A propósito del compromiso con la paz de la ONU es de recordar que precisamente este organismo intergubernamental mundial surgió al concluir la II Guerra Mundial mediante un tratado internacional comprometido con los temas de la paz y los derechos humanos como su divisa principal. La Carta de la ONU en su Capítulo VI proscribió las guerras, salvo casos de agresión y reacciones en legítima defensa o ante la puesta en peligro de la paz mundial. Se comprometió con la resolución política, pacífica y diplomática de los conflictos en el ámbito internacional y con las demandas de protección de los derechos humanos y el refreno al autoritarismo para conseguir un marco de garantías y derechos en todos los estados. Por supuesto que tales compromisos convencionales han implicado desarrollos positivos y así mismo hechos contrarios a tales decisiones impuestos por las complejas realidades existentes.
En medio de la polarización mundial entre el sistema capitalista y el sistema capitalista, las expansiones y disputas imperialistas que comprometen a distintas potencias tras intereses coloniales y de imposición de hegemonías y las luchas de liberación nacional en demanda de soberanía, independencia y derechos por parte de muchos pueblos sojuzgados por las formas derivadas del colonialismo, el mundo vivió una época muy convulsionada con posterioridad, entre finales del cuarenta y finales del 80 del siglo XX. Entonces sobrevino, con la coyuntura del llamado “fin de la guerra fría”, una fase a partir de los siguientes años 90 del siglo XX en la cual si bien no desaparecieron conflictos bélicos y tensiones internacionales e internas en muchos casos agravadas, esfuerzos por la recuperación de la paz y la resolución política y pacífica así como avances notorios en el desarrollo de los sistemas de protección de los derechos humanos.
Así, la ONU adoptó en 1992 un Programa de Paz (Agenda for Peace) que conjuga los acciones de diplomacia preventiva, establecimiento de la paz (peace-making) y el mantenimiento de la paz (peace-keeping). En su desarrollo formula conceptos y recomendaciones a favor de la paz y la seguridad en el contexto mundial, las cuales han dado soportes a las llamadas Operaciones de Paz. De forma que con inspiración en el referido VI Capítulo de la Carta de Naciones Unidas aboga por evitar que las controversias se conviertan en conflictos bélicos; por aplicar medidas tendientes a que las partes hostiles lleguen a acuerdos por medios pacíficos; y a proyectar a la ONU en el terreno cuanto las partes lo solicite, para actuar en defensa de la paz. En aplicación de estos esfuerzos son de recordar en nuestra región las misiones de acompañamiento de la ONU en apoyo a los acuerdos de paz que sellaron las guerras civiles en las repúblicas centroamericanas de El Salvador en 1992 (ONUSAL) y de Guatemala en 1996 (MINIGUA). Por supuesto, se han sucedido muchas misiones de la ONU en distintos continentes, algunas exitosas, otras no tanto y algunas comprometidas con complejas problemáticas con saldos problemáticos.
Pero en las últimas dos décadas lamentablemente de nuevo se intensifican los conflictos bélicos, escenarios de violencia socio política, étnica y religiosa y agresiones que atizan guerras civiles. En tal sentido, las intervenciones de EEUU en alianza con Inglaterra y otras potencias así como con uso de la OTAN contra Irak, Afganistán, Libia y Siria y la persistencia de las agresiones y colonizaciones de Israel contra Palestina, marcan una dinámica reciente de guerras de agresión que comprometen a las principales potencias, resistencias armadas desde las naciones agredidas, desborde de terrorismo desde diversos actores y generalización de guerras civiles y crisis humanitarias. El presidente Trump es elegido en EEUU con la bandera de persistir en los actos de agresión, de forma que en pocos días de ejercer su mandato bombardea a Siria, a Afganistán y provoca a Corea del Norte.
Por eso es entendible que entre esfuerzos e impotencias de la ONU ante el desborde de las principales potencias en disputas por hegemonías en varias partes del mundo, al momento el logro de la paz en Colombia resulta ser un hecho altamente significativo, contrastante y alentador para las aspiraciones de la paz. No gratuitamente se explica el decidido apoyo brindado por la ONU a la paz en Colombia tanto por el secretario general saliente Ban Ki-moon como por el secretario general saliente Antonio Guterrez, como por su organismo máximo permanente el Consejo de Seguridad. Realmente Colombia es el único hecho de paz cierto en el mundo en los años recientes y permite consolidar a todo el continente americano como región del mundo ausente de conflictos bélicos, en contraste con lo ocurrido al momento en el norte de África, el oriente próximo y en parte de Asia.
Tal contexto explica la actitud sorprendida, altamente elogiosa y de solidaridad y apoyo de la comunidad internacional con el proceso de paz emprendido durante el último lustro en Colombia. Así lo expresó sin reserva la reciente visita al país del Consejo de Seguridad de la ONU en pleno, primera vez que lo hace en nuestra América mestiza, india, afro, latina y caribeña. Su presidente actual, el embajador de Uruguay Elbio Rosselli, así lo expresó ante los medios de prensa: “Colombia se ha convertido en un ejemplo en materia de resolución de conflictos al liderar su propio proceso de paz, solicitando a la ONU la verificación del cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo…”. “Nos vamos con la gran sensación de que somos testigos de un proceso de paz irreversible, en el cual el Consejo de Seguridad va a continuar prestando toda la asistencia que sea requerida”.[1]
En efecto, como es conocido el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó por vía de una resolución una misión política para el acuerdo de paz Gobierno-FARC EP en Colombia, de manera que acompaña y lidera la misión de verificación del cese de hostilidades y de dejación de las armas por parte de esta insurgencia en la actualidad. Se prevé como se ha anunciado, una segunda misión o fase de acompañamiento y verificación de la ONU, que se ocupe de forma más mediata con la seguridad colectiva de las FARC, en la fase de implementación general del acuerdo de paz y paso a la actuación política y social en la legalidad. Hecho que reviste importancia y urgencia, ante los hechos de violencia persistentes contra líderes sociales, defensores de derechos humanos y opositores políticos de izquierda en las zonas de impacto del proceso de paz, de forma que incluso ahora registran víctimas en miembros de las FARC y de sus familiares.
Por tanto, es importante que la presencia del Consejo de Seguridad no fue solo una expresión diplomática sino parte de una labor directamente comprometida con la implementación del acuerdo de paz y la revisión de los resultados conseguidos pero así mismo de las dificultades, problemáticas y retos al respecto. Situación que se refleja en el comunicado al final de la visita dado a conocer por el Consejo de Seguridad de la ONU en los siguientes términos: “El Consejo de Seguridad reconoce las importantes dificultades que plantea la implementación del Acuerdo Final de Paz y acoge con beneplácito los progresos realizados por el Gobierno de Colombia y las FARC-EP en la implementación del Acuerdo y su empeño por lograr una transición hacia la paz que beneficie a todos los colombianos”. Y también de forma expresa hizo referencia s su preocupación por “las recientes matanzas contra algunos miembros de las comunidades más afectadas por el conflicto, incluidos líderes comunitarios”, y “acogió con beneplácito los esfuerzos del Gobierno para garantizar la protección de esas comunidades”[2].
Por su parte, el presidente Juan Manuel Santos expresó con validez que precisamente Colombia le permite a la ONU acompañarnos en la solución definitiva de la guerra en curso que no como en otras regiones a lidiar con guerras y crisis humanitarias sin solución lograda. “Vienen con un motivo diferente al motivo por el cual están acostumbrados a visitar países; siempre lo hacen para tratar de arreglar problemas buscando la paz. Aquí vienen a celebrar que la paz se está construyendo”. Así como reconoció con justeza el aporte importante de la ONU para hacer posible la paz en Colombia. “La paz se está construyendo, en parte, por el apoyo del Consejo de Seguridad, es un apoyo que ha sido claro, contundente a través de dos resoluciones, dándonos el soporte, los recursos para que culmine exitosamente”[3].
El Consejo de Seguridad se reunió con el presidente Santos, con una comisión del Congreso de la República, con líderes sociales que expresaron las situaciones de inseguridad que los afectan y con las FARC en su visita a La Reforma, Vistahermosa, donde se hicieron presentes en una de las Zonas Veredales Transitorias de Normalización. En este intercambio con la guerrilla que transita de la insurgencia a la vida política, social, comunitaria y ciudadana en la legalidad, sus integrantes le entregaron una comunicación, en cuyo contenido expresaron la problemática de seguridad existente, junto con la mención a otras dificultades y retos necesarios de superar:
“Enfrentamos hoy retos decisivos en la implementación de los acuerdos, el principal de los cuales es el tema de la seguridad. Son más de 120 los líderes populares asesinados. En este solo año suman 43, entre ellos un guerrillero y 7 familiares de compañeros de nuestra organización. Hay bandas paramilitares posicionándose en los territorios donde operaban nuestros frentes. No queremos que se repita una vez más la historia de amnistiar guerrilleros para luego asesinarlos, no queremos que se repita la historia de la Unión Patriótica, movimiento político que fue exterminado a punta de bala. Queremos que se termine definitivamente este largo ciclo de guerras y violencia que hemos padecido los colombianos a lo largo de nuestra historia republicana. Necesitamos que en Colombia nunca más se utilicen las armas en la política”[4].
Pero internamente, el admirado mundialmente acuerdo de paz en implementación, no obstante las dificultades referidas, sigue enfrentado a la corriente opositora interna, que no ceja en su empeño por negarlo e incluso revertirlo. Situación explicable por cuanto existen sectores interesados en mantener ciertas condiciones de poder político y económico alimentadas en el aprovechamiento de la guerra, de la violencia y de nexos con la violencia y la ilegalidad. Por tanto, se resisten abiertamente a la redistribución de tierras, al retorno del campesinado despojado, a la superación de las economías ilegales y al acceso a la política de nuevos actores alternativos.
Terminó su visita del Consejo de Seguridad de la ONU y se iniciaba el Encuentro Nacional del partido Centro Democrático, agrupación de franjas de derecha y de extrema derecha, cuyo evento se instaló con discursos de sus precandidatos presidenciales que en distintos tonos llamaron a acabar con el acuerdo de paz. Uno de ellos, el ex ministro de Gobierno del entonces presidente Álvaro Uribe lo expresó como el acabar “con ese maldito texto del acuerdo de paz entre el Gobierno y las FARC”. Situación que nos sigue reflejando la intensa disputa política existente en la actualidad, entre el proyecto de una paz asociada con cambios de democratización a distinto nivel y el proyecto de la persistencia del conflicto bélico, la violencia política y la negación de tales cambios.
Álvaro Villarraga Sarmiento: Directivo del Centro Nacional de Memoria Histórica, integrante Fundación Cultura Democrática, catedrático.
Bogotá, DC., 11 de mayo de 2017.
NOTAS
[1] http://www.elespectador.com/noticias/politica/consejo-de-seguridad-culmina-visita-colombia-miembro-de-onu-sigue-secuestrado-articulo-692538
[2] https://www.terra.com.co/noticias/mundo/eeuu/el-consejo-de-seguridad-alaba-los-progresos-en-el-proceso-de-paz-colombiano,d7305b69235070c21a89752bf8adbfd81xx8iddi.html
[3] http://www.cancilleria.gov.co/newsroom/news/frases-visita-consejo-seguridad-naciones-unidas-colombia
[4] http://www.farc-ep.co/comunicado/http-www-farc-ep-co-comunicado-recibimiento-del-consejo-de-seguridad-de-las-naciones-unidas-html.html