Se obtuvieron las correlaciones de 2008 a 2018 entre la FBK y el PIB para ambas economías, y los resultados fueron en el caso chino un valor de 0.86 mientras que para EE.UU. fue de 0.94. Cabe recordar que el valor máximo para la correlación es de 1 en valor absoluto. Esto sugiere que la falta de crecimiento de la FBK induce a la falta de crecimiento del PIB norteamericano en este período.
De otro lado, el menor crecimiento de la FBK impacta al crecimiento del PIB chino más que la guerra comercial. La desaceleración del PIB oriental viene desde 2007 por la caída del crecimiento de la inversión y no se esperan grandes caídas a raíz de la guerra comercial. El desempeño de la FBK ha tenido consecuencias en la productividad de ambos países. Un artículo publicado por el Bureau of Labor Statistics (BLS)[2] da cuenta de la caída en la productividad manufacturera estadounidense. Esto deriva en el inmenso déficit comercial americano, y en el cambio en su matriz exportadora, la cual se ha reprimarizado.
La guerra comercial afecta la confianza empresarial cuya medición en marzo de 2018 expresado como BCI, índice de confianza en el rendimiento de los negocios futuros, dio 99.5 y 101.2 para China y EE.UU. respectivamente. (Gráfica 2) En ese orden, el último dato para cada país en agosto del 2019, es de 98.6 y de 99.2, una variación negativa de -0.8% y -2.0%, estando más afectado EE.UU. Esto se reafirma con el informe del 1ro de octubre del año en curso, sobre la manufactura publicado por el Institute for Supply Management (IMS), donde los indicadores de producción, empleo y la manufactura americanos observan otra contracción[3].
Las expectativas de crecimiento económico del FMI para 2019 y 2020, usualmente sobre estimadas, son que China crecerá a 6.2% y 6.0%, respectivamente; mientras que EE.UU. 2.6% y 1.9%. Al contrario a lo que dicen los medios especializados y el presidente americano, una desaceleración que lleva el crecimiento por encima del 6%, es mejor que una “expansión” que deriva en un crecimiento menor al 2%.
La guerra comercial no es otra cosa que el producto de la economía de un país que una vez fue el comandante mundial y que hoy, ante la pérdida de capacidad competitiva, busca culpar a su principal rival tal como lo hizo en la década de 1980 con Japón. En una lectura errónea por parte de la administración estadounidense, se culpa a los demás países, entre otras cosas, de dumping, y se piensa que aranceles corregirán los problemas estructurales de su economía. Lo cierto es que ante un mal diagnóstico y una mala política económica, EE.UU. no corregirá los problemas macroeconómicos que enfrenta y no ha podido resolver.
La diferencia entre China y Japón es sustancial. China no es Japón, tiene una población cuatro veces más grande, un territorio mucho mayor, no sufre del trauma de la guerra mundial y desde hace años ha seguido un plan bien definido de crecimiento con un conjunto de políticas que buscan impulsar el crecimiento económico[4]. Hoy en día es ya la principal economía medida a través del poder de paridad adquisitivo (PPA)[5]; cuenta con la red 5G y busca posicionarla; tiene un plan de inversión de infraestructura global, como lo es la Nueva Iniciativa de la Ruta de la Seda; tiene en proceso un cambio de matriz energética; es el principal fabricante de autos eléctricos del mundo; y tal parece que los planes de internacionalizar el Renminbi como parte de abrir su economía, avanzan.
Oscar Ugarteche & Alfredo Ocampo.
Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/202602?utm_source=email&utm_campaign=alai-amlatina
Foto tomada de: BBC
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