Uno de los rasgos centrales del estado de cosas inconstitucional que existe en Colombia es la desigualdad. La Constitución declara en el artículo 13 que todas las personas nacen iguales, pero a renglón seguido reconoce, implícitamente, que no existe tal igualdad y determina que es una función esencial del Estado lograrla.
Artículo 13. Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica. El Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará medidas en favor de grupos discriminados o marginados. El Estado protegerá especialmente a aquellas personas que por su condición económica, física o mental, se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se cometan.
Este artículo de la Constitución es cantinflesco. “Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley”: parece un chiste. Todas las personas “gozarán de los mismos derechos”: ¿Por ejemplo del derecho a la propiedad? “El Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva”: es decir, la igualdad actualmente no es real ni efectiva. Como se dice una cosa se dice la otra.
El Informe del Banco Mundial no es novedoso, reitera lo que ya se conoce, pero recibe especial atención por tratarse de una entidad poderosa. Los datos que presenta el Banco Mundial ratifican que no hay igualdad en la sociedad colombiana y que el Estado no ha cumplido el mandato constitucional.
Balance de aspectos centrales del informe
El informe se enfoca principalmente en la desigualdad de ingresos y desconoce la desigualdad de fondo: “El país tiene uno de los niveles más altos de desigualdad de ingresos en el mundo; el segundo más alto entre 18 países de América Latina y el Caribe (ALC), y el más alto entre todos los países de la OCDE”. “El coeficiente de Gini del ingreso del hogar (una medida estándar de desigualdad) alcanzó 0,53 en 2019, después de pagar impuestos y recibir transferencias”. La desigualdad en cuanto a los medios de producción se menciona muy marginalmente, solamente con respecto al tema de las tierras rurales: “Colombia se encuentra entre los primeros cinco países más desiguales del mundo, en términos de concentración de tierras (Cuesta y Pico, 2020b): el 81% de la tierra privada se concentra en el 1% superior de las fincas.” No se mencionan las desigualdades en la propiedad de las empresas con sus plantas, maquinaria, equipos, vehículos, etc., ni en la propiedad de activos financieros de todo tipo. Mucho menos se examina la desigualdad fundamental: el hecho de que la gran mayoría de colombianos tenga que trabajar por un salario o por cuenta propia, mientras que un porcentaje ínfimo no tiene que hacerlo, el hecho de que unos colombianos se convierten en mercancías que venden a otros colombianos que la compran. Al Banco Mundial ni se le pasa por la cabeza preguntarse por qué existe esta desigualdad social, evidente entre los colombianos, que es la causa de las desigualdades de ingreso.
Se registra la desigualdad en acceso a servicios de educación y salud pero no se explica por qué se genera. “Las disparidades entre los ingresos en los adultos surgen de las brechas que se abren desde la vida temprana para las oportunidades de alta calidad en desarrollo infantil, educación y servicios de atención médica”. Por ejemplo, “las oportunidades de aprendizaje no son las mismas para todos los niños en Colombia” ¿Por qué? Este es el dato a explicar pero el informe no lo hace. Rápidamente se pasa de registrar una situación -bajo aprendizaje y desigualdades en el acceso en la educación- que debería ser objeto de explicación, a convertirla en causa de la desigualdad de ingresos y a atribuir su origen a deficientes políticas públicas: no se pregunta por qué no todos los niños en Colombia tienen las mismas oportunidades y es necesario que intervenga el Estado para corregir la situación.
No se explica la desigualdad de ingresos y se culpa a un salario mínimo elevado del trabajo informal. “La desigualdad en el acceso a empleos de calidad amplifica aún más estas brechas, lo que convierte a Colombia en uno de los países donde las desigualdades son más persistentes entre generaciones.”. Con relación a esto señalan que “solo el 40% de los colombianos que trabajan tiene empleo en el sector formal”, con lo cual mezclan dos cosas: los trabajadores que tienen un trabajo asalariado y los que tienen un trabajo por cuenta propia, lo cual expresa un primer tipo de desigualdad; en segundo lugar, dentro de cada grupo hay diferencias salariales enormes, pero esto no se evidencia con cifras ni tampoco se explica.
Señalan, de otra parte los supuestos efectos del nivel salarial sobre la creación de empleo formal: “Las estrictas regulaciones laborales y los altos salarios mínimos desalientan la creación de empleos en el sector formal, y dejan a la mayoría de los colombianos trabajando en el sector informal.” Aquí dan como un hecho la relación entre los salarios altos y el nivel de empleo, sin ninguna evidencia, pero hay dos cosas a destacar: a) La causa del trabajo por cuenta propia son los salarios altos, pero curiosamente las empresas que concentran la producción, el valor agregado y las utilidades, tienen salarios mucho mayores al promedio: ¿Por qué se genera empleo aquí a pesar de los muy altos salarios?; b) Se asume, como Carrasquilla, que los salarios mínimos son muy altos, ridículamente altos; pero resulta que el salario mínimo no alcanza para cubrir la canasta básica familiar y es precisamente por tener bajos salarios que muchos trabajadores no pueden conseguir los alimentos requeridos, ni pagar educación, ni salud. Entonces, por un lado se lamentan de la terrible distribución de ingresos pero por el otro le parece que quien gana el salario mínimo tiene un nivel de ingresos muy alto. Esta contradicción no les preocupa en lo más mínimo a los autores del informe. Mucho menos comparar los ingresos de los asalariados con los ingresos de los capitalistas dueños de las empresas. Ni siquiera mencionan para nada las ganancias, las cuales evidentemente son mucho más altas que los elevados salarios mínimos.
No se examinan las condiciones para una política fiscal redistributiva. El informe recuerda que la política tributaria y de transferencias tiene un impacto muy modesto sobre las desigualdades, y plantea que “existe un amplio potencial para mejorar el papel redistributivo de la política fiscal en Colombia.” Pero no explica cuáles son los factores que han impedido hasta el momento que se desarrolle una política redistributiva con impactos más amplios.
En síntesis, el informe:
a) No describe en forma suficiente la desigualdad y en particular no aborda, salvo un dato sobre concentración de la tierra, la desigualdad fundamental: la propiedad de medios de producción y del dinero, que divide a los colombianos en capitalistas, trabajadores asalariados y trabajadores por cuenta propia.
b) Asume la desigualdad como un problema que debe resolverse, simplificando enormemente el análisis, dado que la desigualdad es un indicador positivo para los beneficiarios de dicha situación, el 1% que concentra la riqueza y los ingresos; además, es un resultado inherente del propio funcionamiento del sistema capitalista. Por tanto, no es un problema para todos los colombianos, como señala por ejemplo Cecilia López Montaño[3], quien plantea que la desigualdad es la gran tragedia de los colombianos. Sarmiento Angulo, los Santo Domingo, el grupo antioqueño, la familia Ardilla Lulle y los Gilinsky no enfrentan, precisamente, una tragedia.
c) No se pregunta por las causas, no aborda a fondo los factores explicativos, pero además invierte la causalidad. Parecería que la causa de todo es la deficiente actuación del Estado, dejando de lado que el Estado interviene precisamente para corregir una situación de desigualdad que se origina en el modelo económico. Mediante la política tributaria y de gasto el Estado puede corregir cierta disparidad de ingresos, pero no suprime la causa de la disparidad.
d) En consecuencia con el enfoque anterior, todas las propuestas de política se enfocan en acciones del Estado sobre los efectos del modelo económico; no se aborda para nada la distribución de la propiedad de los medios de producción: no se propone nada sobre redistribución de la tierra productiva, de la propiedad de las empresas, del capital dinero; lo fundamental no se toca para nada.
e) En forma incoherente se sugiere no aumentar realmente el salario mínimo, con lo cual se condena a la mayoría de trabajadores a un pobre nivel de vida.
El equipo de autores del Informe es grande. Probablemente se trata en su totalidad de doctores formados en las mejores universidades de los Estados Unidos que tienen un “capital humano” enorme y deben ser personas muy capaces intelectualmente. ¿Por qué razón entonces son tan poco rigurosos y serios, por qué tanta superficialidad? Muy probablemente porque sus intereses consisten claramente en favorecer el capitalismo y en especial a la capa de capitalistas más ricos que concentran la mayor parte de los medios de producción y los ingresos. Es una superficialidad consciente, no quieren profundizar, no les interesa conocer a fondo la realidad.
Me parece que Jorge Iván Cuervo tiene razón al plantear que en la campaña presidencial no se está abordando este tema central de la desigualdad. La gran mayoría de los partidos y candidatos no tiene interés alguno en corregir en forma sustancial la desigualdad; todos, como el informe del Banco Mundial, se lamentan de la enorme desigualdad y les parece moralmente reprochable. Todos en mayor o menor medida “denuncian” la desigualdad, pero no proponen nada de fondo para resolverla, simples paños de agua tibia. Todos, en mayor o menor medida comparten el análisis del Banco Mundial. Ni siquiera en el estrecho límite del Estado capitalista proponen una redistribución en serio. Simplemente se trata de discursos vacíos.
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[1] https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/jorge-ivan-cuervo-r-/por-que-el-centro-no-enamora/
[2] https://documents1.worldbank.org/curated/en/602591635220506529/pdf/Main-Report.pdf
[3] https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/cecilia-lopez-montano/desigualdad-en-colombia-la-hora-de-la-verdad/
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: RCN Radio
Luis Gonzálezrubio Ibarra says
Leí el informe del banco mundial,y, como usted me resultó un estudio muy superficial para lo que implica la desigualdad.no soy economista.pero ese estudio se parecía a la antigua cartilla de coquito.