Sostiene García que los debates políticos “se refieren a dos parejas de valores”. La primera pareja es “libertad-igualdad, que sirve para diferenciar derecha de izquierda. Mientras la derecha tiende a privilegiar la libertad sobre la igualdad, la izquierda hace lo opuesto. El centro, en principio, intenta conciliar ambas cosas, es decir, la mayor libertad posible compatible con la mayor igualdad posible y viceversa”. Y a continuación afirma que de este intento de conciliación algunos concluyen que “al centro le falta decisión, carácter, compromiso”, crítica que considera infundada.
“La segunda pareja de valores relaciona la autonomía individual con el control estatal de dicha autonomía. Este es un debate entre liberales y conservadores y se manifiesta en temas como el aborto, la eutanasia y el consumo de drogas. El debate izquierda-derecha no cubre este segundo polo de discusión y por eso puede haber liberales o conservadores de izquierda o de derecha. Los centristas del primer debate son, por lo general, liberales en este.” Para García esta segunda pareja de valores no hace parte de la escala política que va de la izquierda a la derecha, sino de una escala que va de liberales a conservadores, con lo cual parecería que la está excluyendo del debate político, lo que no resulta muy convincente. Me parece que aquí también se trata de asuntos en los cuales hay posiciones de izquierda (liberales) y de derecha (conservadores).
Son más las dudas que deja García que las precisiones en su caracterización. Por una parte, la exposición está elaborada con un grado tal de generalidad que no permite explicar ni conocer mucho. ¿Cuando habla de libertad a qué se refiere? ¿A la libertad económica? ¿A la libertad de los capitalistas para realizar sus negocios sin trabas ni obstáculos por parte del Estado o de los sindicatos? ¿Es esta la libertad que la derecha tiende a privilegiar? O se refiere a la libertad de expresión, a la libertad de asociación, a la libertad para protestar, etc?
Si algo caracteriza a los gobiernos y partidos de derecha es que hacen todo lo posible por restringir las libertades políticas y económicas de los trabajadores, a pesar de que estén escritas en las constituciones.
Y cuándo se refiere a la igualdad, ¿de qué tipo de igualdad está hablando? ¿A la igualdad de oportunidades? ¿A la igualdad del ingreso¿ ¿A la igualdad en términos de supresión de las clases sociales? Plantear el asunto en esta forma tan abstracta no permite entender nada de fondo: se trata simplemente de palabras sin contenido, “mayor libertad posible compatible con la mayor igualdad”; es una afirmación sin lugar ni tiempo. De otra parte, dejar el asunto al nivel de los valores es también quedarse en las actitudes, opiniones y comportamientos, y no abordar las estructuras sociales concretas. Los debates políticos no son simplemente alrededor de valores, son sobre intereses. Plantear que se aumenten los tributos a los más ricos y que la estructura tributaria sea progresiva y proponer aumentar la parte del producto total correspondiente a los trabajadores, ya sea mediante aumento de salarios o mediante transferencias del Estado es un asunto de “valores monetarios”, de distribución concreta de ingreso y de riqueza, en el marco del capitalismo.
Pero para completar la confusión, afirma a continuación que considera que hay “una discusión más prometedora y es la que diferencia entre las tres posiciones políticas convencionales (derecha, centro, izquierda) y “las posiciones extremas de derecha y de izquierda.”. Introduce aquí un nuevo término “posición política convencional” y unos lugares adicionales en la escala: extrema derecha y extrema izquierda.
Para sustentar su tesis señala a continuación que “lo característico de una posición convencional es, para ponerlo en los términos de la filosofía política clásica, la moderación en sus fines, es decir la búsqueda de la mejor sociedad posible (no de la sociedad ideal), y en sus medios, es decir, el apego a las reglas de juego constitucionales y legales”.
Mauricio García no cita ningún autor así que debemos creerle que la “filosofía política clásica” ha planteado esto. Aceptémoslo como una verdad evidente, para no desviarnos. Una “posición convencional” es aquella que es moderada en sus fines, es decir sensata, alejada de los excesos. Pero, ¿quién determina qué un fin es moderado o no? Pero lo relevante es que propone aquí un terreno más interesante para la discusión: los debates políticos de fondo se refieren al tipo de sociedad.
A García le parece que que si se trata de la búsqueda de una sociedad posible, se puede catalogar a quien lo hace de moderado, pero si esta persona buscara la sociedad ideal ya no sería moderado. Realmente no suena esto muy sólido teóricamente. Si Simón Bolívar consideraba la nueva organización a construir en Colombia como la mejor sociedad posible, sería moderado, si la consideraba como la sociedad ideal, sería un extremista. La distinción es insustancial. De acuerdo con esto los bolcheviques serían moderados, si no planteaban que buscaban la sociedad ideal sino la mejor sociedad posible.
La segunda caracerística para hablar de una “posición convencional” es la moderación en los medios, que considera es “el apego a las reglas de juego constitucionales y legales”. Aquí el asunto se pone más complicado. ¿Qué ocurre si la constitución y la ley atentan contra la libertad y la igualdad y prohiben o reprimen todo intento de buscar la mejor sociedad posible en el marco constitucional y legal vigente? Evidentemente Simón Bolívar, de acuerdo con esto, era un extremista de izquierda porque se opuso y retó la legalidad vigente en su momento. ¿Qué dice la filosofía política clásica sobre esto? Lo que indica el caso de Bolívar es que en determinadas circunstancias y contextos no es posible ser moderados, que es necesario ir contra el marco constitucional y legal. En las circunstancias de Rusia en 1917, ¿deberían los bolcheviques haberse apegado a las reglas de juego vigentes?
Continua diciendo que la moderación implica además otros rasgos: la disposición a no abusar políticamente de la interpretación de los hechos y a denunciar los desmanes que se cometen en sus propias filas . Los extremos de izquierda y derecha no encajan dentro de estas características. Por una parte, nos dice, creen que una sociedad ideal es posible (maximalismo). ¿Cómo se prueba esto? Bolívar y su movimiento creían que era posible una sociedad ideal o simplemente trataban de construir la mejor sociedad posible según sus intereses? ¿Lenin y los bolcheviques creían que era posible una sociedad ideal o simplemente buscaban organizar la mejor sociedad posible para los trabajadores?
Y para rematar afirma que los extremistas de derecha y de izquierda no consideran negociable ni aplazable sus fines, creen que muchos medios se justifican, entre ellos violar las reglas del juego. Pero entonces ¿piensa Mauricio García que con moderación y respeto a las reglas del juego iba Bolívar a liberar a estos países?
Mauricio García se queda al nivel de preceptos morales universales, aislados de las circunstancias concretas. En determinados momentos de la historia la rebelión contra las normas constitucionales y legales es la única salida.
Plantea a continuación el enorme parecido entre los extremos de derecha y de izquierda en su talante, es decir, en sus modos o maneras: “todos enarbolan el mismo dogmatismo, la misma incapacidad para reconocer la crítica, la misma intransigencia, el mismo cerramiento del espíritu, la misma incapacidad para ver los matices, las divergencias, las dudas, las preguntas, la misma pereza intelectual para leer e investigar, y el mismo discurso sermoneador”. Estas afirmaciones difícilmente podrían sustentarse teóricamente, ni siquiera recurriendo a la filosofía política clásica; obviamente, parecería estarse refiriendo a personajes concretos de la política colombiana o mundial actual, pero no lo hace explícitamente, lo expone mediante rodeos. Y termina siendo por tanto un texto que tampoco aporta mucho a la comprensión de los fenómenos reales.
Finaliza su artículo con una perla “El gran contraste político en Colombia no parece ser el que enfrenta a la derecha con la izquierda democráticas sino el que enfrenta a las posiciones democráticas con las extremas”. Había dicho al comienzo del artículo que quería quedarse al nivel conceptual y no involucrase en la discusión sobre el centro en Colombia, pero cambió de opinión y terminó haciéndolo. Según esto las “posiciones convencionales” serían los políticos de derecha, centro o izquierda democráticos y los extremos de izquierda y de derecha serían no democráticos.
Los debates de fondo
En algunos momentos se aproxima García a las diferencias sustanciales que conducen a distintas posiciones en la escala izquierda-derecha. El debate de fondo en cuanto a la organización social en su conjunto es entre el capitalismo y el comunismo. Son dos formas de organización social antagónicas, la primera dominante desde hace siglos, la segunda todavía inexistente, aunque se han dado pasos en dicha dirección en algunos países del mundo. En el caso colombiano, aunque el fantasma del comunismo sigue rondando a los capitalistas, en la práctica el dominio económico, político e ideológico es tan fuerte, que los debates se dan solamente en el marco del capitalismo. Salvo el partido comunista y una que otra organización también sin mayor peso político, electoral y social, ningún otro partido o movimiento propone construir una sociedad comunista en Colombia, no como una sociedad ideal, sino como la mejor sociedad posible para acabar con la esclavitud asalariada. Por tanto, en la escala izquierda-derecha, hay apenas unos pocos representantes marginales de la izquierda y el 99% o más, son todos de derecha, es decir, partidarios del capitalismo. Incluso los radicales Petro y Robledo, que tanto asustan a muchos capitalistas y asalariados de ingresos medios y altos, no atacan al capitalismo, por el contrario, lo defienden explícitamente.
Dentro del capitalismo, hay posiciones diversas que van desde quienes plantean una intervención muy fuerte del Estado para redistribuir ingresos, mejorando la parte que les corresponde a los trabajadores, hasta a aquellos que promueven que la parte de los capitalistas sea cada vez mayor. Aquí si hay un espacio para el centro, para los moderados, que promueven que se distribuya, pero no tanto.
Todos los que se mueven dentro de esta escala, respetan la Constitución y las leyes y no buscan un cambio sustancial de la sociedad; son absolutamente moderados. Todos ellos aceptan la esclavitud asalariada, es decir, la carencia de libertad de millones de trabajadores que son obligados por la fuerza de las circunstancias económicas a vender su fuerza de trabajo a los patronos, y además aceptan la desigualdad fundamental entre los seres humanos, es decir, reconocen que unos sean dueños y otros trabajadores sin propiedad.
En esta escala obviamente hay conflictos. El conflicto básico en la sociedad capitalista consiste en la distribución del valor agregado entre los salarios de los trabajadores y el excedente de explotación que se reparten los distintos tipos de capitalistas y el Estado. El conflicto, se expresa también con respecto a la propiedad de medios de producción, la tierra, por ejemplo. Estos conflictos pueden llegar a ser muy fuertes e incluso violentos, como se observa en la sociedad colombiana. A los capitalistas obviamente no les gusta para nada que los trabajadores se organicen en sindicatos ni que reclamen mejores condiciones laborales, o que el Estado intervenga para ponerles impuestos más altos y distribuir los recursos obtenidos a los trabajadores con menores ingresos.
Derecha, izquierda y centro tienen algo en común: ninguno quiere abolir la relación asalariada, todos desean mantener el capitalismo, ninguno quiere realmente una sociedad mejor.
La gran mayoría de los intelectuales colombianos posiblemente son centristas, a lo Mauricio García. Este es un enorme triunfo del capitalismo, lograr que los mejores individuos en términos académicos, provenientes muchos de las clases trabajadoras, abandonen por completo todo interés en conocer y criticar a fondo y se mantengan en análisis que quedan en la superficie, en nociones generales y vagas que muy poco dicen sobre la situación concreta de nuestra sociedad.
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[1] https://www.sur.org.co/la-politica-del-extremo-defender-el-capitalismo-es-decir-la-explotacion-de-los-trabajadores/
[2] https://www.elespectador.com/opinion/centro-y-extremos/, 11 de diciembre de 2020
[3] https://www.elespectador.com/opinion/y-que-diablos-es-el-centro/
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: https://www.colombia.com/
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