“Fue una marcha majestuosa, una manifestación cívico-popular que las mismas centrales obreras nunca llegamos a imaginar…” Julio Roberto Gómez, CGT.
“Duque, el pueblo despertó./ Si este pueblo no tiene paz, el gobierno HP tampoco”. Carteles de manifestantes el 21N.
“A partir de la próxima semana daré inicio a una conversación nacional que fortalezca la agenda vigente de política social.” Iván Duque, presidente.
Ya están relativamente lejanos los hechos del 21 de noviembre, cuando el gobierno de Iván Duque, – el presidente, cabeza de una coalición política dominante que junta a la reacción y a la derecha -, tuvo que enfrentarse aquel jueves a un paro nacional en el día, y a un cacerolazo en la noche, que se escuchó en Bogotá y en la nación urbanizada. Desde las casas, los conjuntos residenciales, los parques y las plazas de localidades y comunas, a partir de las 7.30 pm., la algarabía fue mayúscula. En la capital, la línea de ese frente cívico ciudadano “invadió” la Avenida 68 en forma pacífica de todos los colores, vestimentas y edades.
Dos meses después, el 21 de enero de este año, el gobierno del Centro Democrático y sus aliados, volvió a recibir la notificación en calles y plazas que el paro no había terminado, mientras que el cacerolazo citado para las plazas principales de Bogotá y otras ciudades alertó sobre la necesaria exigencia, no de conversar simplemente, sino de negociar con los paristas y protestantes, diurnos y nocturnos.
Fue la oportunidad para actualizar un protocolo traspapelado, por la recién elegida alcaldesa de Bogotá, que afirmó que el Esmad sería empleado como último recurso contra los protestantes, y su secretario de gobierno fue protagonista en diálogo fallido con los estudiantes en las inmediaciones de la Universidad Nacional, cuando un grupo de estos, incluidos, quienes cubrían su rostro, decidieron impedir el tránsito del transmilenio por la carrera 30, a la altura de la calle 45, en las inmediaciones de una de las entradas a la Ciudad blanca.
Para la opinión pública, y para la alebrestada y movilizada clase media, así como los jóvenes y las mujeres, quienes hacen parte del “precariado”, resultado de aplicar la receta neoliberal desde los tiempos de César Gaviria, está claro que hay un pliego petitorio que reunido por el Comité Nacional de Paro suma 104 puntos.
De otra parte, este bloque de oposición subalterna en formación está enfrentado a los seis temas impuestos por el gobierno para la Conversación nacional, un remedo de lo que fuera el diálogo nacional de los años 80, que lideró la guerrilla urbana del M19 para avanzar en una primera negociación de paz.
El diálogo de ahora tiene la coordinación de un hábil negociador Diego Molano, el secretario de Duque, dispuesto a lidiar con y disuadir a los protestantes, evitando que haya el más mínimo contacto con el elusivo, encerrado y consternado presidente. En su reemplazo, la ministra del interior, Nancy Patricia Gutiérrez, escudera del presidente, primero trinó #NoPudieron, y, luego, en una breve entrevista preciso su cantar: “Los violentos y los vándalos no pudieron amedrentar a la ciudadanía. Los sectores políticos que buscaron derrocar al Gobierno no pudieron hacerlo”.[i]
Como prueba de estos temores y prevenciones, a los dos días de la inmensa protesta ciudadana, en las refriegas que protagonizan con el Esmad se produjo el homicidio de un joven manifestante, Dilan Cruz, cuando un capitán fue autorizado a “disparar munición de impacto contra los agresores”,[ii] por el coronel Néstor Raúl Cepeda, en el centro de Bogotá, después de las 3 pm., del 23 de noviembre pasado.
Lo cierto es que en Colombia avanza la crisis de hegemonía, porque los gobernados en su mayoría no aceptan más las directrices de sus gobernantes, que apenas llevan 18 meses, y la sociedad civil movilizada les exige rendir cuentas en las calles y plazas, incluyendo el empleo de la noche por quienes todavía no se atreven a protestar en los espacios públicos, donde corren riesgo de ser agredidos, tanto por las fuerzas del orden como “los capuchos”.
En el devenir de final de año de esta crisis episódica hubo un cierre desconocido, porque estuvo orientado, nutrido por más de 40 artistas en desobediencia civil creativa. Con la vocería de la cantante Adriana Lucía, entre otros, invitaron con gran poder de convocatoria, al Concierto por Colombia, a partir de las 8.30 am., del domingo 8 de diciembre, el tradicional día de cicloruta, en una movida multitudinaria sin precedentes.
Acompañada por un sinnúmero de familias, sin límites de edad, sin refriegas violentas, arrancó del Planetario distrital, y tuvo varias estaciones, Parque Nacional, parque de los Hippies para cerrar en una concentración musical en la calle 85 con la carrera 15 que se extendió hasta la noche recuperando el sentido profano de la fiesta de las velitas que se celebra desde la noche del 7 de diciembre en Bogotá, celebrando el misterio de la virgen católica, la Inmaculada, y se extiende hasta la alborada del siguiente día.
¿Quiénes son los “vándalos”?
“Debemos defender el derecho a la protesta ciudadana legítima y condenar los actos violentos, vengan de donde vengan.” Eduardo Pizarro, ¿Es conveniente disolver el Esmad?, en: ET, 22/01/2020, 1.12.
“Disolución del Esmad y depuración de la Policía Nacional, responsables de la muerte de Dilan Cruz.” Punto 4 de la Agenda del Comité de Paro.
“… cuarto, si un grupo de manifestantes toma la mala decisión de afectar la movilidad u otros derechos ciudadanos (ataque a inmuebles, saqueos) habrá una mediación institucional para que cambien de actitud…y, por último,…habría como última opción intervención del Esmad.” Protocolo de la alcaldesa Claudia López.
En paralelo con las protestas multitudinarias que atraviesan al Occidente neoliberalizado, hace carrera la leyenda negra de “los vándalos y el vandalismo”. Estos vocablos, de modo general, condenan aquellas acciones que indignados “energúmenos” de todas las edades, y no pocos, protegiendo sus identidades, los “capuchos”, lanzan para destruir el patrimonio público y privado a su paso.
Contra ellos, los gobiernos locales y nacionales envían cuerpos de gladiadores oficiales que le salen al paso, los que conforman el Esmad en Colombia, los Carabineros en Chile, y los CRS (Compañías Republicanas de Seguridad en Francia) que combaten a los “chalecos amarillos” desde el 17 de noviembre de 2018. Unos y otros constituyen los tristemente célebres escuadrones antidisturbios.
De manera paradójica, el Occidente cristiano registra que los “afamados” Vándalos eran de Dinamarca, y los desalojaron los “Godos.” Buscaron refugio en el Mar Negro, atravesando el Danubio, se asentaron por un tiempo en Panonia, oeste de Hungría, y este de Austria, eran los Silingos. La otra parte de este éxodo “bárbaro”, los Asdingos marcharon a Dacia, hoy Rumania y Moldavia.
Ellos fueron de nuevo derrotados por los Godos, y después, en el año 406, con Suevos y Alanos se establecieron en Hispania. Fuertes en lo militar derrotaron la contra avanzada de Flavio Castino; se expandieron al norte de África, apoderándose de Hipona, donde Agustín era el obispo. Los mentó, parece, en La Ciudad de Dios. Luego, los Vándalos establecidos en Cartago le dieron existencia a una cultura notable, a partir del año 435, y después invadieron y saquearon a Roma.
Así, la metáfora guerrera camina por la historia colombiana de la Violencia, que enfrentó al pueblo subalterno liberal, probablemente, vándalos para los prohombres del conservatismo de los años 40-50 del siglo XX, contra los “godos” chulavitas que inmortalizaron al Cóndor Lozano, paramilitar, resucitado en la novela y el cine nacional.
Después, al fin de la pacificación cum manu militarii, del dictador Gustavo Rojas Pinilla, aparece el antecedente represivo del Esmad. 50 soldados del Batallón Colombia, “héroes” de Corea, contra la horda china de Mao, que selló una nueva frontera, el paralelo 38, mantenida por la amenaza nuclear norcoreana.
Aquellos jóvenes dispararon sus carabinas punto 30, en la carrera 7ª con calle 13, y mataron 12 estudiantes e hirieron a 50 más. Era el 9 de junio de 1954, y un día antes, la víctima fue Uriel Gutiérrez, un estudiante de medicina de la Universidad Nacional, quien manifestaba como tantos otros con la sociedad civil del medio siglo movilizada contra la dictadura de Rojas Pinilla, y encontró la muerte como Dilan Cruz el pasado noviembre.
Esta excrecencia represiva parasitó a la policía nacional, haciendo caso omiso de la fuerza disponible, y en preparación para la negociación de paz con las Farc-Ep, en San Vicente del Caguán. El Esmad nació de una directiva transitoria, # 0205 de 1999, que formalizó el gobierno Pastrana en la resolución # 01363 de 14 de abril. Dicho virus represivo, anticiudadano mutó y creció desde Bogotá hasta 18 ciudades más. Su pie de fuerza suma 23 escuadrones, “cada uno compuesto por 5 oficiales, 8 suboficiales, 158 patrulleros, para conformar un cuerpo de 3876 miembros, de los cuales 106 son mujeres”.[iii]
El saldo letal del Esmad, cuyo antecedente cercano es el Batallón Colombia, suma 34 muertos; y de la unidad policial dedicada a la acción urbana letal, tres han muerto, al menos, Mauricio Soto, en la Nacional, año 2000; José Libardo Martínez, en U. del Valle (2012); Albeiro Garibello, frente a la plaza de toros de la Macarena, por atentado del Eln. Según informó el general Oscar Atehortúa, director nacional de la policía, hay 69 fallos condenatorios y 86 miembros del Esmad sancionados.
Con todo y Esmad presentes, el 21 de noviembre, la movilización fue plural, versátil en los medios de protesta empleados, y multitudinaria, sin discusión. Para Bogotá se calcularon cuando menos 500.000 personas manifestándose, y la acción en las calles cubrió 80 municipios, entre los que se contaron las principales capitales, y un número representativo de ciudades intermedias. Durante la última jornada de paros, tuvo el debut de los nuevos alcaldes frente al uso de la fuerza para detener a los protestantes.
En Barranquilla, el alcalde Pumarejo, no la usó en ningún caso, y no hubo desmanes que requirieran de la fuerza pública, mientras que en Bogotá, la alcaldesa y el secretario Gómez, quienes alaban la participación ciudadana perdieron el examen al tratar un bloqueo de buses y un connato de pedrea.
Entre noviembre 21 y el 21 de enero, hubo en acto también una repotenciación en varios actos de la experiencia histórica luctuosa del paro cívico de septiembre de 1977. Este, convocado también por las centrales obreras, UTC, CTC, CSTC, y el sindicalismo independiente, fue objeto de una brutal represión del gobierno del “progresista” Alfonso López Michelsen, con un número indeterminado de muertos.
Lo que no ocurrió aquí y ahora, pero, eso sí, el pánico mediático, que en Cali tuvo la cosecha más amarga, donde el alcalde Armitage no resistió ordenar el toque de queda en toda la ciudad por una buena cantidad de horas. Otro tanto se intentó hacer en las postrimerías de la administración Peñalosa, anunciando vía twitter, alertando a los vecinos en los barrios residenciales que hordas de vándalos y delincuentes podrían en riesgo su vida, honra y bienes en la noche de aquellos días.
Cacerolazo y nuevas movilizaciones
“El acuerdo de paz con las Farc es semifallido”. Mininterior, Bogotá, 28/01/2020.
“El fallido es el gobierno que usted representa; gobierno al que le quedó grande la paz”. Carlos Antonio Lozada, senador de la Farc.
“Se trata de una manifestación policlasista y sin una organización única.” Fabio Zambrano, historiador del IEU, Universidad Nacional de Colombia.
“Yo voy a marchar por mi Colombia olvidada. Lo que pasa es que hemos hecho un videos que han incomodado a muchos, pero yo ya hice cuero para resistir todas las críticas.” Adriana Lucía, coorganizadora del Concierto por Colombia, ET, 6/12/2019, p. 3.1.
Volviendo al curso de acción subalterna presente en esta coyuntura estratégica, que se extiende desde, cuando menos, la posesión del presidente Juan Manuel Santos, quien anunció que las llaves de la paz no estaban perdidas, durante su discurso de posesión, pasando por el acuerdo de paz, y su tortuosa implementación.
Durante los primeros tres semanas de enero de 2020, la macabra contabilidad colombiana registraba 23 líderes sociales asesinados, que de modo retrospectivo, yendo hasta noviembre de 2016, esto es, la firma del acuerdo de paz con las Farc-Ep, la hecatombe humanitaria ya asciende a más de 800 asesinados, y entre estos, 182 son los excombatientes de las Farc.
Estos últimos se mantenían en desarrollo del posacuerdo, sin engrosar las filas de las disidencias, o unirse a los contingentes paramilitares. Dedicados a todas los emprendimientos legales viejos y nuevos, en particular, los ETCRs. Es indiciaria de esta tragedia anunciada, querida por la reacción, la ejecución sumaria de Dimar Torres, puesto que son responsables un coronel, y tres suboficiales que hasta hoy se declaran inocentes Aunque hemos escuchado grabaciones públicas, donde la sevicia y la premeditación de este frustrado “falso positivo”, rompen toda consideración moral.
Estos hechos repetidos hasta el absurdo no parecen hacerle mella al gobernante, y a su ministra del interior, quienes a capa y espada buscaron minimizar la protesta, pero sobre todo la paz pactada, sus números y alcances, después de 18 meses de titubeos y criminal indiferencia. Después de 13 días, el 3 de diciembre, el gobierno creó una comisión con Diego Molano, y Angelino Garzón, ex líder sindical de izquierda, ganado para la causa del Centro Democrático, quien viajó desde la embajada de Costa Rica para impulsar una conversación nacional con el Comité Nacional de Paro, que sin embargo, se rehusó a suspender las movilizaciones acordadas con anterioridad.
Igualmente, la dirigencia sindical, sus vocerías recordaron la agenda de 13 puntos que presidió la primera movilización. Así lo reiteraba el presidente de Fecode, Nelsón Alarcón, “mientras no haya una solución real a los 13 puntos no se suspenden las actividades que ya teníamos en el cronograma”.[iv]
Aquel pliego sindical y ciudadano, en su versión original, le ponía el cascabel al gato neoliberal. Incluyeron en el pliego original, entre otros, el retiro del proyecto de ley de reforma tributaria, llamado eufemísticamente, ley de financiamiento por el ministro de hacienda Carrasquilla, santón de la receta neoliberal a ultranza; derogatoria inmediata del holding financiero, otra de sus travesuras, contenido en el Decreto 2111/2019; derogatoria de la estabilidad reforzada, Circular 049 de 2019; disolución del Esmad y depuración de la Policía; no tramitar la reforma pensional, las reformas laborales, y derogar los artículos 193,198,240 y 242 del Plan nacional de desarrollo; no más procesos de privatización o enajenación de bienes del Estado, sin importar su participación accionaria.
Nancy Patricia hace apenas dos días, el martes 28 de enero, con descarado cinismo, calificó el acuerdo de paz firmado por el gobierno Santos como semi-fallido, durante el Gran Foro Colombia 2020, ¿Para dónde va el país?. Era la réplica al autoproclamado candidato a la presidencia, Sergio Fajardo, quien dijo que el gobierno del presidente Duque polarizó y no unió al país.
Ella exhibía como expediente argumental la existencia de las disidencias de la Farc, cuya última manifestación fue el no retorno de Iván Márquez y Jesús Santrich, el Paisa entre otros. Quien gozó de inmunidad congresional, y estuvo un año retenido en la Picota, “puso pies en polvorosa” hasta el día de hoy. Ambos adujeron correr riesgo sus vidas.
La muestra fehaciente es el rosario de exguerrilleros sacrificados. Ahí están los números de la crisis humanitaria que tiene visos de catástrofe, que suma a los más de 8 millones de víctimas del conflicto. El dantesco episodio de los últimos tres años empieza a superar en progresión los registros de otro desastre político y humano, que dio comienzo al genocidio perpetrado contra la UP, a partir de 1985. Eran los preliminares de la primera negociación de paz prometida en la presidencia de Belisario. La cerró el holocausto del palacio de justicia, dizque “defendiendo la democracia, maestro”, contra la toma del M19.
¿Quiénes defienden la Paz Subalterna?
“Plata sí hay, solo falta la voluntad política.” Jennifer Pedraza, representante al CSU, PDA.
Dicho lo anterior, se entiende por qué la defensa del acuerdo de paz de 2016 es otra exigencia fundamental plasmada en los 104 puntos de la agenda de la ciudadanía movilizada por el Comité de Paro, y por fuera de esta dirección. Es parte de la agenda a negociar con el renuente gobierno Duque, como se ha probado en los inicios del corriente año.
Pero, en tres años está claro que la paz neoliberal está “boquiando,” y en su lugar emerge otra paz, la subalterna, la de los de abajo, los más de 8 millones de desplazados, y las víctimas del campo y la sociedad, a la que se unen, en forma progresiva desde el año 2011, las voces de los centennials y milennials, para quienes la educación es un bien cada vez más inalcanzables, y las posibilidades de trabajo regular y bien pago, inalcanzables.
Ell@s son el precariado con mayúsculas, el talón de Aquiles de la desigualdad entronizada y multiplicada por la receta neoliberal que empezó a probarse como fórmula salvadora por la dictadura pinochetista, que sacó a los bombazos a un presidente socialista, Salvador Allende, elegido por el 37 % del voto ciudadano; torturó, bestializó, y desapareció a miles. Este nuevo orden capitalista de mostrar a partir de 1980, se hundió en el 2019, por una millonaria protesta de los subalternos que lo forzaron a preparar, por fin, el terreno para una constituyente en el año 2020.
Este sector multitudinario de jóvenes y mujeres configura el potencial de las multitudes subalternas que ahora irrumpen en América Latina, quienes son la punta de lanza de las movilizaciones pasadas y presentes, ejercen su poder destituyente. Pasadas en Colombia, con anclaje en la experiencia del movimiento estudiantil de 2011, que condujo al exitoso experimento de la Mane. Porque derrotó la contrarreforma educativa de la administración del neoliberal Juan Manuel Santos, pero fracasó en el impulso de una reforma educativa progresista; y los desarrollos actuales de la centro izquierda, en los que descuellan voces como la de Jennifer Pedraza, del Moir/PDA, y la representante por Bogotá, Juanita Goebertus, de la Alianza Verde; una alianza que fue apta para elegir la primera alcaldesa mujer en la ciudad capital, Claudia López
A tod@s los une la incertidumbre, primero en cuanto al rumbo inmediato de la paz, y a mediano plazo, cuando la seguridad de la pervivencia, las jubilaciones y pensiones adquieren el carácter del espejismo del “vellocino de oro”, para sus propios progenitores, y enseguida para centennials y milennials. Luego operó, el activismo inmediato para desmontar la vulgata neoliberal y sus falsas promesas, y transformó el sentido común que reproducía la hegemonía capitalista en forma capilar, con este tsunami intempestivo, un precipitado molecular de gran impacto que sorprendió a todos los grupos políticos.
¿Doble naturaleza de la democracia subalterna movilizada?
“Todas las preocupaciones ciudadanas las escuchamos, pero no podemos seguir teniendo más pérdidas en la economía. No puede ser que en una semana hayamos perdido un billón de pesos, que son los ingresos de los comerciantes y de las familias más humildes.” Alocución del presidente, el 1/12/2019.
“Hay que sentarse en la mesa ya y que las condiciones se discutan en la mesa”. Fernando Carrillo, Procurador nacional
Al inicio de las protestas, desde octubre del año pasado, se constituyó un Comando nacional de paro, con la presencia de las principales centrales sindicales CUT, CTC, CGT y CPC. Primero convocaron a parar el jueves 21 de noviembre. Después, ad portas de la fecha, incorporaron a un conjunto de organizaciones, que abarcó otros sindicatos, organizaciones sociales de diversa procedencia, estudiantes, indígenas, ecologistas, ambientalistas, mujeres, y artistas.
Luego vinieron las movilizaciones del 28 de noviembre, y el 4 de diciembre, donde empezó a configurarse una suerte de dirección dual de la multitud subalterna en pie de lucha. Igualmente se incorporó la convocatoria de los artistas, con Doktor Krapula, Adriana Lucía, Aterciopelados entre los convocantes, y con actores de teatro y tv., en la liza política, en una fiesta en varios puntos de Bogotá.
Nutría con creatividad la acción política de reclamo al presidente, y los facilitadores gubernamentales del posacuerdo. Para los subalternos en rebeldía estaba más que claro cómo en 18 meses, solo hubo 3 reuniones con Duque en la Comisión Nacional de Garantías de Seguridad, más la fatídica inoperancia de la Unidad especial para enfrentar y desmantelar el paramilitarismo, congelada por el torcidos oficios del exfiscal Néstor H. Martínez, comparsa legal del bloque dominante.
Así se transitó del Comando al Comité Nacional de Paro. La presencia obrera organizada se relativizó, aunque conserva la notoria mayoría. Hay la demanda de nuevos contingentes, incluidos significativas presencias regionales. Los nuevos exigen modificaciones para una representatividad real, el compromiso efectivo con las convocatorias a la movilización, y las formas de trabajo para sacarlas de los entrampamientos burocráticos. Así llegan a las reuniones de este 30 y 31 de enero, donde se definirá agenda de movilizaciones, y relacionamiento entre sí, y con el gobierno, y la dinámica impuesta por la Conversación Nacional.
Estas dificultades se pusieron a prueba en las acciones del 21 de enero, como se había anunciado. Hubo un cacerolazo en Bogotá y en la nación, en las principales ciudades, porque el campo todavía no se moviliza, convocado para las 5 de la tarde.
Antes fue emblemática la carta del sobreviviente de la masacre de Bojayá, Leyner Palacios, que dirigió al presidente Duque el 8/01/2020. Muestra cómo nada cambió para esta población convertida en escudo y carne de cañón años atrás por la disputa militar y territorial de las Farc y las Auc, en medio de la indiferencia cómplice de las FF.AA.
Leyner denuncia que están azotados, sin interrupción por la violencia criminal y la intimidación de las Autodefensas Gaitainistas, el Clan del Golfo, en connivencia con la fuerza pública. Se mueven como Pedro por su casa, por la comunidad de Poque, y vecinos del río Bojayá, 300 paramilitares bien armados; y claro, no falta la guerrilla del Eln que avanzó y ocupó posiciones abandonadas por las Farc-ep.
Igual, esta víctima de la violencia contra los subalternos sociales en Colombia, sufrida por algo más de medio siglo en los territorio, hace un diagnóstico síntesis de la economía neoliberal, legal e ilegal, porque invade y parasita el campo colombiano, y los resguardos y reservas habitadas por las minorías étnicas y campesinos pobres. Sigue imponiéndose la minería ilegal, los cultivos de coca, marihuana y amapola, la siembra de grandes extensiones de palma aceitera, y los megaproyectos de infraestructura, con los desastres naturales y despojos que conllevan.
Y lo acordado en los seis puntos del Acuerdo de Paz duerme “el sueño de los justos”. Mientras tanto, la sustitución de cultivos proscritos, y los apoyos a quienes trabajan la tierra son insignificantes. Así se entiende por qué en esas poblaciones, con algunas excepciones, el plebiscito por la paz triunfó. La respuesta, una vez firmado y sancionado el acuerdo fue, primero que todo, deslegitimar la paz de Santos y las Farc-Ep, sabotear la provisión de las 16 curules en la cámara de representantes para las víctimas, que se asientan, se refugian y sobreviven, o retornan luego de masacres y genocidios. Y como si fuera poco preparar objeciones a la JEP y su reglamentación a cargo del renunciado Fiscal, que ya se dio el lujo de escribir un libro con su propia versión.
Estos saboteos ilegales se perpetraron bajo la presidencia del congreso en cabeza del Centro Democrático, el partido de gobierno, con la comparsa de su socio conservador, y el senador Efraín Cepeda. Éste sigue oponiéndose, ahora cuando la Corte Constitucional aclaró que la mayoría absoluta fueron 50 y no 51, con la que se archivó la conciliación por el senador Macías.
Se espera que el presidente actual del senado, el liberal Lidio García, lo envíe al presidente para su promulgación, pero, antes tiene que surtirse una actuación ante el Consejo de Estado, que debe pronunciarse acerca de la revocatoria solicitada por el exministro de gobierno, Guillermo Rivera.
Si pasamos revista a lo acontecido en el intenso, vertiginoso curso de la crisis de hegemonía que transcurre desde el año 1999, cuando se abrió la ventana de la negociación de paz, para cerrarla abruptamente, 3 años después, con el incidente de la retención de senador Gechem Turbay, hasta el comienzo del corriente año, desde la praxis de los de abajo, se está pasando desde el fracaso de la paz neoliberal a la defensa del contenido subalterno de ésta, que solo está garantizada por las movilizaciones extrainstitucionales.
Es lo que se viene probando en diversos escenarios del conflicto entre dos adversarios, el bloque de la oposición, con sus dos alas principales, los sindicalistas que son hegemónicos en el Comité de Paro desde su creación, y los movimientos sociales, cuyos animadores principales son las organizaciones sociales regionales, los estudiantes y los colectivos feministas, y sectores no organizados de la clase media, el precariado que vegeta entre el desempleo actual y la solidaridad familiar.
Este 30 y 31, en la reunión extraordinaria convocada, se juega la posibilidad de fortalecer, y resolver los desacuerdos internos de los grupos y clases subalternas movilizadas entre los años 2011 y 2020, para pasar al comando de la disputa hegemónica en los espacios de la sociedad civil teniendo la bandera de la Paz, y la resistencia contra la imposición neoliberal de la contrarreforma económica, bajo la conducción del capital financiero transnacional, montado sobre la oleada reaccionaria que produjo la derrota de la mayoría de los gobiernos progresistas en América Latina.
El bloque reaccionario continental, que ahora dizque practica la herejía del proteccionismo neoliberal, tiene en el gobierno de Donald Trump el más descarado soporte y cruzado, en apoyo al otro lado de la frontera, en Venezuela, con el supuesto “presidente interino” Juan Guaidó, Ecuador, Brasil y Bolivia con el interinato de la senadora Jeanine Añez, quien ya dijo que aspira a la presidencia.
Esta es, la triple alianza reaccionaria que obra como “cordón sanitario” frente a los gobiernos de Argentina y México que parecen recuperar el terreno perdido por el progresismo, y que tienen en el nuevo gobierno de la alianza de centro izquierda en España, otro polo, que puede afectar las dinámicas de la globalización capitalista en el corto plazo.
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[i] GUTIÉRREZ, Nancy Patricia, No hay falta de voluntad, en: El Tiempo, 3/12/2019, p. 1.12.
[ii] Ver El Tiempo, 7/12/2019, p. 1.11.
[iii] PIZARRO LEONGÓMEZ, Eduardo, ¿Es conveniente disolver el Esmad?, en: El Tiempo, 22/01/2020, p. 1.12.
[iv] Gobierno da vía libre al diálogo, en El Tiempo, 3/12/2019, p.1.2.
Miguel Angel Herrera Zgaib, Ph.D,Grupo Presidencialismo y Participación, IGS-Colombia, SGlobAL Gramsci.
Foto tomada de: El Tiempo
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