De esta manera se llegó a la Iniciativa Social para América Latina y el Caribe, ISALC, cuyo primer evento acaba de realizarse en el cual participaron 16 organizaciones de la sociedad civil de América Latina y del Caribe. Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Cepal, apoyó este encuentro; presento el último balance de lo que está sucediendo en esta región y acompañó gran parte del evento, escuchó las posiciones elaboradas por los distintos grupos y su equipo tomó nota de las intervenciones. Cepal anotó lo valioso de poder conocer de primera mano la complejidad de nuestra región en estos momentos, planteada claramente desde las distintas orillas representadas en ese encuentro.
Esa es la gran riqueza de esta iniciativa: la pluralidad que se expresa por la diversidad de ponencias de muchas organizaciones de la sociedad civil de esta región que resaltaran sus puntos centrales. Es el panorama de esa sociedad civil que logró unirse en esta búsqueda de una visión más integral de todos los sectores de nuestros países. Marco Romero realizó la extraordinaria labor de convocatoria de tantos sectores representativos de nuestra sociedad y Clara López en un esfuerzo que muchos creímos imposible, logró integrar en un documento que ya circula, las diversas posiciones de los numerosos sectores representados.
Insistimos desde el inicio en la necesidad de identificar unos principios fundamentales que enmarcaran las propuestas. Sin duda este es un proceso que seguirá precisándose en la medida en que se avance en este camino. Simplemente con la idea de señalar lo que personalmente considero puntos cruciales que debo mencionar son compartidos y enriquecidos con las ideas de mis colegas, los traté de sintetizar en mi presentación en el evento del 6 de octubre.
El punto de partida debe ser reconocer que esta, es la mayor crisis económica y social que hemos tenido y es evidente que esta puede ser otra década perdida para América Latina y el Caribe, probablemente con peores consecuencias no solo económicas y sociales sino políticas. Crisis sobre todo de demanda y de oferta.
TRES elementos deben destacarse como principios:
- El Estado es el que debe retomar un protagonismo perdido para enfrentar los costos y las estrategias para enfrentar esta situación.
- El Modelo de Desarrollo actual, excluyente y agotado, debe replantearse cuyas profundas debilidades no solo reveló la pandemia, sino que se profundizaron en medio de la crisis. Se llenó esta región de vulnerables.
- La Democracia, autoritarismo y la violación de los derechos humanos cada vez más evidentes en la región por medidas restrictivas sin el mínimo control político. Son los derechos los que más se están viendo afectados. Y esta defensa de la democracia lleva a demandar el respeto a la movilización social.
SIETE elementos fundamentales en el debate:
- Primacía de lo público y del interés colectivo porque debe ser una de las premisas básicas que deben orientar la nueva política económica y social.
- Nueva manera de abordar la equidad de género. La actividad más importante en la pandemia ha sido el cuidado, especialmente el no remunerado, la gran contribución de la mujer. Sin embargo, asume los mayores costos junto con los jóvenes; desempleo, carga excesiva de trabajo de cuidado, baja en productividad, pérdida de ingresos y de autonomía económica y violencia intrafamiliar. Es la hora de sacar del olvido de los economistas la economía del cuidado no remunerado.
- La transformación productiva porque la dependencia de materias primas debe empezar a sustituirse con la entrada de nuevas fuentes de crecimiento, de empleo, de divisas.
- Recuperar el valor del trabajo. Hasta los economistas más ortodoxos reconocen los costos de haber subestimado la contribución del trabajo y haber permitido la debilidad de las organizaciones sindicales.
- Una política social no subordinada a la economía. No limitada a reducir pobreza con limosnas a los pobres sino a garantizar los derechos de todos y generar movilidad social.
- Fiscalidad democrática. La región no puede seguir evadiendo la necesidad de aumentar la financiación del Estado para responder a las inmensas demandas de sociedades profundamente desiguales, pero con un sistema impositivo que parta del principio de equidad.
- Integración latinoamericana. Sin ella será imposible salir adelante como región especialmente cuando es evidente que está asumiendo los mayores costos comparada con otras regiones del mundo, en términos no solo de la salud sino de las posibilidades reales de reactivar sus economías.
Finalmente, tres medidas de choque son ineludibles, pero desafortunadamente gobiernos como el colombiano han hecho caso omiso de la necesidad de implementarlas:
- Renta Básica de emergencia que garantice las necesidades primordiales de la población pobre y vulnerable que puede representar en estos momentos cerca del 60% de la población. Montos cercanos al salario mínimo y no a la línea de indigencia como sucede en Colombia con el Ingreso Solidario.
- Empleos de emergencia. Es fundamental garantizar el empleo porque la reducción de la tasa de desempleo se está dando fundamentalmente porque los informales han tenido que regresar a la calle para subsistir.
- Apoyo a pequeñas empresas. La realidad latinoamericana es que estas son la gran mayoría y a ellas en muchos casos no llegan apoyos reales. No necesariamente son líneas de crédito cuando se tiene una reducción drástica de la demanda. Apoyos a la nómina y reactivación de demanda de sectores pobres y vulnerables son algunas medidas más eficientes que no se están viendo en la región.
Para terminar, no se puede perder de vista el objetivo final de esta iniciativa: la construcción de un Plan Estratégico de Reconstrucción Económica y Social de América Latina y el Caribe.
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[1] Marco Romero, Clara López, Luis Jorge Garay y Cecilia López M.
Cecilia López Montaño, E-mail [email protected], www.cecilialopez.com
Foto tomada de: Cepal.org
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