Su enfoque básico es muy sencillo: se considera que es posible mejorar sustancialmente dicha situación, resolver problemas sociales, sin modificar la estructura básica del capitalismo, es decir, sin cambiar de fondo la producción a partir de productores privados autónomos que compiten en el mercado, y sin tocar la relación básica de producción y organización social, la relación entre capitalistas y trabajadores asalariados.
En forma resumida, los progresistas consideran que la forma de producir está bien, pero que no funciona adecuadamente la distribución. Sin embargo, el proyecto de plan de desarrollo no analiza la situación, no tiene una sola meta de reducción de la desigualdad de la riqueza y el ingreso y apenas menciona una vez el coeficiente GINI.
Los progresistas renuncian de entrada a cuestionar la organización de la producción capitalista. El presidente Petro, por ejemplo, dio declaraciones en su campaña afirmando que se proponía desarrollar el capitalismo, algo que en su opinión no han hecho los partidos tradicionales. El gobierno quiere un capitalismo bueno para las trabajadoras y los trabajadores, especialmente los más pobres. Los hechos mostrarán si se logra este buen propósito.
Las opciones para conseguir un mejoramiento sustancial en las condiciones de vida son dos: a) aumentar los salarios e ingresos netos por actividades de cuenta propia; b) redistribuir ingresos por parte del Estado, utilizando mecanismos que permitan aumentar los ingresos directos o de tributación progresiva (hacer que los ricos paguen proporcionalmente más impuestos) y de gasto social (transfiriendo recursos monetarios o prestando servicios gratuitos o subsidiados a los trabajadores más pobres). Las medidas en estas dos líneas de acción deben expresarse en una reducción de las desigualdades en la riqueza y los ingresos.
La revisión del proyecto de plan muestra que algunas de las afirmaciones del presidente no quedaron clara y explícitamente recogidas. No se dice en ninguna parte explícitamente que el propósito general es desarrollar el capitalismo: ni siquiera se menciona una sola vez el término capitalismo. Tampoco aparecen como actores centrales los capitalistas ni los trabajadores asalariados. Asimismo, no se hace referencia, o se hace en forma muy marginal, a las ganancias, los intereses y las rentas de la tierra, las fuentes de ingreso principales de los dueños del país, que constituyen su objetivo y razón de ser. Para ser equitativo, el proyecto tampoco analiza el salario, la fuente de ingreso (miserable para la mayoría) de cerca de 11 millones de colombianos.
Parecería que el proyecto de plan tiene vergüenza de decir abiertamente en qué sociedad vivimos. En lo cual, por cierto, es coherente con la Constitución Política que rige un Estado capitalista, pero en la cual tampoco se menciona una sola vez al capitalismo ni a sus clases principales: los capitalistas, los trabajadores asalariados y los terratenientes. Teóricamente esta es una estrategia común entre los capitalistas y sus voceros principales, los economistas, que piensan que no es muy conveniente hablar de capitalismo y prefieren entonces referirse a la economía en general, a la sociedad de mercado, a la democracia occidental, a la sociedad de economía mixta, con lo cual pretenden hacer creer que es la única sociedad posible.
Las condiciones materiales de vida de los trabajadores dentro del capitalismo dependen, en primer lugar, de tener un empleo (o un trabajo independiente) con un salario y/o ingreso suficiente para comprar los bienes y servicios necesarios para una vida digna. La tozuda realidad muestra que esto no ha ocurrido en el capitalismo colombiano. Ha habido progresos, es cierto, pero el resultado a la fecha muestra que cerca del 40% de la población es pobre, aproximadamente el 10% vive en la miseria, casi el 70% se encuentra entre la pobreza y la vulnerabilidad (es decir, muy cerca de la pobreza según las mediciones oficiales) y millones han tenido que migrar en busca de oportunidades que no encuentran en el país. Alrededor de 35 millones de colombianos obtienen ingresos que no son dignos ni adecuados.
En sus más de cien años de vida el capitalismo ha sido “exitoso”: ha creado por una parte un polo de pobreza y de miseria que convive con un polo de extrema riqueza y lujos. Muchos progresistas consideran que esto se debe a que no ha habido suficiente voluntad política de los gobiernos para resolver los problemas, y que la corrupción hace estragos. Y se ilusionan entonces con un gobierno que tiene voluntad política de cambio y un propósito de luchas contra la corrupción. Pero ¿es suficiente con la voluntad política? ¿Es la carencia de voluntad política la causa principal de los problemas? Amanecerá y veremos.
El director del Departamento Nacional de Planeación, Jorge Iván González, considera, sorprendentemente, que la causa principal de la desigualdad se encuentra en las deficiencias de la planeación: “El gran test, la gran prueba de que la planificación en Colombia ha sido un fracaso, es que en medio de esta riqueza tengamos personas y poblaciones tan pobres. Yo creo que ese es el eje de todo este proceso” (Hora 20, 5 de febrero). Muy discutible y sin fundamento suficiente esta afirmación mediante la cual se exime de toda responsabilidad al sistema capitalista y sus beneficiarios sobre la pobreza.
La distribución de la riqueza y de los ingresos
Un punto distintivo del progresismo y de la izquierda dentro del capitalismo, es decir, de una izquierda que no busca suprimir el capitalismo sino transformarlo en un sistema con rostro humano, es el énfasis en la redistribución de la riqueza y de los ingresos. Esperaría entonces encontrar uno un proyecto de plan de desarrollo decidido a hacer cumplir con el mandato constitucional en la materia y a disminuir los indicadores de concentración de la riqueza y el ingreso.
Sin embargo, la revisión del proyecto de plan muestra que: 1) No hay un diagnóstico sobre la situación de concentración de riqueza e ingresos. No se presentan indicadores de línea de base ni datos sobre su evolución reciente. Tampoco se examinan las causas ni se presentan explicaciones; 2) No hay objetivos precisos ni metas claras en la materia; 3) No se expone claramente cuáles son las estrategias para reducir la concentración del ingreso y la riqueza ni los aportes de las diferentes líneas de acción.
El proyecto de plan, por tanto, ignora por completo el tema.
El director de Fedesarrollo, Luis Fernando Mejía, identificó este vacío en los siguientes términos:
“Hay algunos aspectos que vale la pena fortalecer. En primer lugar, la palabra Gini se menciona solo una vez en las 320 páginas de las bases del plan. Los economistas usamos el Gini para medir las desigualdades en una sociedad. Los altísimos niveles de desigualdad en Colombia, reflejo de profundas diferencias en el acceso a oportunidades, ameritan una mayor relevancia en el plan de desarrollo. Es necesario fijar una meta trazadora de reducción del Gini de la distribución del ingreso y explicar cuáles serán los instrumentos para alcanzar dicha reducción.”[1]
Los límites de la planificación en una sociedad anárquica
Sin lugar a duda la planeación es una función importante. En las teorías de la administración privada y pública ocupa un lugar destacado junto a las otras funciones generales básicas: la organización, la estructura, la dirección y coordinación de las acciones, la ejecución, el control y la evaluación. La planeación es indispensable para determinar con base en el diagnóstico de una situación y los recursos disponibles los objetivos y metas a alcanzar. Entre más grande y compleja una organización es aún más necesaria la función de planeación.
El ejercicio de la función planificadora requiere de la existencia de una organización bajo el control de los miembros. Se trata de la organización y de la acción consciente de las personas sobre una determinada realidad. En las organizaciones capitalistas los dueños tienen el control de los medios de producción y de la fuerza de trabajo que contratan. Deciden internamente sus objetivos, definen los procesos productivos, establecen una organización en la cual distribuyen conscientemente las tareas entre todas las personas, dirigen despóticamente la actuación de todos los miembros, controlan y evalúan. Obviamente tienen un factor de incertidumbre que es el comportamiento del mercado, es decir de la demanda y de los demás competidores, pero en la medida de lo posible realizan actividades de investigación de mercado para tratar de controlar o ajustarse adecuadamente a dichas variables externas.
En el Estado se realizan también las funciones administrativas y dentro de ellas la función de planeación. Para el cumplimiento de sus finalidades el Estado establece una organización determinada (ministerios, establecimientos públicos, empresas industriales y comerciales, etc.), distribuye las funciones entre las entidades y personas, elabora planes y presupuestos, dirige la acción de dichas organizaciones y personas, ejecuta presupuestos, controla y evalúa. Es un proceso más complejo que en la administración privada, pero con muchas semejanzas en sus aspectos administrativos.
Sin embargo, el conjunto de la sociedad, en sus fundamentos económicos y sociales, no funciona planificadamente puesto que no es una organización bajo el control consciente de sus miembros. La producción capitalista y la pequeña producción para el mercado está organizada por parte de unidades privadas formalmente autónomas. Cada unidad de producción toma decisiones independientes, obviamente teniendo en cuenta el mercado, al cual no conocen adecuadamente ni logran controlar a pesar de sus esfuerzos. Internamente, como hemos señalado, hay una organización bajo el control consciente de los propietarios, pero externamente la sociedad funciona mediante la competencia de cientos de miles de unidades productivas. Las decisiones sobre cuanta carne, arroz, papa y maduro producir son tomadas por miles de unidades productivas y lo mismo ocurre con todas las demás mercancías. Las decisiones sobre cuantos elementos de producción (edificios, terrenos, máquinas, instrumentos, materias primas) son tomadas independientemente por estas unidades productivas. Las decisiones sobre cuántos trabajadores contratar son tomadas por estas unidades productivas.
Nadie planea esto para el conjunto de la sociedad porque se trata de un esquema anárquico. El Departamento Nacional de Planeación en Colombia no estudia cuantos huevos, carne, arroz y papa necesitan los colombianos y con base en esto determina el volumen de la producción; tampoco distribuye la población trabajadora entre las distintas ramas de producción con el fin de producir dichos objetos y satisfacer las necesidades de la gente. De esto se encargan los miles de productores privados en competencia.
Los productores privados capitalistas no tienen como objetivo satisfacer necesidades de la gente, su objetivo es obtener ganancias. Obviamente producen cosas que satisfacen necesidades, pero no lo hacen con esta finalidad: puede que haya miles de niños desnutridos necesitando leche y carne, pero los productores de leche y de carne no la van a entregar a quienes más la necesitan si no tienen como pagarla. Incluso, en determinadas circunstancias puede existir una enorme producción que excede la demanda efectiva, caso en el cual prefieren botar el producto a las alcantarillas para no afectar demasiado los precios.
El Estado en las sociedades capitalistas no controla los elementos fundamentales de la producción material de bienes y servicios. Los determinantes principales de las condiciones de vida de los trabajadores, el empleo, los salarios, los ingresos están en manos de privados orientados por la búsqueda de ganancia.
De otra parte, dado que la producción en su gran mayoría se realiza bajo este modelo anárquico de organización social la economía está sujeta a desequilibrios y crisis. En determinadas circunstancias se produce demasiado y los productores no logran vender su producto a precios que cubran sus costos, o ni siquiera logran venderlo y deben en muchos casos destruirlo o desperdiciarlo. Se observan fenómenos contradictorios como el hecho de que existe capacidad de producción instalada pero subutilizada: es decir, mientras hay necesidades no satisfechas, la industria y otros sectores productivos no utilizan plenamente los recursos a su disposición.
Finalmente, la organización social consiste en un conflicto entre clases. Por un lado, los capitalistas activos (productivos y comerciales), los capitalistas inactivos (prestamistas de dinero) y los terratenientes, que se apropian de buena parte del producto; por el otro los trabajadores asalariados y los trabajadores por cuenta propia.
En estas condiciones el Estado tiene límites de sistema. Es posible que pueda lograr ciertos resultados mediante la provisión de servicios públicos y transferencias monetarias. Por ejemplo, ofrecer servicio de educación a millones de niños de familias de trabajadores que no pueden con sus ingresos pagarlo; o garantizar el acceso a ciertos servicios de salud, de agua potable y saneamiento básico; o complementar los ingresos monetarios de ciertos grupos poblacionales. Estas actividades pueden ser organizadas y planificadas por entidades gubernamentales y en la medida en que se realicen con cierta eficiencia y sin corrupción se pueden lograr efectos específicos sobre las condiciones de vida de la población asalariada y por cuenta propia.
Pero el Estado no puede garantizar resultados de fondo en materia de empleo e ingresos de los trabajadores asalariados y de los trabajadores por cuenta propio en la medida en que las decisiones fundamentales están en manos de los capitalistas.
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[1] https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/luis-fernando-mejia/columna-de-luis-fernando-mejia-reflexiones-sobre-el-plan-de-desarrollo-741371
Alberto Maldonado Copello
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