Entre sus activos cuentan hasta el subsuelo de la nación, por eso las multinacionales del carbón y del petróleo no pagan impuestos sobre las regalías, el 60% de la población son informales o hacen parte de la precaria formalidad, un 39% son los que operan la economía y las entidades públicas, y el 1% se llevan los beneficios. Los bancos captan recursos de la ilegalidad por eso tiene preferencia cuando llegan los mensajeros a consignar maletines llenos de plata, y las grandes superficies felices porque venden al por mayor. Desgraciadamente está institucionalizada y perfeccionada una cultura de la corrupción desde los años 1970.
Por lo anterior y más, el modelo de crecimiento es funcional a una inacción declarada, consentida y deliberada donde poco o nada importa desarrollar la economía, la sociedad, los territorios y la soberanía del Estado. Por eso hasta la cátedra de historia quitaron en los colegios. Una especie de sociedad sin identidad. Una sociedad ignorante. Una nación sin historia es como una persona y una familia sin historia. Colombia vive de la gloria de deportistas, escritores y artistas, de uno que otro alto funcionario honesto e inteligente, de científicos que emigraron, de uno que otro empresario que se hizo exitoso afuera, y de un puñado de periodistas y columnistas que muestran verdades y realidades para que la descomposición y la desgracia no acaben de acabar con lo que queda: la esperanza.
A la gente no le dice nada, empezando por la dirigencia, los malos indicadores internacionales en educación, investigación, productividad, exportaciones, crecimiento medio, inequidad, pobreza, violencia, corrupción y dependencia del extractivismo, porque esa no es su preocupación desde hace más de 200 años, y peor desde 1991 hasta el 2022.
Es el único país emergente del mundo en el cual la ciencia y la tecnología no cuentan. Menos del 0.30% del PIB para investigación desde hace 40 años. Prohibido poner en la agenda del crecimiento a la ciencia porque es prohibido investigar, innovar, emprender y crear conocimiento en la frontera de la ciencia para desarrollar tecnología en las olas de innovación.
La ciencia es el puente entre una educación de calidad y las empresas innovadoras. La ciencia es el puente entre una educación de calidad y tecnócratas que deberían hacer una gestión pública innovadora mediante la cual pensar emprendimientos innovadores entre el Estado y las empresas como una actividad colaborativa para las dos partes y beneficio de la sociedad: así debería ocurrir con el cambio climático, las energías alternativas y la transición energética justa. La ciencia es el puente entre educación de calidad y diversificación y sofisticación de las exportaciones. La ciencia es el puente entre educación y la autonomía territorial. Pero la ciencia necesita de una educación de calidad irrigada en la sociedad. Sin embargo, nada de esto le interesa a la dirigencia que entregó la soberanía nacional a favor de la dependencia tecnológica y de las importaciones.
Desarrollar ciencia y tecnología es la única manera de evitar transitar del extractivismo fósil al extractivismo verde, tal como lo venía haciendo Colombia desde el gobierno de Santos, y sobre todo de Duque, y que Petro quiere reconducir hacia una soberanía energética con la política nacional de reindustrialización y de investigación.
La oposición a las reformas sociales no es por diferencias de fondo para mejorar los textos. Es para mirar como preservan los trimillonarios negocios con recursos públicos. Lo demás son mentiras. La joven, pero brillante exministra de educación se fue porque pecó de ingenuidad en la negociación de la ley estatutaria de educación. Los blancos senadores de la oposición le metieron micos a favor de la educación privada que jamás llegará a jóvenes de escasos recursos, sobre todo de las zonas rurales, porque no es negocio.
Esto de la cultura y economía del negocio es una variante degradada que ensombrece a Colombia, porque es una categoría inferior del capitalismo, y que nada tiene que ver con democracia, desarrollo, sostenibilidad, equidad, justicia, riqueza, inteligencia y creatividad. La cultura negocio es la que empuja la cultura del negocio de la corrupción.
La maldición de Colombia con un sistema político y económico ultra conservador, es la razón por la cual el centro está alineado con la derecha y la ultraderecha y no con el progresismo. Las posiciones de los congresistas del centro verde agravian la democracia y anulan los sueños de una nación sostenible para una transición energética justa y soberana.
Un cambio contundente de primer ministro en Inglaterra, donde retiraron a un opaco primer ministro de derecha para poner un laborista; y un frente popular como el que acaba de derrotar en Francia a la derecha y ultraderecha que se asomaba peligrosamente para Europa y la humanidad, en Colombia parece imposible, salvo que los cambios recientes de ministras y ministros sea el camino para una alianza de la sensatez en el 2026. Lo peor sería un retorno a una combinación de uribismo, milleinismo y netanyahuismo.
La política colombiana debe madurar, evolucionar y pensar que el poder que ostentaron no es posible conservarlo si se insiste en que nada cambie o que “cambie” para que el saqueo, la desigualdad y el atraso sigan siendo el futuro.
La misión de Colombia es avanzar en la construcción del progresismo, y en desarrollar las periferias de las ciudades y las inmensas periferias de la geografía de Colombia. Hay más futuro en el Pacífico que en el sur-centro de Colombia, hay más futuro en el Oriente y Sur de Colombia que en el triángulo de la desindustrialización de Bogotá, Cali y Medellín, y qué en los polos del semidesarrollo del Caribe, del oriente andino y del Centro Andino. Hay más futuro en el norte del Caribe que en el sur del Caribe. Esa geografía económica de hace ochenta años no es la geografía económica sostenible y soberana del presente y de mañana, porque la oposición no es el futuro.
Depurar el Partido Verde es una obligación, es el centro que puede fortalecer una alianza progresista, pero ni el calentamiento global ni una transición energética justa están al frente de su agenda política. Con la irracional oposición radical es imposible un acuerdo nacional y una asamblea constitucional. Colombia tiene todo para ser una sociedad del futuro si la clase política y el poder judicial piensan en la nación y no en sus miserables ambiciones particulares. Las excepciones en todos los poderes, son las semillas del mañana.
Para la derecha el negocio es la ganancia inmediata, a cualquier precio. Imaginar y planificar el futuro de Colombia les importa un carajo. Sus negocios están asegurados. Su tarea es vender a la nación, por eso la Corte Constitucional y el Congreso de la República deciden en contra de la transición energética justa y de la reforma tributaria para inversión social. Por eso el Consejo de Estado le quitó a las Juntas de Acción Comunal la posibilidad de hacer caminos veredales, abriéndole camino a corruptos contratistas y políticos locales. En las leyes no hay extinción de dominio para los bienes adquiridos con corrupción como si sucede en los casos del narcotráfico. Entonces, la corrupción se impone, y la justicia se deshace en medio de transacciones para la impunidad a favor del delito o de vender a la nación.
Por eso el Congreso de la República no aprobó la ley estatutaria de educación, porque quieren, como Santos, que los recursos públicos vayan a las universidades privadas y no a fortalecer la educación superior pública a la cual la reforma de educación de hace treinta años le quitó recursos que suman trescientos billones de pesos en tres décadas.
A más de los partidos liberal y conservador y los degradados de ahí derivados, los partidos que hoy manejan a Colombia son el partido de los grandes medios, el partido de las Cortes, y el partido de los banqueros. Con ellos hay que hacer el acuerdo nacional que está en el acuerdo de paz, y convocar a una asamblea constitucional. Me parece difícil, pero bienvenido el debate para cambiar o reformar de fondo la constitución, en este gobierno o en el siguiente, pero hay que cambiarla porque hay que cambiarla.
Jaime Acosta Puertas
Foto tomada de: Bluradio.com
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