran mayoría de las encuestas con un 18% daban como ganador en primera y segunda vuelta a Sergio Fajardo, sin embargo, fue superado por Gustavo Petro por 250.000 votos. Luego hoy va a la cabeza el que salió de primeras al partidor como candidato, ya que nadie puede considerar seriamente que Francia Márquez o Alexander López le van a ganar la consulta interna del Pacto Histórico a Gustavo Petro.
Lo que no dicen los analistas y la prensa es que con el 19.7% en la intención de voto que le da la encuesta del Centro Nacional de Consultoría y la Revista SEMANA a Gustavo Petro, estaría cerca del millón de votos por debajo de lo obtenido en la primera vuelta presidencial de 2018. Si en mayo del 2022, votan 20 millones de colombianos (en el 2018 votaron 19 millones) el 19% son 3.8 millones, y Gustavo Petro + Ángela Robledo obtuvieron 4.851.254 votos. Podría leerse que ha perdido votación, lo que podría interpretarse como un signo de debilidad.
Sin embargo, la revista Semana, que renunció a continuar apostándole a la defensa del interés público, decidiendo convertirse en la escudera y promotora del proyecto político del Uribismo, sospechosamente resalta esta semana la posición de Petro en las encuestas, poniéndolo como el gigante frente a los enanos del centro y la izquierda. Al parecer tienen claro que el mejor escenario para mantener el poder es tener con quien polarizar y llevar al país a escoger por miedo a Petro, o por miedo al que diga Uribe.
Es cuestión de estrategia.
Todavía es prematuro aventurarse a plantear quién va enfrentar en segunda vuelta al candidato de la política tradicional, de las maquinarias y de la corrupción. Puede ser el candidato del Pacto Histórico, como también puede ser el candidato de la Coalición de la Esperanza.
El primer indicador para aproximarnos a la realidad electoral de la primera vuelta presidencial, se verá en las elecciones de marzo de 2022, donde se podrá determinar si la izquierda o el centro obtienen más congresistas, ojalá podamos incrementar la votación con nuevos sectores. Pero en indicador más importante es cuantos votos obtiene cada una de las consultas, la del Pacto Histórico o la de la Coalición de la Esperanza.
Ojalá podamos superar el voto emotivo, y se imponga un voto estratégico, pues está claro que en el 2018 aprendimos que la sumatoria del centro y la izquierda, no daban para ganarle a Iván Duque. Sin embargo, la lección es que el centro atrae votos del centro derecha, que pueden ser la clave para ganar; mientras que la izquierda sólo logra atraer parcialmente los votos del centro izquierda que resultan insuficientes para obtener el triunfo. La pregunta que debemos hacer al momento de decidir nuestro voto debe ser, ¿quién puede derrotar en segunda vuelta al candidato del continuismo? No se trata de dejar constancias históricas, se trata de avanzar.
Miguel Antonio Galvis, Consultor Social y Político Independiente, Director Ejecutivo de la Fundación Siglo XXI.
Foto tomada de: El Tiempo
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