Con el triunfo del progresismo, el poder económico y político tradicionales, a pesar de su incapacidad y decadencia absoluta, le declararon la guerra, desde el primer día, al gobierno y en particular al presidente Petro. Los grandes medios, de propiedad de los poderes en crisis, sirven de fuerza de choque por medio de la mentira, la manipulación, la mezquindad y encuestas poco confiables.
El presidente y el gobierno están solos contra los poderes eternos. Pero, la comunidad internacional y la gente de medianos y bajos recursos se han dado cuenta de esa guerra infame y sin pausa, por lo cual la favorabilidad del presidente se conserva en un punto alto.
Suponiendo que le falta ejecución al gobierno, aun restan cinco meses del 2023 para apurar la gestión, entendiendo que Duque nombró en los últimos meses a miles de uribistas y opositores al nuevo gobierno, por lo cual una ineficiente burocracia producto de su papel secundario en los factores que podrían hacer de la productividad, la equidad, y la sostenibilidad los que lleven tranquilidad a la ciudadanía y al campesinado, obstaculizan la ejecución del cambio que necesita Colombia. En últimas, un torcido modelo de mercado se opone a todo proyecto de cambio si este no hace parte de la agenda definida por el poder económico y político.
Batalla por la Fiscalía
Es tan desbordante la corrupción en este organismo, que le querían cerrar el paso al presidente para nombrar una terna de la cual resulte un fiscal que inicie un proceso de depuración, resultados y reestructuración. El presidente no puede ponerle a Colombia un fiscal tibio que haga un trabajo sobre qué procesos deben avanzar y cuáles desaparecer en el congelador de la impunidad. Un fiscal más o menos transparente, más o menos buen jurista, más o menos buen penalista, no le sirve a Colombia, y menos si proviene de la saga de corrupción y crimen de las últimas dos décadas.
En estas circunstancias, la precipitada y extralimitada captura del hijo del presidente y de su ex amante, es parte de la sucia estrategia para menguar la imagen del presidente y restarle capacidades al deber constitucional que tiene para presentar una terna para el cargo de fiscal General de la Nación.
La Fiscalía y la Procuradora trataron de impedir que el presidente escogiera la terna que presentó a la Corte Suprema de Justicia, porque dicen que está impedido para actuar con imparcialidad por el caso de su hijo, a pesar de que el presidente siempre ha dicho que respetará las decisiones de la justicia, por eso también ha solicitado un fiscal ad hoc para el caso de su hijo.
El afán por capturar a Nicolás Petro era bloquear el nombramiento de la terna para fiscal. Al neutralizar al presidente asumían que otra instancia ternaría candidatos amigos de la corrupción y el crimen, con lo cual la impunidad seguiría mandando y creciendo, porque una falla estructural en la ética del Estado atada a una falla estructural en la ética del mercado, no tiene límites hasta tanto un proceso ciudadano le ponga fin a la decadencia.
El caso del cartel del petróleo entre “la gente de bien” y Ecopetrol lleva ocho años en la Fiscalía
Bien hace el presidente al pedir que se investigue si funcionarios de Ecopetrol han participado en las clandestinas exportaciones de petróleo proveniente de Venezuela, por cuantía que superar los 400.000 millones de pesos. El presidente tiene razón, porque es imposible que ese negocio se hubiera hecho sin Ecopetrol, porque la petrolera permite el transporte de crudo por lo cual debió aplicar controles con tecnología electrónica y digital. Como mínimo la empresa encargada del transporte del crudo debía saberlo, en consecuencia, sus resultados también debieron pasar por la presidencia y la junta directiva de Ecopetrol.
Un sistema de control electrónico era fácil y necesario de implementar para monitorear el flujo del crudo desde un punto X en Colombia hasta el lugar de embarque.
La corrupción en torno a la producción de petróleo o de combustibles, no es nueva. Hace años se intentó poner un seguro electrónico en cada carro tanque que transportaba gasolina. Al poco tiempo, la medida se suspendió. Las directivas de Ecopetrol tenían que saber que había un robo sistemático de combustible, porque jamás les podían cuadrar las cuentas entre combustible producido y combustible distribuido. Había una gran cantidad de gasolina que se evaporaba por obra y gracia del espíritu santo que protege al “bendito cartel de la gente de bien”. Dicen que ningún robo de petróleo o gasolina era posible sin ayuda de la DIAN.
Este tipo de corrupción ocurre por un recurso humano ineficiente y corrupto, asociado al no uso o mal uso de tecnologías de control. En todo el mega sistema de focos de corrupción siempre fallan los instrumentos de control: humanos y tecnológicos. A la ciudadanía le repugna el petróleo que se roba “la gente de bien”, porque es otra de las grandes bandas de “privilegiados” que supieron hacer del modelo de mercado un sistema de políticas, estrategias, programas y proyectos, para sustraer bienes y dineros públicos.
De manera deliberada, desde el primer día del gobierno de César Gaviria, ese fue el objetivo, por eso se privatizaron empresas públicas, aprovechando la mala administración del modelo estatista, en muchas, no en todas, las organizaciones públicas. Lo que no se ha logrado privatizar es porque se ha estudiado la cantidad de Estado requerido para hacer viable la captura de rentas públicas. Si el mercado se roba un sector y deja un hueco, ese hueco lo cubren las empresas públicas del sector.
“La gente de bien” dice que algo de Estado es bueno y necesario, como sofisma de distracción o para amortiguar los desfalcos del Estado por el mercado. Es tan anómalo el modelo colombiano “de la gente de bien”, qué en momentos de incertidumbre y crisis del modelo económico global, sobre todo de occidente, que organismos internacionales y gobiernos de otras naciones apoyan las reformas sociales y económicas del gobierno Petro.
“La gente de bien” siempre tiene una razón para sostener una porción del mercado en manos del Estado. Dejan una EPS, un fondo público de pensiones, unas pocas universidades públicas y hospitales públicos, unas escuelas y colegios públicos, una empresa de aviación para ir donde las empresas privadas no van.
La baja calificación y calidad de todos los factores inteligentes y funcionales a una economía eficiente, diversificada, sofisticada, productiva, innovadora, inteligente, emprendedora y territorialmente autónoma, se deben a que los multimillonarios “de la gente bien” no tienen a estos factores del desarrollo en el frente de sus intereses, objetivos y conocimientos. Su nivel intelectual es bastante bajo.
Unos modelos inteligentes para Colombia, como los de López Pumarejo y Lleras Restrepo, de los países avanzados, y de los emergentes de Asia, no le interesa o no le gusta a “la gente de bien”. Siempre han querido acabar con el Estado – no reestructurarlo ni modernizarlo -, para asaltarlo. Desde Misael Pastrana se fue desmontando el modelo de industrialización, exportaciones y de desarrollo social. La captura del Estado mediante las privatizaciones se preparó de manera abierta y decidida desde Barco. Gaviria terminó siendo el elegido para la orgía neoliberal que acabó con el Partido Liberal y con los nuevos partidos que emergieron de conservadores y liberales. Treinta años después el “país de la gente de bien” está colapsado.
Lo que viene para el presidente
El 7 de agosto debe rendir un informe cierto con datos y metas al 31 de diciembre de 2023. Un discurso sistemático, ordenado, escrito, que sea la carta de navegación de Colombia para el segundo año de gobierno. Ya improvisó una magnifica intervención el 20 de julio, ahora debe venir el texto que marque el rumbo cierto y definitivo de su gobierno, que es el rumbo de la nación. El 7 de agosto debe anunciar el Conpes de la política de reindustrialización, sin ella el cambio estructural está liquidado por más anuncios de alguna que otra nueva inversión extranjera y de una que otra nueva empresa nacional innovadora en sectores avanzados.
Jaime Acosta Puertas
Foto tomada de: Senado.gov.co
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