Las diferencias de percepción entre los latinoamericanos y los estadounidenses sobre lo que constituye corrupción se puede resumir en breve en la oración sacada del New York Times del jueves 30 de enero del 2020. Dice: “Los esfuerzos para poner a los vacilantes republicanos en línea parecían funcionar ya que los abogados del presidente Trump argumentaban que cualquier cosa que un presidente hiciera para ganar la reelección era en el interés público”.
En América del Sur, al menos en los países donde los presidentes son sujetos de fiscalización como el Perú, Chile, Ecuador, Brasil, Argentina y Uruguay, la interpretación de “cualquier cosa que un presidente hiciera para ganar la reelección” significaría, tráfico de influencias, abuso de poder, falsedad genérica, obstrucción de justicia, obstrucción del congreso, la conformación de una organización criminal dentro del partido político para asistir en la obstrucción de justicia y para facilitar la reelección desde el poder político, facilitando el uso de recursos públicos a favor del candidato presidente. El abuso del poder para beneficio crematístico propio es otro delito muy evidente desde una mirada sudamericana.
El poder absoluto del presidente del país “líder del mundo libre” parece sobreponerse a lo que, en América del Sur al menos, serían causales para meterlo a la cárcel pero que en Washington no son razones ni siquiera para que pierda puntos ante la opinión pública. El montaje mediático de una economía en auge, sumado al montaje erróneo de comparar índices de bolsa con crecimiento del PIB, repetido por todos los medios, junto con no mostrar el peso de los salarios en la economía estadounidense y su caída, sino hablar de la reducción del desempleo a niveles mínimos, da una imagen errada de lo que ocurre en la economía americana. Dos ejemplos de lo que ocurre realmente son Boeing y su avión y satélite fallados; y la tregua en la guerra comercial firmada por un funcionario de tercer nivel del gobierno chino por la pérdida de credibilidad del ejecutivo americano.
Ante el manejo mediático de sus abusos múltiples y sus mentiras repetidas, según la encuesta Gallup de enero 2020 (https://news.gallup.com/opinion/polling-matters/284030/impeachment-american-public-perspective.aspx), el apoyo a la absolución de Trump es mayor que la aprobación del trabajo que está haciendo como presidente. Mientras que el 53% de los estadounidenses desaprueban el trabajo de Trump como presidente, solo el 46% está a favor de la condena. Mientras que el 44% de la población encuestada aprueba el trabajo que está haciendo, el 51% está en contra de la condena. Los delitos cometidos parecen no interesarle a nadie.
Esto sería anecdótico si no fuera porque los programas de lucha contra la corrupción en América del Sur, están muchas veces promovidos desde el National Endowment for Democracy NED y el International Republican Institute IRI, ambas agencias del Departamento de Estado. Quizás podrían comenzar por casa.
Oscar Ugarteche, ex jefe de gabinete de la Comisión de Delitos Económicos y Financieros del Congreso peruano durante el período del gobierno de Alberto Fujimori. Profesor del Instituto de Investigaciones Económicas UNAM.
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