China respondió con la imposición de un arancel del 34 % a todos los productos provenientes de Estados Unidos. Además, el Ministerio de Comercio chino anunció restricciones a la exportación de varios minerales raros utilizados en componentes electrónicos, la industria aeroespacial y otros sectores estratégicos.
Asimismo, China presentó una demanda contra Estados Unidos ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) a través del mecanismo de solución de controversias, por considerar que los aranceles “recíprocos” impuestos a sus socios comerciales, incluido el país asiático, violan las normas del comercio internacional.
Finalmente, el Ministerio chino incluyó a 16 empresas estadounidenses en su lista de control de exportaciones, argumentando que la medida busca “proteger la seguridad y los intereses nacionales”. Entre las compañías afectadas se encuentran High Point Aerotechnologies, Sierra Nevada Corporation y Universal Logistics Holdings[ii].
Según Donald Trump, su política arancelaria busca reindustrializar a los Estados Unidos, un país que actualmente se ha convertido en una economía de servicios, altamente financiarizada y caracterizada por empleos precarios que exigen largas jornadas laborales con ingresos de subsistencia. Trump sostiene que las empresas extranjeras que exportan a EE. UU. se verán incentivadas a trasladar su producción al territorio estadounidense para evitar el pago de aranceles, lo cual permitiría recuperar el tejido industrial perdido.
¿Es esto posible? La respuesta la ofrece la historia del desarrollo económico, no solo de Estados Unidos, sino también de Europa y los países asiáticos que han alcanzado altos niveles de industrialización.
Los aranceles fueron una pieza clave en el conjunto de medidas promovidas por Alexander Hamilton, primer secretario del Tesoro bajo el gobierno de George Washington, así como por Friedrich List en Alemania, considerado el padre del moderno Estado industrial alemán. No obstante, tanto para Hamilton como para List, los aranceles eran una herramienta transitoria destinada a proteger las llamadas industrias nacientes. Estas medidas estaban acompañadas de políticas estratégicas como crédito de fomento al sector productivo con bajas tasas de interés, inversión en infraestructura económica, desarrollo de la ciencia y la tecnología aplicadas a los procesos productivos, y educación técnica orientada a la innovación y la asimilación del conocimiento mediante la creatividad humana.
Por tanto, la política arancelaria de Trump está condenada al fracaso si su objetivo es lograr la reindustrialización. En lugar de fomentar el crédito productivo, promueve las finanzas especulativas, como lo demuestra su respaldo a las criptomonedas y su oposición al dólar digital de la Reserva Federal. No hay inversión significativa en infraestructura estratégica, como los ferrocarriles de alta velocidad —China cuenta con 46.000 kilómetros, mientras que EE. UU. no tiene ninguno—, ni en la formación de jóvenes en áreas de ingeniería, donde los países asiáticos superan ampliamente a EE. UU.
Mientras que Trump plantea los aranceles como una medida aislada y permanente, para Hamilton y List estos debían ser transitorios, disminuyendo gradualmente a medida que las industrias protegidas alcanzaban niveles de madurez, productividad y eficiencia.
La teoría de los aranceles decrecientes, o protección temporal a industrias nacientes, asociada a Alexander Hamilton (EE.UU.) y Friedrich List (Alemania), es un pilar histórico de la economía política. Se basa en el proteccionismo selectivo para impulsar el desarrollo industrial, con el objetivo de alcanzar la competitividad en el comercio global.
Los argumentos de Hamilton y List
Tanto Alexander Hamilton como Friedrich List, figuras clave en el desarrollo del pensamiento económico orientado a la industrialización, coincidieron en la importancia de proteger las industrias nacientes en los países en vías de desarrollo. Argumentaron que estas industrias, al encontrarse en sus primeras etapas, no podían competir en igualdad de condiciones con las industrias maduras de las potencias extranjeras, como Inglaterra en el siglo XIX. En un escenario de libre comercio, las industrias locales se verían rápidamente superadas por las importaciones más baratas, lo que perpetuaría la dependencia de los países en desarrollo en la producción de materias primas y obstaculizaría la diversificación de sus economías.
Para contrarrestar esta situación, Hamilton y List propusieron la implementación de medidas de protección arancelaria, es decir, la imposición de impuestos a las importaciones. Esta estrategia permitiría a las industrias locales ganar tiempo para adquirir tecnología, alcanzar economías de escala, mejorar su productividad y formar capital humano. Una vez que estas industrias alcanzaran la madurez y la competitividad, los aranceles podrían reducirse gradualmente, permitiendo una integración más plena en el mercado global.
Alexander Hamilton: El pionero del proteccionismo estratégico
En su influyente “Informe sobre las manufacturas”[iii], Alexander Hamilton delineó una estrategia económica para impulsar el desarrollo industrial de Estados Unidos. Sus propuestas centrales incluían la implementación de aranceles elevados a los bienes industriales importados, con el objetivo de proteger y fomentar la incipiente manufactura nacional. Además, abogó por la concesión de subsidios estatales a empresas innovadoras, reconociendo su papel crucial en el avance tecnológico y la competitividad. Finalmente, Hamilton destacó la importancia de invertir en infraestructura, como caminos y puertos, para reducir los costos internos de producción y facilitar el comercio, sentando así las bases para un crecimiento económico sostenido.
El objetivo era evitar que EE.UU. fuera solo un exportador de materias primas (algodón, tabaco) e importador de manufacturas europeas. El resultado histórico de estas políticas sentó las bases para la industrialización de EE.UU. en el siglo XIX, que luego se convirtió en líder global en sectores como el acero y los textiles.
Estados Unidos mantuvo aranceles promedio del 40-50% hasta 1913, como la Tarifa Morrill de 1861. Tras la Segunda Guerra Mundial, con sus industrias ya consolidadas, Estados Unidos adoptó una política de libre comercio y promovió la creación del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT), precursor de la actual Organización Mundial del Comercio (OMC).
Friedrich List: La teoría sistemática de la protección
En su obra “Sistema Nacional de Economía Política”[iv], Friedrich List desarrolló una teoría sobre las etapas del desarrollo económico, proponiendo un enfoque estratégico para la industrialización de las naciones. List argumentaba que las políticas comerciales debían adaptarse a cada etapa de desarrollo, comenzando en la fase agropecuaria para exportar bienes primarios, seguido de la protección arancelaria en la etapa manufacturera para impulsar la industrialización, y finalmente, el libre comercio una vez que las industrias locales alcanzaran la competitividad.
List criticó el libre comercio para los países de bajo nivel de desarrollo, señalando que este solo beneficiaba a los países ya industrializados, como Inglaterra, que utilizaban su ventaja para dominar los mercados. En este sentido, propuso que los impuestos a las importaciones debían reducirse gradualmente a medida que las industrias locales maduraran. Sus ideas influyeron en la unificación aduanera del Zollverein en 1834, que eliminó las barreras internas en Alemania y estableció aranceles elevados contra los productos británicos, lo que permitió el despegue de industrias clave como la química y la siderúrgica.
Impactos de la estrategia arancelaria de Trump
La imposición de aranceles como estrategia de reindustrialización, si no va acompañada de políticas integrales como lo enseña la historia, puede generar efectos adversos tanto a nivel interno como en el ámbito global. Las industrias protegidas, en lugar de fortalecerse, pueden volverse ineficientes y depender indefinidamente de la protección estatal, como ha ocurrido con el sector automotriz en algunos países latinoamericanos. Además, los aranceles elevan los precios de los productos para los consumidores locales, lo que tendrá un efecto inflacionario.
Bajo el enfoque neoclásico de la Reserva Federal, esta situación podría traducirse en aumentos de las tasas de interés, lo que profundizaría la recesión en la economía de Estados Unidos y, por extensión, en la economía global, como ya lo presiente la creciente inestabilidad en los mercados bursátiles. A nivel internacional, esta política también podría desencadenar una guerra arancelaria con efectos negativos sobre el comercio global. No obstante, al mismo tiempo, podría acelerar nuevas dinámicas de cooperación económica, como los recientes acuerdos comerciales de estabilidad entre China, Japón y Corea del Sur[v], que refuerzan el emergente nuevo orden económico articulado en torno a procesos como los BRICS y la Iniciativa de la Franja y la Ruta.
Trump parece encaminado a repetir la tragedia de Edipo, al buscar eludir su destino y encontrarlo[vi]. Sus políticas, concebidas para debilitar procesos como los BRICS y la Iniciativa de la Franja y la Ruta, podrían paradójicamente fortalecerlos, al incentivar una mayor integración económica y comercial entre otras naciones, al margen de la influencia de Estados Unidos.
Vigencia de la teoría de los aranceles decrecientes
En el contexto actual, muchos países siguen utilizando medidas proteccionistas como parte de estrategias de desarrollo industrial. China, por ejemplo, protege sectores tecnológicos clave, mientras que Corea del Sur aplicó una política similar con su industria automotriz durante las décadas de 1970 y 1980. Países en desarrollo como India y Brasil también emplean aranceles selectivos para resguardar sectores estratégicos como la electrónica y la aeronáutica, respectivamente. Incluso las economías desarrolladas han adoptado formas de neoproteccionismo, recurriendo a subsidios y barreras no arancelarias para defender industrias sensibles, como lo evidencian las políticas de apoyo a la producción de chips en Estados Unidos y la Unión Europea.
Aunque los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio restringen el uso de aranceles, aún existen cláusulas de salvaguardia para proteger industrias en crisis. En este marco, la idea de aranceles decrecientes continúa siendo válida como herramienta para fomentar la industrialización, siempre y cuando esté acompañada de plazos definidos para la reducción de la protección, financiamiento productivo, inversión en educación, ciencia, tecnología e infraestructura, y se evite caer en una dependencia crónica de los subsidios estatales.
Sería beneficioso para Donald Trump y sus asesores estudiar la tradición económica que impulsó la industrialización de Estados Unidos, para evitar que la política de ‘America first’ termine en ‘America last’.
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[i] https://www.bbc.com/mundo/articles/c5y6gple752o
[ii] https://www.eltiempo.com/mundo/asia/china-contraataca-a-trump-las-medidas-del-gigante-asiatico-contra-estados-unidos-en-la-guerra-arancelaria-3441729
[iii] Alexander Hamilton, Report on the Subject of Manufactures (Informe sobre las Manufacturas), presentado al Congreso de los Estados Unidos el 5 de diciembre de 1791. Hamilton, primer Secretario del Tesoro de EE.UU. (1789-1795), redactó este informe como parte de su visión para transformar una economía agraria en una potencia industrial. Sus ideas influyeron en el Sistema Americano de Henry Clay y en políticas arancelarias como la Tarifa Morrill (1861), que protegieron a industrias como el acero y los textiles hasta su consolidación global
[iv] Friedrich List, Sistema Nacional de Economía Política (Das nationale System der politischen Ökonomie), publicado en 1841. Su obra influyó en la unificación aduanera alemana del Zollverein (1834), en políticas industriales europeas del siglo XIX y en debates modernos sobre desarrollo económico. Propuso un modelo de tres etapas (agrícola, manufacturero y comercial), donde el proteccionismo es una fase transitoria hacia la competitividad global.
[v] https://www.elindependiente.com/opinion/2025/04/05/trump-del-america-primero-al-america-sola/
[vi] La tragedia de Edipo, narrada por Sófocles en Edipo Rey hacia el año 429 a. c., radica en que, al intentar huir de la profecía que lo destinaba a matar a su padre y casarse con su madre, terminó cumpliéndola precisamente por sus intentos de evitarla. Criado lejos de sus padres biológicos para eludir el destino, su huida lo llevó a cometer los actos que temía. La historia simboliza la paradoja trágica: cuanto más se resiste al destino, más se acerca a él. Su caída no fue por maldad o ignorancia, sino por el poder inexorable de un designio que superó toda voluntad humana, mostrando que ciertos caminos son ineludibles.
Carlos Julio Diaz Lotero
Foto tomada de: BBC
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